El rayo


Un destello de luz desgarra el cielo nocturno.
Un relámpago es el resplandor visible que
se produce por una descarga eléctrica entre
una nube de lluvia y la tierra o entre nubes
La fuerza que pudo haber creado la vida
Desde las épocas más remotas el hombre ha especulado  sobre el gran poder  y fuerza destructiva  del rayo, uno de los espectáculos más impresionantes de la naturaleza.
En términos científicos, el rayo es una descarga  visible  de electricidad atmosférica. Se produce el relámpago al saltar una chispa  gigante entre zonas  de nubes cargadas  con electricidad de signo contrario. El rayo cae cuando  la chispa desciende de una nube al cielo.

Choque de gotitas
No se conoce del todo como una nube acumula electricidad. Estiman los científicos que se realiza al chocar unas gotitas de agua  con otras. Unas gotas al caer golpean otras  gotas más pequeñas  y se forman otras gotas de mayor tamaño con una carga positiva que es la suma de las anteriores. Mientras el aire del alrededor se carga de electricidad  negativa
Las gotas prosiguen  su caída y aumentan de tamaño a medida que la humedad  del aire se condensa  en torno a ellas. Cuando una gota alcanza un diámetro de cinco milímetros  se divide en dos partes, cada una de las cuales conserva su carga  positiva. Si la gota llega directamente a tierra no se produce ningún efecto.
Pero sucede también que en una nube cargada de electricidad  hay violentas corrientes  de aire que transportan las gotas hacía arriba y el proceso referido se repite una y otra vez. Al aumentar la carga en cada gota de agua, la nube se transforma en un gigantesco acumulador.
En unos quince minutos  la carga eléctrica almacenada en las gotas suspendidas en las nubes  aumenta de tal modo  que se rompe el efecto aíslate del aire, y es entonces cuando se produce el relámpago.
El fuego del relámpago.
El trueno se produce al calentar el relámpago el aire de su alrededor hasta 16,666 grados centígrados. A esta temperatura, tres veces la de la superficie del Sol, el aire se dilata  de tal modo y violencia que produce una explosión.
El sonido del trueno viaja más despacio  que la luz causada por el destello del relámpago. Si se mide el  intervalo entre el destello y el trueno  se puede averiguar  la distancia del relámpago. Un intervalo de tres segundos equivale a un kilómetro.
Se estima que cada año ocurren en el mundo unos 16 millones  de tormentas con rayos  y a cada momento se están produciendo 1,800 de ellos. Una de las mayores tragedias ocasionados por el rayo, tuvo lugar en Brescia Italia en 1769. Un rayo cayó en un arsenal del estado  e hicieron  explosión  más de 100 toneladas de pólvora que causaron la muerte de más de 3,000 personas.
Quizá el incendio más desastroso provocado por u  rayo, sucedió en San Luís Obispo, California, el 7 de abril de 1926. En cinco minutos se extendió por 360 hectáreas, quemó cerca de seis millones de barriles  de aceite y destruyó propiedades valoradas  en 15 millones de dólares. Por fortuna sólo dos personas resultaron muertas.
Pero a pesar del poder mortífero  del rayo, al cabo del año no es elevado el número de víctimas.
El rayo produce también efectos beneficiosos. Es el causante de que el nitrógeno y el oxigeno del aire se combinen  y se disuelvan en gotas de lluvias. Cuando la lluvia cae a tierra y se filtra por el suelo, proporciona a los vegetales  nitratos  que son fertilizantes de gran valor.
El rayo pudo haber sido  una de las causas  originales  de la vida  en este planeta. La Universidad de Chicago realizó una mezcla  de gases: hidrógeno, metano, amoniaco  y vapor de agua; que se cree semejante a la primitiva atmosfera de la Tierra.
Después se lanzó a través de ella un rayo artificial, es decir una descarga eléctrica. El resultado fue la formación de compuestos químicos  de estructuras muy complejas: los aminoácidos. Se sabe que tales ácidos constituyen  la estructura  básica de todas las formas de vida existentes sobre la Tierra.
Del Gran libro de lo asombroso e inaudito.

Rayo
Rayo, descarga eléctrica que se produce entre nubes de lluvia o entre una de estas nubes y la tierra (véase Electricidad). La descarga es visible con trayectorias sinuosas y de ramificaciones irregulares, a veces de muchos kilómetros de distancia, fenómeno conocido con el nombre de relámpago. Se produce también una onda sonora llamada trueno.
LA CARGA ELÉCTRICA
No se conoce por completo el modo en el que se cargan las nubes de electricidad, pero la mayoría tienen carga negativa en la base y positiva en la cima. Las distintas hipótesis que explican cómo se produce esta polarización pueden dividirse en dos categorías: las que requieren hielo y las que no. Muchos meteorólogos creen que el hielo es un factor necesario porque los rayos no suelen observarse hasta la formación de hielo en las capas superiores de las nubes. Ciertos experimentos han mostrado que cuando las disoluciones de agua se congelan, el hielo gana carga negativa mientras que el agua queda cargada positivamente. Si después del inicio de la solidificación el aire en ascensión arranca pequeñas gotas de agua de las partículas congeladas, estas gotitas se concentrarán en la parte superior de la nube, y el hielo, en agregados más grandes, descenderá hasta la base. Por otra parte, ciertos experimentos han mostrado que las gotas de agua grandes, con caída rápida, se negativizan, mientras que las gotas pequeñas que caen con mayor lentitud se vuelven electropositivas. Por tanto, la polarización de una nube es probable que se produzca por las distintas velocidades de caída de las gotas grandes y pequeñas. Como quiera que se forme, la carga negativa en la base de la nube induce otra positiva en la tierra situada debajo que actúa como la segunda placa de un condensador gigante. Cuando el potencial eléctrico entre dos nubes o entre una nube y la tierra alcanza una magnitud suficiente (unos 10.000 V por cm), el aire se ioniza a lo largo de una trayectoria estrecha, y se produce el destello de un relámpago. Muchos meteorólogos creen que esta es la forma en la que la carga negativa es transportada hacia el suelo y que así se mantiene la carga negativa total de la superficie de la Tierra.
Una nueva teoría sugiere que la polarización eléctrica de las nubes puede ser la causa de la precipitación y no una consecuencia de ella; asimismo postula que el potencial eléctrico existente entre la ionosfera —capa superior de la atmósfera— y la tierra induce la polarización. Según esta teoría, el flujo ascendente de aire caliente a través de una nube lleva consigo partículas con carga positiva que se acumulan en la cima de la nube y que atraen cargas negativas de la ionosfera. Estas son conducidas hacia la base de la nube por corrientes descendentes poderosas en la periferia de la nube; así se evita que las cargas opuestas se neutralicen unas con otras. Quizás el 90% de todos los rayos que van desde las nubes hasta el suelo son negativos; el resto son destellos positivos. Con menor frecuencia se pueden producir rayos desde la tierra hacia las nubes, en particular desde cumbres de montañas o desde objetos altos como las antenas de radio.
Estudios con cámaras de alta velocidad han mostrado que la mayoría de los destellos de rayos son sucesos múltiples compuestos de hasta 42 'rayos' principales, cada uno de los cuales está precedido por un rayo guía. Todos siguen una trayectoria ionizada inicial que puede ramificarse junto al flujo de corriente. El intervalo medio entre rayos sucesivos es de 0,02 s, y 0,25 s el intervalo medio entre destellos. Puesto que la duración de un rayo no supera los 0,0002 s, los lapsos entre rayos ocupan la mayor parte de la duración de un 'destello'. Los llamados rayos en láminas son sólo la reflexión de uno ordinario en las nubes. Los rayos en bola son un fenómeno raro en que la descarga toma la forma de una bola luminosa y lenta que a veces estalla y otras simplemente decae.
MEDIDAS PROTECTORAS
Para proteger los edificios de los rayos, se instalan barras metálicas (llamadas pararrayos) desde el suelo hasta una altura superior al punto más alto del tejado. Los pararrayos establecen una vía con baja resistencia para el paso de la descarga y evitan así que la carga atraviese la estructura del edificio. Las líneas de electricidad y las antenas de radio se protegen con dispositivos o captadores de rayos que consisten en una pequeña separación llena de aire entre la línea y un cable unido al suelo. Esta separación ofrece una gran resistencia a tensiones ordinarias, pero un rayo con un potencial de decenas de millones de voltios, provoca la ionización del gas, creando una vía de baja resistencia hacia la tierra para la descarga.
Se deben mencionar tres ideas comunes y erróneas sobre los rayos. La primera dice que los rayos no alcanzan dos veces un mismo lugar. Pruebas fotográficas muestran que un rascacielos u otra estructura elevada puede ser golpeada muchas veces durante una sola tormenta. La segunda es que el lugar más seguro durante una tormenta de rayos está bajo un árbol alto. Los árboles, debido a su altura, son propensos a ser alcanzados por rayos y, por tanto, son verdaderamente peligrosos durante las tormentas eléctricas violentas. Lo más seguro para una persona que está fuera de su casa es permanecer en el interior de un coche con estructura metálica o acostarse en el suelo de un lugar descampado. El tercer concepto erróneo es que los rayos estén siempre asociados con truenos. Los observadores que escuchen los truenos para contar los rayos pueden perderse hasta un 40% de estos últimos.
Los rayos matan o dañan a más personas que los tornados o los huracanes. Provocan un 40% de los incendios de granjas y muchos bosques se queman por su acción. Sin embargo, no todo lo relativo a los rayos es negativo. El suelo se enriquece con el nitrógeno liberado desde la atmósfera por los rayos y transportado por las gotas de lluvia. Algunos científicos creen que los rayos pueden haber sido un elemento esencial en el origen de la vida en nuestro planeta, con la creación de los compuestos químicos complejos que dieron lugar a la materia viva a partir de elementos simples.

miércoles, 25 de agosto de 2010

El tornado



En la imagen un meteorólogo observa
la evolución de un tornado para
aprender más sobre la atmósfera terrestre.
Desde el siglo XIX, la predicción científica
ha mejorado mucho. Los radares pueden detectar
y rastrear tornados, huracanes y otras tormentas fuertes.
El huracán es el gigante de las borrascas, pro su afín el tornado de proporciones mucho mayores, causa mayores estragos. El tornado surge sin avisar  y generalmente dura menos de una hora.
Uno de los más devastadores de  la historia  se abatió sobre Missouri Illinois  e Indiana EE. UU en 1925. Causó la muerte de  de 689 personas  e hirió  a 3,000; sin embargo apenas llegaba a los 300 metros de diámetro. El vendaval derrumbó edificios, arrancó robles de raíz  y aplast+o trenes. En la periferia de un tornado, los vientos pueden alcanzar velocidades de 800 kilómetros por hora.
Los tornados aparecen en días cálidos y húmedos  en las regiones centrales y meridionales  de los Estados Unidos, en las Antillas y en Australia. Son nubes en forma de embudos que comienzan girando suavemente  y al cabo de algunos minutos se retuercen violentamente. El embudo se  traslada a una velocidad  de 40 o 60 kilómetros por hora. En su centro la velocidad del aire alcanza velocidades de 200 a  300  kilómetros  por hora, con tal poder de succión que levanta automóviles y viviendas  de madera girando hasta la cumbre del torbellino.

Tornado
Tornado (del latín tonare, ‘girar’), torbellino de viento fuerte, acompañado por una nube característica en forma de chimenea que desciende desde una nube cumulonimbo. En ocasiones se denomina ciclón. Un tornado puede tener una anchura desde unos metros hasta casi un kilómetro en la zona de contacto con el suelo, con un promedio de algunos pocos cientos de metros. Puede penetrar poco en tierra o recorrer muchos kilómetros, causando grandes daños allí donde desciende. La chimenea es visible por el polvo aspirado hacia arriba y por la condensación de gotitas de agua en el centro. El mismo proceso de condensación hace visibles los tornados marinos, en general más débiles, llamados trombas marinas, que ocurren con mayor frecuencia en las aguas tropicales. La mayoría de los tornados giran en el sentido de las agujas del reloj en el hemisferio sur, y al revés en el hemisferio norte pero, en ocasiones, los tornados pueden invertir esta conducta.
Aún no se comprenden muy bien los mecanismos precisos que crean un tornado, pero las chimeneas están siempre asociadas con movimientos violentos en la atmósfera, incluyendo corrientes ascendentes fuertes y el paso de frentes. Se desarrollan en áreas de baja presión con vientos fuertes; la velocidad de los vientos de la propia chimenea supera con frecuencia los 480 km/h, aunque se han estimado velocidades superiores a 800 km/h en temporales muy violentos. Los daños producidos por un tornado son el resultado tanto de estos vientos como de una presión muy reducida del centro de la chimenea, que provoca la explosión de las estructuras que no tienen ventilación suficiente y que, por tanto, no equilibran rápidamente la diferencia de presión. Esta diferencia de presión se presenta de acuerdo con el Teorema de Bernoulli, que establece que la presión se reduce al crecer la velocidad.
Los tornados son más comunes y frecuentes en las latitudes templadas, y suelen formarse al principio de la primavera; la ‘estación de los tornados’ se retrasa al aumentar la latitud. La cantidad de tornados que se producen cada año varía mucho en una misma región. Véase Ciclón; Meteorología.

martes, 24 de agosto de 2010

Los huracanes, poderosa energía



Huracán Elena
El 2 de septiembre de 1985,
el huracán Elena fue fotografiado
con una lente de 70 mm desde la
lanzadera espacial Discovery. 
Como el huracán está en el hemisferio
norte, el aire gira en sentido
inverso al de las agujas de un
reloj hacia el centro de baja
presión, u ojo del huracán
 .
Un huracán libera tanta energía como varias explosiones atómicas. Un solo minuto  de esta energía liberada por un huracán  bastaría para abastecer de energía eléctrica  por 50 años a los Estados Unidos.
Pero los huracanes no pueden controlarse. Vierten a la atmósfera su energía desatada y extienden en múltiples ocasiones muerte y destrucción a lo largo de zonas costeras y en ocasiones en zonas como Monterrey, donde le huracán Alex desoló la zona.
El huracán que en 1970  azotó Bangladesh  produjo una ola que causó la muerte de más de 500,000 personas. En 1900 un huracán produjo una tormenta, en Galveston Texas,  que segó la vida de 6,000 vidas. En 1954 mil pasajeros murieron ahogados  al hundirse un gran  transbordador a consecuencia de un huracán en la Bahía de Hakodate en la isla Norte de Japón.
El huracán se forma en el mar. La temperatura del agua debe ser superior a los 27 grados centígrados, por ello las elevadas latitudes, se hallan libres, normalmente de huracanes. El mar templado produce un embudo  de aire que a veces asciende  a 15.000 metros  y forma vastos cúmulos de nubes. Luego las  altas corrientes se dispersan  y arrastran al interior del embudo más aires de las capas inferiores. La rotación de la Tierra tuerce entonces  la alta chimenea y se engendra el huracán: masa de vientos tempestuosos  de unos 500 kilómetros de diámetros  que giran en torbellinos de más de 300 kilómetros por hora.
En el centro de todo huracán se halla el llamado “ojo” del huracán, una zona de suaves y templadas brisas de hasta treinta kilómetros de diámetro, que se crea, al parecer por las fuerzas centrífugas  que dispersa los vientos hacía afuera. Los lugares abatidos por un huracán, gozan de una tregua al pasar el ojo del huracán, pero luego se reanuda la tormenta.

Nueva Orleans tras el huracán Katrina
La ciudad de Nueva Orleans,
en Luisiana, quedó prácticamente
inundada tras el paso del huracán
Katrina en agosto de 2005. Como
consecuencia de ello y de los
efectos derivados, su población
tuvo que ser evacuada.

En el océano, los huracanes se recargan constantemente, pues el calor de las aguas hace ascender  el aire, cada vez más deprisa por el centro del embudo. Pero en la tierra, esta fuente de energía desaparece instantáneamente. El huracán pierde fuerzas al chocar con bosques y montañas y, ya no encuentra vapor de agua que alimente su motor. En tierra los huracanes rara vez sobreviven un día.
Huracán
Huracán, ciclón tropical migratorio, con fuertes vientos y lluvias, que se origina sobre los océanos en algunas regiones próximas al ecuador, en particular aquél que surge en las Antillas, incluso en el golfo de México. Los ciclones de tipo huracán del oeste del Pacífico se llaman tifones; en Filipinas se llaman baguios y en Australia willy-willies. 
La mayoría de los huracanes se forma en las zonas de calmas ecuatoriales, un cinturón estrecho caracterizado por vientos suaves, brisas leves y variables y chubascos frecuentes, que se sitúa entre los vientos alisios del noreste y los del sureste. En el Atlántico, las zonas de calmas se localizan en su mayor parte al norte del ecuador, por ello no se producen huracanes en el Atlántico Sur. En el Pacífico hay calmas al norte y al sur del ecuador, por lo tanto hay huracanes en el Pacífico Sur y Norte.
Los huracanes consisten en vientos muy rápidos que soplan de forma circular alrededor de un centro de baja presión llamado ojo del huracán. Este centro se desarrolla cuando el aire cálido y saturado de las zonas de calmas ecuatoriales se eleva empujado por aire frío más denso. Desde el borde de la tormenta hasta su centro, la presión atmosférica cae bruscamente mientras que la velocidad del aire aumenta. Los vientos alcanzan una fuerza máxima cerca de los puntos de baja presión (en torno a 724 mm de mercurio o 0,85 atmósferas). El diámetro del área cubierta por vientos destructivos puede superar los 250 km. Los vientos menos fuertes cubren zonas con un diámetro medio de 500 km. La fuerza de un huracán se evalúa con un índice entre 1 y 5. El más suave, con categoría 1, tiene vientos de cuando menos 120 km/h. Los vientos del más fuerte (y menos común), con categoría 5, superan los 250 km/h. En el interior del ojo del huracán, que tiene un diámetro medio de 24 km, los vientos se paran y las nubes se elevan, aunque el mar permanece muy agitado.
En general, los huracanes se desplazan en una trayectoria con forma de parábola. En el hemisferio norte suelen viajar primero hacia el noroeste y, en latitudes mayores, giran hacia el noreste. En el hemisferio sur la trayectoria usual empieza apuntando hacia el suroeste y luego hacia el sureste. Los huracanes viajan a velocidades variables; en las latitudes bajas éstas varían entre 8 y 32 km/h mientras que en las altas pueden alcanzar hasta 80 km/h. Las zonas en las que los vientos del huracán soplan en la misma dirección que la propia tormenta están sometidas a la máxima violencia destructiva.
A mediados de la década de 1950 se desarrolló un sistema coordinado de seguimiento de los huracanes que se ha perfeccionado a lo largo de los años. Radares, dispositivos de registro marinos, satélites meteorológicos y otros instrumentos suministran datos que permiten el seguimiento de los movimientos de cada tormenta casi desde su formación. La mejora de los sistemas de predicción e información ha permitido reducir al mínimo la pérdida de vidas, pero los daños materiales siguen siendo grandes, en especial en las regiones costeras. El huracán Gilbert, el mayor del siglo XX (1988) en el hemisferio norte, con vientos en ráfagas que alcanzaron los 350 km/h, devastó Jamaica y varias zonas de México. El huracán Mitch, que llegó a las costas de América Central en octubre de 1998, azotó la región durante varios días con vientos que superaron los 250 km/h. A los fuertes vientos se unieron destructivas lluvias torrenciales que ocasionaron la muerte de más de 12.000 personas además de enormes daños materiales. El huracán Katrina que alcanzó Estados Unidos en agosto de 2005, con vientos de hasta 280 km/h, afectó principalmente a los estados de Mississippi, Alabama y Luisiana, provocando, a su paso, gran número de víctimas mortales y daños materiales.
Ciclón
Ciclón, en meteorología, zona de baja presión atmosférica rodeada por un sistema de vientos que en el hemisferio norte se mueven en sentido opuesto a las agujas del reloj mientras que giran en sentido contrario en el hemisferio sur. Una zona correspondiente con vientos de sentido contrario se llama anticiclón. A los ciclones se les llama comúnmente borrascas. El término ciclón se ha utilizado con un sentido más amplio aplicándolo a las tormentas y perturbaciones que acompañan a estos sistemas de baja presión, en particular a los violentos huracanes tropicales y a los tifones, centrados en zonas de presión extraordinariamente baja.

El Mediterráneo fue una vez un desierto


Hace  seis millones de años el mediterráneo  se desecó y quedó al descubierto  una cuenca desértica, 3,00 metros inferior al nivel del mar  Atlántico. Posteriormente las aguas  del océano  prorrumpieron por el estrecho de Gibraltar  en la gran cavidad del mediterráneo, formando la catarata más espectacular que jamás e haya visto.

Fue como  abrir una compuerta gigantesca  para llenar un estanque de 3,000 metros de profundidad  y 3,200 kilómetros de longitud. Cuarenta mil kilómetros cúbicos  de agua se precipitaron  por la brecha en un torrente  1,000 veces mayor que las cataratas del Niágara. Aún así, el nivel que hoy conocemos, sólo se alcanzó al cabo de mil años. Las aguas  cubrieron toda la cuenca  con la excepción  de algunas cumbres  montañosas, entre ellas Malta, Cerdeña y Baleares.

La certeza de estos hechos ha sido demostrada gracias a las perforaciones realizadas en el fondo del Mediterráneo por el Glomar Challenger, buque estadounidense de reconocimiento.

En 1970 el Glomar Challenger reunía datos científicos  que pudieran confirmar  la hipótesis  de la separación o deriva de los continentes. Cruzó el estrecho de Gibraltar  y efectúo perforaciones  en los sedimentos blandos del suelo marino hasta 18,600 metros  bajo la superficie  de las aguas.

Cuando se habían perforado 180 metros  de sedimento  se detecto  una capa de grava, circunstancia completamente excepcional  en los fondos oceánicos.
Se realizaron más sondeos y las sorpresas se acrecentaron.

Bajo los sedimentos aparecieron rocas  de las llamadas evaporitas, privativas de los terrenos a que anteriormente fueron ocupados por los mares.

Los hombres de ciencia se resistían a creer que el mediterráneo hubiese sido alguna vez un desierto. Sin embargo tal suposición no era un disparate. El clima es seco y aun hoy, la cantidad  de agua absorbida por el calor de los rayos solares, es mayor que la que aportan las lluvias y los ríos. La evaporación alcanza  al año una  media  de 3,730 kilómetros  cúbicos  de agua perdida, que sólo es suplida por el flujo del Atlántico.
En el caso de que el estrecho de Gibraltar se hubiera cerrado antiguamente, el Mediterráneo se hubiera secado  en sólo 1,000 años. Tendría entonces el aspecto de un cañón profundo y reseco, algo parecido al valle de la Muerte en California..

Pero al fin apareció la prueba decisiva. En ese entonces, tenía 70 años de haberse descubierto  en el Sur de Francia, una profunda garganta cortada en la roca granítica, que permanecía oculta bajo sedimentos  de miles de años. Parecía pertenecer al cauce de un rio antiguo, pero se encontraba  a cientos de metros  bajo el nivel del Mediterráneo.

Aunque los científicos del  Glomar Challenger, no tenían noticias  de ello, se ha comprobado ahora la existencia  de una garganta semejante   al otro lado del Mediterráneo  bajo el Nilo. El fenómeno había sorprendido a   los ingenieros rusos  que construían la presa de Asuán.
Sólo una explicación  es posible: las gargantas  debieron haber sido excavadas por   ríos  que fluían al Mediterráneo cuando el nivel de las aguas era muy inferior  al actual. 

Las corrientes discurrían por zonas hoy sumergidas  y abrían cañones  que ahora se descubren  en el suelo del Mediterráneo.

Así pues, el Mediterráneo  fue una vez un mar, y más tarde un cañón profundo y ardiente salpicados de lagos de sal. Por fin, al cabo de millón y medio de años, volvió a convertirse en el mar que hoy conocemos , al romperse  la presa  del estrecho  e irrumpir en su interior las aguas del atlántico.

viernes, 20 de agosto de 2010

Los tsunamis


Un tsunami, provocado por un terremoto de baja intensidad, avanza 
hacia la costa. Los tsunamis no son olas de marea, porque no están 
originados por las fuerzas gravitatorias responsables de las mareas. 
Pueden estar provocados por erupciones volcánicas oceánicas, 
terremotos o corrimientos de tierra submarinos.

El 1 de abril de 1946, un terremoto sacudió la llanura  abisal  de las profundidades  del océano  pacífico. La onda producida recorrió 3,620  kilómetros  hasta Hawái  en 4 horas  y 34 minutos, a una velocidad media de 790 kilómetros  por hora. Cuando la ola se abatió  sobre la  ciudad de Hilo medía 14 metros  de altura. Mató a 173 personas, hirió a varios centenares y causó daños valorados en 30 millones de dólares.
La era un tsunami producido por un terremoto en el suelo  del océano. Las olas tsunami son las más terroríficas. Ruedan silenciosamente  por el océano  hasta caer sobre la costa más cercana. Muchos monumentos  antiguos  del litoral japonés llevan la inscripción “Cuando sientas un terremoto, aguarda un tsunami”. La advertencia es fruto de la larga historia japonesa de desastres debido a tsunamis.
La palabra tsunami procede del Japón   y fue adoptada por los científicos  de otros países. Esta ola parte del centro de la perturbación  como las ondas producidas en un estanque  por la caída de una piedra. Pero las olas son tan amplias, y en aguas profundas  la marejada es tan leve, que los buques apenas las advierten .la energía transportada por el tsunami, supone únicamente una centésima parte  de la energía  total  del terremoto, pero su potencia equivale a una bomba nuclear  de 2,5 megatones.
Cuando el  tsunami se aproxima a la costa y penetra en aguas poco profundas, concentra su energía y aumenta en altura.la ola suele ir precedida de una depresión  que succiona  el agua de la costa, dejando momentáneamente varadas a las embarcaciones.
Los efectos del tsunami  son casi siempre aterradores y algunas veces prodigiosos.  En 1946 un oceanógrafo sorprendido en Hawái  por un tsunami, explicó que su casa fue arrancada de su base, transportada centenares de metros y depositada finalmente en el suelo, todo ello tan suave que el desayuno que tomaban sus ocupantes no se derramó. A raíz de ese desastre  de 1946, se instaló en el océano Pacífico, el más amenazado por tsunamis, un sistema de alertas de tsunamis. Consiste en una vasta red de estaciones sismográficas  que detectan los terremotos  y trasmiten las alarmas.

Tsunami
Según Encarta
Tsunami, palabra japonesa que significa ‘grandes olas en el puerto’ y se utiliza como término científico para describir las gigantescas olas marinas que pueden causar daños catastróficos cuando llegan a la costa. Un tsunami no es una ola, sino una serie de olas que forman ‘el tren de olas del tsunami’.
Los tsunamis pueden ser generados por un maremoto (terremoto submarino), un corrimiento de tierra, la erupción de un volcán en el fondo oceánico o un meteorito que cae al mar. Sin embargo, la mayor parte de los tsunamis están provocados por terremotos submarinos y se originan a lo largo del denominado Anillo de Fuego, una zona de volcanes e importante actividad sísmica de unos 35.000 km de longitud que rodea el océano Pacífico, donde entran en contacto varias placas tectónicas con bordes de subducción (una placa se va deslizando bajo la otra y hacen más propicia la deformidad del fondo marino).
No todos los maremotos generan tsunamis, solo aquellos de magnitud considerable que son capaces de deformar el lecho marino al moverlo abruptamente en sentido vertical; cuando la inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se generan las olas en los puntos cercanos al foco del terremoto; las olas se desplazan por el océano en círculos concéntricos, creando ondas parecidas a las producidas por un objeto cuando cae al agua, y son apenas perceptibles en aguas profundas. Así pues, un tsunami resulta poco peligroso para la navegación en alta mar: las olas pueden tener solamente medio metro de altura y ni siquiera los pasajeros de un barco las notarían al pasar sobre un tsunami.
CARACTERÍSTICAS DE UN TSUNAMI
Un tsunami puede tener longitudes de onda (la distancia entre la cresta de una ola y la siguiente) de 100 a 200 km y recorrer cientos de kilómetros a lo largo de las profundidades del océano, llegando a alcanzar velocidades de hasta 800 km/h.
Un tsunami se mueve a una velocidad que está relacionada con la profundidad del agua, por lo que, cuando la profundidad del agua disminuye el tsunami se hace más lento y su altura se incrementa. Aunque el tsunami reduce rápidamente su velocidad a medida que se acerca a la costa hasta unos 50 km/h, sigue teniendo una enorme fuerza destructiva, debido también al gran volumen de agua desplazada y a la altura que toma. La ola, que en el mar puede tener una altura de solo un metro, se convierte súbitamente en un muro de agua de 15 m al llegar a las aguas poco profundas de la costa y es capaz de destruir las poblaciones que encuentre en ella.
Los tsunamis no deben confundirse con las olas de marea (no están provocados por las fuerzas gravitatorias que causan las mareas), ni con los oleajes de tormenta que se forman durante los huracanes o ciclones y que causan importantes inundaciones cuando llegan a tierra. Los oleajes provocados por tormentas son particularmente devastadores si ocurren durante una marea alta. Un ciclón y la tormenta que lo siguió mataron a unas 500.000 personas en Bangladesh en 1970.
MEDIDAS PREVENTIVAS FRENTE A LOS TSUNAMIS
Los tsunamis son poco frecuentes y difíciles de predecir. Aunque se puede detectar la existencia de un gran terremoto submarino con ayuda de sismógrafos, es difícil predecir si el terremoto va a generar o no un tsunami, ya que otros factores, como la topografía del fondo marino, intervienen en este proceso.
Muchas ciudades alrededor del océano Pacífico, sobre todo en Japón, Estados Unidos y Rusia, disponen de sistemas de alarma y planes de evacuación en caso de que se forme un tsunami peligroso. En 1949 se creó el Pacific Tsunami Warning Center en la playa Ewa (Hawai) que, hasta el año 2004, ha avisado de los cinco grandes tsunamis que han tenido lugar en el océano Pacífico. Pero durante ese mismo periodo también dio 15 avisos falsos. Este centro pasó a formar parte, en 1965, de una red mundial de datos y prevención cuando la UNESCO creó el Internacional Tsunami Information Centre (ITIC). El propósito del ITIC, cuya base se encuentra en Honolulú (Hawai), es mitigar los posibles riesgos de los tsunamis, ayudando a las naciones que bordean el océano Pacífico a prepararse frente a un tsunami.
Ambos centros operan bajo los auspicios de la Administración Atmosférica y Oceánica Nacional de Estados Unidos (NOAA), que también controla el Pacific Marine Environmental Laboratory en Seattle (estado de Washington), un importante centro de investigación que desarrolló el primer instrumento científico fiable para detectar y para alertar rápidamente a los científicos cuando se origina un tsunami. Ese instrumento, anclando en el fondo oceánico, mide los cambios en la presión del agua y cuando detecta un tsunami manda señales acústicas a una boya situada en la superficie, que convierte esas señales en ondas de radio y las transmite a un satélite en órbita, que alerta a varios centros de aviso (Hawai, Alaska…), donde se decidirá si es necesario avisar a la población para que se refugie. Todo el proceso dura solo unos dos minutos. El Deep-ocean Assessment and Reporting of Tsunamis (DART) es un sistema de alarma internacional.
Otro de los sistemas para la prevención de tsunamis es el proyecto CREST (Consolidated Reporting of Earthquakes and Tsunamis), que se utiliza en la costa oeste norteamericana y en Hawai.

Tsunami arrasa Tailandia
Edificios destruidos en la isla Phi Phi de 
 
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PRINCIPALES DESASTRES CAUSADOS POR TSUNAMIS
El peor desastre causado por un tsunami a lo largo de toda la historia tuvo lugar en diciembre de 2004, cuando un terremoto marino de magnitud 9,0 en la escala de Richter, originado en torno a la costa noroccidental de la isla indonesia de Sumatra, en el océano Índico, generó un tsunami que alcanzó las costas de 14 países, desde el Sureste asiático hasta el noreste de África. Se registraron más de 250.000 muertos, de los cuales casi dos tercios fallecieron en Indonesia; también hubo numerosas víctimas en India, Sri Lanka y Tailandia.
Anteriormente, unas 60.000 personas fallecieron en 1755, cuando un terremoto generó un tsunami que llegó a las costas de Portugal, España y Marruecos, destruyendo Lisboa, la capital portuguesa.
Otro gran tsunami en el océano Índico tuvo lugar en 1883 tras la erupción del Krakatoa: llegó a alcanzar una altura de 30 m y recorrió 13.000 km, causando la muerte de unas 34.000 personas a lo largo de las costas de Java y Sumatra. Otras 2.000 personas murieron por quemaduras de la ceniza volcánica.
En Norteamérica el peor tsunami que se conoce ocurrió en 1964, cuando un terremoto en la costa de Anchorage (Alaska) creó un tsunami que mató a 115 personas en Alaska, Oregón y California. Los científicos suponen que en 1700 un terremoto de magnitud 9.0 se desencadenó a lo largo de la costa de Washington y Oregón generando un enorme tsunami, que transformó grandes bosques en terrenos cubiertos de agua salada. Desde 1818, las islas hawaianas han sufrido unos 40 tsunamis. Por ser países ribereños del Pacífico y encontrarse en la convergencia de las placas tectónicas de Nazca y la placa Americana, también Chile y Perú han sufrido grandes terremotos y algunos tsunamis.
Un tsunami registrado en Kamchatka (Rusia), en 1737, tuvo 70 metros de altura. Por fortuna, los de esta magnitud son muy poco frecuentes y, como el mencionado, pueden afectar a costas despobladas sin crear catástrofes humanas.
Algunas de las medidas de supervivencia aconsejan que, al sentirse un tsunami, se debe ir a un lugar elevado tierra adentro, a más de 30 metros de altitud. Este fenómeno se puede detectar si se percibe una retirada brusca del agua marina, que deja secas grandes extensiones de la costa o playa, y que luego regresa a una velocidad de más de 100 kilómetros por hora. En caso de encontrarse en una embarcación, lo más seguro es navegar mar adentro, puesto que el tsunami solo es destructivo cerca de la costa.
Principales tsunamis
Los terremotos, especialmente los que se inician debajo del mar, pueden originar olas gigantescas denominadas tsunamis. Estas olas de origen sísmico pueden ocasionar numerosas pérdidas materiales y de vidas humanas.


Fecha
Origen
Efectos
Muertos
7 de junio de 1692
Fosa de Puerto Rico, Caribe
Port Royal, Jamaica, totalmente destruido.
2.000
1707
Japón

30.000
28 de octubre de 1746
Lima, Perú

3.800
1 de noviembre de 1755
Océano Atlántico
Lisboa destruida.
60.000
20 de febrero de 1835
Fosa Perú-Chile
La ciudad de Concepción, Chile, destruida.
Desconocido
23 de diciembre de 1854
Japón

3.000
8 de agosto de 1868
Fosa Perú-Chile
Barcos arrastrados hacia el interior, ciudad de Arica (Chile) destruida.
10.000 a 15.000
27 de agosto de 1883
Krakatoa
Devastación en el Sureste asiático.
36.0001
15 de junio de 1896
Fosa de Japón
Costa oriental de Japón arrasada, con olas de 30 metros de altura.
27.122
30 de septiembre de 1899
Mar de Banda, Indonesia

3.620
28 de diciembre de 1908
Sicilia
Costa oriental de Sicilia, incluyendo la ciudad de Messina, muy dañada.
84.000
3 de marzo de 1933
Fosa de Japón
9.000 casas y 8.000 barcos destruidos en Sanriku, Japón.
3.000
1 de abril de 1946
Fosa de las Aleutianas
Daños en Alaska y Hawai.
159
22 de mayo de 1960
Chile
Hubo diversos terremotos. Daños en Chile y Hawai.
1.500 (61 en Hawai)
27 de marzo de 1964
Anchorage, Alaska
Diversos daños en la costa sur de Alaska.
115
23 de agosto de 1976
Mar de Célebes
Daños en el suroeste de Filipinas, arrasando Alicia, Pagadian y Davao.
8.000
12 de julio de 1993
Fosa de Japón
Isla de Okushiri devastada.
200
17 de julio de 1998
Papúa-Nueva Guinea, mar de Bismarck
Arop, Warapu, Sissano y Malol, en Papúa-Nueva Guinea, arrasadas.
2.200
26 de diciembre de 2004
Océano Índico, cerca de Sumatra, Indonesia
Zonas costeras de Indonesia, Sri Lanka, India, Tailandia, Somalia, Myanmar, Malaysia, y Maldivas arrasadas.
250.0002
1. 34.000 personas murieron por el tsunami, mientras que otras 2.000 murieron a consecuencia de las cenizas volcánicas.

2. Estimaciones preliminares.
Origen: Fuente: Administración Atmosférica y Oceánica Nacional de Estados Unidos (NOAA); United States Geological Survey (USGS).

Fuente: Tsunami. Microsoft® Encarta®


miércoles, 18 de agosto de 2010

El inmenso y poderoso océano


El agua cubre el 70% de la superficie del globo terráqueo, las profundidades oceánicas son un mundo oscuro y sin sol de cañones espectaculares, grandes llanuras y cadenas montañosas. Gran parte de los suelos oceánicos son llanuras que se extienden cientos de kilómetros a una profundidad media de 4,000 metros. Elevándose sobre estas planicies, denominadas llanuras abisales, se encuentran cordilleras oceánicas que ciñen el mundo y que sólo ocasionalmente rompen la superficie formando islas. La cordillera atlántica de 16,000 kilómetros, desde Islandia al antártico es la cadena montañosa más larga del mundo. Sus cumbres más elevadas son las islas Ascensión, las Azores e Islandia.

La montaña más alta del mundo en los océanos
En una de las cordilleras del Pacífico se levanta la montaña más alta del mundo, el volcán Hawaiano Mauna Kea, mide 10,203 metros desde la base hasta la cima, pero sólo muestra una mole de 4,213 metros por encima del mar.

La luz del Sol sólo puede penetrar hasta una profundidad de 240 metros y muchas de las criaturas que viven en la más completa oscuridad han desarrollado su propio sistema de iluminación. Su vida depende de una perpetua lluvia de alimento que llega al suelo oceánico, una gran cantidad de sustancia que proviene de los niveles superiores.

La fosa más grande del mundo en los océanos
El suelo de algunos océanos está surcado por fosas. La más conocida y profunda es la de las islas Marianas, en el Pacífico, descubierta en 1873 por el Challenger, barco británico de reconocimiento a la altura de la isla de Guam. Tiene 11 kilómetros de profundidad y si el Everest, que tiene 8,848 metros, este quedaría sumergido varios miles de metros si se colocara en su interior.

Formas de vida adaptadas a las profundidades
Las montañas en los continentes condicionan diversas formas de vida y las cordilleras oceánicas también. Así pues las criaturas marinas han de mantenerse en aquellos niveles para los que están adaptados. A los 4,000 metros de profundidad la presión es de tres kilogramos por centímetro cuadrado.

La mayoría de las grandes masas terrestres están bordeadas por plataformas continentales de suave declives, que se extienden hasta 300 kilómetros de la costa. Seguidamente, el perfil del océano desciende de modo abrupto hacía las profundidades. Pero la plataforma continental se hunde a veces en vastos cañones. El cañón de Hudson, frente a Nueva York, tiene 240 kilómetros de longitud y 5,000 metros de profundidad. Estos cañones pueden haberse formado por avalanchas de barro y agua denominadas corrientes turbias, que se deslizan de la plataforma hacía el fondo del océano.

 

Corrientes oceánicas
El océano absorbe el calor del Sol y lo esparcen por el globo en forma de vastas corrientes. Estas son movidas por los vientos, que a su vez se deben al calor del Sol. Todas las corrientes principales siguen cursos circulares, producidos por la rotación de la Tierra. Una de las corrientes más poderosas, es la Corriente del Golfo, que al salir del Caribe tiene 80 kilómetros de anchura y 2,400 kilómetros de profundidad. Su templado caudal se ensancha y discurre a través del Atlántico a una velocidad de unos cuantos nudos. Frente a la costas de España se bifurca hacía el sur para completar un gran giro según el sentido del reloj.

 
Grandes mareas de los océano
El ascenso y descenso de las mareas se debe a la influencia del Sol y la Luna que producen un bombeo en el océano. Cuando el Sol, la Luna y la Tierra están alineados se producen las grandes mareas, las llamadas primaverales. Las mareas más pequeñas o cuadraturas acaecen cuando el Sol, la Luna y la Tierra forman un ángulo recto, la Tierra en el vértice. Las mareas más pronunciadas ocurren en los puntos donde el mar se estrecha como en la Bahía de Fundy, en la costa oriental del Canadá.

El viento aviva las olas en alta mar. Las ondas se desplazan sobre el agua, que sólo asciende y desciende en dirección perpendicular a la propagación de aquellas. Cuando las olas tocan fondo la energía se concentra y las olas se encaraman y se rompen.
Inmensas olas en los océanos
En medio del océano las olas alcanzan frecuentemente alturas de 12 metros. En 1933 el buque estadounidense Ramapo, hubo de enfrentarse a olas de 34 metros, las mayores de que exista noticia. Las altitudes se miden con relación al nivel del mar. En realidad se trata de una media de los niveles oceánico, pues el mar nunca se halla al mismo nivel. Por ejemplo, si el Océano Pacífico, en un momento de calma absoluta, se helase de repente, presentaría elevaciones y depresiones con diferencia de hasta 20 metros. Estas irregularidades se producen por diferencias de presión atmosférica y a consecuencias de las mareas.

Del    Gran  libro de los asombroso e inaudito.

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