Asteroides



Imagen del asteroide 243 Ida
Los asteroides son pequeños cuerpos rocosos que orbitan en torno al Sol y están situados sobre todo entre las órbitas de Marte y Júpiter. La nave Galileo, una sonda espacial lanzada por la NASA en octubre de 1989, fotografió el asteroide 243 Ida (en la imagen) en agosto de 1993. La sonda espacial detectó una luna que orbita en torno a Ida.


Asteroide, uno de los numerosos cuerpos rocosos pequeños que giran en órbitas elípticas en torno al Sol, la mayoría entre las órbitas de Marte y Júpiter (en lo que se conoce como el “cinturón de asteroides”).

TAMAÑOS Y ÓRBITAS
Asteroide Itokawa
Imagen del asteroide Itokawa obtenida a finales de 2005 por la sonda Hayabusa, lanzada en mayo de 2003 por la agencia japonesa JAXA.


Ceres, clasificado como planeta enano desde agosto de 2006, ha sido considerado siempre el mayor de los asteroides conocidos, con un diámetro de unos 950 kilómetros. Vesta y Palas tienen diámetros de unos 500 km; aproximadamente 200 asteroides tienen diámetros de más de 100 km, y existen miles más pequeños.
La masa total de todos los asteroides del Sistema Solar es mucho menor que la de la Luna. Los cuerpos más grandes son más o menos esféricos, pero los que tienen diámetros menores de 160 km suelen presentar formas alargadas e irregulares. La mayoría, independientemente de su tamaño, tardan de 5 a 20 horas en completar un giro sobre su eje. Algunos asteroides tienen ‘compañeros’. En 1993 la sonda espacial de la NASA Galileo, en su viaje hacia Júpiter, detectó por primera vez la presencia de un satélite en torno a un asteroide, el 243 Ida, y en la actualidad ya se han descubierto más de 30 de estos pequeños cuerpos.
Algunos científicos piensan que los asteroides pudieran ser los restos de un planeta que resultó destruido. Pero se cree que lo más probable es que ocupen el lugar en el Sistema Solar en donde se podría haber formado un planeta de tamaño considerable, lo que no ocurrió por las influencias disruptivas de Júpiter. Quizá en un principio existieran unas pocas docenas de asteroides que posteriormente se fragmentaron por colisiones mutuas hasta producir el número actual.
Los llamados asteroides Troyanos están situados en dos nubes, una que gira 60° por delante de Júpiter, en el plano de su órbita, y la otra 60° por detrás. En 1977, el asteroide Quirón fue descubierto en una órbita entre la de Saturno y la de Urano. A comienzos de la década de 1990 se descubrió que unos 75 asteroides (los asteroides de Amor) cruzaban la órbita de Marte, unos 50 (los asteroides de Apolo) cruzaban la órbita de la Tierra y menos de 10 (los asteroides de Atón) tienen órbitas menores que la de la Tierra. Uno de los mayores asteroides interiores es Eros, de forma alargada, con una longitud de unos 34 km. Un extraño asteroide de Apolo, Faetón, de unos 5 km de ancho, se acerca al Sol más que cualquier otro asteroide conocido (20,9 millones de kilómetros). También se le relaciona con el regreso anual de la corriente de meteoros de Géminis.
COMPOSICIÓN DE LA SUPERFICIE
Se cree que la mayoría de los meteoritos recuperados en la Tierra son fragmentos de asteroides. Las observaciones de asteroides mediante espectroscopia telescópica y por radar, parecen apoyar esta hipótesis. Los científicos creen que los asteroides, al igual que los meteoritos, se pueden clasificar en varios tipos.
Las tres cuartas partes de los asteroides visibles desde la Tierra pertenecen al tipo C, y parecen estar relacionados con una clase de meteoritos conocidos como condritos carbonáceos. Se considera que son los materiales más antiguos del Sistema Solar, con una composición que refleja la de las primitivas nebulosas solares. De color muy oscuro, probablemente causado por su contenido en hidrocarburos, presentan pruebas de haber adsorbido agua de hidratación. Así pues, a diferencia de la Tierra y de la Luna, nunca se han reblandecido o recalentado desde que se formaron.
Los asteroides del tipo S, relacionados con los meteoritos pétreos-ferrosos, constituyen aproximadamente el 15% del total. Mucho más raros son los objetos del tipo M, que corresponden por su composición a los meteoritos ferrosos. Compuestos de una aleación de hierro y níquel, representan los núcleos de los cuerpos planetarios reblandecidos y diferenciados, a los que los impactos despojaron de sus capas externas.
Unos pocos asteroides, entre ellos Vesta, quizá estén relacionados con la clase más extraña de meteoritos: los acondritos. Estos asteroides parecen tener en su superficie una composición ígnea semejante a la de muchos torrentes de lava terrestres y lunares. Por ello, los astrónomos están razonablemente seguros de que Vesta, en algún momento de su historia, se reblandeció de forma parcial. Los científicos se muestran desconcertados ante el hecho de que algunos de los asteroides se hayan reblandecido y otros no. Una posible explicación es que el primitivo Sistema Solar contuviera ciertos isótopos concentrados, muy radiactivos, que hubieran generado el calor suficiente para reblandecer los asteroides.
EXPLORACIÓN
Algunos de los asteroides que se acercan a la Tierra son objetivos relativamente fáciles para las misiones espaciales. En 1991 la sonda Galileo captó el primer plano de un asteroide. Las imágenes muestran que el pequeño cuerpo 951 Gaspra está salpicado de cráteres y revelan la existencia de un manto de material detrítico o regolito que cubre la superficie del asteroide.
En 1996 la NASA lanzó la sonda Near Shoemaker, que entró en órbita del asteroide Eros en febrero de 2000 y, un año más tarde, se posó sobre su superficie. Esta misión permitió obtener datos importantes sobre su corteza, su composición química y su gravedad, lo que contribuyó al esclarecimiento de su origen, en los primeros tiempos del Sistema Solar.
En 1999 la sonda Deep Space 1, lanzada por la NASA para probar nuevas tecnologías espaciales, pasó muy próxima al asteroide Braille. Las mediciones realizadas por la sonda revelaron que la composición de este asteroide era muy similar a la de Vesta.
El 9 de mayo de 2003, la agencia japonesa ISAS (Institute of Space and Astronautical Science), en la actualidad JAXA (Japanese Aerospace Exploration Agency), lanzó la sonda Muses-C, rebautizada como Hayabusa, con destino al asteroide Itokawa, de unos 500 m de largo. Se trata de la primera misión destinada a tomar muestras de un asteroide y traerlas de vuelta a la Tierra. La sonda se posó por primera vez sobre Itokawa el 20 de noviembre de 2005; aunque permaneció sobre su superficie unos 30 minutos, no pudo lanzar el proyectil que le habría permitido recoger las muestras de polvo. Seis días después, Hayabusa alcanzó de nuevo el asteroide y, según informó la agencia JAXA, logró recoger muestras de su superficie, si bien la propia agencia aclaró que el éxito de la captura no se podrá confirmar hasta el regreso de la sonda a la Tierra, previsto para 2010. El análisis de las fotografías y los datos enviados por la sonda hace pensar a los científicos que el asteroide es un “montón de escombros rocosos” en vez de una única gran roca. La superficie presenta unas zonas muy lisas, como mares de arena, y otras rugosas, con pocos cráteres de impacto. Los principales componentes del asteroide parecen ser olivino y piroxeno.
En septiembre de 2007 la NASA lanzó la sonda Dawn con destino a Vesta y a Ceres. Está previsto que la sonda llegue a Vesta en octubre de 2011, orbite el asteroide durante seis meses, y continúe su viaje hacia Ceres, al que llegará, previsiblemente, en 2015. Se espera que el estudio de estos dos cuerpos celestes proporcione valiosa información sobre los orígenes y evolución del Sistema Solar.

miércoles, 6 de octubre de 2010

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