Fósiles


Helecho fosilizado del carbonífero
La paleobotánica estudia las plantas fósiles. Aunque se han descubierto menos fósiles vegetales que animales, los que se conocen proporcionan información valiosa sobre la evolución y las relaciones entre las plantas. Los científicos consideran que el registro fósil representa el 10% o menos de todas las especies de animales y vegetales que han poblado la Tierra.

Fósil, en geología, término usado para describir cualquier evidencia directa de un organismo con más de 10.000 años de antigüedad.
Un fósil puede consistir en una estructura original, por ejemplo un hueso, en el que las partes porosas han sido rellenadas con minerales, como carbonato de calcio o sílice, depositados por aguas subterráneas; este proceso protege al hueso de la acción del aire y le da un aspecto de piedra. Un fósil puede ser también una sustancia diferente, como la madera, cuyas moléculas han sido reemplazadas por materia mineral.

Trilobites fosilizados
Aunque los trilobites se extinguieron hace más de 200 millones de años, sus moldes fosilizados pueden encontrarse en muchas estructuras rocosas. Esta formación de esquisto de sílice muestra varios trilobites. Puesto que estos artrópodos primitivos fueron organismos típicos del paleozoico, un paleontólogo puede usarlos para determinar la edad relativa del estrato de roca.

El término puede ser aplicado en un sentido más amplio a cualquier residuo de carbono que permanezca con la misma forma que el organismo original, el cual habría experimentado probablemente un proceso de destilación; este es el caso de muchos fósiles de helechos. Los moldes naturales formados tras la disolución por las aguas subterráneas de las partes duras de algunos organismos también son fósiles; las cavidades resultantes se rellenan más tarde de sedimentos endurecidos que forman réplicas del original.
Otros tipos incluyen huellas, restos intactos conservados en terrenos congelados, en lagos de asfalto y en turberas, insectos atrapados en la resina endurecida de antiguas coníferas —en la actualidad se denomina ámbar—, y excrementos fosilizados conocidos como coprolitos, que suelen contener escamas de peces y otras partes duras de animales devorados. Los estromatolitos son montículos formados por láminas de roca que contienen grandes cantidades de fósiles primitivos y los restos más antiguos de la existencia de vida en el planeta. Se consideran signos de actividad microbiana, concretamente, de sedimentos y sustancias que fueron utilizadas y transformadas por numerosos microbios.

Columna estratigráfica
Los fósiles conservados en los estratos de roca ofrecen pistas sobre la historia de la evolución. Esta columna estratigráfica se basa en señales paleontológicas y muestra el orden en que aparecieron los organismos en el paleozoico, rico en fósiles. Cada capa representa un periodo de tiempo particular y muestra los organismos que prosperaron en él. Aunque rara vez se encuentran fósiles según este modelo ideal, sí suelen estar dispuestos, más o menos, en orden cronológico. En general, los fósiles más antiguos se sitúan en las capas inferiores, y los más recientes en las superiores, así esta disposición puede ayudar en la datación de los especímenes.


Los fósiles suministran un registro del cambio evolutivo a lo largo de 3.000 millones de años en la escala de tiempos geológicos. Aunque los organismos multicelulares han podido ser abundantes en los mares que existían en el precámbrico —hace 4.600 millones de años— eran exclusivamente criaturas con cuerpos blandos, incapaces de crear fósiles. Por lo tanto, la vida precámbrica apenas ha dejado rastro. El registro fósil se enriqueció mucho más cuando aparecieron las cubiertas duras y los cuerpos con esqueleto al comienzo de la era paleozoica, hace 570 millones de años. Los geólogos del siglo XIX utilizaron esta riqueza fósil para establecer una cronología de los últimos 500 millones de años.

Fósiles marinos
La mayoría de los fósiles marinos comunes, enterrados en esquisto, caliza o arenisca y depositados en un primer momento en los mares prehistóricos, se encuentran en áreas costeras donde el mar erosiona los acantilados. Muchos de los invertebrados con cubiertas duras están bien representados en los registros fósiles, mientras que los animales de cuerpos blandos, como las anémonas y los gusanos, apenas lo están.


En la actualidad, se ha planteado la utilización de los fósiles estromatolitos como única prueba de una actividad biológica prehistórica. Según un informe publicado en octubre en la revista Nature, estos fósiles tienen una antigüedad de 3.500 millones de años, primera fecha que dan los geólogos para la existencia de vida en la Tierra. Según un artículo que acompaña al reciente informe, se han encontrado restos de los microbios actuales en los estromatolitos de 3.500 millones de años, demostrando así que existía vida en la Tierra hace tantos millones de años; sin embargo, el nuevo estudio considera algunas dudas sobre el hecho de que todos los estromatolitos contengan pruebas de esa vida.

Nematócero atrapado en ámbar
Los paleontólogos han investigado la prehistoria estudiando los restos de insectos atrapados vivos en gotas de resina, como este nematócero. El ámbar es resina endurecida y fosilizada. Se conservan organismos completos atrapados en este medio.

viernes, 1 de octubre de 2010

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