La maquina de Antiquitera


La maquina de Antiquitera o maquina de Antiquiteria:
Es un enigmático y complicado mecanismo, descubierto en los restos de un naufragio cerca de la isla griega de Antiquitera, entre Citera y Creta, y datado en el año 87 antes de Cristo.
Se trata de un trabajado mecanismo de relojería compuesto por unos 30 engranajes diferenciales de bronce que se supone que fue construido para calcular el movimiento de los cuerpos celestes.
De acuerdo a los estudios iníciales llevados a cabo por Derek Price, historiador de la Universidad de Yale, el dispositivo era una computadora astronómica capaz de predecir las posiciones del Sol y la Luna en el zodiaco, aunque estudios posteriores sugieren que el dispositivo era bastante más "inteligente".
Empleando técnicas de tomografía lineal, Michael Wright, especialista en ingeniería mecánica del Museo de Ciencia de Londres, ha realizado un nuevo estudio del artefacto.
Wright ha encontrado evidencias de que el mecanismo de Antiquitera era capaz de reproducir los movimientos del Sol y la Luna exactamente, empleando un modelo epicíclico ideado por Hiparco, y de planetas como Mercurio y Venus empleando un modelo eclíptico derivado por Apolonio de Perga.
No obstante se sospecha que parte del mecanismo podría haberse perdido, y que estos engranajes extras podrían haber modelado los movimientos de los otros tres planetas conocidos en la época: Marte, Júpiter y Saturno.
Es decir, el dispositivo podía haber sido capaz de predecir con un grado más que respetable de certeza las posiciones de todos los cuerpos celestes conocidos en la época. Un artefacto propio del siglo XXI.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Las calaveras de cristal


Las calaveras de cristal. Hay varias, pero sobre todo destaca una de ellas por ser más grande y estar articulada su mandíbula. Posteriormente se han tallado algunas más pero esas ya no son opars. Las auténticas proceden de las culturas mayas y aztecas y se han encontrado generalmente en ruinas de dichas culturas. La mayor antes citada es llamada Calavera del Destino, y está tallada en cristal puro de cuarzo, con los fuprismas de la base y las lentes pulidas de los ojos brillando intensamente. El cráneo, perfectamente pulido, tiene un alto grado de pureza (7 sobre 10 en la escala de Mohs). Esto quiere decir que sólo con la fundición del mineral y con un molde, el tallado con otras piedras de mayor dureza (por ejemplo el diamante) o un láser se puede obtener un resultado parecido. Y los mayas no tenían esa capacidad tecnológica.
La descubrió en 1924 el explorador inglés, de personalidad parecida al personaje de Indiana Jones, Mitchell Hedges en las ruinas mayas de Lubaantum, en Belice. Fue después de remover unas piedras que cubrían un altar. Para más asombro los descendientes de la familia entregaron la calavera a los laboratorios Hewlett Packard en 1970, y allí descubrieron que fue tallada en contra del eje natural del cristal. Esto ni siquiera se haría en la actualidad porque provocaría la rotura del cuarzo, ni siquiera sería posible utilizando tecnología láser.
Los expertos del British Museum la datan sobre el 1300 d. C., pero los indígenas que acompañaban a su descubridor afirmaban que tenía más de 3600 años de antigüedad.
Un Misterio sin Resolver
Existen incontables hipótesis acerca del origen real de las calaveras, llegando algunos a pensar que puedan ser el legado de inteligencias superiores o extraterrestres. La respuesta más obvia sería que los nativos de Centroamérica, aztecas y mayas, las tallaron por sí mismos, pero esta hipótesis no explica la los medios con que fueron creadas, ya que ninguna de esta culturas, por lo menos hasta donde sabemos, poseían la tecnología o el conocimiento necesarios para completar esta labor, a menos que realmente empleasen la técnica de fricción con arena, pero eso sería extremadamente pesado y costoso y como ya explicamos precisaría el trabajo de vidas enteras dedicadas a tan ardua labor ya que por este metodo se tardarían entre 150 y 300 años en conseguir tal perfección.

El diamante más grande del mundo


El Cullinan, así llamado en memoria de su descubridor, Thomas Cullinan, es el mayor diamante hallado hasta la fecha. Apareció en Pretoria (África del Sur), en 1903 fue comprado por el gobierno de Transvaald en 1907 por 150,000 libras esterlinas y regalado a Eduardo VII de Inglaterra en su 66 cumpleaños
Jacob Asscher, uno de los talladores de gemas más expertos del mundo, sostenía en sus manos el gran diamante y apenas ocultaba su emoción. Corría el 10 de febrero de 1908 y eran las 2:45 horas de la tarde. Asscher se disponía a cortar el mayor diamante de la historia. Unos 13 centímetros de diámetros y un peso de 630 gramos.
El hecho ocurría en Ámsterdam y asistían a Asscher varios miembros de su sociedad colocó el corta diamantes en una incisión de la piedra meticulosamente realizada. El más pequeño error y no obtendría otra cosa que un montón de fragmentos sin valor. Hizo descender la pesada pértiga de acero y la hoja de la herramienta saltó. Asscher se enjugó la frente y pidió una nueva hoja. Un segundo golpe y esta vez la hoja cumplió con su misión. La piedra se escindió y Jacob Asscher tuvo un desvanecimiento. Al volver en sí contempló dos pedazos de piedra: un diamante de 415 gramos y otro de 215. Continúo su trabajo hasta dividir la piedra en 105 diamantes.

El sarcófago de Tutankemon


El mayor objeto de oro macizo existente en el mundo es probablemente el sarcófago del faraón egipcio Tutankamen, cuyo peso asciende a , kilogramos. Otras importantes obras de la antigüedad desaparecieron hace tiempo, posiblemente fundidas. Una de ellas era la vestidura de oro que pesaba una tonelada y adornaba la estatua de Atenas en la Acrópolis de Atenas.

Muchos tesoros no tan inmensos han llegado a nosotros a través de la historia. En el Golfo pérsico, en la antigua Ur, se han hallado capas de oro que datan de 2,500 años A. J. Los etruscos que habitaron en el centro de Italia hacía el año 800 A. J. , fueron quizás los mejores joyeros de todos los tiempos. Nos han legado un pequeño tazón incrustado con 137,000 glóbulos microscópicos microscópico formando una especie de flor de melocotón. Hasta 1933 los orfebres modernos no aprendieron este arte.

Actualmente la orfebrería no puede dedicarse a tan altos menesteres, en parte por el precio del oro, pero especialmente por que gran cantidad del mismo se atesora en cámaras en forma de lingotes.

Hubo un tiempo en que los alquimistas creyeron que podrían transformar los metales en oro, en especial el plomo, logrando con esto acabar con el problema de su escasez.
Hoy en día los físicos poseen el conocimiento suficiente para trasmutar el plomo o el platino en oro mediante la fisión nuclear. Sin embargo, producir el oro mediante este método costaría millones de dólares tan sólo el de una cabeza de alfiler.
Así pues el hombre debe seguir extrayendo del suelo el precioso metal, mientras no se descubra la manera de extraerlo del océano de una manera barata.

Al término de la Primera Guerra Mundial, el químico Alemán Fritz Huker, anunció que enjugaría la deuda de guerra de Alemania con oro extraído del mar del Norte. Lo intentó y fracasó; pero quizás su ideas recobren algún día actualidad..


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