El diamante Koh-i-Nor


Uno de los diamantes más famosos y con una larga historia, es el Koh-i-Nor. En 1304 se tuvo la primera noticia de él y figuraba entre los bienes de del Rajá de Malwa en la India. Durante los próximos 400 años formó parte del tesoro de los emperadores mongoles, hasta que nadir Shah de Persia invadió a la India en 1739 y se apoderó del diamante en 1849 apareció entre las joyas de Lahore, capital de Punjab, cuando Inglaterra se anexionó esta provincia.
En 1850 la compañía de las Indias Orientales lo ofreció a la reina Victoria que decepcionada por su falta de fulgor lo hizo tallar de nuevo. Desde entonces, su peso original de 186,5 quilates quedó reducido 108,93 y pasó a formar parte de las joyas de la corona británica.

Un diamante que no acabó en las joyas de la corona, aunque fue enviado a Londres, es el llamado Orloff, de 194,8 quilates. se cree que era el ojo de una estatua de Brahma existente en Madras a comienzo del siglo XVIII. Al parecer un soldado francés arriesgó su vida en 1750 para robarlo y lo vendió por 2,000 libras al capitán de un buque británico. La piedra llegó a Londres donde fue adquirida por un comerciante por 12,000 libras. En 1773 pasó a poder del príncipe ruso Orloff, a cambio de una suma desconocida. En 1917 los revolucionarios bolcheviques hallaron el diamante en el tesoro imperial de Rusia. Hoy es una de las piezas más valiosas de la colección estatal de Moscú.
Durante la revolución francesa se arrebató a Luis XVI una piedra de 67,1 quilates conocida como el diamante azul. Jamás se volvió a ver, pero consta que en 1830 fue vendido en Londres un diamante a un tal Henry Philip Hope. Esta piedra es hoy el más famoso diamante de los Estados Unidos: pesa 44.5 quilates y es azul como el desaparecido en Francia en 1792. El diamante Hope pertenece al Instituto Smithsoniano.

Actualmente se extraen unas cinco toneladas de diamantes al año. Sin embargo gran parte de la producción se destina a la industria, pues el diamante es único material natural que puede cortar y pulimentar metales duros.

Mientras las minas se agotan, se estudia la posibilidad de obtener diamantes del fondo del mar. Existe en África del Sur una sociedad que ha obtenido más de 2,000 piedras en sus primeros diez meses de dragar en aguas internacionales.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Los diamantes


La palabra diamante proviene del griego “adamas” que significa invencible, nombre muy apto para la sustancia más dura del planeta. Este mineral es carbono puro y se forma en las profundidades de la Tierra a presiones y temperaturas enormes.
El peso del diamante se mide en quilates y es un 1/5 de gramos; en una onza, unos 28.35 gramos, hay uso 142 quilates.
El extraordinario atractivo de los diamantes de debe a su fulgor. El diamante dispersa la luz como ninguna otra gema, reflejando prodigiosamente los colores del espectro.
Para obtener este brillo la piedra ha de tallarse y pulirse con gran precisión. El experto marca con tinta unas señales según la forma peculiar y la estructura cristalinas de la piedra. Las señales indican que se ha de cortar.

Solo el diamante hiere al diamante
Para cortar el diamante el maestro cortador raya una muesca con otro diamante. Coloca el diamante en un soporte e inserta en la muesca una cuña de acero. Con el golpe seco de una maza el diamante se escinde.
El diamante se sierra mediante un disco de bronce y fósforo, cubierto de polvo de diamante y delgado como una hoja de papel. El disco gira a unas 4,000 revoluciones por minuto y tarda de cuatro a ocho horas en cortar un diamante bruto de un quilate. Luego se pulen y se labran las cars utilizando también polvo de diamante.
En 1866 tuvo lugar en África del Sur el primer gran descubrimiento de diamantes. un niño llevó a su bolsillo un guijarro del rio Orange, que brillaba espléndidamente. Resultó ser un diamante y pesaba cuatro gramos.
Dos años después un pastorcillo encontró en la misma zona una piedra aún más valiosa, y los buscadores de diamante acudieron al reclamo. El pastor cambió su hallazgo por 500 ovejas, 10 bueyes y un caballo. El hombre que adquirió el diamante obtuvo a su vez 11,200 libras esterlinas, pesa media onza, unos 14 gramos, y tallada más tarde en un diamante en forma de pera y pasó a poder de la condesa de Dudley.
La afluencia de los buscadores de diamantes dio lugar a un poblado de cabañas que se llamó Kimberley, en honor del secretario de la colonia británica de aquel tiempo. Algunos de los primeros aventureros enriquecieron en seguida con las piedras preciosas que yacían ostensiblemente en característicos terrenos de arcilla amarilla. Agotados los diamante superficiales, aun quedaban debajo muchos más en un estrato de kimberlita, que los buscadores llamaban “tierra azul”.
Pero, al fin, a los aventureros sucedieron los mineros profesionales, que excavaron profundidades de miles de metros para apoderarse cuanto diamante pudiese haber en el suelo. La primera y simple caza de tesoros se transformó paulatinamente en un rudo trabajo. Actualmente en Kimberley deben remover 1,000 toneladas de terreno para conseguir poco más de una onza de diamante. Pero tan solicitadas son las piedras que ests inmensa remoción de tierra queda compensada económicamente.

Teoría de ecuaciones



Teoría de ecuaciones, rama de las matemáticas que estudia la naturaleza de las raíces de ecuaciones polinómicas y los métodos de búsqueda de dichas raíces. La teoría de las ecuaciones tiene aplicaciones en todas las ramas de las matemáticas y de las ciencias.
Una ecuación polinómica tiene la siguiente forma general a0 + a1x1 + a2x2 + ... anxn = 0en donde los coeficientes a0, a1, ..., an son números cualesquiera. El grado de una ecuación polinómica es igual al número entero positivo n, si an ≠ 0. Una raíz es un valor de la x tal que al sustituir dicho valor en la ecuación polinómica se obtiene 0 = 0. Para resolver una ecuación polinómica, hay que encontrar todas las raíces de la ecuación.
Una ecuación lineal es una ecuación de primer grado que sólo tiene una raíz. La única raíz de la ecuación lineal ax + b = 0 es x = -b/a. La ecuación cuadrática, o de segundo grado, ax2 + bx + c = 0, tiene dos raíces, dadas por la fórmula

COMIENZOS
Hasta el siglo XVII, la teoría de ecuaciones estuvo limitada pues los matemáticos no fueron capaces de aceptar que los números negativos y complejos podían ser raíces de ecuaciones polinómicas. Sólo los antiguos matemáticos indios, como Brahmagupta, conocían las raíces negativas, pero fuera de China e India no se trabajaba con coeficientes negativos en los polinomios. En vez de un solo tipo de ecuación de segundo grado, el mencionado más arriba, había seis tipos distintos, según cuáles fueran los coeficientes negativos.
Un método de resolución de ecuaciones que puede encontrarse en antiguos libros egipcios y chinos, es el de la falsa posición. Por ejemplo, para resolver la ecuación x + x/7 = 19, primero se toma una aproximación de la x que simplifique el cálculo del primer término, como x = 7. Al sustituir la x por 7 en esta ecuación, el resultado es 8 en vez de 19. Por tanto, se necesita un factor corrector que se obtiene dividiendo 19 por 8. Este factor, 2, se multiplica por el primer valor, 7, con lo que se encuentra que la raíz de la ecuación original es 16š. Los egipcios utilizaban el método de la falsa posición para encontrar una raíz en ecuaciones de segundo grado sencillas. Para ecuaciones cuadráticas con un término en x, como x2 - 5x = 6, las primeras soluciones no se encuentran hasta en los libros de matemáticas babilonios del 2000 a.C. Aunque los babilonios no conocían las raíces negativas ni las complejas, su método de búsqueda de las raíces positivas reales es el mismo que se utiliza en la actualidad.
Otro importante descubrimiento del mundo antiguo, que se puede encontrar en los escritos del matemático y científico griego Herón de Alejandría en el siglo I, es un método de aproximación de la raíz positiva de ecuaciones como x2 = 2. En este método, primero se toma una aproximación como para calcular una nueva aproximación utilizando la regla [ + 2/()]/2, o 17/12. Si se repite este procedimiento se obtiene 577/408, que es una buena aproximación de Ã. Estas aproximaciones y cálculos repetidos se denominan iteraciones. Un método iterativo muy útil, que se encuentra en los trabajos de los matemáticos chinos Liu Hui (en el siglo III) y Chu Shih-Chieh (en el siglo XIII), fue redescubierto en Europa hacia 1800 por el matemático inglés W. G. Horner. También había sido usado por el matemático árabe Yamschid al-Kaschi. Entre otros matemáticos árabes que hicieron importantes contribuciones a la teoría de ecuaciones se incluyen al-Jwarizmi y Omar Jayyam, que desarrollaron la primera teoría de las ecuaciones cúbicas. Sin embargo, esta teoría estaba definida en términos geométricos y era, por tanto, incompleta.
SOLUCIONES GENERALES
En 1545 el matemático italiano Gerolamo Cardano publicó una solución algebraica para las ecuaciones de tercer grado en función de sus coeficientes y Niccolò Tartaglia la desarrolló. Poco después, Ludovico Ferrari, alumno de Cardano, encontró una solución algebraica para las ecuaciones de cuarto grado.
En 1629 el matemático francés Albert Girard aceptó raíces de ecuaciones tanto negativas como complejas y fue, por tanto, capaz de finalizar el aún incompleto estudio que François Viète había realizado sobre la relación entre las raíces de una ecuación algebraica y sus coeficientes. Viète había descubierto que si a y b son las raíces de x2 - px + q = 0, entonces p = (a + b) y q = a·b.
Generalizando, Viète demostró que si el coeficiente del término de mayor grado de la ecuación p(x) = 0 es la unidad, entonces el coeficiente del segundo término de mayor grado cambiado de signo es igual a la suma de todas las raíces; el coeficiente del tercer término es igual a la suma de todos los productos formados al multiplicar las raíces de dos en dos; el coeficiente del cuarto término cambiado de signo es igual a la suma de todos los productos que resultan de multiplicar las raíces de tres en tres. Si el grado de la ecuación es par, el coeficiente del último término es igual al producto de todas las raíces; si es impar, es el producto de todas las raíces cambiado de signo. Viète también aportó importantes métodos numéricos para encontrar aproximaciones a las raíces de una ecuación.
En 1635 el matemático y filósofo francés René Descartes publicó un libro sobre la teoría de ecuaciones, incluyendo su regla de los signos para saber el número de raíces positivas y negativas de una ecuación. Unas cuantas décadas más tarde, el físico y matemático inglés Isaac Newton descubrió un método iterativo para encontrar las raíces de ecuaciones. Hoy se denomina método Newton-Raphson, y el método iterativo de Herón mencionado más arriba es un caso particular de éste.
A finales del siglo XVIII, el matemático alemán Carl Friedrich Gauss demostró que cualquier ecuación polinómica tiene al menos una raíz. Sin embargo, quedaba aún por saber si era posible expresar esta raíz con una fórmula algebraica utilizando los coeficientes de la ecuación, como se había encontrado para las de segundo, tercer y cuarto grado. El astrónomo y matemático francés Joseph Lagrange dio un paso importante para resolver esta cuestión con su método de permutación de las raíces de una ecuación para el estudio de sus soluciones. Este fructífero concepto, junto con los trabajos del matemático italiano Paolo Ruffini, del noruego Niels Abel y del francés Évariste Galois, condujo a una teoría completa de los polinomios. Entre otras cosas, esta teoría demuestra que un polinomio sólo se puede resolver utilizando una fórmula algebraica general si es de cuarto grado o menor. El trabajo de Galois también sirvió para resolver dos famosos problemas que se remontaban a los antiguos griegos: Galois demostró que es imposible dividir algunos ángulos en tres partes iguales utilizando sólo el compás y la regla recta, y que es imposible construir un cubo cuyo volumen sea dos veces el de un cubo dado.

Mitología azteca





Códice Borbónico
El Códice Borbónico azteca muestra a los dioses Tezcatlipoca y Quetzalcóatl, éste en forma de serpiente verde que devora a un hombre. La ilustración muestra la importancia del sacrificio humano en la religión azteca, así como la leyenda de que Quetzalcóatl, el dios desterrado por Tezcatlipoca, volvería para dirigir a los aztecas.





Mitología azteca, conjunto de mitos y creencias propios de los aztecas, pueblo de origen nahua y de carácter nómada que sucedió y venció a otros pueblos de ese mismo origen, como los chichimecas, los toltecas y los tepanecas. Fundadores de la ciudad de Tenochtitlan o México, su nombre significa del lugar de las garzas. Otra interpretación del nombre lo hace derivar de Aztlán, ‘tierra blanca’, el lugar del que se afirmaba que procedían, en el norte de la actual República Mexicana.

LOS DIOSES

Tláloc
El dios azteca Tláloc aparece en esta ilustración en todo su espledor: coronado de plumas de garza y esparciendo semillas de maíz y frijol que después su lluvia hará germinar. Este fresco, titulado El dios de la lluvia, se encuentra en el Museo Nacional de Antropología de la ciudad de México.




De carácter politeísta, el panteón azteca abarcaba una abundante jerarquía de dioses. Tezcatlipoca era una de las deidades principales y representante del principio de dualidad. Portaba un espejo (su nombre significa espejo que humea), en el que se reflejaban los hechos de la humanidad. Divinidad aérea, representaba el aliento vital y la tempestad y llegó a asociarse posteriormente con la fortuna individual y con el destino de la nación azteca. La fiesta más importante consagrada a Tezcatlipoca era el Tóxcatl, que se celebraba en el mes quinto. En esa ocasión se le sacrificaba un joven honrado como representación del dios en la tierra, guarnecido con todos sus atributos, entre ellos un silbato, con el que producía un sonido semejante al del viento nocturno por los caminos.
Considerado como padre de los toltecas, Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, aparece enfrentado a Tezcatlipoca, quien, según la leyenda, le hizo beber varios tragos de pulque (bebida alcohólica que se obtiene haciendo fermentar el aguamiel o jugo extraído del maguey, una variedad del agave), supuestamente beneficioso para su salud, pero Quetzalcóatl, avergonzado por haber perdido su entereza, se ocultó y finalmente desapareció, prometiendo que volvería. Está relacionado con la enseñanza de las artes y, por tanto, actúa como introductor de la civilización. Sus devotos, para venerarlo, se sacaban sangre de las venas que están debajo de la lengua o detrás de la oreja y untaban con ella la boca de los ídolos. La efusión de sangre sustituía el sacrificio directo.
Huitzilopochtli, dios de la guerra, representaba los dardos y lanzas del guerrero, la sabiduría y el poder, símbolos que lo identifican con la serpiente. Pero además su nombre alude al colibrí, precursor del verano, la estación de los relámpagos y la fertilidad. Se le honraba en el decimoquinto mes azteca, en una ceremonia muy semejante al Tóxcatl de Tezcatlipoca, el Panquetzaliztli, en la que el sacerdote atravesaba con una flecha una masa preparada con sangre de personas sacrificadas para tal ocasión.
Otro de los dioses importantes era Tláloc, dios de la lluvia, casado con Chalchiuhtlicue (la de la falda de jade) diosa del agua, a la que se solía representar con la imagen de una rana, y con la que tuvo muchos hijos: los tlalocas o nubes. Vivía en un paraíso de aguas llamado Tlalocan, donde iban los que habían muerto en inundaciones, fulminados por un rayo o enfermos de hidropesía, que allí disfrutaban de una felicidad eterna. Le ofrecían niños y doncellas en sacrificio. Los campesinos, en previsión de sequías, hacían fabricar ídolos a imagen de Tláloc y los veneraban ofrendándoles maíz y pulque. Relacionados con la agricultura había un grupo de dioses, entre ellos Cinteotl, a los que se identificaba con partes de la planta del maíz. La diosa principal del grupo era Chicomecoátl, otra forma de la deidad del agua, Chalchiuhtlicue. Su festival se celebraba entre junio y julio, cuando la planta del maíz había madurado completamente.
Xólotl, como dios del lucero de la tarde, representaba las formas ascendentes y descendentes del fuego. Dios monstruoso, aparece en algunas de sus representaciones con las cuencas de los ojos vacías porque, según la leyenda, al sacrificarse los dioses para dar vida al nuevo Sol, se puso tan triste y lloró tanto que los ojos se le cayeron de las órbitas. Tlazolteotl, diosa de la inmundicia, la lujuria y el deseo, absolvía a los fieles de sus faltas o pecados; representaba la basura, el abono y, por tanto, la fecundidad de la tierra. Mictlantecuhtli era el dios de las tinieblas y la muerte. Vivía en una región del Mictlán, en el Ombligo de la Tierra; a este lugar iban los muertos que no merecían ninguno de los diversos grados de cielos, y su castigo era el tedio.
También presentes en la mitología maya, las almas, que salían de la boca de los muertos, llevaban jabalinas para afrontar varias pruebas antes de llegar a su morada e iban acompañadas por la sombra de su perro favorito: paso entre dos peñas peligrosas, lucha con una serpiente, enfrentamiento con un caimán, travesía por ocho desiertos y ocho montañas, superación de un torbellino capaz de hender las rocas más sólidas, además de una serie de demonios que le impiden el paso.
Como contraste con esta visión heroica de la travesía después de la muerte, el dios Omacahtl simbolizaba el regocijo y el espíritu festivo. Especie de Dioniso azteca, se representaba como un gordo, en blanco y negro, tocado con una diadema de papel de la que colgaban papeles de colores. Festejado sobre todo por los ricos, a través de orgías y banquetes, Omacahtl castigaba los errores en el culto con indigestiones o mareos, lo que habla de la necesidad de un mito para regular las reglas de urbanidad y el comportamiento en la mesa.

EL CÓMPUTO DEL TIEMPO

Calendario azteca
Este inmenso monolito se conserva en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología de la ciudad de México desde el 27 de junio de 1964. Para transportarlo desde el Zócalo se emplearon 30 días y una enorme plataforma. En su superficie está tallado el compendio de los conocimientos astronómicos y cosmogónicos de la civilización mexica.

Derivado del maya, el calendario azteca reúne el Tonalpohualli, ciclo ritual de 260 días, con el año solar de 365. En cada año había cinco días funestos, llamados nemontemi, durante los cuales no se trabajaba. En su concepción cíclica del paso del tiempo, los aztecas creían que el mundo acabaría al final de uno de los ciclos de cincuenta y dos años. En la víspera del final de cada uno de esos periodos, atemorizados, intentaban aplacar a los dioses con ofrendas y sacrificios. Si no se producía la catástrofe, volvían a encenderse los fuegos del hogar y se reanudaba la vida normal. En el Museo Nacional de Antropología de México se encuentra la piedra solar del calendario azteca, que mide casi 4 metros de diámetro y pesa 25 toneladas. En el centro está el dios del Sol, Tonatiuh, rodeado por cuatro secciones cuadradas que representan las encarnaciones de la divinidad y las cuatro edades anteriores del mundo. Alrededor del conjunto, unos signos manifiestan los veinte días del mes azteca.

COSMOGONÍA Y EDADES DEL COSMOS

Jaguar
Según la mitología azteca, los jaguares destruyeron el mundo habitado por los gigantes primigenios; también en la mitología griega, gigantes y titanes precedieron a los humanos. Por eso al Primer Sol se le asociaba con el nombre del Jaguar, el dios de la noche.


Ometecuhtli representaba la dualidad de la generación; equivalía al mismo tiempo al cielo, lo masculino, y a la tierra, lo femenino, y ocupaba el primer lugar en el calendario. Los aztecas creían que cuatro mundos o soles habían precedido al actual. Como en muchas otras mitologías y concepciones religiosas, entre los aztecas existía la idea de la sucesión de distintas eras o mundos, interrumpidos y transformados a través de cataclismos.
El primer Sol se llamaba Nahui-Ocelotl (Cuatro-Ocelote o Jaguar), porque el mundo, habitado por gigantes, había sido destruido, después de tres veces cincuenta y dos años, por los jaguares, que los aztecas consideraban nahualli o máscara zoomorfa del dios Tezcatlipoca.
El segundo Sol, Nahui-Ehécatl (Cuatro-Viento), desapareció después de siete veces cincuenta y dos años al desatarse un gran huracán, manifestación de Quetzalcóatl, que transformó a los sobrevivientes en monos.
El tercer Sol, Nahui-Quiahuitl (Cuatro-Lluvia de fuego), desapareció al cabo de seis veces cincuenta y dos años, al caer una lluvia de fuego, manifestación de Tláloc, dios de la lluvia y señor del rayo, de largos dientes y ojos enormes. Los habitantes de la tierra eran todos niños, y los sobrevivientes se transformaron en pájaros.
El cuarto Sol, Nahui-Atl (Cuatro-Agua), acabó con un terrible diluvio, después de tres veces cincuenta y dos años, al que sólo sobrevivieron un hombre y una mujer, que se refugiaron bajo un enorme ciprés (en realidad, ahuehuete). Tezcatlipoca, en castigo por su desobediencia, los convirtió en perros, cortándoles la cabeza y colocándosela en el trasero. Cada uno de estos soles corresponde a un punto cardinal: Norte, Oeste, Sur y Este, respectivamente.
El Sol actual es el quinto y se llama Nahui-Ollin (Cuatro-Movimiento), porque está destinado a desaparecer por la fuerza de un movimiento o temblor de tierra, momento en el que aparecerán los monstruos del Oeste, tzitzimime, con apariencia de esqueletos, y matarán a toda la gente. Quetzalcóatl, junto con Xólotl, creó a la humanidad actual, dando vida a los huesos de los viejos muertos con su propia sangre. El Sol presente se sitúa en el centro, quinto punto cardinal y se atribuye a Huehuetéotl, dios del fuego, porque el fuego del hogar se encuentra en el centro de la casa.



Mitología griega


Genealogía de los dioses griegos
El panteón griego estaba ya constituido en la época homérica, pero los griegos no sintieron la necesidad de trazar la genealogía de sus dioses hasta el siglo VIII a.C. En su poema Teogonía, Hesíodo es el primero en clasificar las divinidades y establecer su filiación, es decir, es el primero que relata la creación del Universo.




Mitología griega, creencias y observancias rituales de los antiguos griegos, cuya civilización se fue configurando hacia el año 2000 a.C. Consiste principalmente en un cuerpo de diversas historias y leyendas sobre una gran variedad de dioses. La mitología griega se desarrolló plenamente alrededor del año 700 a.C. Por esa fecha aparecieron tres colecciones clásicas de mitos: la Teogonía del poeta Hesíodo y la Iliada y la Odisea del poeta Homero.
La mitología griega tiene varios rasgos distintivos. Los dioses griegos se parecen exteriormente a los seres humanos y revelan también sentimientos humanos. A diferencia de otras religiones antiguas como el hinduismo o el judaísmo, la mitología griega no incluye revelaciones especiales o enseñanzas espirituales. Prácticas y creencias también varían ampliamente, sin una estructura formal — como una institución religiosa de gobierno — ni un código escrito, como un libro sagrado.

PRINCIPALES DIOSES

Hermes con Dioniso
Hermes con Dioniso niño (c. 330 a.C.) se atribuye al escultor griego Praxíteles. Dioniso, dios del vino, tenía dos aspectos, uno apacible con los que le rendían culto, y otro violento, con los que le despreciaban. Esta estatua en la que aparece con Hermes, el mensajero de los dioses, fue esculpida para el templo de Hera en Olimpia.



Los griegos creían que los dioses habían elegido el monte Olimpo, en una región de Grecia llamada Tesalia, como su residencia. En el Olimpo, los dioses formaban una sociedad organizada en términos de autoridad y poderes, se movían con total libertad y formaban tres grupos que controlaban sendos poderes: el cielo o firmamento, el mar y la tierra. Los doce dioses principales, habitualmente llamados Olímpicos, eran Zeus, Hera, Hefesto, Atenea, Apolo, Ártemis, Ares, Afrodita, Hestia, Hermes, Deméter y Poseidón.





Monte Olimpo, Grecia
Espectacular imagen del Olimpo, montaña que, con sus 2.917 m de altitud, es la máxima elevación de Grecia. Está situada en la frontera entre las regiones de Tesalia y Macedonia, cerca del mar Egeo. En la antigua mitología griega se creía que era el hogar de los dioses. El entorno natural que rodea la montaña quedó protegido mediante la creación en 1938 de un parque nacional que lleva su nombre.



Zeus era el dios supremo, padre espiritual de los dioses y de los hombres. Su mujer, Hera, era la reina de los cielos y la guardiana del matrimonio. Otros dioses asociados con los cielos eran Hefesto, dios del fuego y de los herreros, Atenea, diosa de la sabiduría y de la guerra, y Apolo, dios de la luz, la poesía y la música. Ártemis, diosa de la fauna y de la luna, Ares, dios de la guerra y Afrodita, diosa del amor, eran otros dioses del firmamento. Quienes los reunían eran Hestia, diosa del hogar, y Hermes, mensajero de los dioses y soberano de la ciencia y la invención.



Descendientes de Zeus
Como resultado de su unión con diosas y mujeres mortales, Zeus, dios supremo de la mitología griega, tuvo muchos descendientes que constituyen la mayor parte del panteón griego (izquierda). Entre sus hijos mortales (derecha) figuran dioses menores y muchos héroes de la mitología griega.




Poseidón era el soberano del mar y, junto con su mujer Anfitrite, guiaba a un grupo de dioses marinos menos importantes, tales como las nereidas y los tritones. Deméter, la diosa de la agricultura, estaba vinculada a la tierra. Hades, un dios importante pero generalmente no considerado un olímpico, regía el mundo subterráneo, donde vivía su mujer, Perséfone. El submundo era un lugar oscuro y lúgubre situado en el centro de la tierra. Lo poblaban las almas de las personas que habían muerto.


Ártemis, diosa de la caza
En la mitología griega, Ártemis era la diosa de las cosechas, de la naturaleza y de la caza. Asociada a la luna, era la protectora de los partos de las mujeres, y también de la juventud. La ilustración es el cuadro que sobre ella realizó el pintor flamenco del siglo XVII, Petrus Paulus Rubens.



Dioniso, dios del vino y del placer, estaba entre los dioses más populares. Los griegos dedicaban muchos festivales a este dios telúrico, y en algunas regiones llegó a ser tan importante como Zeus. A menudo lo acompañaba una hueste de dioses fantásticos que incluía a sátiros, centauros y ninfas. Los sátiros eran criaturas con piernas de cabra y la parte superior del cuerpo era simiesca o humana. Los centauros tenían la cabeza y el torso de hombre y el resto del cuerpo de caballo. Las hermosas y encantadoras ninfas frecuentaban bosques y selvas.

CULTO Y CREENCIAS


Templo de Apolo en Dídimo
Apolo, dios de la música, la poesía, el tiro con arco, la profecía y las curaciones, fue una de las deidades supremas de los griegos. El templo de Dídimo, erigido en su honor, también fue oráculo, y se construyó en el 300 a.C. ya que, en el 494 a.C., los persas habían destruido el anterior.




La mitología griega acentuaba el contraste entre la debilidad de los seres humanos y los grandes y aterradores poderes de la naturaleza. Por lo tanto, el pueblo griego reconocía que sus vidas dependían completamente de la voluntad de los dioses. En general, las relaciones entre los seres humanos y los dioses se consideraban amistosas. Pero los dioses aplicaban severos castigos a los mortales que revelaban una conducta inaceptable, tal como la soberbia complaciente, la ambición extrema y hasta la excesiva prosperidad.
La mitología griega estaba ligada a todos los aspectos de la vida humana. Cada ciudad estaba consagrada a un dios particular o grupo de dioses, a quienes los ciudadanos solían construir templos dedicados al culto. Regularmente honraban a los dioses en festivales, supervisados por los altos funcionarios. En los festivales y otras reuniones oficiales, los poetas recitaban o cantaban significativas leyendas e historias. Muchos griegos conocían a los dioses a través de la palabra de los poetas.



Templo de Apolo, Delfos
Las ruinas del templo de Apolo, de planta circular, uno de los centros religiosos más importantes de la antigua Grecia, se encuentran en la base del monte Parnaso, en la antigua región griega de Fócida. Dedicado al dios Apolo, hijo de Zeus, fue la sede de su famoso oráculo. Los griegos creían que Apolo hablaba a través del oráculo y durante siglos las profecías de Delfos influyeron en la vida religiosa, política y económica de Grecia.



Los griegos también relacionaban su vida doméstica con la de los dioses y en ella les rendían el culto debido. Diferentes partes de la casa estaban dedicadas a determinados dioses, y los individuos les elevaban ruegos regularmente. Un altar de Zeus, por ejemplo, podía colocarse en el patio, mientras que a Hestia se la honraba ritualmente en el hogar.
Aunque en Grecia no había una organización religiosa oficial, por lo común se veneraban ciertos lugares sagrados. Delfos, por ejemplo, era un sitio sagrado dedicado a Apolo. El templo construido en Delfos incluía un oráculo, o adivino, a quien valerosos viajeros consultaban sobre su futuro. Un grupo de sacerdotes, que representaban a cada uno de estos lugares sagrados y que podían ser además funcionarios de la comunidad, interpretaban las palabras de los dioses, pero no poseían ningún poder especial. Aparte de sus plegarias, los griegos solían ofrecer sacrificios de animales domésticos a los dioses, por lo común cabras.

ORÍGENES
Probablemente la mitología griega se desarrolló a partir de las primitivas religiones de los habitantes de Creta, una isla en el mar Egeo donde surgió la primera civilización de la zona alrededor del año 3000 a.C. Creían que todos los objetos naturales tenían espíritus y que ciertos objetos, o fetiches, tenían poderes mágicos especiales. Con el tiempo, estas creencias se desarrollaron a través de una serie de leyendas que abarcaban objetos naturales, animales y dioses con forma humana. Algunas de ellas sobrevivieron como parte de la mitología clásica griega.
Los antiguos griegos ofrecían algunas explicaciones del desarrollo de su mitología. En la Historia sagrada, Euhemero, un mitógrafo que vivió hacia el año 300 a.C., registra la difundida creencia de que los mitos eran distorsiones de la historia y que los dioses eran héroes a los que se había glorificado con el tiempo. En el siglo V a.C., el filósofo Pródico de Ceos enseñaba que los dioses eran personificaciones de fenómenos naturales, tales como el sol, la luna, los vientos y el agua. Herodoto, un historiador griego que también vivió en el siglo V a.C., creía que muchos rituales griegos procedían de Egipto.
Cuando la civilización griega se desarrolló, especialmente durante el periodo helenístico, en torno al 323 a.C., la mitología ya había evolucionado. Nuevas filosofías y la influencia de las civilizaciones vecinas produjeron una gradual modificación en sus creencias. Sin embargo, las características esenciales de los dioses griegos y sus leyendas permanecieron inmutables.

Mitología egipcia


Horus
Horus, adorado en el antiguo Egipto, era el dios del cielo, la luz y la bondad. Se representaba como un halcón, a veces con cuerpo de hombre y solía asociarse con los faraones.


Mitología egipcia, es el conjunto de creencias que conformaban la religión del antiguo Egipto. Las creencias religiosas de los antiguos egipcios tuvieron una influencia importante en el desarrollo de su cultura, aunque nunca existió entre ellos una verdadera religión, en el sentido de un sistema teológico unificado. La fe egipcia estaba basada en una acumulación desorganizada de antiguos mitos, culto a la naturaleza e innumerables deidades. En el más influyente y famoso de estos mitos se desarrolla una jerarquía divina y se explica la creación de la tierra.
CREACIÓN


Osiris y Anubis
Osiris, personaje de la mitología egipcia, vivía en el fabuloso mundo subterráneo como gobernante de los muertos. Aquí aparece (centro) con Anubis, otro dios de los muertos, representado con cabeza de chacal. La ilustración data de la XVIII dinastía de Egipto (1570-1293 a.C.) y se encuentra en el Museo Egipcio de Turín, en Italia.



De acuerdo con el relato egipcio de la creación, al principio sólo existía el océano. Entonces Ra, el sol, surgió de un huevo (una flor, en algunas versiones) que apareció sobre la superficie del agua. Ra dio a luz cuatro niños, los dioses Shu y Geb y las diosas Tefnet y Nut. Shu y Tefnet dieron origen a la atmósfera. Ellos se sirvieron de Geb, que se convirtió en la tierra, y elevaron a Nut, que se convirtió en el cielo. Ra regía todas las cosas. Geb y Nut después tuvieron dos hijos, Set y Osiris, y dos hijas, Isis y Neftis. Osiris sucedió a Ra como rey de la tierra, ayudado por Isis, su esposa y hermana. Set, sin embargo, odiaba a su hermano y lo mató. Isis entonces embalsamó el cuerpo de su esposo con la ayuda del dios Anubis, que se convirtió así en el dios del embalsamamiento. Los poderosos hechizos de Isis resucitaron a Osiris, quien llegó a ser rey del mundo inferior, la tierra de los muertos. Horus, hijo de Osiris e Isis, derrotó posteriormente a Set en una gran batalla erigiéndose en el rey de la tierra.
DIOSES LOCALES
De este mito de la creación surgió la concepción de la enéada, un grupo de nueve divinidades, y de la tríada, formado por un padre, una madre y un hijo divinos. Cada templo local en Egipto poseía su propia enéada y su propia tríada. Sin embargo, la más importante enéada fue la de Ra y sus hijos y nietos. Este grupo era venerado en Heliópolis, el centro del culto al Sol en el mundo egipcio. El origen de las deidades locales es oscuro; a algunas de ellas se las tomó de religiones foráneas, y otras fueron en un origen dioses animales del África prehistórica. Gradualmente, se fueron fundiendo en una complicada estructura religiosa, aunque comparativamente muy pocas divinidades locales llegaron a ser importantes en todo Egipto. Además de las ya nombradas, las divinidades importantes incluían a los dioses Amón, Thot, Ptah, Khnemu y Hapi, y a las diosas Hator, Mut, Neit y Seket. Su importancia se acrecentó con el ascendiente político de las localidades donde eran veneradas. Por ejemplo, la enéada de Menfis estaba encabezada por una tríada compuesta del padre Ptah, la madre Seket y el hijo Imhotep. De todos modos, durante las dinastías menfitas, Ptah llegó a ser uno de los mayores dioses de Egipto. De manera semejante, cuando las dinastías tebanas gobernaron Egipto, la enéada de Tebas adquirió suma importancia, encabezada por el padre Amón, la madre Mut y el hijo Khonsu. Conforme la religión se fue desarrollando, sucedió que muchos seres humanos glorificados tras su muerte acabaron siendo confundidos con dioses. Así Imhotep, que era originalmente el primer ministro del gobernador de la Tercera dinastía, Zoser, llegó a ser conceptuado como un semidiós. Durante la Quinta dinastía, los faraones comenzaron a atribuirse ascendencia divina y desde esa época fueron venerados como hijos de Ra. Dioses menores, simples demonios, por ejemplo ocuparon un lugar jerárquico entre las divinidades locales también.
ICONOGRAFÍA
Ra
Detalle del interior de un sarcófago de la XI Dinastía, muestra el viaje del legendario dios del sol Ra, que viajaba por el cielo a lo largo del día y descendía al inframundo durante la noche.
Fitzwilliam Museum, University of Cambridge/Bridgeman Art Library, London/New York

A los dioses egipcios se les representaba con torsos humanos y cabezas animales o humanas. A veces el animal o el ave expresaban las características del dios. Ra, por ejemplo, tenía cabeza de halcón, y el halcón estaba consagrado a él por su vuelo veloz a través del cielo; Hator, la diosa del amor y de la risa, tenía la cabeza de una vaca, que le estaba consagrada; a Anubis se le asignaba la cabeza de un chacal porque estos animales destrozaban las tumbas del desierto en la época antigua; Mut tenía cabeza de buitre y Thot de ibis. Path tenía cabeza humana, aunque ocasionalmente se le representaba como un toro, llamado Apis. Por su vínculo con los dioses, los animales sagrados eran venerados, pero no se les rindió culto hasta la decadente Dinastía XXVI. A los dioses se les reproducía también mediante símbolos, tales como el disco del sol y alas de halcón que se colocaban en el tocado del faraón.
CULTO AL SOL
El único dios importante que fue venerado de manera constante fue Ra, jefe de las deidades cósmicas, de quien los primeros reyes egipcios se proclamaban descendientes. Surgido en el Reino Medio, (2134-1668 a.C.), el culto de Ra adquirió el carácter de religión del Estado, y el dios se fue fundiendo gradualmente con Amón durante las dinastías tebanas, hasta convertirse en el dios supremo Amón-Ra. Durante la Dinastía XVIII, el faraón Amenofis III rebautizó al dios del sol Atón, un antiguo término que significaba la fuerza física solar. El hijo y sucesor de Amenofis, Amenofis IV, instituyó una revolución en la religión egipcia al proclamar a Atón el único y verdadero dios. Él cambió su propio nombre por Ajnatón, con el significado de “Atón está satisfecho”. este primer gran monoteísta fue tan iconoclasta que hizo borrar la forma plural dios de los monumentos y persiguió de manera implacable a los sacerdotes de Amón. Aunque ejerció una gran influencia en el arte y el pensamiento de su época, la religión solar de Ajnatón no consiguió sobrevivir y Egipto volvió a la antigua e intrincada religión politeísta después de la muerte de Ajnatón.
RITUAL FUNERARIO

Embalsamamiento de Osiris
El antiguo dios egipcio Set urdió varios planes para asesinar a su hermano Osiris. Cuando lo logró, troceó su cuerpo y esparció los pedazos. La esposa de Osiris, Isis, los reunió con la ayuda de Anubis, el cual, además, embalsamó y momificó el cuerpo, como muestra esta ilustración del Libro de los muertos.
Vallee des Nobles-Tombe de Sennedjem, Thebes/Giraudon, Paris/SuperStock


Enterrar a los muertos era una cuestión religiosa en Egipto, y los rituales y el equipamiento funerarios egipcios llegaron a ser los más elaborados que el mundo haya conocido. Los egipcios creían que la fuerza vital estaba compuesta de varios elementos psíquicos, el más importante de los cuales era el ka. El ka, un doble del cuerpo, acompañaba a éste durante toda la vida y, después de la muerte, se separaba del cuerpo para ocupar su lugar en el reino de los muertos. El ka, sin embargo, no podía existir sin el cuerpo; por lo tanto debían hacerse los esfuerzos necesarios para preservar el cadáver. Los cuerpos eran embalsamados y momificados de acuerdo con un método tradicional supuestamente iniciado por Isis, quien momificó a su marido Osiris (véase Embalsamamiento). Además, encima de la tumba se colocaban las réplicas de madera o de piedra del cuerpo para que sirvieran de sustitutos en caso de que la momia fuese destruida. Cuanto mayor fuera el número de dobles escultóricos, mayores eran las oportunidades de que la persona muerta resucitara. Como última medida, se erigían tumbas sumamente complicadas para proteger el cadáver y su equipo. Véase Arte y Arquitectura de Egipto.
Al abandonar la tumba, las almas de los muertos eran supuestamente acosadas por innumerables peligros, por consiguiente, a los cadáveres se los enterraba con una copia del Libro de los muertos. Parte de este libro, una guía por el mundo de los muertos, consiste en encantamientos ideados para superar estos peligros. Cuando se llegaba al reino de los muertos, el ka era juzgado por Osiris, el rey de los muertos, y asistido por 42 demonios. El Libro de los muertos también contiene instrucciones sobre la conducta apropiada ante estos jueces. Si los jueces decidían que el difunto había sido un pecador, el ka era condenado a pasar hambre y sed o a ser despedazado por terribles verdugos. Si la decisión era favorable, el ka iba al reino celestial de los campos de Yaru, donde los cereales crecían dos veces más que la altura de un hombre y la existencia era una versión glorificada de la vida en la tierra. Todas las necesidades que el alma pudiera tener en esta existencia paradisíaca, desde muebles hasta material de lectura, había que colocarlas en las tumbas. Como pago por la vida después de la muerte y por su benevolente protección, Osiris requería que los muertos realizaran tareas para él, tales como trabajar en los campos de cereales. Podían eximirse de este deber, si en las tumbas se habían depositado unas estatuillas denominadas ushabtis, ya que estas, en el reino de los muertos, se transformaban en sustitutos de los muertos.

Mitología escandinava


Odín
Odín, padre y rey de todos los dioses en la mitología escandinava, era también el señor de la guerra y el trueno. En la ilustración aparece con todos los símbolos de su poder: sentado en su trono con el yelmo alado de oro y su lanza mágica, Gungnir. Le rodean los cuervos Huginn ('pensamiento') y Muninn ('memoria'), que le llevan las noticias de todo cuanto acontece en el mundo, y los dos lobos fieles, Geri (ansiedad) y Freki (glotonería).


Mitología escandinava, cuerpo de creencias que constituyen la religión precristiana del pueblo escandinavo. Las leyendas y mitos escandinavos sobre los antiguos dioses y héroes, y la creación y destrucción del universo se desarrollaron fuera de la original mitología común a los pueblos germánicos y constituyen la primera fuente de conocimiento sobre la antigua mitología germánica. Como la mitología escandinava fue transmitida y alterada por los historiadores cristianos medievales, las creencias, actitudes y prácticas religiosas originales no pueden definirse con certeza. Está claro, sin embargo, que la mitología escandinava se desarrolló lentamente y la relativa importancia de los diferentes dioses y héroes varió según las épocas y los lugares. Así el culto de Odín, soberano de los dioses, puede haberse difundido del oeste de Alemania a Escandinavia no mucho antes de que se registraran los mitos; dioses menores —incluidos Ull, el dios de la fertilidad Njord y Heimdall— pueden representar divinidades más antiguas que perdieron difusión y popularidad cuando Odín se hizo más importante. Odín, un dios de la guerra, se asociaba también con el conocimiento, la sabiduría, la poesía y la magia.
La mayor parte de la información sobre la mitología escandinava se conserva en la antigua literatura de los países de esta área geográfica (véase Literatura islandesa; Literatura noruega), en los Eddas y sagas posteriores; otro material se encuentra en los comentarios del historiador danés Saxo Grammaticus y en el escritor alemán Adam de Bremen (fl. c. 1075). Se han conservado fragmentos de leyendas en antiguas inscripciones y en el folclore posterior.

DIOSES Y HÉROES



Brunilda
En la mitología germánica, Brunilda es una princesa y guerrera hermosa y de gran poder. En el ciclo operístico de Richard Wagner, El anillo del Nibelungo, basado en parte en el poema medieval germánico Niebelungenlied, Brunilda o Brünnehilde es una belicosa reina de Islandia que pretende casarse con el hombre que sea capaz de vencerla en combate. Ésta es la situación que se representa en la imagen.



Junto con Odín, las divinidades más importantes de la mitología escandinava eran su mujer, Frigg, diosa del hogar; Thor, dios del trueno, quien protegía a los seres humanos y a los demás dioses de los gigantes y era especialmente popular entre los campesinos escandinavos; Frey, diosa de la prosperidad, y Freya, hermana de Frey, diosa de la fertilidad. Dioses menores eran Baldo, Hermod, Tyr, Bragi y Forseti; Idun, Nanna y Sif se contaban entre las diosas. El principio del mal entre los dioses estaba representado por el embaucador Loki. No parece que muchas de estas divinidades hayan tenido funciones especiales; simplemente aparecen como personajes en las narraciones legendarias.
Se creía que muchos héroes mitológicos antiguos, algunos de los cuales parecen haberse derivado de personas reales, eran descendientes de los dioses; entre ellos estaban Sigurd, el exterminador de dragones; Helgi, el nacido tres veces; Harald, el devorador de la guerra, Hadding, Starkad y las valquirias. Las valquirias, un grupo de muchachas guerreras que incluían a Svava y Brunilda, servían a Odín como seleccionadoras de guerreros muertos, quienes se convertían en moradores de Valhala. Allí los guerreros pasaban sus días luchando y las noches de fiesta hasta Ragnarok, el día de la batalla final del universo, en la cual los viejos dioses perecerían y se instituiría un nuevo reino de paz y amor. La diosa Hel recibía a los individuos comunes después de su muerte en un mundo infernal melancólico.
La mitología escandinava incluía enanos, duendes y los norns, que distribuían suertes entre los mortales. Los antiguos escandinavos también creían en espíritus personales, tales como los ylgja y los hamingja, que en algunos aspectos se asemejaban a la idea cristiana del alma. Originalmente se concebía a los dioses como una confederación de dos tribus divinas, guerreras en sus inicios, los Aesir y los Vanir. Odín fue líder de los Aesir, que por lo menos eran doce dioses. Todos los dioses vivían juntos en Asgard.

MITO DE CREACIÓN
El poema éddico Völuspá (Profecía de la vidente) describe un periodo de caos primitivo, seguido por la creación de gigantes y dioses y, finalmente, de la humanidad. Ginnungagap era el vacío abismal, Jotunheim la morada de los gigantes, Niflheim la región del frío y Muspellsheim el reino del calor. El gran árbol del universo, Yggdrasil, abarcaba todo el tiempo y el espacio, pero era constantemente hostigado por Nidhogg, la serpiente maligna. El manantial de Mimir, fuente de la sabiduría oculta, se encontraba bajo una de las raíces del árbol.

RITUAL RELIGIOSO
Los dioses escandinavos tenían a su servicio una clase de jefes sacerdotes llamados godar. El culto se celebraba originalmente al aire libre, bajo árboles custodios, cerca de fuentes sagradas, o dentro de construcciones de piedra. Posteriormente se usaron templos de madera, con altares y con tallas que representaban a los dioses. El templo más importante estaba en la antigua Uppsala (Suecia) donde se sacrificaban animales y también seres humanos.

Mitología inca


Vista aérea de Machu Picchu
En esta imagen podemos vislumbrar en todo su esplendor el conjunto arquitectónico de Machu Picchu. Este reducto del Imperio inca, acerca de cuya historia se desconocen muchos datos, pervivió aislado tras la invasión española gracias a la inaccesibilidad que le proporcionaban las altas cotas de la cordillera andina en las que estaba ubicado. La foto muestra la distribución urbanística de esta antigua ciudad, de la que han pervivido restos de más de 150 edificios que incluyen desde viviendas hasta centros religiosos en los que sus habitantes adorarían a las distintas divinidades incaicas.

Mitología inca, conjunto de creencias, normalmente de base animista, propio de los pueblos de origen quechua y aymara que constituyeron el imperio inca, cuya capital era la ciudad de Cuzco.
LOS DIOSES
El dios creador, con rasgos de héroe cultural, es Viracocha, calificado como Anciano hombre de los cielos o Señor maestro del universo. Por haber creado la tierra, los animales y los seres humanos, y ser el poseedor de todas las cosas, los incas lo adoraban. Creó a los hombres, los destruyó y volvió a crearlos a partir de la piedra. Después los dispersó en cuatro direcciones. Como héroe cultural, enseñó a los seres humanos varias técnicas y oficios. Emprendió muchos viajes hasta que llegó a Manta (Ecuador), desde donde surcó el océano Pacífico: según algunos, en una embarcación hecha con su capa; según otros, caminando sobre el agua.
Inti, el dios Sol, era la divinidad protectora de la casa real. Su calor beneficiaba a la tierra andina y hacía madurar las plantas. Se representaba con un rostro humano sobre un disco radiante. Cada soberano inca veía en Inti a su divino antepasado. La Gran Fiesta del Sol, el Inti Raymi, se celebraba en el solsticio de invierno. Para dar la bienvenida al Sol, le ofrecían una hoguera, en la que quemaban a la víctima del sacrificio, junto con coca y maíz. Culminada la celebración, exclamaban: “¡Oh, Creador, Sol y Trueno, sed jóvenes siempre! ¡Multiplicad los pueblos! ¡Dejad que vivan en paz!”. La mujer de Inti se llamaba Mamaquilla, la Madre Luna, y era la encargada de regular los ciclos menstruales de la mujer. El dios dador de lluvia, Illapa, era una divinidad agrícola. En época de sequía se hacían peregrinaciones a los templos consagrados a Illapa, construidos en zonas altas. Si la sequía era muy persistente, llegaban a ofrecerle sacrificios humanos. Los incas creían que la sombra de Illapa se encontraba en la Vía Láctea, desde donde arrojaba el agua que caería en la tierra en forma de lluvia.
Otros dioses importantes son Pachamama, la Madre Tierra, el mundo de las cosas visibles, Señora de las montañas, las rocas y las llanuras, y Pachacamac, dios del fuego y del cielo, el espíritu que alienta el crecimiento de todas las cosas, espíritu padre de los cereales, animales, pájaros y seres humanos.
LAS EDADES DEL MUNDO
Según el testimonio del cronista peruano Felipe Huamán Poma de Ayala en Nueva crónica y buen gobierno (1615), entre los incas existía la creencia en la sucesión de cinco edades. La primera, llamada Huari Viracocha Runa (o Pakarimok Runa, ‘los habitantes de la aurora de la humanidad’), duró ochocientos años. Por ser la primera generación, los pobladores no morían ni se mataban entre sí. Parían de dos en dos, hombre y mujer. Eran nómadas, vivían en cuevas y se cubrían con hojas de árboles y esteras de paja. Al llegar, destruyeron a los animales (jaguares y osos) y a los monstruos que habitaban la tierra. Adoraban como dios a Runa Camac Viracocha. Llamaban al diluvio Uno Yaco Pachacuti.
La segunda edad, llamada Huari Runa (‘gente autóctona’), duró mil trescientos años. Se caracteriza porque en ella se inició el trabajo de la tierra y de los cultivos agrícolas, además del aprovechamiento del agua de ríos, lagunas y pozos. Vivían en casas semejantes a hornos, llamadas pukullos, y se cubrían con pieles de animales. Adoraban a un solo dios en tres personas, soberanos del cielo y de la tierra, llamadas Yayan Illapa (‘rayo padre’), Chaupichurin Illapa (‘rayo hijo intermedio’) y Sullca Churin Illapa (‘rayo hijo menor’).
La tercera edad, Purun Runa, duró mil ciento treinta y dos años y sus contemporáneos “se multiplicaron como la arena del mar, tanto que ya no cabían en la tierra”. Construyeron casas de piedra con tejados de paja y formaron poblados. Mejoraron las técnicas de aprovechamiento del suelo y los sistemas de riego. Criaron llamas y alpacas y desarrollaron los procedimientos de teñido y tejeduría. Organizados bajo el mando de reyes, señores y capitanes, su elevado número y sus posesiones despertaron la codicia y las guerras. Adoraban al señor del cielo, Pachacamac. Dicen que la tercera edad acabó con una epidemia que no dejó a nadie con vida y que eran tantos los muertos “que en seis meses los buitres y cóndores no pudieron terminar con los cadáveres”.
Los indios de la cuarta edad, Auka Runa, vivieron y se multiplicaron durante dos mil cien años. Hubo tres periodos, que se caracterizaron por las luchas de expansión y conquista: el primero, de guerras para aumentar o consolidar el dominio territorial; en el segundo, la nación Chincha sometió a las demás y las confederó, asegurando su paz y su prosperidad; en el tercero, los incas dominaron la confederación y extendieron el cultivo de distintas variedades de maíz y de patata. La expansión del imperio inca, Tahuantinsuyu, define y da nombre a la quinta edad, que incluye además el periodo de la conquista española.
TIEMPO Y CALENDARIO
Entre los incas, el tiempo se medía según las fases en el curso natural de la Luna. El año, de trescientos sesenta días, estaba dividido en doce lunas de treinta días cada una. Los cuatro hitos del recorrido del Sol, que coincidían con los festivales más importantes consagrados al dios Inti, se indicaban por medio del intihuatana, una gran roca, coronada por un cono que hacía sombra en unas muescas de la piedra. En Cuzco los solsticios se medían con pilares llamados pachacta unanchac o indicadores de tiempo. La organización mítico-religiosa determinaba la sucesión en el calendario a través de las doce lunas, correspondientes a festividades y actividades cotidianas:

• Capac Raimi Quilla (Luna de la Gran Fiesta del Sol), equivalente a diciembre, mes de descanso;
• Huchuy Pucuy Quilla (Pequeña Luna Creciente), enero, tiempo de ver el maíz en crecimiento;
• Hatun Pucuy Quilla (Gran Luna Creciente), febrero, tiempo de vestir taparrabos;
• Pacha Pucuy Quilla (Luna de la Flor Creciente), marzo, mes de maduración de la tierra;
• Ayrihua Quilla (Luna de las Espigas Gemelas), abril, mes de cosecha y descanso;
• Aymoray Quilla (Luna de la Cosecha), mayo, el maíz se seca para ser almacenado;
• Haucai Cusqui Quilla (Luna de la Preparación), junio, cosecha de patata y descanso, roturación del suelo;
• Chacra Conaqui Quilla (Luna del Riego), julio, mes de redistribución de tierras;
• Chacra Yapuy Quilla (Luna de la Siembra), agosto, mes de sembrar las tierras en medio de cantos de triunfo;
• Coia Raymi Quilla (Luna de la Fiesta de la Luna), septiembre, mes de plantar;
• Uma Raymi Quilla (Luna de la Fiesta de la Provincia de Uma), octubre, tiempo de espantar a los pájaros de los campos cultivados;
• Ayamarca Raymi Quilla (Luna de la Fiesta de la Provincia de Ayamarca), noviembre, tiempo de regar los campos.
OBJETOS DE CULTO Y FETICHES
Muchos lugares naturales, como cursos de agua, montes, cuevas, precipicios, se consideraban asiento de los antepasados. De carácter sagrado, los incas creían que allí se encontraban los encargados de transmitir los oráculos y proteger a los miembros del ayllu. Los llamaban pacariscas o pacarinas, que significa ‘lugar de origen’. Las piedras, concebidas como los huesos de la tierra, también merecían veneración. Se les atribuía en algunos casos el carácter de testimonios de su historia mítica: en la Roca de Titicaca se habría ocultado el Sol después del gran diluvio; otras rocas eran representaciones antropomorfas de los gigantes que, como castigo a su desobediencia, fueron convertidos en piedras.
También se daba el caso inverso, el de piedras que se habían convertido en hombres, surgidos para prestar ayuda al Inca Pachacutic. Las huacas (‘lo sagrado’) en forma de muñecas estaban destinadas a proteger a los individuos, las cosechas y a los propios muertos, costumbre similar a una práctica de los egipcios (véase Mitología egipcia). Las mamas (‘madres’) eran espíritus destinados a alentar el crecimiento de las plantas: saramama (‘maíz madre’), cocamama (‘madre de la planta de coca’), y también encargados de regir a fuerzas naturales como el mar (mamacocha), temido por los pueblos del interior y considerado benévolo por los habitantes de la costa, pues los alimentaba con sus frutos.

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