El increíble y asombroso riñón


Casi un millón de nefronas (derecha) componen cada riñón (izquierda). La unidad filtradora de la nefrona, llamada glomérulo, regula la concentración dentro del cuerpo de sustancias importantes, tales como potasio, calcio e hidrógeno, y elimina sustancias no producidas por el cuerpo, tales como drogas y aditivos alimentarios. El filtrado resultante, la orina, abandona la nefrona a través de un largo túbulo y del conducto colector. Mediante señales químicas, el organismo informa sobre las necesidades de agua y sales; esto hace que las paredes del túbulo sean más o menos permeables a estas sustancias, que son reabsorbidas de acuerdo con estas órdenes desde la orina.

Riñón, cada uno de la pareja de órganos cuya función principal es la elaboración y la excreción de orina. Véase Aparato urinario.
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ESTRUCTURA
En el ser humano, los riñones se sitúan a cada lado de la columna vertebral, en la zona lumbar, y están rodeados de tejido graso, la cápsula adiposa renal. Tienen forma de judía o frijol, y presentan un borde externo convexo y un borde interno cóncavo. Este último ostenta un hueco denominado hilio, por donde entran y salen los vasos sanguíneos y linfáticos, y los nervios. En el lado anterior se localiza la vena renal, que recoge la sangre del riñón, y en la parte posterior la arteria renal, que lleva la sangre hacia el riñón. Localizado más posteriormente se localiza el uréter, un tubo que conduce la orina hacia la vejiga. El hilio se amplía dentro del riñón formando una cavidad más profunda, el seno renal, por donde discurren los nervios y vasos sanguíneos y donde el uréter se ensancha, formando un pequeño saco denominado pelvis renal.
En el interior del riñón se distinguen dos zonas: la corteza, de color rojizo y situada en la periferia, y la médula, de color marrón, y localizada más internamente. En la médula hay estructuras en forma de cono invertido, llamadas pirámides, cuyos vértices, las papilas renales, se orientan hacia el centro del riñón. Los conductos papilares que discurren por ellas terminan en unas estructuras, llamadas cálices menores, que se reúnen en los cálices mayores. Estos desembocan en una cavidad llamada pelvis renal.
La unidad estructural y funcional del riñón es la nefrona. En cada riñón existen alrededor de un millón de nefronas, que se extienden entre la corteza y la médula renal. Cada nefrona está compuesta por un corpúsculo renal, donde se filtra el plasma, y un túbulo renal, donde se recoge y modifica el líquido filtrado.
El corpúsculo renal consta de dos elementos, el glomérulo de Malpighi y la cápsula de Bowman. El glomérulo es una red esférica u ovillo de capilares que están rodeados por la cápsula de Bowman, una capa delgada de revestimiento endotelial, en forma de copa, que se prolonga en el túbulo renal.
Los túbulos renales (o sistema tubular) transportan y transforman la orina a lo largo de su recorrido. En los túbulos renales se diferencian tres secciones: el túbulo contorneado proximal, que es la parte del túbulo que está unida a la cápsula de Bowman; el asa de Henle, con su porción descendente y ascendente; y el túbulo contorneado distal. Los túbulos renales de diferentes nefronas desembocan en un solo conducto, el conducto colector. A su vez, los distintos conductos colectores convergen en los conductos papilares, que drenan en los cálices menores por los que la orina discurre hasta los cálices mayores y, finalmente, a la pelvis renal y a los uréteres.
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FUNCIÓN
La orina se forma en los riñones a partir de la sangre filtrada en los glomérulos. La composición del líquido filtrado se modifica a su paso por los túbulos renales y los conductos colectores, como consecuencia de procesos de reabsorción y secreción. Finalmente, la orina es conducida por los conductos papilares a la pelvis renal, desde donde desciende por los uréteres hasta la vejiga, donde se almacena.
3.1
Filtración
La filtración tiene lugar en el corpúsculo renal. En cada nefrona, la filtración supone el paso del agua y de la mayoría de los solutos del plasma desde los capilares glomerulares al interior de la cápsula de Bowman. La presión arterial en los capilares glomerulares es elevada, lo que favorece la filtración, a la que se opone la presión que ejercen las proteínas del plasma y la presión del líquido presente en la cápsula. Las células sanguíneas, las plaquetas y la mayoría de las proteínas no se filtran. La cantidad de líquido que se filtra en un minuto en todos los corpúsculos renales recibe el nombre de filtración glomerular. La filtración glomerular está regulada por mecanismos de autorregulación renal, regulación neural de los vasos sanguíneos a través de las fibras simpáticas del sistema nervioso autónomo y regulación hormonal (angiotensina II y péptido natriurético auricular).
3.2
Reabsorción y secreción
Los procesos de reabsorción y secreción tienen lugar a lo largo del túbulo renal y de los conductos colectores.
La reabsorción supone el retorno (de forma active o pasiva) a la circulación sanguínea de casi todo el agua y muchos de los solutos filtrados (aminoácidos, urea, glucosa e iones como sodio, potasio, calcio, cloruro, bicarbonato y fosfato). Esta reabsorción se lleva a cabo a través de todas las células epiteliales del túbulo renal y del conducto colector mediante ósmosis, difusión, difusión facilitada, cotransportadores y contratransportadores, y tiene lugar principalmente en el túbulo contorneado proximal. Así, por ejemplo, a través de cotransportadores sodio, este ión regresa a la sangre junto con otros solutos, como la glucosa, que se reabsorbe intercambiándose con la secreción de H+ mediante contratransportadores Na+/H+. La reabsorción de sodio y otros solutos origina un gradiente osmótico que favorece la reabsorción de agua por ósmosis. En el túbulo contorneado proximal se reabsorbe el 65% del agua filtrada. Cuando el líquido filtrado alcanza el asa de Henle no contiene casi glucosa, aminoácidos ni otros nutrientes, y el porcentaje de reabsorción de agua e iones sodio, potasio, calcio, bicarbonato y cloro es mucho menor. Ya en el tubo contorneado distal, la proporción de reabsorción de agua, cloro, sodio y calcio es muy pequeña. Cuando el líquido filtrado alcanza el conducto colector prácticamente todo el agua y los solutos útiles filtrados han retornado a la sangre.
Por el contrario, la secreción supone el paso de sustancias desde la sangre y las células del túbulo hacia el líquido filtrado. Las sustancias que se secretan son iones amonio, potasio, hidrogeniones, urea, creatinina y algunos fármacos.
La reabsorción y secreción tubulares están reguladas por cuatro hormonas: la angiotensina II, la aldosterona, la hormona antidiurética y el péptido natriurético auricular.
En el ser humano, la cantidad normal de orina eliminada por un adulto en 24 horas varía entre uno o dos litros. Dicho volumen está influido, entre otros factores, por la ingestión de líquidos, la dieta, la presión arterial o las pérdidas por vómitos o sudoración a través de la piel.
Los riñones también resultan importantes para mantener el balance de líquidos y los niveles de sal, así como el equilibrio ácido-base. Cuando algún trastorno altera estos equilibrios, el riñón responde eliminando más o menos agua, sal e hidrogeniones (iones de hidrógeno). El riñón ayuda a mantener la tensión arterial normal; para ello, segrega la enzima renina y elabora una hormona que estimula la producción de glóbulos rojos (eritropoyetina).
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ENFERMEDADES DEL RIÑÓN
Trasplante de riñón
En las operaciones de trasplante de riñón el órgano donado debe proceder de un familiar del paciente o de una persona que haya fallecido recientemente. El riñón donado se extirpa pinzando y cortando la arteria y la vena renal (1). Los riñones enfermos pueden mantenerse en su lugar, o uno o ambos pueden ser extirpados si originan una infección persistente o una elevación de la tensión arterial (2). El riñón donado es situado en la región pélvica del individuo receptor y la arteria y la vena renal se unen al sistema circulatorio (3). Tanto el donante como el receptor pueden llevar una vida normal con sólo un riñón.

La nefritis se refiere a los procesos inflamatorios del riñón. Existen varias formas de nefritis; las más habituales son la glomerulonefritis y, en menor medida, la pielonefritis y la nefritis tubulointersticial. Sus características principales son la presencia de sangre en la orina (hematuria) y de cilindros hemáticos y albúmina (albuminuria leve a moderada) en el estudio microscópico. Además, puede constatarse disminución del volumen de orina, edemas e hipertensión.
La forma más común de nefritis es la glomerulonefritis postinfecciosa, que aparece con frecuencia entre las tres y las seis semanas después de una infección estreptocócica debido a un mecanismo de tipo inmunológico. El paciente puede presentar hematuria. La orina puede ser escasa, pardusca o sanguinolenta. El pronóstico suele ser bueno y la mayoría de los pacientes se recuperan sin secuelas. Existe otro grupo de glomerulonefritis de causa desconocida, quizá autoinmune, con un pronóstico peor y que evolucionan con más rapidez hacia la insuficiencia renal.
La pielonefritis es una infección bacteriana del riñón. La forma aguda se acompaña de fiebre, escalofríos, dolor en el lado afectado, micción frecuente y escozor al orinar. La pielonefritis crónica es una enfermedad de larga evolución, progresiva, por lo general asintomática (sin síntomas) y que puede conducir a la destrucción del riñón y a la uremia. La pielonefritis es más frecuente en diabéticos y más en mujeres que en hombres.
Otro trastorno frecuente es el denominado síndrome nefrótico, en el que se pierden grandes cantidades de albúmina por la orina debido al aumento de la permeabilidad de la membrana de filtración renal, con edema por lo general alrededor de los ojos, pies, tobillos y abdomen, aumento del colesterol en la sangre y un flujo de orina casi normal. El síndrome nefrótico está relacionado con algunas enfermedades glomerulares de causa desconocida y ciertas enfermedades sistémicas como la diabetes mellitus.

Riñón humano para trasplante
Un cirujano extrae un riñón donado de su recipiente, donde se ha mantenido en una solución salina y envuelto en hielo. Un sólo riñón es suficiente para mantener al receptor con salud, ya que éste amplía su función para todo el organismo. Los trasplantes de riñón son más sencillos que los de corazón, hígado o pulmón, y de un 80 a un 90% de los mismos son un éxito. Si el riñón sufre rechazo, el paciente puede volver a la diálisis y, si el otro riñón está sano, someterse a una segunda operación de trasplante.

La insuficiencia renal es la disminución o interrupción de la filtración glomerular que puede producirse de manera brusca (insuficiencia renal aguda) o progresiva (insuficiencia renal crónica).
La hidronefrosis es el resultado de la obstrucción del flujo de orina en las vías urinarias, que casi siempre es consecuencia de anomalías congénitas de los uréteres o de una hipertrofia prostática. La nefroesclerosis arteriolar está originada por la lesión de las arteriolas renales, debido a su exposición persistente a presiones elevadas como consecuencia de una hipertensión de etiología no conocida.
Los cálculos renales, o piedras en el riñón, se deben al depósito de cristales de sales presentes en la orina. La mayoría de ellos están compuestos por calcio, principalmente oxalato de calcio. Otros cálculos están formados por ácido úrico, cisteína y fosfato amónico. Entre los factores de riesgo están los trastornos que elevan la concentración de sales en la orina. En algunos casos los cálculos aparecen cuando el nivel de calcio en la sangre se eleva de forma anormal como en la hipercalciuria, una enfermedad hereditaria, o en enfermedades que afectan a las glándulas paratiroides. En otros casos aparecen cuando el nivel de ácido úrico en la sangre es demasiado alto (véase Gota), por lo general debido a una dieta inadecuada. La ingestión excesiva de calcio y oxalato en la dieta, junto con un aporte escaso de líquidos, puede favorecer también la aparición de cálculos. Sin embargo, en la mayoría de los casos la causa es desconocida. Los cálculos pueden producir hemorragia, infección secundaria u obstrucción. Cuando su tamaño es pequeño, tienden a descender por el uréter hacia la vejiga provocando un dolor muy intenso que a menudo se acompaña de náuseas, vómitos y en ocasiones hematuria. El dolor cólico producido por los cálculos requiere tratamiento con analgésicos potentes. Una vez que el cálculo alcanza la vejiga, es posible que sea expulsado por la orina de forma inadvertida, desapareciendo el dolor. Si el cálculo es demasiado grande para ser expulsado, es necesario recurrir a la cirugía o a la litotricia (litotripsia), procedimiento que utiliza ondas de choque, generadas por un aparato localizado fuera del organismo, para desintegrar los cálculos.
La uremia aparece en la fase final de las enfermedades crónicas del riñón y es consecuencia no solo del fracaso de la excreción renal, que produce la acumulación en la sangre de los productos nitrogenados resultantes del metabolismo de las proteínas, sino también de la alteración de las funciones metabólicas y endocrinas que desempeña el riñón, como la homeostasis del equilibrio hidroelectrolítico y la síntesis de hormonas. El desarrollo de las diferentes técnicas de diálisis periódica, cuyo objetivo es eliminar de la sangre los productos de desecho y toxinas, y la generalización de los trasplantes de riñón han supuesto un gran avance para estos pacientes. 
El tumor de Wilms o nefroblastoma es un tumor renal que suele manifestarse en niños pequeños. Los últimos avances en su tratamiento han conseguido porcentajes de curación muy elevados.


viernes, 12 de noviembre de 2010

Aparato urinario


Vejiga
La vejiga es un órgano musculoso que almacena la orina producida por los riñones. En un adulto puede contener de medio a un litro de líquido. La orina abandona la vejiga a través de un conducto llamado uretra. Su vaciado es un acto reflejo, cuyo control en los niños precisa un proceso de aprendizaje que comprende varios años.

Aparato urinario, conjunto de órganos que producen y excretan orina, el principal líquido de desecho del organismo. En la mayoría de los vertebrados los dos riñones filtran todas las sustancias del torrente sanguíneo; estos residuos forman parte de la orina que pasa por los uréteres hasta la vejiga de forma continua.
Después de almacenarse en la vejiga la orina pasa por un conducto denominado uretra hasta el exterior del organismo. La salida de la orina se produce por la relajación involuntaria de un esfínter que se localiza entre la vejiga y la uretra, y también por la apertura voluntaria de un esfínter en la uretra. A los niños pequeños, antes de aprender a controlar el esfínter urinario, se les escapa la orina en cuanto se llena la vejiga. Muchos niños mayores y adultos padecen un trastorno denominado enuresis, en el que el afectado no puede controlar el esfínter urinario, y cuyo origen puede deberse en algunas ocasiones a un desequilibrio emocional. El miedo o temor pueden producir enuresis temporal. En los ancianos ciertos tipos de degeneración del sistema nervioso provocan incontinencia urinaria. La incapacidad para eliminar la orina almacenada puede deberse a un espasmo del esfínter urinario, al bloqueo del esfínter por un cálculo, a una hipertrofia de la próstata en varones o a una pérdida del tono muscular en la vejiga después de un shock o intervención quirúrgica. La retención de orina puede originarse también por una lesión nerviosa donde la médula espinal resulte afectada o una esclerosis múltiple.
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COMPOSICIÓN DE LA ORINA
En los seres humanos la orina normal suele ser un líquido transparente o amarillento. Se eliminan aproximadamente 1,4 litros de orina al día. La orina normal contiene un 96% de agua y un 4% de sólidos en solución. Cerca de la mitad de los sólidos son urea, el principal producto de degradación del metabolismo de las proteínas. El resto incluye nitrógeno, cloruros, cetosteroides, fósforo, amonio, creatinina y ácido úrico.
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EFECTOS DE LA ENFERMEDAD
El análisis de orina se utiliza con frecuencia para el diagnóstico de enfermedades. Un volumen de orina excesivo es característico de la diabetes insípida, y es de menor cuantía en la diabetes mellitus. La fiebre elevada o constante produce cierto grado de deshidratación y una disminución anómala del flujo de orina. En los pacientes que padecen hepatitis, la orina es oscura por la presencia de pigmentos biliares. La cantidad de urea se eleva en los estados febriles y en la diabetes mellitus, y desciende durante la inflamación del riñón o en los trastornos del equilibrio ácido-base. En la orina de los pacientes con leucemia o gota hay cantidades elevadas de forma anormal de ácido úrico.
La presencia de sustancias anormales en la orina es más importante incluso que las alteraciones en las cantidades de las sustancias habituales. En un trastorno renal conocido como albuminuria, la albúmina sérica se transfiere a la orina. En la diabetes mellitus aparece glucosa y las enfermedades infecciosas del aparato urinario pueden generar pus y bacterias en la orina. También la existencia de un gran número de hematíes en la orina sugiere la posibilidad de una hemorragia o de un cáncer del tracto urinario, mientras que un pequeño número indica la existencia de una cistitis (inflamación de la vejiga). Los cristales de sulfamidas señalan el depósito de estos fármacos en los riñones. Cuando se forman cálculos en el sistema urinario pueden aparecer cristales de diferentes sustancias en la orina. A veces un cálculo urinario puede ser expulsado por la orina y generalmente es acompañado de un dolor intenso y en algunas ocasiones de hemorragia.
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CONSISTENCIA DE LA ORINA
El sistema urinario de los reptiles y aves está diseñado para conservar agua; por esta razón la orina de estos animales es una masa sólida o semisólida. En lugar de obtener urea como producto del metabolismo de las proteínas, producen ácido úrico, que apenas es soluble en agua. En algunos peces se conserva el agua mediante concentraciones muy elevadas de urea, permitiendo de esta forma que su organismo absorba agua por ósmosis.


Embarazo y parto


Embarazo y parto, términos que comprenden el periodo de gestación del ciclo reproductivo humano.
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EMBARAZO
Embarazo humano
Aunque el periodo total de gestación de los seres humanos dura nueve meses, el feto tiene una apariencia humana reconocible hacia las 12 semanas de desarrollo. Los órganos vitales no están desarrollados como para permitir su supervivencia en el exterior hasta los siete meses. En el útero, el feto es especialmente sensible a los efectos de las drogas, el alcohol y los rayos X.

El embarazo comienza cuando el espermatozoide de un hombre fecunda el óvulo de una mujer y este óvulo fecundado se implanta en la pared del útero (véase Fecundación; Aparato reproductor). Como el embarazo altera los esquemas hormonales normales de una mujer, uno de los primeros síntomas del embarazo es la pérdida del periodo menstrual (véase Menstruación). Otros síntomas son: aumento de la sensibilidad de las mamas, cansancio, náuseas, sensibilidad a los olores, mayor frecuencia en la micción, cambios de humor y aumento de peso. Ciertas mujeres también experimentan deseos de sustancias poco usuales, como hielo, arcilla o almidón de maíz. Este estado, llamado pica, puede ser indicativo de una insuficiencia de hierro u otros nutrientes. Antes de la duodécima semana de embarazo es posible que algunos de estos síntomas remitan, pero aparecen otros. Por ejemplo, los senos aumentan de tamaño y se oscurecen los pezones. El síntoma más evidente es el aumento de peso. En la actualidad la mayoría de los médicos aconsejan que el aumento de peso no supere los 12 kilogramos al final del embarazo.
Embarazo: evolución en cada trimestre
Los 280 días (unas 40 semanas) del embarazo de una mujer se pueden dividir, con objeto de estudiar los cambios que se producen, en tres trimestres. Durante ese tiempo el cuerpo de la madre experimenta una serie de cambios destinados a asegurar el crecimiento, alimentación y nacimiento del bebé.

Los primeros meses del embarazo son los más críticos para el niño en desarrollo, ya que durante este periodo se forman su cerebro, brazos, piernas y órganos internos. Es por esta razón que una mujer embarazada debería tener especial cuidado antes de tomar ningún tipo de medicación si no es aconsejada por un médico que conoce su estado. También debería evitar los rayos X y el consumo de tabaco y alcohol.
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COMPLICACIONES
Amniocentesis
En la amniocentesis, prueba médica que, cuando procede, se realiza generalmente en el cuarto mes de embarazo, se extraen unos 28 ml del líquido amniótico que rodea al feto para su estudio. El examen de las células fetales contenidas en la muestra puede aportar una valiosa información sobre anormalidades del desarrollo.

La salud del hijo que está aún por nacer, preocupa sobre todo a las madres que superan los 35 años, ya que entonces son más frecuentes los problemas genéticos. Hay pruebas seguras y efectivas para detectar los desórdenes genéticos que causan subnormalidad y otros problemas. La prueba más común es la amniocentesis. En el 95% de los casos en los que se realiza, el feto es normal. Ciertos médicos recomiendan a todas las mujeres de más de 35 años someterse a esta prueba.
Aunque la mayoría de los embarazos transcurre con normalidad, pueden surgir ciertas complicaciones. Una de ellas, bastante rara pero que supone peligro de muerte, es el embarazo ectópico o extrauterino, en que el óvulo fecundado se implanta fuera del útero, ya sea en el abdomen o en una trompa de Falopio. Entre los síntomas están los dolores súbitos e intensos en la parte baja del abdomen hacia la séptima u octava semana de embarazo. Si no se trata quirúrgicamente con rapidez, el embarazo ectópico puede derivar en grandes hemorragias internas y posiblemente en la muerte.
Un 15% de todos los embarazos acaban en aborto espontáneo, que suele ocurrir entre la cuarta y la duodécima semana de embarazo. La mujer que sospeche que está embarazada y experimente punzadas abdominales o sangrado vaginal, debería consultar de inmediato con un médico.
La toxemia es otra complicación seria de la última etapa del embarazo. Los síntomas son hipertensión, aumento súbito y cuantioso de peso debido a un edema, llegando a ganar de 11 a 13 kilos en un mes, y aparición de proteínas en la orina. Si no se trata, llega a producir ataques de apoplejía y coma que, en casos extremos, puede conducir a la muerte del niño. Cuando se diagnostica una toxemia grave, hay que extraer al niño lo antes posible para protegerlo tanto a él como a la madre. Esta situación desaparece con el nacimiento.
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PARTO
Cesárea
En la cesárea se practica una incisión de hasta 15 cm de longitud que atraviesa la pared abdominal, el útero y la bolsa amniótica, por la cual se saca del útero al niño, además de la placenta.

Un embarazo normal dura unas 40 semanas, o 280 días, contando desde el comienzo del último periodo menstrual. A veces las mujeres dan a luz mucho antes de la fecha esperada, lo que da origen a un niño prematuro. Un 7% de los niños que nacen son prematuros, es decir, nacidos antes de la semana 37 de embarazo. Los niños que nacen unas pocas semanas antes suelen desarrollarse con normalidad. Los últimos avances en el cuidado de niños prematuros permiten sobrevivir a muchas criaturas que nacen con 25 o 26 semanas. Si el embarazo dura más de 42 semanas, el parto recibe el nombre de parto postérmino.
El parto, proceso mediante el cual el niño es expulsado del útero por la vagina, comienza con contracciones irregulares del útero cada 20 o 30 minutos. A medida que avanza el proceso, aumenta la frecuencia e intensidad de las contracciones. La duración normal del parto para una madre que espera su primer hijo es de 13 a 14 horas, y unas 8 o 9 para una mujer que ha dado a luz antes. No obstante, existen grandes variaciones en cuanto a la duración del parto.
Etapas del parto
El preparto es un periodo de contracciones irregulares del útero, en el cual el fino cérvix se reblandece y comienza a dilatarse. En la primera etapa del parto (arriba a la izquierda), el útero se contrae con fuerza y regularidad. El cérvix (en el centro), se dilata con cada contracción, y la cabeza del bebé gira para adaptarse a la pelvis de la madre. En la segunda etapa (derecha), la madre empuja o presiona hacia abajo, en respuesta a la presión ejercida contra sus músculos pélvicos. La coronilla de la cabeza del bebé comienza a hacerse visible en el canal del parto ensanchado. Cuando la cabeza emerge por completo (abajo a la izquierda y en el centro), el doctor gira los hombros del bebé, que emergen con la siguiente contracción. El resto del cuerpo se desliza entonces hacia el exterior con relativa facilidad, y se obtura y se corta el cordón umbilical. La tercera etapa (a la derecha), se da dentro de los diez minutos siguientes al nacimiento. El útero continúa contrayéndose y se expulsan los restos del cordón umbilical y la placenta.

Tradicionalmente, el parto se divide en tres periodos: dilatación, expulsión y alumbramiento. El primero comprende desde el comienzo de los dolores o contracciones hasta que el cuello uterino se ha dilatado completamente. El periodo de expulsión empieza en el momento en que el feto comienza a progresar a lo largo del canal del parto, una vez dilatado el cuello, y termina en el momento de su completa salida al exterior. Desde este momento, hasta la total expulsión de la placenta y sus membranas, se extiende el periodo de alumbramiento.
Algunas mujeres prefieren algún tipo de anestesia para aliviar el dolor del parto. Sin embargo, el parto natural cada vez es más frecuente debido en parte a que muchas mujeres saben que la anestesia y la medicación que reciben pueden llegar rápidamente a través de la placenta al niño por nacer.
Otra opción para conseguir una disminución de las molestias durante el parto es la anestesia local, donde sólo se duermen aquellas partes del cuerpo de la madre afectadas por el dolor del parto. Tales anestésicos incluyen el bloqueo de la parte inferior de la espina dorsal y la inyección epidural, con la que se anestesia la región pélvica. La epidural no se debe usar al principio de la dilatación porque prolonga peligrosamente el parto; después sólo se utiliza para calmar el dolor de la expulsión (y quizás de la dilatación final). Otra opción es la cesárea, que consiste en sacar al bebé del útero quirúrgicamente, pero no es una alternativa para el dolor. Sirve para evitar algunas complicaciones del parto natural y sólo se realiza si existe una razón médica específica.


Menstruación


Un ciclo menstrual típico comienza con tres a cinco días de menstruación, o expulsión del revestimiento uterino, durante la cual los niveles hormonales son bajos. Al final de la menstruación, una hormona hipofisaria estimula el desarrollo de nuevos folículos en el ovario. Éste secreta estrógenos cuando los folículos maduran, e induce la proliferación de las células del revestimiento del útero. Hacia la mitad del ciclo, un folículo maduro libera un óvulo. El folículo vacío forma el cuerpo lúteo, un cuerpo endocrino que secreta progesterona. Bajo la influencia adicional de la progesterona, el revestimiento uterino se engrosa y se hace más denso, como preparación para la implantación del huevo fecundado. Si la fecundación no se lleva a cabo, el cuerpo lúteo muere y los niveles hormonales bajan. Sin estímulo hormonal, el revestimiento uterino se deshace y es expulsado, comenzando un nuevo periodo menstrual y un nuevo ciclo.

Menstruación, flujo sanguíneo que se produce en la mujer y en las hembras de los mamíferos. Está constituido por sangre y por células procedentes del revestimiento uterino (endometrio). Se produce durante la edad fértil de la mujer; por lo general comienza entre los 10 y los 16 años, en la pubertad, y cesa hacia los 45 o 55 años en la menopausia. La menstruación forma parte del proceso que prepara a la mujer para el embarazo y el parto. Cada mes aumenta el revestimiento del útero; si no se produce un embarazo este revestimiento se rompe y es eliminado a través de la vagina. El periodo menstrual abarca entre tres y siete días que es el tiempo que dura la menstruación (véase Aparato reproductor).
En la mayoría de las mujeres, el ciclo menstrual dura unos 28 días, pero puede variar de forma considerable incluso de un mes a otro. El ciclo se inicia por la acción de hormonas presentes en la sangre que estimulan a los ovarios (los dos órganos femeninos que producen los óvulos, o huevos). Cada mes, las hormonas actúan sobre un óvulo para que madure, es decir, se vuelva susceptible de ser fecundado y de desarrollarse para dar lugar a un feto. El ovario también produce hormonas por sí mismo, sobre todo estrógenos y progesterona, que hacen que el endometrio se vuelva más grueso. Hacia la mitad del ciclo menstrual, catorce o quince días antes del siguiente periodo, el ovario libera el óvulo maduro en un proceso llamado ovulación. El huevo pasa a través de la trompa de Falopio hasta el útero. Si el óvulo se une a un espermatozoide en su camino hacia el útero se produce la fecundación y el consiguiente embarazo.
Los tres días que el óvulo tarda en llegar al útero después de haber sido liberado por el ovario constituyen el periodo fértil de la mujer. Si se produce la fecundación, el óvulo se une al revestimiento uterino enriquecido y queda establecido el embarazo. Durante la gestación no hay menstruación, y con frecuencia la falta de un periodo es la primera señal de que el embarazo existe. Si no se produce la fecundación el revestimiento uterino no recibe las hormonas que necesita para continuar el proceso de crecimiento, se rompe y es eliminado durante la menstruación.
Muchas mujeres padecen dolor y malestar premenstrual. Entre uno y siete días antes de cada periodo es común que se produzca dolor de mamas y una tendencia a retener líquidos (hinchazón). Algunas mujeres también experimentan la tensión premenstrual en forma de cefaleas, irritabilidad, nerviosismo, fatiga, ataques de llanto, y depresiones sin causa aparente (estrés premenstrual). Algunas mujeres también padecen calambres menstruales severos (dismenorrea) durante el primero o los dos primeros días del periodo. Aunque se creía que los síntomas premenstruales y el malestar durante la menstruación tenían un origen psicológico, investigaciones recientes indican que los responsables son los cambios químicos y hormonales. Las nuevas medicaciones son eficaces para tratar estos problemas. La amenorrea (ausencia de periodos) tiene un origen tanto físico como psicológico.


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