Cetáceos


Los cetáceos se clasifican en dos grupos: los cetáceos con dientes, como los delfines o el cachalote, y los cetáceos con barbas, como la ballena jorobada mostrada en la imagen. Las barbas son placas córneas que cuelgan de la mandíbula superior de la ballena y ayudan a filtrar el plancton de las toneladas de agua de mar que penetran en su boca. El plancton está formado por organismos tanto animales (zooplancton) como vegetales (fitoplancton), que son muy pequeños y constituyen la única fuente de comida de los cetáceos con barbas.

Cetáceos, orden de mamíferos completamente adaptados al medio acuático; pasan toda su vida, desde que nacen hasta que mueren, en el agua. El orden Cetáceos incluye unas 79 especies de ballenas, delfines, orcas, calderones, narvales y cachalotes.


Ballena saltando fuera del agua

La investigación científica ha demostrado que los cetáceos descienden de un animal terrestre con cuatro extremidades. Según los últimos estudios estos mamíferos podrían haber evolucionado a partir de un artiodáctilo primitivo, a partir del cual habrían descendido también los artiodáctilos modernos, como las ovejas, los ciervos, los cerdos o los hipopótamos. Precisamente estos últimos animales parecen ser los parientes vivos más próximos de los cetáceos. Los primeros restos fósiles de cetáceos conocidos datan de hace 52 millones de años, pero muchos científicos estiman que el origen de estos animales se remonta aún más atrás, hace 60 millones de años. Hace poco se han descubierto esqueletos fósiles de cetáceos en Pakistán que datan del eoceno y que indican que los primeros miembros de este orden ondulaban la columna vertebral para nadar y mover la parte final del cuerpo en sentido vertical, arriba y abajo, de modo similar a como lo hacen las nutrias modernas.
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ODONTOCETOS Y MISTICETOS
Odontocetos y Misticetos
Algunos cetáceos como la ballena gris o los rorcuales comen filtrando su alimento. Pertenecen al grupo de los cetáceos con barbas (Misticetos); carecen de dientes, y en su lugar, la mandíbula superior lleva muchas placas córneas, las barbas, que cuelgan hacia abajo. El borde filamentoso de cada una de estas placas atrapa a modo de criba el alimento y lo filtra. El ancho de las barbas determina el tipo de dieta de la ballena. El otro grupo principal de cetáceos son los Odontocetos o cetáceos con dientes.

El orden Cetáceos se divide en 2 subórdenes: Odontocetos o cetáceos con dientes (delfines y cachalotes) y Misticetos o cetáceos con barbas (ballenas verdaderas). Los Odontocetos tienen los dientes todos iguales, tanto en el tamaño como en la forma, y se alimentan de peces, calamares, crustáceos y otros invertebrados; una especie, la orca, tiene una dieta más variada que incluye aves y mamíferos marinos. El cachalote también pertenece a este grupo; el macho alcanza una longitud de 18,3 m y la hembra de 12,2 m.


Orca
La orca es un gran depredador marino y entre sus presas están: peces, focas, leones marinos y ballenas. Las orcas tienen una estructura social bien definida que gira en torno a la hembra dominante. Al igual que otros cetáceos con dientes (Odontocetos), la comunicación entre los individuos está basada en la diversidad de sonidos que emiten estos animales. El silbido que se oye aquí pertenece al calderón.

El suborden Misticetos está formado por 11 especies —todas han sido o son cazadas con fines comerciales— y se caracterizan porque de la mandíbula superior cuelgan una serie de placas córneas llamadas barbas. El número de barbas oscila entre 160 y 360 en cada lado de la mandíbula y presentan en su borde interior un aspecto filamentoso. Las barbas se utilizan a modo de filtro para capturar el plancton o el krill que constituye la dieta de estos animales; cuando se alimentan, las ballenas abren la boca para que penetre la mayor cantidad de agua posible; después, la cierran y presionan con la lengua hacia arriba y contra la franja filamentosa de las barbas para expulsar el agua de la boca, de forma que el alimento quede atrapado en ellas. Las ballenas con barbas suelen pasar el verano en las aguas polares, donde abunda el plancton y disponen de comida abundante, después migran hacia el sur, hacia las zonas templadas y tropicales, para pasar el invierno y reproducirse.
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CARACTERÍSTICAS
Estructura de la extremidad anterior de un mamífero
La estructura del esqueleto de los mamíferos se ha modificado según las necesidades particulares de cada animal. En el esquema, los diferentes huesos de las extremidades anteriores están adaptados a un tipo determinado de locomoción. En el primer esquema empezando por la izquierda, se aprecia como el gran peso del elefante requiere una estructura robusta y fuerte; por el contrario, las alas del murciélago están soportadas por los huesos finos y alargados de los dedos. En el caso de los mamíferos acuáticos, como la marsopa, las extremidades anteriores se han transformado en aletas, mientras que en el caso del gibón, los dedos de las manos están muy alargados para poderse agarrar bien a las ramas de los árboles.

La adaptación a la vida acuática de los cetáceos ha sido de tal magnitud que su apariencia recuerda por completo a la de un pez. Las extremidades anteriores han evolucionado hasta convertirse en aletas; aunque sus huesos todavía muestran reminiscencias de elementos óseos articulados terminados en dedos, las extremidades posteriores se han perdido por completo y no hay ninguna conexión anatómica entre éstas y la cola. La cola es grande, dispuesta en un plano horizontal y constituye el principal órgano propulsor en el desplazamiento; además, no contiene hueso sino tejido elástico y fibroso que le confiere firmeza y flexibilidad. Por otro lado, el cuerpo está cubierto por una capa de grasa que ayuda a la flotación del animal, a mantener el calor y como medio para almacenar energía. La piel de los cetáceos carece de glándulas sudoríparas, de glándulas sebáceas y de pelo.


Anatomía de una ballena

Al igual que otros mamíferos, los cetáceos tienen pulmones. Respiran a través de uno o un par de orificios (espiráculos), situados encima de la cabeza y al contrario de lo que se cree, no expulsan agua cuando exhalan el aire y forman el característico surtidor. Éste varía en longitud y forma según la especie de que se trate; consiste en vapor de agua presente en los pulmones que, en contacto con el aire, se condensa en diminutas gotas de agua visibles a gran distancia.


Capa aislante
Los mamíferos terrestres tienen una capa de pelo cuya función principal es la de mantener una capa de aire que aísle el cuerpo contra la pérdida de calor; sin embargo, los mamíferos acuáticos mantienen el calor del cuerpo gracias a una capa de grasa que está situada debajo de la piel, lo cual les confiere un diseño más hidrodinámico y los convierte en nadadores más eficientes. En los cetáceos, la capa de grasa está justo debajo de la dermis y puede alcanzar un grosor de unos 50 centímetros. Debajo de la capa aislante de grasa está el músculo, aunque entre ellos hay diferentes tipos de tejido conectivo. Los cetáceos han sido cazados debido a esta capa de grasa; cuando esta se transforma en aceite, se emplea como combustible para lámparas y también se utiliza en la composición de pinturas, jabones, cosméticos y otros productos.

Los cetáceos presentan una serie de adaptaciones fisiológicas que les capacitan para sumergirse a profundidades bastante grandes. En primer lugar, tienen un volumen de sangre mayor al de los mamíferos de tamaño y peso similar, y una capacidad mayor para almacenar oxígeno en la sangre y en los tejidos musculares. En segundo lugar, en cada inspiración se renueva entre el 80% y el 90% del aire de los pulmones frente al 10% o 20% de la mayoría de los mamíferos terrestres. En tercer lugar, los cetáceos pueden tolerar cierta cantidad de dióxido de carbono en los tejidos, mientras que en el resto de los mamíferos la acumulación de éste desencadena una respuesta respiratoria involuntaria. Los Misticetos pueden aguantar la respiración hasta 50 minutos cuando bucean y los cachalotes hasta 75 minutos; éstos suelen alcanzar profundidades de 460 m para buscar una de sus presas favoritas, el calamar gigante. Por último, los cetáceos son capaces de restringir el riego sanguíneo sólo a órganos vitales durante una inmersión profunda, de manera que dichos órganos no se dañen por la falta de oxígeno.
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REPRODUCCIÓN Y DESARROLLO
La reproducción de los cetáceos es, en esencia, similar a la del resto de mamíferos. Los individuos que alcanzan la madurez sexual llevan a cabo un cortejo después del cual viene la cópula, que tiene lugar en el agua (no se sabe si las parejas permanecen después juntas o no). La hembra pare una sola cría tras un periodo de gestación que varía entre 9 y 16 meses según la especie.
El joven cetáceo puede nadar desde el mismo instante en que nace, y subir sin ningún tipo de ayuda hasta la superficie para respirar por primera vez. Poco después comienza a tomar leche de cualquiera de las dos mamas situadas a cada lado de la abertura genital de la madre. La leche de los cetáceos es muy nutritiva y el recién nacido crece muy deprisa. Por ejemplo, la cría recién nacida de una ballena azul, que mide 7 m de longitud y pesa 1,8 toneladas, dobla su peso en su primera semana de vida; cuando tenga siete meses de edad medirá 17 m de largo y pesará 22 toneladas. Es posible que las crías sean destetadas entre ocho meses y dos años después de su nacimiento; sin embargo, la edad a la que comienzan a llevar una vida independiente se desconoce en la mayor parte de las especies. En algunas, como en la orca, parece que los jóvenes siempre permanecen junto al grupo familiar, que oscila entre 5 y 12 individuos.
Los cetáceos alcanzan la madurez sexual entre los 6 y los 13 años. La longevidad depende de las especies; los Odontocetos de pequeño tamaño como la beluga viven unos 30 años; los de mayor tamaño como el cachalote, unos 70 años; y los Misticetos es probable que lleguen a vivir 80 años. Sin embargo, no todos los cetáceos llegan a estas edades; enfermedades, accidentes y ataques de los depredadores (orcas, tiburones y el ser humano), impiden que esto suceda.
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SENTIDOS E INTELIGENCIA
Grandes cerebros
El cerebro de los cetáceos y los elefantes es el único que supera en tamaño al del ser humano. Sin embargo, el significado de este hecho plantea algún problema cuando se tiene en cuenta la inteligencia. Los mamíferos como clase presentan una proporción más o menos constante entre el peso de su cerebro y el de su cuerpo (representado en el gráfico por la línea continua). Dicha proporción es claramente más grande en el caso del ser humano (situado en el gráfico en el punto más alejado de la línea), al que le sigue de cerca la marsopa. Un tamaño de cerebro más grande en relación con el tamaño del cuerpo implica a su vez un área mayor de la parte del cerebro que está asociada a la inteligencia.

El oído es el sentido más importante de los cetáceos. Se sabe que producen al menos dos tipos de sonidos, los que intervienen en su sistema de ecolocación y las vocalizaciones, probablemente producidos por el movimiento del aire al entrar y salir de los sacos nasales. Las vocalizaciones —son las conocidas canciones de las ballenas— parecen ser más bien un medio de comunicación entre los miembros de la misma especie, mientras que los sonidos de ecolocación funcionan como una especie de sonar biológico, que les sirve para orientarse en el agua. Gracias a este sistema estos animales discriminan con precisión el tamaño o la distancia a la que se encuentra un objeto. Para ello, dirigen hacia éste los sonidos que, después de rebotar en el objeto, vuelven hacia el animal y le proporcionan toda la información necesaria. Es fácil deducir que la ecolocación es de gran ayuda y supone una gran ventaja a la hora de orientarse, navegar o capturar presas en la oscuridad de las profundidades marinas. Por otro lado, esto no supone que los cetáceos tengan una visión pobre: por ejemplo, la agudeza visual de la orca bajo el agua es igual a la de un mamífero terrestre como el gato.
Los cetáceos son los únicos animales (con excepción del elefante) que tienen un cerebro más grande que el del ser humano. El peso medio del cerebro de un cachalote es de 9 kg, el de un elefante de 4,5 kg, el del delfín mular de 1,7 kg y el del ser humano de 1,35 kg; sin embargo, la relación entre el tamaño del cerebro y la inteligencia de los cetáceos todavía no está clara. En cautividad, las ballenas y los delfines muestran una gran capacidad para aprender, pero como la observación de los cetáceos en estado natural es muy difícil, se sabe muy poco de su vida en estado salvaje. Algunas especies son solitarias la mayor parte de su vida, mientras que otras viven en grupos familiares o forman grupos de cientos de individuos. Las orcas muestran un comportamiento de cooperación muy desarrollado cuando cazan, lo que indica que debe haber una comunicación muy activa entre los miembros del grupo. A pesar de todo lo que se ha escrito sobre la existencia de un “lenguaje” de los cetáceos y de su posible similitud con la comunicación humana, los resultados de las investigaciones en este campo no son todavía concluyentes.
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LA CAZA DE LOS CETÁCEOS
Caza de cetáceos
Los cetáceos, perseguidos y capturados durante siglos como fuente de comida, aceite y muchos otros productos, disminuyeron en número desde mediados del siglo XIX, y hoy muchas especies se encuentran amenazadas. La mayoría de los países han suspendido sus actividades balleneras. En la imagen, una ballena es descuartizada en una playa islandesa.

Durante siglos, los cetáceos han sido cazados para obtener diversos productos: carne, alimento habitual en algunos países como Japón; grasa, obtenida de la espesa capa subcutánea y utilizada, hasta el siglo XIX, para la iluminación; espermaceti, cera presente en la cabeza de algunos cetáceos, muy importante para la industria cosmética; ámbar gris, concreción sólida que se forma en el estómago o el intestino del cachalote, también empleada en la preparación de perfumes; y marfil, presente en los dientes de los Odontocetos. De las barbas de los Misticetos también se obtenían en el siglo XIX las varillas de los corsés. En la actualidad, a partir de los tendones se fabrican cuerdas para las raquetas de tenis. La caza de estos animales ha llevado a la regresión a muchas de las especies. La ballena vasca, de la que se calcula que sólo sobreviven 300-600 ejemplares, es actualmente la especie más cazada; la siguen el rorcual aliblanco, el cachalote, la ballena jorobada y la ballena boreal o ballena de Groenlandia.
La caza excesiva a la que se han visto sometidos estos mamíferos, determinó la creación, en 1946, de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), organismo internacional que se encarga de la regulación de la pesca comercial de cetáceos formado por representaciones de diferentes países implicados o no directamente en la caza de ballenas. El objetivo principal de dicha organización es realizar un manejo adecuado de las poblaciones de cetáceos para que su explotación comercial sea compatible con su conservación. En 1975, durante la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre Ambiente Humano, las peticiones para el cese de la caza presentadas por muchos países fueron desatendidas. En 1982 entró en vigor una moratoria internacional propuesta por la propia CBI que establecía, para cada uno de los 35 países firmantes y para cada especie, las cuotas de captura posibles; algunos países —en especial Noruega y Japón no estuvieron conformes con esta normativa y han seguido cazando ballenas argumentando su captura con fines científicos. Las diferencias no se han resuelto todavía.
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ESPECIES PRESENTES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
Las especies de ballenas que frecuentan las costas de la península Ibérica son la ballena jorobada (también llamada, xibarte o yubarta), muy rara en aguas ibéricas y considerada como especie en peligro de extinción; la ballena vasca, conocida también como ballena negra o ballena franca septentrional, considerada ya extinguida en nuestras costas; el rorcual azul, considerada especie en peligro de extinción; el rorcual aliblanco y el norteño o boreal, consideradas raras; el rorcual común, frecuente en todas las costas ibéricas, pero considerada vulnerable debido a su caza; el cachalote, común en las costas españolas, incluidas las de Canarias; el cachalote pigmeo, no muy habitual; la marsopa, bastante habitual en las costas atlánticas; el calderón tropical, poco frecuente; el calderón común, muy habitual en las aguas peninsulares; la orca, considerada como especie vulnerable y relativamente habitual en las costas atlánticas y cantábricas; la falsa orca, pseudorca u orca bastarda, muy escasa en costas atlánticas; y el calderón gris, no infrecuente en aguas ibéricas. Hay además ballenatos o zifios como el zifio de Cuvier o zifio común, el ballenato de hocico de Sowerby, el ballenato de hocico de Gervais, el ballenato de hocico de Blainville, el ballenato de hocico de True y el calderón de hocico boreal.
Clasificación científica: las ballenas, los delfines, las marsopas, los cachalotes, los calderones y los narvales pertenecen al orden de los Cetáceos (Cetacea), que comprende unas 79 especies. Este orden está subdividido en dos subórdenes: los Odontocetos (Odontoceti) o cetáceos con dientes y los Misticetos (Mysticeti) o cetáceos con barbas. Dentro de los Odontocetos se encuentran el cachalote (Physeter catodon o Physeter macrocephalus) incluido en la familia Fisetéridos (Physeteridae); el cachalote pigmeo (Kogia breviceps) perteneciente a la familia Kógidos (Kogiidae); el zifio de Cuvier (Ziphius cavirostris), el ballenato de hocico de Sowerby (Mesoplodon bidens), el ballenato de hocico de Gervais (Mesoplodon europaeus), el ballenato de hocico de Blainville (Mesoplodon densirostris), el ballenato de hocico de True (Mesoplodon mirus) y el calderón de hocico boreal (Hyperoodon ampullatus), que pertenecen a la familia de los Zífidos (Ziphiidae); el calderón común (Globicephala melaena o Globicephala melas), el calderón tropical (Globicephala macrorhynchus), el calderón gris (Grampus griseus), la orca (Orcinus orca) y la orca bastarda (Pseudorca crassidens) que pertenecen a la familia de los Delfínidos (Delphinidae); y la marsopa (Phocoena phocoena) incluida en la familia de los Focénidos (Phocoenidae). Del grupo de los Misticetos son el rorcual común (Balaenoptera physalus), el rorcual norteño (Balaenoptera borealis), el rorcual aliblanco (Balaenoptera acutorostrata), el rorcual azul (Balaenoptera musculus) y la ballena jorobada o xibarte o yubarta (Megaptera novaeangliae) que pertenecen a la familia de los Balenoptéridos (Balaenopteridae). Por último, la ballena vasca o ballena franca septentrional (Eubalaena glacialis o Balaena glacialis) y la ballena boreal o de Groenlandia (Balaena mysticetus) pertenecen a la familia de los Balénidos (Balaenidae).


viernes, 14 de enero de 2011

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