Reproducción


La asombrosa 
Reproducción
Tijereta
En algunas especies de tijereta, la hembra vigila los huevos antes y después de que hayan eclosionado, un comportamiento social poco común entre los insectos.

Reproducción, proceso por el cual procrean los organismos o células de origen animal y vegetal. Es una de las funciones esenciales de los organismos vivos, tan necesaria para la preservación de las especies como lo es la alimentación para la conservación de cada individuo.
En casi todos los organismos animales la reproducción ocurre durante o después del periodo de crecimiento máximo. En las plantas, que continúan creciendo durante toda su vida, la relación entre crecimiento y reproducción es más compleja. Los organismos vegetales tienen el crecimiento limitado por sus características hereditarias y por las condiciones del medio en que viven. Si la planta crece en exceso, a causa de unas condiciones ambientales favorables, se estimula el proceso reproductor, produciéndose la dispersión vegetal. Los factores ambientales también influyen en la reproducción de los organismos animales, aunque en ellos, los hormonales son más importantes.
2
REPRODUCCIÓN ASEXUAL
Reproducción asexual
La ameba o amiba, un organismo unicelular, tiene un método de reproducción asexual muy simple: se divide por la mitad y forma dos células hijas más pequeñas. Tras un periodo de alimentación y crecimiento, estas dos células hijas se dividen a su vez de la misma forma.

Los organismos celulares más simples se reproducen por un proceso conocido como fisión o escisión, en el que la célula madre se fragmenta en dos o más células hijas, perdiendo su identidad original. La división celular que da lugar a la proliferación de las células que constituyen los tejidos, órganos y sistemas de los organismos pluricelulares no se considera una reproducción, aunque es casi idéntica al proceso de escisión binaria. En ciertos animales pluricelulares, tales como cnidarios, esponjas y tunicados, la división celular se realiza por yemas. Estas se originan en el cuerpo del organismo madre y después se separan para desarrollarse como nuevos organismos idénticos al primero. Este proceso, conocido como gemación, es análogo al proceso de reproducción vegetativa de las plantas. Procesos reproductores como los citados, en los que un único organismo origina su descendencia, se denominan científicamente reproducción asexual. En este caso, la descendencia obtenida es idéntica al organismo que la ha originado.
3
REPRODUCCIÓN SEXUAL
Protozoos ciliados en conjugación
La conjugación es la forma de reproducción sexual más simple. Se produce cuando 2 células se unen e intercambian material genético.

Ciertos organismos unicelulares se multiplican por conjugación. En este proceso, análogo a la fecundación, dos organismos unicelulares similares se fusionan, intercambian material nuclear y se separan. Después, cada uno de ellos se reproduce por escisión. A veces, los organismos participantes no se reproducen y parece que el proceso los revitaliza. La conjugación es el método más primitivo de reproducción sexual en el que se obtienen organismos con características genéticas derivadas de dos células distintas. La mayoría de los animales y plantas pluricelulares tienen una forma de reproducción sexual más compleja en la que se diferencian de forma específica las células reproductoras o gametos masculino y femenino. Ambas se unen para formar una única célula conocida como cigoto, que sufrirá divisiones sucesivas y originará un organismo nuevo. Para definir la unión de los gametos masculino y femenino se utiliza el término fecundación. En esta forma de reproducción sexual, la mitad de los genes del cigoto, que portan las características hereditarias, procede de uno de los progenitores y la otra mitad del otro.
Dos espermatozoides humanos
La pequeña cabeza en forma de cápsula contiene la dotación cromosómica del macho. El flagelo que forma la cola ayuda al espermatozoide a avanzar hacia el óvulo para tratar de fecundarlo.

Muchos organismos pluricelulares inferiores y todos los vegetales superiores experimentan alternancia de generaciones. En este proceso una generación producida de forma sexual se alterna con otra que se obtiene por reproducción asexual.
Óvulos
En organismos con reproducción sexual, los óvulos (las estructuras esféricas grandes de esta fotografía) llevan la mitad de la información genética del individuo. El óvulo es el gameto femenino, mientras que el espermatozoide es el masculino. Como estos gametos llevan sólo la mitad del código genético, reciben el nombre de células haploides. El óvulo fecundado contiene también la aportación genética del macho y, por ello, se llama diploide.

En animales superiores, los individuos de una especie son masculinos o femeninos según produzcan células reproductoras masculinas o femeninas respectivamente. El gameto masculino típico, conocido como espermatozoo o espermatozoide, es una célula móvil con una cabeza que contiene el núcleo y una cola a modo de látigo, con la que se impulsa. El gameto femenino típico, llamado huevo u óvulo, es una célula redondeada, mucho más grande que el espermatozoide y que contiene gran cantidad de citoplasma alrededor del núcleo. Las células reproductoras de las plantas son muy similares a las de los animales: el gameto masculino se llama espermatozoide o microgameto y el femenino, óvulo o macrogameto.
3.1
Hermafroditismo
En algunos animales simples, como lombrices de tierra y sanguijuelas, los órganos reproductores producen esperma y óvulos en el mismo individuo (véase Hermafroditismo). Es frecuente en especies que presentan limitaciones en su dispersión geográfica, como animales sésiles o lentos de movimiento, o en parásitos. Aunque esos animales producen ambos tipos de gametos, la producción de esperma y óvulos ocurre en momentos diferentes y no suele haber autofecundación. En general, suele existir algún tipo de bloqueo que evita la autofecundación; por ejemplo puede ocurrir que los sistemas reproductores se localicen en distintas partes del cuerpo. En otros casos, como en algunos moluscos y en ciertas plantas con flores, los elementos masculinos y femeninos se producen en distintos momentos. Sin embargo, ciertos animales hermafroditas, como las tenias parásitas, suelen autofecundarse. Entre las plantas, un individuo puede tener órganos reproductores de un solo sexo, órganos reproductores separados de ambos sexos u órganos que contengan elementos masculinos y femeninos (véase Flores). Todos los animales superiores tienen órganos reproductores de un solo sexo.
3.2
Partenogénesis
Algunos organismos que se reproducen sexualmente, como los rotíferos y ciertos insectos sociales como las abejas, pueden originar un nuevo individuo adulto sin que ocurra fecundación; es decir el gameto femenino se desarrolla sin ser fecundado. Este proceso recibe el nombre de partenogénesis.
3.3
Fecundación cruzada
Requiere la unión de los gametos masculino y femenino, que se han originado a distancia. En las plantas, el viento y los insectos llevan el esperma hacia el huevo inmóvil o, en un medio líquido, el esperma nada hacia el huevo. En animales inferiores es común la deposición de gametos en el agua, pero este método no asegura que todos los gametos masculinos expulsados fecunden a los óvulos; sólo un porcentaje muy bajo del esperma descargado alcanzará los gametos femeninos. En animales superiores han evolucionado diferentes adaptaciones morfológicas mediante las cuales los espermatozoides contenidos en un líquido, llamado semen, se depositan en el segmento inferior del tracto reproductor femenino.
3.4
Inseminación
Fecundación interna
Los vertebrados terrestres se abrazan estrechamente durante la copulación, el acto por el cual el macho deposita su esperma en el aparato reproductor de la hembra. La cópula de las tortugas gigantes de las islas Galápagos, ilustrada aquí, puede durar varias horas; la inicia el macho, que golpea su caparazón contra el de la hembra para atraer su atención. Estos animales se aparean en primavera.

En vertebrados, la deposición interna de semen ocurre durante el proceso de copulación o cópula, también llamado coito o relación sexual. Durante la cópula, los animales se acercan lo suficiente y el macho inserta su órgano genital, el pene, en el conducto genital femenino, la vagina, descargando el semen en su interior. Este proceso se conoce como inseminación. Los espermatozoides animales pueden mantenerse vivos fuera del cuerpo durante mucho tiempo, por congelación. Si se introducen de forma artificial dentro del tracto reproductor femenino, aún son capaces de fecundar el óvulo. Este método, conocido como inseminación artificial, se aplica a personas con problemas de fertilidad (véase Infertilidad) y, en la cría de animales, para mejorar la productividad.
3.5
Apareamiento
La naturaleza estimula la atracción entre macho y hembra, necesaria para que ocurra la fecundación interna. En la mayor parte de los animales inferiores se produce en estaciones determinadas del año y está gobernada por secreciones endocrinas (véase Hormona). También, en la mayoría de las hembras de los mamíferos la receptividad para el apareamiento sólo es eficaz en cortos periodos a lo largo del año; este periodo fértil se llama estro o celo. En cambio los machos, por lo general, son capaces de cópula fértil en cualquier momento. Algunos animales, como la vaca, tienen varios periodos receptivos al año, el perro tiene uno o dos, mientras que las ratas y ratones tienen periodos receptivos cada cinco días. El estro se caracteriza por un aumento del impulso sexual y por cambios en los ovarios, el útero y la vagina. Los primates, a diferencia de otros mamíferos, muestran poco o ningún cambio cíclico en el impulso sexual y permiten la cópula en cualquier momento del ciclo menstrual. Las mujeres tienen, por lo general, un ciclo reproductor o menstrual de 28 días, y la ovulación tiene lugar 14 días antes del comienzo de la menstruación. El interés sexual en la especie humana está determinado más por influencias culturales que por el ciclo reproductor. En la mayoría de los animales la copulación está precedida por un periodo de cortejo cuyos rituales poseen una enorme variedad de estereotipos (véase Conducta animal). En la especie humana, el cortejo y las prácticas de apareamiento se han modificado de forma drástica debido a imposiciones de tipo social y religioso.
3.6
Gestación
Tras la fecundación del huevo, el cigoto resultante sufre divisiones celulares y diferenciación durante la formación del embrión. En la mayoría de las plantas superiores el embrión está cubierto por una capa de material nutritivo. A su vez, el conjunto está rodeado por una cubierta externa dura, que forma la semilla. En la mayoría de los animales inferiores el embrión envuelto por el material nutritivo del óvulo original está rodeado por una cubierta correosa o calcárea y es expulsado del cuerpo de la hembra. Animales como las aves que depositan sus huevos antes de que la cría esté desarrollada por completo reciben el nombre de ovíparos. Los animales ovovivíparos son los que producen huevos con cáscara, pero éstos eclosionan dentro del cuerpo de la madre. Los mamíferos, excepto los monotremas, son placentarios y nunca producen huevos con cáscara ya que el embrión se implanta en el útero materno y es alimentado hasta que está casi por completo desarrollado. Los animales que paren crías vivas, sin que exista formación de huevos, se llaman vivíparos. La etapa durante la cual estos animales llevan las crías en su interior se conoce como periodo de gestación.
Nacimiento de los mamíferos
Las hembras de los mamíferos placentarios, como la gata, alumbran crías que se han desarrollado en el interior de su cuerpo. Nueve semanas después de la fecundación, las hormonas estimulan las contracciones del útero para expulsar a los gatitos. Uno de los gatitos (que aparece en la primera imagen) ya ha nacido; el segundo asoma por el canal del parto. La madre lame al recién nacido para limpiarlo y muerde el cordón umbilical que todavía lo conecta con la placenta. Después nace otro gatito y, mientras tanto, los dos primeros, ciegos, descubren, por medio del olfato y el tacto, el camino que conduce hacia las mamas de la madre y empiezan a alimentarse. Después del alumbramiento de la última cría, la madre expulsa la placenta.

Los individuos de la especie humana pueden reproducirse durante un intervalo que se extiende desde la pubertad, hasta que la capacidad reproductora de la mujer se acaba con la menopausia, o cese de la menstruación.



Periodos de gestación de algunos mamíferos
ESPECIE
DÍAS DE GESTACIÓN

Caballo
340
Cabra
148
Cerdo
114
Gato
65
Guepardo
90
Hipopótamo
233
Jirafa
440
León
110
Oveja
150
Perro
63
Rata
22
Vaca
282

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Tejido conectivo


El asombroso Tejido conectivo
Tejido conectivo
Son tejidos conectivos el hueso, el cartílago, el tejido adiposo, los ligamentos y los tendones. Sujetan y conectan las distintas partes del cuerpo. La estructura depende de su función. La franja roja diagonal de esta imagen es un haz de fibras de elastina, que permite al tejido conectivo recuperar la forma después de deformarse.

Tejido conectivo, o conjuntivo, en anatomía es el tejido que sostiene el organismo animal y que conecta sus distintas partes. Se origina en las células de la capa mesodérmica embrionaria y da lugar a varios tipos de tejido, como el tejido conectivo laxo, que se infiltra en los órganos dando consistencia al tejido funcional, y el tejido conectivo denso, que aparece en la sustancia dura de los huesos y en la dentina. El tejido conectivo se caracteriza por tener gran cantidad de sustancia fundamental (que está entre las células del tejido) y que puede ser fluida, sólida o semisólida. El tejido conectivo denso regular, es blanco y da lugar a la mayoría de los tendones y ligamentos; el tejido conjuntivo elástico, es amarillo y forma estructuras como los ligamentos amarillos de las vértebras de la columna vertebral y los elementos elásticos de las paredes arteriales y de la tráquea; también aparece en las cuerdas vocales. Cumple funciones de amortiguación y sostén. Otros tipos de tejido conectivo son el tejido cartilaginoso o cartílago, que forma parte de las articulaciones y de las zonas de crecimiento de los huesos; el tejido adiposo, que recubre los órganos vitales para amortiguarlos (como los riñones) y sirve también de almacén del exceso de alimento. El tejido linfático y la sangre, también se relacionan directamente con el tejido conjuntivo durante el desarrollo embrionario; la neuroglia, el tejido de relleno del sistema nervioso central, está más relacionada con la piel. Véase Tejido.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Fractura


La dolorosa Fractura de hueso
Fracturas comunes
Con una fisura, el hueso no llega a romperse por completo. En las fracturas simples, o cerradas (sin desplazamiento), el hueso se parte, pero no la piel. En una fractura complicada, o abierta (con desplazamiento), el hueso roto desgarra la piel, con el riesgo de una posible infección. La zona que rodea la rotura se inflama y se decolora, pero algunas fracturas sólo pueden detectarse con rayos X. Los huesos de las personas ancianas, ya debilitados, son muy propensos a las fracturas.

Fractura (anatomía), rotura en un hueso o en un cartílago osificado. La fracturas simples o cerradas no son visibles en el exterior. Las fracturas complicadas o abiertas implican la solución de continuidad de la piel por lo que es frecuente la exposición del hueso. La fractura es simple o conminuta según el número de roturas presentes en el mismo hueso. Las fracturas son completas si la rotura abarca todo el hueso, o incompletas ('tallo verde') si la fractura no interrumpe del todo su continuidad, con desviación o aplastamiento del hueso. Las fracturas incompletas se observan con más frecuencia en los niños pequeños, cuyos huesos están dotados de más elasticidad. La mayor parte de las fracturas están causadas por un traumatismo, aunque también pueden ser consecuencia de una actividad normal como lanzar una pelota.
Los síntomas comunes de una fractura son dolor local intenso, hipersensibilidad e inflamación, con algún grado de deformidad. El único medio que permite detectar y definir con precisión el tipo de fractura son los rayos X.
La infección de una fractura abierta se trata con antisépticos y antibióticos. Si los fragmentos están próximos, se utiliza el estiramiento o la tracción para vencer la poderosa fuerza de los músculos y conseguir su alineación. Estas maniobras reciben el nombre de reducción de una fractura. Si no se consigue una alineación adecuada, se opera y se unen los fragmentos con tornillos, clavos, agujas, alambres o placas metálicas. Esta reducción se denomina abierta. Una vez realineados los fragmentos se aseguran desde el exterior con una escayola (yeso) o férula para inmovilizar la fractura y acelerar la consolidación. Durante el proceso de consolidación, el organismo forma tejido nuevo para unir los fragmentos fracturados. Los minerales se depositan en el tejido endureciéndolo para formar una estructura ósea nueva. Véase Osteoporosis.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Hueso


Los increíbles Huesos
Huesos de la mano

Hueso, tejido conjuntivo duro, componente principal de casi todos los sistemas esqueléticos en los vertebrados adultos. El hueso parece un tejido sin vida y, de hecho, la palabra esqueleto deriva de una palabra griega que significa ‘desecado’. Sin embargo, el hueso es, en realidad, una estructura dinámica formada por tejidos vivos, como las células óseas, las células grasas y los vasos sanguíneos, así como por materiales inertes como agua y minerales.
Huesos del pie

Los huesos son estructuras con funciones múltiples que desempeñan actividades vitales y diversas en los vertebrados. Forman la estructura de soporte para el cuerpo, al que sostienen y dan forma (véase Esqueleto). También presentan una superficie para la inserción de los músculos y actúan como brazos de palanca que permiten numerosos movimientos complejos. Muchos huesos protegen órganos internos blandos; por ejemplo, los huesos del cráneo protegen al cerebro, y las costillas forman una jaula alrededor de los pulmones y el corazón. Además de estas funciones estructurales y mecánicas, los huesos participan también en la fisiología del organismo. Almacenan calcio, un mineral esencial para la actividad de las células nerviosas y musculares. La zona central blanda del hueso, la médula ósea, es donde se forman los glóbulos rojos de la sangre, algunos glóbulos blancos y las plaquetas (véase Sangre).
Una persona adulta tiene 206 huesos, que representan el 14% del peso corporal total. El hueso más largo y resistente es el fémur, que en la madurez alcanza una longitud de 50 cm y una anchura de 2,5 cm aproximadamente. El hueso más pequeño, el estribo, es uno de los tres huesos diminutos alojados en el oído medio, con tan solo 0,18 cm de longitud.
2
ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN DEL HUESO
Sección de un hueso
Los huesos están compuestos de una intrincada estructura en capas que les proporciona la fuerza del acero y un peso semejante al del aluminio. Una red central con cavidades llamada hueso esponjoso proporciona fuerza sin añadir un peso excesivo. Una capa de hueso más denso llamada hueso compacto rodea el hueso esponjoso. El hueso compacto se compone de muchas unidades llamadas osteonas. Las osteonas constan de un canal central rodeado de capas concéntricas muy apretadas llamadas láminas. Cada canal de una osteona aloja vasos sanguíneos y nervios. Una capa final, una delgada membrana llamada periostio, protege el hueso y alberga los nervios y los vasos sanguíneos responsables de detectar el dolor y proporcionar nutrientes al hueso.

El hueso está formado por células vivas ampliamente repartidas en el interior de la matriz ósea. La matriz contiene osteoblastos, células que son renovadas constantemente en el hueso. Los osteoblastos fabrican y segregan colágeno, una proteína que proporciona elasticidad al hueso para soportar las fuerzas generadas al andar, coger peso y en otras muchas actividades. Los osteoblastos segregan también sales minerales formadas por calcio y fósforo que aportan dureza para que los huesos no puedan romperse con facilidad. Si es necesario más hueso, los osteoblastos nuevos llevan a cabo la tarea de reconstruirlo. Cuando el tejido óseo madura, los osteoblastos se transforman en osteocitos, células óseas maduras que llevan a cabo las actividades celulares habituales.
Existen dos tipos principales de hueso. El hueso compacto o cortical, que forma la mayor parte del hueso de los brazos y las piernas, es muy denso y duro en el exterior. Las unidades estructurales del hueso compacto son las osteonas, cilindros alargados que actúan como pilares de soporte de carga, capaces de soportar una fuerza mecánica aplicada al hueso. El centro de cada osteona contiene un conducto hueco, llamado canal o conducto de Havers, que actúa como vía de paso para los vasos sanguíneos y los nervios.
En algunos casos, por dentro del hueso compacto existe hueso esponjoso, también denominado hueso trabecular, formado por un entramado, en forma de panal, de estructuras denominadas trabéculas, que actúan como vigas de soporte. El hueso esponjoso está diseñado para soportar fuerzas en distintas direcciones, como la ejercida sobre la pelvis al flexionar o extender. Los espacios entre las trabéculas están ocupados por médula ósea roja que contiene los vasos sanguíneos que nutren al hueso esponjoso. El hueso esponjoso está presente en los huesos de la pelvis, costillas, esternón, vértebras, cráneo y en los extremos de los huesos largos de brazos y piernas.
Rodeando al hueso compacto y al hueso esponjoso existe una membrana delgada denominada periostio. La capa externa de esta membrana contiene nervios y vasos sanguíneos que se ramifican y distribuyen dentro del hueso. La capa interna del periostio está formada principalmente por osteoblastos.
La región en la que se ponen en contacto dos o más huesos se denomina articulación. Los distintos tipos de articulaciones permiten diferentes grados de movilidad. Algunas articulaciones presentan una movilidad muy limitada, como las presentes entre los huesos del cráneo. Otros huesos se mantienen unidos por estructuras de tejido conjuntivo resistente, denominadas ligamentos, y forman articulaciones como la articulación en bisagra del codo, que permite movimientos solo en una dirección. La articulación en pivote entre la primera y la segunda vértebra cervical permite girar la cabeza de lado a lado.
Existe otro tipo de tejido conjuntivo, muy relacionado con el hueso, denominado cartílago. El cartílago es más blando, más elástico y más compresible que el hueso. Está presente en zonas del cuerpo que precisan una combinación de resistencia y flexibilidad, como los extremos de los huesos, la punta de la nariz y la zona externa del oído.
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FORMACIÓN Y DESTRUCCIÓN DEL HUESO
Fracturas comunes
Con una fisura, el hueso no llega a romperse por completo. En las fracturas simples, o cerradas (sin desplazamiento), el hueso se parte, pero no la piel. En una fractura complicada, o abierta (con desplazamiento), el hueso roto desgarra la piel, con el riesgo de una posible infección. La zona que rodea la rotura se inflama y se decolora, pero algunas fracturas sólo pueden detectarse con rayos X. Los huesos de las personas ancianas, ya debilitados, son muy propensos a las fracturas.

Al comienzo del desarrollo del bebé dentro del cuerpo de la madre, el esqueleto está formado por cartílago. Aproximadamente hacia la octava semana del desarrollo fetal comienzan a depositarse sales de calcio y fósforo alrededor del cartílago. Sin embargo, hacia la semana 40 del desarrollo, los huesos fetales siguen estando formados principalmente por cartílago blando. El cráneo consiste en varias láminas de cartílago que aún no están unidas por completo. Los espacios entre estas láminas se denominan puntos blandos o fontanelas. El cartílago blando y las fontanelas permiten la compresión del cráneo durante su paso a través del canal del parto. Durante la infancia, el cartílago va siendo sustituido de manera gradual por hueso, gracias a la actividad de los osteoblastos. En el lactante existen más de 300 huesos, varios de los cuales se fusionan conforme madura.
A lo largo de la vida, el tejido óseo es destruido y reconstruido (proceso de remodelación) en respuesta a las demandas del cuerpo. Por ejemplo, siempre debe haber calcio en la sangre a una concentración determinada. Si baja la concentración de calcio en sangre, las células denominadas osteoclastos destruyen hueso para aportar calcio al torrente sanguíneo. Si el ejercicio aumenta la masa muscular, los huesos deben desarrollarse en consonancia para evitar que la tracción de unos músculos más potentes provoque una fractura en el hueso. En este caso, los osteoblastos promueven la formación de hueso nuevo.
Hueso fracturado
Esta radiografía ilustra un peroné (el hueso externo de los dos que unen la rodilla con el tobillo) fracturado. La fractura es completa, pues atraviesa el hueso por completo.

Durante la infancia y la adolescencia se forma mucho más hueso del que se destruye, de modo que el esqueleto crece en tamaño y en resistencia. Durante la fase inicial de la edad adulta, la destrucción ósea comienza lentamente a superar a la formación de hueso. Conforme la persona envejece, pierde tejido óseo y los huesos van debilitándose, lo que aumenta su susceptibilidad a la fractura. El ejercicio y una dieta apropiada son fundamentales para mantener la salud del hueso en todas las etapas de la vida. Los nutrientes, en especial una cantidad suficiente de calcio, fósforo, vitamina D y hormonas (hormona del crecimiento, parathormona u hormona paratiroidea, calcitonina y hormonas sexuales), influyen en el crecimiento del hueso.
Las fracturas o roturas del hueso son lesiones muy frecuentes. El proceso de reparación requiere la interacción de varios fenómenos. Aproximadamente una semana después de que se produzca una fractura, las células presentes en el periostio invaden la zona lesionada y producen un entramado fibroso. A continuación, otras células producen cartílago en dicho entramado. Por último, los osteoblastos penetran en este entramado y convierten el cartílago en hueso. La reparación completa puede durar semanas o incluso meses, según el estado de salud general de la persona, su edad y otros factores. En algunos casos se emplean férulas para el tratamiento de las fracturas, que son objetos firmes que dan soporte a la zona que rodea el hueso roto y limitan la movilidad. En otros casos, es necesario inmovilizar por completo el hueso fracturado para lograr la curación porque el movimiento podría provocar una nueva fractura en la zona. Estas fracturas suelen inmovilizarse con una escayola normal o de fibra de vidrio enrollada alrededor de la zona que rodea al hueso fracturado.
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ENFERMEDADES ÓSEAS
Raquitismo
El origen del raquitismo puede estar en un aporte insuficiente de vitamina D en la dieta o en una escasez de radiaciones ultravioletas solares. El raquitismo puede conducir a deformidad esquelética, como la incurvación de la columna vertebral o de las piernas. Esta radiografía muestra la deformación ósea debida a raquitismo.

Distintas enfermedades pueden afectar a los huesos. Una de las más frecuentes es la osteoporosis, que se caracteriza por un adelgazamiento del hueso que hace que este se debilite, fragilice y sea propenso a las fracturas. Muchos factores pueden causar osteoporosis, como la menopausia, la falta de ejercicio, un consumo insuficiente de calcio, la adicción al tabaco, la medicación con corticoides y el consumo excesivo de alcohol.
Osteoporosis
El hueso de la derecha, que forma parte de una vértebra lumbar, tiene osteoporosis y es mucho más delgado y poroso que el hueso sano de la izquierda.

Las deficiencias dietéticas de calcio, fósforo y vitamina D producen raquitismo, una enfermedad caracterizada por la formación anormal de hueso y deformidades esqueléticas. El raquitismo es más frecuente en la infancia. Las deficiencias dietéticas de estos nutrientes en adultos o los trastornos metabólicos que alteran la absorción de los nutrientes pueden provocar un reblandecimiento anormal del hueso, un problema denominado osteomalacia.
Las infecciones de los huesos denominadas osteomielitis están causadas por bacterias, generalmente del género Staphylococcus, que entran en el cuerpo a través de heridas abiertas y pueden destruir los tejidos óseos. El hueso puede presentar tumores o crecimientos anormales, aunque la mayoría son benignos. Los tumores malignos (cáncer) son muy poco frecuentes y pueden tener relación con una radiación excesiva, ya que muchas sustancias radiactivas tienen afinidad por el hueso, sobre todo por la médula ósea donde se acumulan con facilidad. Sin embargo, la mayoría de los tumores malignos del hueso se deben a la propagación de un cáncer desde otra región del cuerpo (metástasis). Los cánceres que tienen origen en el hueso, cartílago y otros tejidos conjuntivos se denominan sarcomas. Véase también Cáncer óseo. 

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