La bella Galatea



Galatea, en la mitología griega, una de las cincuenta nereidas, las hijas de Nereo, el viejo hombre del mar. La alegre y burlona ninfa del mar había despertado el amor del cíclope Polifemo, un feo gigante con un único ojo en medio de la frente. Galatea, sin embargo, no correspondió a su amor; ella lo provocaba y ridiculizaba, alentando sus esperanzas con palabras amables, pero rechazándolo. En leyendas posteriores, aunque su actitud frente al pesar amoroso del cíclope se hizo menos áspera, Polifemo nunca pudo obtener sus favores. Galatea finalmente se enamoró de Acis, un príncipe joven y hermoso a quien Polifemo mató en un arranque de celos.
En la Fábula de Polifemo y Galatea, Góngora retoma el mito de Galatea, el cíclope y Acis, siguiendo la narración de Ovidio en su Metamorfosis. El amor, en esta obra de Góngora, trastorna y religa la naturaleza, convirtiéndolo en devoción. Así define a la ninfa en la octava 19: “bien sea religión, bien amor sea, /deidad, aunque sin templo, es Galatea”.
En la mitología romana, Galatea era el nombre de la estatua que representaba a una hermosa mujer y a la que Venus, la diosa del amor, animó y dio vida, en respuesta a los ruegos del escultor Pigmalión, quien se enamoró de la obra que había creado.

jueves, 24 de marzo de 2011

La diosa Frigg



Frigg o Frigga, en la mitología escandinava, diosa del cielo y mujer de Odín, el jefe de los dioses. Se la veneraba como protectora del amor conyugal y de las amas de casa. Su símbolo era un manojo de llaves. Frigg tuvo dos hijos: Baldo, el dios de la luz, y Hoder, el dios ciego de la oscuridad, quien mató a su hermano con un ramito de muérdago. El nombre Frigg sobrevive en la palabra inglesa friday (viernes, literalmente día de Frigg). En la mitología germana, a veces se identificaba a Frigg con Freya, la diosa del amor.

El horroroso Hades



Hades, en la mitología griega, dios de los muertos. Era hijo del titán Cronos y de la titánide Rea y hermano de Zeus y Poseidón. Cuando los tres hermanos se repartieron el universo después de haber derrocado a su padre, Cronos, a Hades le fue concedido el mundo subterráneo. Allí, con su reina, Perséfone, a quien había raptado en el mundo superior, rigió el reino de los muertos. Aunque era un dios feroz y despiadado, al que no aplacaba ni plegaria ni sacrificio, no era maligno. En la mitología romana, se le conocía también como Plutón, señor de los ricos, porque se creía que tanto las cosechas como los metales preciosos provenían de su reino bajo la tierra.
El mundo subterráneo suele ser llamado Hades. Estaba dividido en dos regiones: Erebo, donde los muertos entran en cuanto mueren, y Tártaro, la región más profunda, donde se había encerrado a los titanes. Era un lugar oscuro y funesto, habitado por formas y sombras incorpóreas y custodiado por Cerbero, el perro de tres cabezas y cola de dragón. Siniestros ríos separaban el mundo subterráneo del mundo superior, y el anciano barquero Caronte conducía a las almas de los muertos a través de estas aguas. En alguna parte, en medio de la oscuridad del mundo inferior, estaba situado el palacio de Hades. Se representaba como un sitio de muchas puertas, oscuro y tenebroso, repleto de espectros, situado en medio de campos sombríos y de un paisaje aterrador. En posteriores leyendas se describe el mundo subterráneo como el lugar donde los buenos son recompensados y los malos castigados.

Las horribles Gorgonas



Gorgonas, en la mitología griega, las hijas monstruosas de Forcis, dios del mar, y de Ceto, su esposa. Eran criaturas terroríficas, parecidas a dragones, cubiertas de escamas doradas y con serpientes en lugar de cabellos. Tenían alas fuertes, rostros redondos y horribles, dientes como colmillos y siempre llevaban la lengua fuera. Vivían en lo más lejano del océano occidental, temidas por las gentes, ya que volvían de piedra a todo el que las miraba.
Dos de las gorgonas, Esteno y Euríale, eran inmortales, mientras que Medusa era mortal. El héroe Perseo, joven galante pero insensato, se ofreció a matarla y volver con su cabeza, lo que hizo con la ayuda de Hermes y Atenea. De la sangre de Medusa surgió Pegaso, el caballo alado engendrado por Poseidón.

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