El asombroso Elemento 116


Elemento 116

Elemento 116, también llamado ununhexio (Uuh), elemento químico de número atómico 116. Cada átomo de ununhexio consta de un núcleo, o masa central, que contiene partículas neutras llamadas neutrones y partículas cargadas positivamente llamadas protones. El número de protones en el núcleo de un átomo determina el número atómico del elemento en cuestión. Así, el núcleo de un átomo de ununhexio contiene 116 protones. El ununhexio jamás se ha encontrado en la naturaleza, pero se puede obtener artificialmente por fusión nuclear (proceso en el que un elemento químico con átomos grandes se produce por fusión de otros elementos con átomos más pequeños).
Los investigadores del Instituto Conjunto de Investigación Nuclear de Dubna, Rusia, obtuvieron el primer átomo de ununhexio a mediados de 2001. Para ello, bombardearon átomos de curio (Cm) con átomos de calcio (Ca) en un acelerador de partículas. En un porcentaje mínimo de estas colisiones se logra la combinación de un átomo de calcio con uno de curio para formar un isótopo del ununhexio, el ununhexio 292, que contiene 116 protones y 176 neutrones. Desde el momento de su obtención, los científicos de Dubna han producido nuevos átomos del elemento, pero hasta la fecha su descubrimiento no ha sido confirmado por ningún otro laboratorio.
Los átomos cuyos núcleos contienen cantidades muy superiores a 200 partículas (protones y neutrones) tienden a ser inestables y se subdividen en átomos de elementos con menos protones y neutrones. Esta descomposición se denomina fisión espontánea. En general, cuanto mayor sea el número de partículas que contenga un núcleo, más rápida será su descomposición. El ununhexio 292 tiene una vida media de tan sólo 76 millonésimas de segundo.
A los investigadores no les ha sido posible estudiar las propiedades químicas de este elemento debido a la escasísima cantidad de ununhexio 292 que se ha producido desde su descubrimiento. No obstante, los científicos sospechan que sus propiedades serán semejantes a las del polonio (Po). El ununhexio pertenece al grupo 16 (o VIA), una columna del sistema periódico en la que también se incluye el polonio. Los elementos de un mismo grupo de la tabla periódica poseen frecuentemente las mismas propiedades, modelo conocido como ley periódica.
La Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC, siglas en inglés) aún no ha asignado nombre definitivo a algunos elementos descubiertos recientemente, como es el caso del elemento 116. El nombre ununhexio es una denominación temporal basada en el número atómico del elemento, que utiliza prefijos latinos para indicar los dígitos del número atómico (un = 1, un = 1, hex = 6), seguidos del sufijo –io.

martes, 10 de mayo de 2011

Elemento 114


Elemento 114

Elemento 114, también llamado ununquadio (Uuq), elemento químico de número atómico 114. Cada átomo de ununquadio tiene un núcleo, o masa central, que contiene partículas cargadas positivamente llamadas protones y partículas neutras llamadas neutrones. El número de protones en el núcleo de un átomo de cualquier elemento determina el número atómico del elemento. Así, el núcleo de un átomo de ununquadio contiene 114 protones. Este elemento no se encuentra en la naturaleza pero puede ser obtenido artificialmente por fusión nuclear (proceso en el que un elemento con átomos grandes se produce a partir de la fusión de otros elementos con átomos más pequeños). Los átomos de ununquadio se descomponen rápidamente en átomos de elementos que contienen menos protones y neutrones.
Ununquadio es un nombre temporal que se le ha asignado a este elemento de acuerdo con el sistema que utiliza los prefijos latinos para el número atómico (un = 1, un = 1, quad = 4), seguido del sufijo –io. Los elementos con número atómico superior a 110 aún no han recibido un nombre definitivo por parte de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC, siglas en inglés).
El ununquadio pertenece al grupo 14, una columna del sistema periódico que también contiene elementos que se encuentran en la naturaleza, como el estaño y el plomo. Como los elementos de un mismo grupo muestran propiedades similares (un modelo conocido como ley periódica), los científicos suponen que las propiedades del ununquadio serán semejantes a las del estaño y el plomo. Sin embargo, no se han podido determinar sus propiedades químicas debido a la corta vida media del isótopo obtenido y a la escasa cantidad producida. Los isótopos son átomos de un mismo elemento que contienen el mismo número de protones pero diferente número de neutrones.
Los científicos del Instituto Conjunto de Investigación Nuclear de Dubna, en Rusia, obtuvieron un átomo de ununquadio en 1998. Su descubrimiento todavía no ha sido confirmado por ningún otro laboratorio. El nuevo elemento se produjo utilizando un acelerador de partículas para bombardear un blanco de plutonio con un haz de átomos de calcio. Cuando un átomo de calcio golpea contra un átomo de plutonio en la dirección adecuada, se fusionan, aparentemente, en un isótopo del ununquadio, el ununquadio 289, que contiene 114 protones y 175 neutrones (114 + 175 = 289).
Debido a que el núcleo de ununquadio contiene demasiadas partículas, éste es inestable y experimenta espontáneamente su fisión, un proceso en el que el núcleo se fracciona en componentes más pequeños. El isótopo ununquadio 289 producido en Dubna tarda 30 segundos en descomponerse; los otros átomos conocidos con un número similar de partículas en sus núcleos, se descomponen en una fracción de segundo. Los científicos han predicho una isla de estabilidad centrada alrededor de un átomo que contenga 114 protones y 184 neutrones. El átomo producido en Dubna contiene exactamente el número de protones deseado y está cerca del número de neutrones deseado. Su tiempo de descomposición relativamente largo proporciona credibilidad a la predicción de estabilidad. El equipo de Dubna obtuvo posteriormente un segundo isótopo, el ununquadio 287. Este isótopo contiene dos neutrones menos que el ununquadio 289, por lo que se encuentra más alejado de la isla de estabilidad; se descompone en una fracción de segundo. Futuras investigaciones llegarán probablemente hasta la isla de estabilidad y producirán ununquadio 298, el isótopo del elemento que contiene 184 neutrones. Este isótopo podría tener un tiempo de descomposición del orden de horas o incluso de días, mucho más largo que cualquier otro elemento obtenido de forma artificial.
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Elemento 114
Elemento 114, también llamado ununquadio (Uuq), elemento químico de número atómico 114. Cada átomo de ununquadio tiene un núcleo, o masa central, que contiene partículas cargadas positivamente llamadas protones y partículas neutras llamadas neutrones. El número de protones en el núcleo de un átomo de cualquier elemento determina el número atómico del elemento. Así, el núcleo de un átomo de ununquadio contiene 114 protones. Este elemento no se encuentra en la naturaleza pero puede ser obtenido artificialmente por fusión nuclear (proceso en el que un elemento con átomos grandes se produce a partir de la fusión de otros elementos con átomos más pequeños). Los átomos de ununquadio se descomponen rápidamente en átomos de elementos que contienen menos protones y neutrones.
Ununquadio es un nombre temporal que se le ha asignado a este elemento de acuerdo con el sistema que utiliza los prefijos latinos para el número atómico (un = 1, un = 1, quad = 4), seguido del sufijo –io. Los elementos con número atómico superior a 110 aún no han recibido un nombre definitivo por parte de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC, siglas en inglés).
El ununquadio pertenece al grupo 14, una columna del sistema periódico que también contiene elementos que se encuentran en la naturaleza, como el estaño y el plomo. Como los elementos de un mismo grupo muestran propiedades similares (un modelo conocido como ley periódica), los científicos suponen que las propiedades del ununquadio serán semejantes a las del estaño y el plomo. Sin embargo, no se han podido determinar sus propiedades químicas debido a la corta vida media del isótopo obtenido y a la escasa cantidad producida. Los isótopos son átomos de un mismo elemento que contienen el mismo número de protones pero diferente número de neutrones.
Los científicos del Instituto Conjunto de Investigación Nuclear de Dubna, en Rusia, obtuvieron un átomo de ununquadio en 1998. Su descubrimiento todavía no ha sido confirmado por ningún otro laboratorio. El nuevo elemento se produjo utilizando un acelerador de partículas para bombardear un blanco de plutonio con un haz de átomos de calcio. Cuando un átomo de calcio golpea contra un átomo de plutonio en la dirección adecuada, se fusionan, aparentemente, en un isótopo del ununquadio, el ununquadio 289, que contiene 114 protones y 175 neutrones (114 + 175 = 289).
Debido a que el núcleo de ununquadio contiene demasiadas partículas, éste es inestable y experimenta espontáneamente su fisión, un proceso en el que el núcleo se fracciona en componentes más pequeños. El isótopo ununquadio 289 producido en Dubna tarda 30 segundos en descomponerse; los otros átomos conocidos con un número similar de partículas en sus núcleos, se descomponen en una fracción de segundo. Los científicos han predicho una isla de estabilidad centrada alrededor de un átomo que contenga 114 protones y 184 neutrones. El átomo producido en Dubna contiene exactamente el número de protones deseado y está cerca del número de neutrones deseado. Su tiempo de descomposición relativamente largo proporciona credibilidad a la predicción de estabilidad. El equipo de Dubna obtuvo posteriormente un segundo isótopo, el ununquadio 287. Este isótopo contiene dos neutrones menos que el ununquadio 289, por lo que se encuentra más alejado de la isla de estabilidad; se descompone en una fracción de segundo. Futuras investigaciones llegarán probablemente hasta la isla de estabilidad y producirán ununquadio 298, el isótopo del elemento que contiene 184 neutrones. Este isótopo podría tener un tiempo de descomposición del orden de horas o incluso de días, mucho más largo que cualquier otro elemento obtenido de forma artificial.

Los asombrosos Elementos transuránicos


Elementos transuránicos

Elementos transuránicos, elementos químicos con un número atómico mayor de 92, que es el correspondiente al uranio. Ya se han identificado más de 20, y las investigaciones continúan. Entre ellos hay más de 100 isótopos, que se caracterizan por su inestabilidad radiactiva. Estos radioisótopos se crean de forma artificial bombardeando átomos pesados con neutrones, producidos en reactores nucleares o en explosiones nucleares diseñadas especialmente, o con partículas aceleradas hasta altas energías en ciclotrones o aceleradores lineales. Los 10 primeros elementos transuránicos, junto con el actinio, el torio, el protactinio y el uranio, constituyen la serie de los actínidos, químicamente análogos a los lantánidos. Estos 10 elementos son, por orden creciente de número atómico: neptunio, plutonio, americio, curio, berquelio, californio, einstenio, fermio, mendelevio y nobelio.
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ÚLTIMOS DESCUBRIMIENTOS
Entre 1964 y 1984, científicos de Estados Unidos, Europa y la Unión Soviética anunciaron la producción experimental de seis elementos transuránicos adicionales más allá del laurencio (de número atómico 103) en el sistema periódico, y, por tanto, más allá de los actínidos.
Durante varios años existió una pugna internacional para nombrar a estos últimos elementos, del 104 al 109, pero finalmente la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC, siglas en inglés) acordó los siguientes nombres: rutherfordio, dubnio, seaborgio, bohrio, hassio y meitnerio (por orden creciente de número atómico).
En 1994, un equipo de científicos de la Sociedad de Investigación de Iones Pesados de Darmstadt (Alemania) anunció la obtención de los elementos 110 (darmstadtio) y 111 (roentgenio), y en 1996 la del 112 (ununbio). Desde el Instituto Conjunto de Investigación Nuclear de Dubna (Rusia) se anunció, en 1998, el descubrimiento del elemento 114 (ununquadio), y en 2001, el del elemento 116 (ununhexio); los científicos de este mismo Instituto, conjuntamente con los del Laboratorio Lawrence Livermore de California (Estados Unidos), anunciaron asimismo, en 2004, el descubrimiento de los elementos 115 (ununpentio) y 113 (ununtrio), y en 2006, la obtención del elemento 118 (ununoctio).
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PRODUCCIÓN Y APLICACIONES
La velocidad de desintegración radiactiva de los elementos transuránicos tiende a aumentar con el número atómico; los núcleos transuránicos muy pesados, como el del californio, tienden a la fisión de forma espontánea (véase Energía nuclear). Debido a esto, es extremamente difícil fabricar grandes cantidades de elementos más pesados que el plutonio. Este problema está siendo resuelto bombardeando uranio y plutonio con haces muy intensos de neutrones en reactores como el High Flux Isotope Reactor en el Oak Ridge National Laboratory de Tennessee (EEUU). A mediados de la década de 1970 este reactor estaba produciendo varios miligramos por año de berquelio, californio y einstenio, y pequeñas cantidades de fermio. Además, las explosiones nucleares, que liberan grandes flujos de neutrones, pueden ser diseñadas específicamente para aumentar la producción instantánea de elementos pesados como el einstenio y el fermio. En el momento en que se pudiera disponer de cantidades suficientes de elementos pesados, sería posible utilizar isótopos como el plutonio 238 y el curio 244 como fuentes de energía extremadamente compactas y seguras, aunque un poco caras, al convertir directamente el calor de la desintegración radiactiva en electricidad por medio de mecanismos termoeléctricos. Otros isótopos transuránicos, como el americio 241 y el californio 252, tienen aplicaciones en medicina y en la industria.
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ELEMENTOS TRANSURÁNICOS MÁS PESADOS
La búsqueda de elementos aún más pesados continúa. Muchos de ellos tendrían una vida media tan corta que su identificación positiva sería muy difícil. Sin embargo, estudios teóricos sugieren, en las proximidades de los elementos 114 y 115, disposiciones nucleares comparativamente estables, es decir, elementos con vidas medias mucho mayores que las de los últimos conocidos de la tabla periódica. Esta predicción parece confirmarse con los primeros datos obtenidos del elemento 114: 30 segundos de vida media.

Los asombrosos Elementos de transición


Elementos de transición

Tabla periódica de los elementos
La tabla periódica de los elementos agrupa a éstos en filas y columnas según sus propiedades químicas. Los elementos aparecen ordenados por su número atómico. Haciendo clic en un elemento de la tabla obtendrá información sobre el nombre, la historia, la configuración electrónica y la masa atómica del mismo. Las masas atómicas entre paréntesis indican la masa del isótopo más estable.


Elementos de transición, grupo de elementos químicos que comparten estructuras orbitales electrónicas similares y por tanto tienen las mismas propiedades químicas. Se definen comúnmente como los 30 elementos con números atómicos de 21 a 30, de 39 a 48 y de 71 a 80.
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PROPIEDADES
Los elementos de transición presentan múltiples valencias o estados de oxidación que varían desde +1 hasta +8 según los compuestos. En los compuestos organometálicos, consistentes en metales unidos a especies orgánicas, los metales de transición presentan a veces estados de oxidación negativos. Los elementos de transición tienen las propiedades típicas de los metales: son maleables, dúctiles, conducen el calor y la electricidad, y tienen un brillo metálico. Tienden a actuar como agentes reductores (donantes de electrones), pero son menos activos en este sentido que los metales alcalinos y los metales alcalinotérreos, que tienen valencias +1 y +2 respectivamente. Los elementos de transición tienen por lo general densidades y puntos de fusión elevados y presentan propiedades magnéticas. Forman enlaces iónicos y covalentes con los aniones (iones cargados negativamente) y sus compuestos suelen tener colores brillantes.
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APLICACIONES
Algunos elementos de transición y sus compuestos son catalizadores importantes de numerosos procesos industriales, especialmente para la fabricación de productos derivados del petróleo y de los plásticos, donde las moléculas orgánicas se hidrogenan, se oxidan y se polimerizan (véase Reacción química; Hidrogenación; Polímero). En la polimerización del eteno para formar polieteno, se utilizan compuestos de titanio, aluminio o cromo. Algunos catalizadores que contienen hierro se utilizan para preparar amoníaco a partir de hidrógeno y nitrógeno. Ciertas moléculas que contienen elementos de transición son importantes en los procesos bioquímicos de muchos sistemas vivos. El ejemplo más familiar es el complejo de hemoglobina que contiene hierro y es el responsable del transporte de oxígeno en la sangre de todos los vertebrados y algunos invertebrados.
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CLASIFICACIÓN
En el sistema periódico, los elementos de transición están dispuestos en los grupos del 3 (o IIIB) al 12 (o IIB).


El asombroso Cuaternario


Cuaternario

Fiordos
Según la clasificación topográfica de Pritchard (1952), los fiordos son un tipo de estuario. Se formaron en áreas cubiertas por capas de hielo en el pleistoceno (periodo glacial). Debido a la presión del hielo de los glaciares, los valles existentes se hicieron más profundos y anchos, y por eso los fiordos tienen una proporción anchura-profundidad pequeña (normalmente de 10:1) y una sección transversal casi rectangular. Su forma es angosta y prevalecen los fondos rocosos y la sedimentación casi restringida a la cabeza del fiordo. La descarga del río es relativamente pequeña comparada con el volumen total del fiordo. Los fiordos se encuentran sobre todo en regiones montañosas y costeras de latitudes altas.


Cuaternario, en geología, periodo más moderno del cenozoico. Comenzó al final del periodo terciario, hace 1,64 millones de años, y comprende hasta nuestros días. El cuaternario se divide en pleistoceno, la primera y más larga parte del periodo, que incluye los periodos glaciales, y la época reciente o postglacial, también llamada holoceno, que llega hasta nuestros días.
El pleistoceno, así llamado por el geólogo británico Charles Lyell en 1839, viene inmediatamente después del plioceno en la escala de tiempos geológicos, y se extiende desde comienzos del cuaternario hasta hace unos 10.000 años. Fue definido en función de la proporción de especies de moluscos y crustáceos aún vivos y extintos presentes en el registro fósil. Los estratos que contenían entre un 90 y un 100% de especies vivas fueron asignados a este periodo.
El pleistoceno se caracterizó por la extensión del hielo en forma de glaciares sobre más de una cuarta parte de la superficie terrestre del planeta. Un sistema glaciar europeo estaba centrado sobre Escandinavia, y se extendía hacia el sur y hacia el este a través del norte de Alemania y el oeste de Rusia, y hacia el suroeste sobre las islas Británicas. El segundo gran sistema glaciar del hemisferio norte cubría la mayor parte de Siberia. En Norteamérica, un sistema glaciar cubrió Canadá y se extendió hasta Estados Unidos. En el este de Estados Unidos, la glaciación se extendió hasta Pensilvania al sur, y desde el océano Atlántico hacia el oeste hasta el río Missouri; otra sábana de hielo fluía de las faldas de las montañas Rocosas y otras cordilleras experimentaron la glaciación, llegando incluso hasta Nuevo México y Arizona. Las regiones ártica y antártica estaban también cubiertas de hielo, al igual que la mayoría de los picos de las montañas altas de todo el mundo. Los efectos topográficos de la acción de los glaciares durante el pleistoceno son perceptibles en buena parte del mundo.
El pleistoceno es llamado a veces la era del Hombre porque los primeros seres humanos evolucionaron en su transcurso (véase Evolución humana). En las regiones libres de hielo, la flora y la fauna dominantes eran esencialmente las mismas que las del plioceno. A finales del pleistoceno, no obstante, en Norteamérica se habían extinguido muchas especies de mamíferos, incluidos la llama, el camello, el tapir, el caballo y el yak. Otros grandes mamíferos, como el mastodonte, el tigre dientes de sable y el perezoso terrestre, se extinguieron en todo el mundo. Mientras se acumulaba hielo y nieve en las latitudes altas, en las más bajas aumentaban las lluvias, lo que permitió que la vida vegetal y animal floreciera en áreas del norte y el este de África que hoy son yermas y áridas. Se han descubierto pruebas de que el Sahara estuvo ocupado por cazadores nómadas, así como por jirafas y otros rumiantes durante el pleistoceno tardío.
Durante la época reciente, el holoceno, que comenzó hace unos 10.000 años, el deshielo hizo subir treinta o más metros el nivel del mar, inundando grandes superficies de tierra y ensanchando la plataforma continental del oeste de Europa y el este de Norteamérica.

El asombroso Hombre de las cavernas


Hombre de las cavernas

Hombre de las cavernas o Cavernícola, término utilizado para designar al hombre o mujer de la prehistoria que vivió en cavernas o cuevas en distintas zonas del planeta. El hombre de las cavernas vivió en el periodo de la edad de piedra, que se inició, según algunas fuentes, hace unos 2,5 millones de años.
Las cuevas son refugios naturales que ofrecen cobertura y protección del viento, la lluvia y la nieve. Como sitios arqueológicos, resultan fáciles de localizar y presentan unas condiciones favorables para la conservación de sustancias normalmente perecederas como la materia ósea. Es por ello que su exploración arqueológica ha contribuido de forma significativa a la reconstrucción de la historia de la humanidad.
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VARIEDAD DE UTENSILIOS
Se han descubierto utensilios y herramientas muy diversas en cuevas de Francia, España, Bélgica, Alemania, Italia y Gran Bretaña. La relación entre estos restos y los esqueletos de especies animales extinguidas, como el oso de las cavernas y el tigre de colmillos afilados, pone de manifiesto la antigüedad de numerosos depósitos.
Las diferentes puntas de piedra y hueso descubiertas en las excavaciones atestiguan la importancia de la lanza hasta la aparición del arco y la flecha a finales de la era paleolítica, primera fase de la edad de piedra. Entre otros utensilios comunes se han encontrado rascadores de piedra para trabajar las pieles y la madera, los punzones de grabar y los cuchillos para despiezar y cortar. En el transcurso del paleolítico estas herramientas se fueron diversificando y perfeccionando. Las agujas de hueso, los arpones de púas y los lanzadardos estaban decorados con dibujos tallados. Asimismo, hay pruebas de la existencia de pendientes (aretes) de hueso y de collares de concha de mar. En las cuevas de Cro-Magnon y Vallonet (Francia) se encontraron los primeros fósiles de los habitantes del paleolítico superior. Véase Hombre de Cro-Magnon.
En más de 200 cuevas se han descubierto pinturas rupestres y grabados, sobre todo en España y en Francia, que tienen entre 25.000 y 10.000 años de antigüedad. Las pinturas, que suelen hallarse en las profundidades de las cuevas, representan animales, dibujos geométricos y a veces figuras humanas (véase también Arte paleolítico). En 1913, en la cueva de La Colombière (Francia) se desenterraron magníficas siluetas grabadas en hueso y en piedra pulimentada. En la cueva de Altamira (España) y en la de Lascaux (Francia) existen dibujos coloreados de animales realizados con pigmentos minerales mezclados con grasas animales. Algunas de las pinturas adornan las paredes de grandes cámaras idóneas para la celebración de rituales; otras aparecen en angostos pasadizos a los que sólo se tiene acceso de forma individual. La caza y la fertilidad son los temas más utilizados. Las propias reuniones rituales favorecían la comunicación y el entronque entre los grupos más aislados.
En todos los continentes hubo grupos de cazadores-recolectores que hicieron uso de las cavernas. Las cuevas chinas encierran algunas de las pruebas más antiguas de la utilización del fuego por parte del hombre, hace aproximadamente 400.000 años. En la cueva de Zhoukoudian (Chou-k’ou-tien), cerca de Pekín, se han descubierto restos de huesos y herramientas del Homo erectus (hombre de Pekín). En la cueva de Shanidar (Irak) se desenterraron en 1957 esqueletos de Neandertal de 50.000 años de antigüedad. Las semillas halladas en los enterramientos se han interpretado como prueba de la existencia de ritos funerarios. En los desiertos occidentales de Norteamérica se han descubierto cuevas con plantas comestibles, sandalias tejidas y cestas, testigos de la cultura del Desierto de hace 9.000 años. Los antiguos habitantes de Australia, Oriente Próximo y los Andes del Perú también nos han legado restos en numerosas cavernas.
Poco a poco, el ser humano aprendió a cultivar sus alimentos en vez de ir en su búsqueda. Este momento constituye el nacimiento del periodo neolítico, segunda fase de la edad de piedra, cuando la agricultura se consolidó, los grupos humanos fundaron poblados de viviendas estables, destinando las cuevas a otros fines, como campamentos de caza y pastoreo, o para la realización de ciertas ceremonias. En Europa, Asia y África los pueblos nómadas siguieron utilizando las cuevas como refugios.
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CONDICIONES DE CONSERVACIÓN
En la mayoría de las cavernas de ambiente seco la conservación ha sido excepcional, debido al aire carente de humedad y a la escasa actividad bacteriana. A veces se han llegado a descubrir restos orgánicos intactos como madera carbonizada, cáscaras de nuez, fibras vegetales y huesos. En las cavernas húmedas, los utensilios y demás restos suelen encontrarse incrustados o sepultados bajo depósitos calcáreos de estalactitas. En algunas de las cuevas se han hallado enterramientos.
Debido a las condiciones de conservación poco habituales de las cavernas y la enorme antigüedad de los numerosos restos hallados, existe la creencia errónea de que llegó a existir una auténtica ‘raza’ de hombres de las cavernas. En realidad, la mayoría de las cuevas no son otra cosa que pequeños campamentos estacionales, dado que los hombres prehistóricos pasaban gran parte del año en asentamientos al aire libre.
Durante estos últimos cien años se han efectuado excavaciones sistemáticas que ponen de manifiesto culturas cambiantes, ya que encierran restos de sucesivas ocupaciones. Por ejemplo, la transición del sistema de recolección de alimentos a la agricultura queda demostrada por los hallazgos en las tierras altas de México y en el Sureste asiático. Algunas de las cuevas de Europa siguieron habitadas mucho después de haber finalizado la edad de piedra; entre los restos de las cavernas se han descubierto testimonios de la edad del bronce y de la edad del hierro. En algunas ocasiones se han llegado a detectar materiales de la época del Imperio romano. Los famosos manuscritos del Mar Muerto fueron descubiertos en 1947 en el interior de una serie de cuevas de Jordania.
Véase también Arqueología.

Los asombroso Ritos funerarios


Ritos funerarios

Danza fúnebre de los dogones
Numerosas culturas incorporan danzas y otras ceremonias como parte de sus ritos funerarios. Estos rituales están cargados de simbolismo religioso; algunas veces representan los espíritus del inframundo o el paso del difunto hacia el más allá. En la imagen, miembros de la tribu dogon de Malí ejecutan una danza que forma parte de su ritual funerario.

Ritos funerarios, prácticas relacionadas con la muerte y el enterramiento de una persona, específicas de la especie humana.
Estas prácticas, estrechamente relacionadas con las creencias religiosas sobre la naturaleza de la muerte y la existencia de una vida después de ella, implican importantes funciones psicológicas, sociológicas y simbólicas para los miembros de una colectividad. Así, el estudio del tratamiento que se dispensa a los muertos en cada cultura proporciona una mejor comprensión de su visión de la muerte y de la propia naturaleza humana. Los rituales y costumbres funerarias tienen que ver no sólo con la preparación y despedida del cadáver, sino también con la satisfacción de los familiares y la permanencia del espíritu del fallecido entre ellos.
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PREPARACIÓN Y DESPEDIDA DEL CADÁVER
En todas las sociedades se prepara el cadáver antes de colocarlo definitivamente en el féretro. Los primeros entierros de los que se tienen evidencias son de grupos de Homo sapiens. Los restos arqueológicos indican que ya el hombre de Neandertal pintaba a sus muertos con ocre rojo. Las prácticas de lavar el cuerpo, vestirlo con ropas especiales y adornarlo con objetos religiosos o amuletos son muy comunes. A veces al fallecido se le atan los pies, tal vez con la intención de impedir que el espíritu salga del cuerpo. El tratamiento más meticuloso es el del embalsamamiento, que nació, casi con seguridad, en el antiguo Egipto. Los egipcios creían que el cuerpo tenía que estar intacto para que el alma pudiera pasar a la siguiente vida, y para conservarlo desarrollaron el proceso de la momificación. En la sociedad occidental moderna se realiza este proceso para evitar que los familiares tengan que enfrentarse con el proceso de putrefacción de los restos.
Las diferentes formas de despedir al cadáver están en función de las creencias religiosas, el clima, la geografía y el rango social. El enterramiento se asocia al culto de los antepasados o a las creencias en la otra vida. La cremación se practica en algunas culturas con la intención de liberar el espíritu del muerto. La exposición al aire libre es común en las regiones árticas y entre los parsis (seguidores de una antigua religión persa, el zoroastrismo), donde también tiene un significado religioso. Prácticas menos comunes son arrojar el cadáver al agua después de un traslado en barco y el canibalismo.
En las sociedades precolombinas de América, la muerte era un acontecimiento muy ritualizado, lo que obligaba a ceremonias de todo tipo, acompañadas de ofrendas, alimentos y objetos de acompañamiento y regalos de mucha utilidad durante el largo viaje que se iniciaba tras la muerte.
Entre los mayas se diferenciaba el enterramiento según la clase y categoría del muerto. La gente ordinaria se enterraba bajo el piso de la casa, pero los nobles solían ser incinerados y sobre sus tumbas se erigían templos funerarios.
Los aztecas, que creían en la existencia de paraísos e infiernos, preparaban a los difuntos para un largo camino lleno de obstáculos. Tenían que pelear para poder llegar al final y ofrecer obsequios y regalos al señor de los muertos, que decidía su destino final.
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RITUALES FUNERARIOS Y DE LUTO
El funeral (traslado del cadáver al lugar de su enterramiento, cremación o exposición) supone una ocasión para celebrar un ritual que varía en complejidad. Con frecuencia, el transporte del cuerpo se convierte en una procesión con un ritual fijo. En el hinduismo la procesión al lugar de la cremación va precedida por un hombre que lleva una antorcha. Llegado al lugar previsto, el cortejo se pasea alrededor del féretro y antiguamente, en algunos grupos, la viuda realizaba el suttee, es decir, se autoincineraba en la pira funeraria del marido. Finalmente, las cenizas se depositaban en un río considerado sagrado. En la antigua Grecia, Egipto y China los esclavos a veces eran enterrados con sus amos, ya que se creía que en la otra vida el muerto iba a seguir necesitando sus servicios.
En las sociedades occidentales modernas los rituales funerarios engloban velatorios, procesiones, tañido de campanas, celebración de un rito religioso y lectura de un panegírico. En los funerales militares a menudo se realizan saludos especiales con salvas en honor del fallecido. Algunas culturas tienen establecido un periodo de reclusión para la familia. La tradición judía, por ejemplo, fija un periodo de siete días de reclusión (shivah) después del funeral de un familiar cercano.
El deseo de mantener viva la memoria del difunto ha dado lugar a muchos tipos de actos, como la conservación de una parte del cuerpo como reliquia, la construcción de mausoleos, la lectura de elegías y la inscripción de un epitafio en la tumba.
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SIMBOLISMO Y SIGNIFICADO SOCIAL

Procesión fúnebre del rey Jorge VI
La muerte de un monarca en Gran Bretaña se señalaba con una elaboradísima procesión fúnebre, en la que participaba la guardia a caballo y otros cuerpos militares. Este duelo obedece más a costumbres sociales que a la religión. El rey Jorge VI de Gran Bretaña e Irlanda del Norte murió el 6 de febrero de 1952; la procesión correspondiente se llevó a cabo el 23 de febrero de ese mismo año.

Los estudios antropológicos actuales interpretan las costumbres funerarias como expresiones simbólicas de los valores de una determinada sociedad. Este enfoque está apoyado por la observación de que gran parte de lo que ocurre en un funeral está determinado por la costumbre. Incluso las emociones que se exhiben en los rituales funerarios pueden estar dictadas por la tradición. A veces se alquilan plañideras, que no son familiares del fallecido, para que lloren y se lamenten. También los momentos y lugares donde los familiares deben mostrar su tristeza pueden estar definidos por las reglas tradicionales.
Algunos antropólogos han observado que, a pesar de la gran variación de prácticas funerarias, siempre existen cuatro elementos simbólicos principales. El primer simbolismo es el color. A pesar de que la asociación del color negro con la muerte no es universal, el uso de ropa negra para representar la muerte está ampliamente difundido. Un segundo elemento es el pelo de los familiares, que puede estar rapado o, por el contrario, largo y desordenado en señal de tristeza. Un tercer elemento son las actividades ruidosas con golpes de tambor o cualquier otro instrumento. Finalmente, y como cuarto elemento, está la utilización de algunas prácticas mundanas en la procesión con el cadáver. La interpretación antropológica clásica considera las ceremonias que rodean a la muerte (así como las que acompañan al nacimiento, a la iniciación a la edad adulta y al matrimonio) como ritos de paso.
En términos sociales, el significado simbólico de la muerte se observa con mayor claridad en los funerales de los gobernantes. En las culturas donde la tribu o la nación está personificada en el gobernante, estos funerales llegan a ser un drama político en el que participa todo el país. El entierro de un gobernante no es sólo un evento religioso, es un acontecimiento de considerables consecuencias políticas y cosmológicas. Las pirámides de Egipto, por ejemplo, se convirtieron en un símbolo y en una prueba de la autoridad real. Dado que los faraones encarnaban la permanencia social y la autoridad espiritual y temporal, su muerte ponía en peligro todos estos elementos. La participación de sus sucesores en los rituales funerarios proporcionaba una sensación de continuidad. En Tailandia, después de la cremación del monarca, el nuevo rey y los miembros de la familia real tradicionalmente buscaban entre las cenizas fragmentos de huesos. Estas reliquias se convertían en objetos de culto que, de forma indirecta, significaban la continuidad de la presencia y autoridad del monarca fallecido. En sociedades tan diversas como las de Inglaterra, la Francia del siglo XVIII y el pueblo shilluk en el Sudán, los rituales funerarios de los monarcas estaban relacionados con ideas culturales sobre la naturaleza de la monarquía, del orden político y de la transferencia de autoridad.

Fotos de Fantasmas


Algunas fotos de la Red, sino asustan, cuando menos son interesantes, fotos de fantasmas y uno que otro espectro.
















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Fotos asombrosas de la Web



Extraña distorsión de  edificios.














Foto de un tronco,  elocuente por su parecido con un trasero.



















El estallido de un rayo.



























Elefante de granito.













Sin palabras.

















Extraños gemelos.


















Pez de las profundidades.














Carroza de cristal.













La sonrisa de la tarde.













Extraño paisaje.












Gruta de luces.










El Blog de lo asombroso


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Frases memorables, defectuosamente recordadas

PALABRAS QUE JAMAS SE PRONUNCIARON
"Los ingleses son una nación de comerciantes".
La frase suele atribuirse a Napoleón, que de este modo reflejaba su desprecio hacia los ingleses como una raza de pequeños burgueses. Pero la expresión: «Una nación de comerciantes», ya se imprimía cuando Napoleón era niño, y mal pudo ser suya. Fue utilizada en un escrito político por el economista galés Josiah Tucker en 1766, más tarde por el filósofo escocés Adam Smith en su obra La riqueza de las naciones (1775), Y al año siguiente por Sarnuel : Adams en Filadelfia.

Más tarde, cuando Napoleón estaba en el exilio, los biógrafos la pusieron en su boca, El médico de Napoleón, Barry O'Meara, en Napoleán en el exilio, o una voz desde Santa Elena, refería una conversación con el emperador el 17 de febrero de 1817, en la que éste decía de los ingleses: «son una nación de comerciantes»,

No obstante, del texto de O'Meara se desprende que, si bien Napoleón coincidía con este aserto, en aquella ocasión citaba las palabras del patriota corso Pasquale de Paoli (1725-1807).

Por otra parte, el diario de Gaspard Gougaud, que también acompañó a Napoleón en su destierro, demuestra sin lugar a dudas que para éste . los ingleses sólo se movían por afanes lucrativos.

Pero fue el libro de Adam Smith, bien conocido de Napoleón, quien dijo: «Fundar un gran imperio con el solo fin de disponer de compradores parece propio de una nación de tenderos.»

El dinero es la raíz de todos los males (atribuida a San Pablo)
«El amor al dinero es la raíz de todo mal»; pero no quiso decir que el dinero fuese malo en sí.

¡Que coman pasteles! (atribuida a María Antonieta)
En octubre de 1789, las mujeres indigentes de París se manifestaron ante el palacio de Versalles para pedir a Luis XVI la creación de un gobierno más justo.
Según la tradición, cuando la reina María Antonieta oyó gritar a las mujeres, y le dijeron que estaban hambrientas y no tenían pan, respondió: «¡Que coman pasteles!» La anécdota se divulgó ampliamente en vida de la reina y después de su ejecución. Se citaba como muestra de sus cortos alcances o de su indiferencia ante las calamidades ajenas. Pero no existen pruebas de que esta expresión se debiese a ella.
La primera referencia a la frase aparece a raíz de 1760, en las Confesiones de Juan Jacobo Rousseau, cuando María Antonieta era todavía una joven.
Rousseau refiere la anécdota de una «gran princesa» que, al serie comunicado que los campesinos no tenían pan, replicó ingenuamente: «¡Que coman pasteles!» Se trataba de un pan de calidad superior, el único queella conocía. La frase, no mal intencionada, pudo haber sido atribuida a María Antonieta por alguno de los revolucionarios franceses que conocían la obra de Rousseau.

La batalla de Waterloo fue ganada en los campos de deportes de Eton (atribuida al duque de Wellington)

ANTIGUO CRICKET EN ETON. Cuando Wellington fue su alumno, Eton no disponía de campos de deportes; por tanto es improbable que el duque se refiriese a ellos después de su victoria en Waterloo.

Cuando el primer duque de Wellington era un muchacho y estudiaba en Eton, el famoso colegio inglés aún no disponía de instalaciones deportivas ni de equipos seriamente organizados. Además, como observa uno de sus descendientes, la estancia del duque en Eton fue breve y poco brillante. Por consiguiente es improbable que el vencedor de Bonaparte realizara tal afirmación.
Fue un francés, el conde Charles de Montalembert, en su De l'auenir poltique de l'Angleterre (El futuro político de Inglaterra), publicado en 1855, tres años después de la muerte de Wellington, quien primero se la atribuyó en forma escrita.
Pero no existe el menor testimonio de que Wellington pronunciara esta frase. Ni siquiera es verosímil, pues nunca sintió gran afecto por Eton ni por lo que esta escuela represeñtaba. Sólo más tarde, en el siglo XIX, el espíritu de Eton fue sobremanera enaltecido, y a él se atribuyeron las causas  del éxito militar y colonial de Inglaterra.
¡Elemental, querido Watson! (atribuida a Sherlock Holmes)
Esta frase recuerda instantáneamente al personaje creado por Arthur Conan Doyle, a Sherlock Holmes, el detective más famoso de todos los tiempos. Sin embargo, en ninguna de las obras de Conan Doyle; Sherlock Holmes pronuncia estas palabras.
Solamente en una ocasión Holmes formula una expresión aproximada. Es en El Perverso, novela publicada en el Strand Magazine en 1893, e incluida posteriormente en las Memorias de Sberlock Holmes, editadas en 1894.
En esta obra, el doctor Watson, ayudante de Sherlock Holmes, se ha casado y ya no vive en el piso de ambos, en Baker Street, 221 B (Londres). Sherlock Holmes visita a Watson para pedirle ayuda en la resolución de un misterio y deduce diversas circunstancias sobre la vida de su amigo. Observa, por la ceniza de su chaqueta, que Watson carga su pipa con el mismo tabaco y descubre que está muy ocupado.
Watson le pregunta cómo sabe esto, y Sherlock Holmes responde que porque toma un cabriolé cuando está ocupado y camina a pie por la calle cuando no lo está. Las botas de Watson tienen polvo suficiente para haber estado fuera de la casa, pero no lo bastante para haber caminado. Sherlock Holmes asegura que Watson ha tomado un cabriolé. Por lo tanto, debe estar muy ocupado:

«¡Excelente! », dice Watson. «! Elemental! », dice Sherlock Holmes.

Decíamos ayer ... (Fray Luis de León)
Fray Luis de León, el gran lírico del Siglo de Oro español, catedrático de la Universidad de Salamanca, fue procesado y encarcelado en 1572 por la Inquisición, acusado' de impugnar la autoridad de la Vulgata.
Absuelto y repuesto en su cátedra de Teología cuatro años después, es tradición que al ocuparla saludó a sus alumnos con la célebre frase. Al parecer, lo que fray Luis dijo fue Dicebamus externa die (decíamos en días pasados, o en el pasado), si bien su auditorio entendió Dicebamus hesterna die (decíamos ayer). Tal fue el origen de la confusión.

Como es sabido, fray Luis reanudó sus lecciones con la célebre frase, sin aludir siquiera a los causantes de su desgracia.

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