Seres mitológicos





Gorgonas
Gorgonas, en la mitología griega, las hijas monstruosas de Forcis, dios del mar, y de Ceto, su esposa. Eran criaturas terroríficas, parecidas a dragones, cubiertas de escamas doradas y con serpientes en lugar de cabellos. Tenían alas fuertes, rostros redondos y horribles, dientes como colmillos y siempre llevaban la lengua fuera. Vivían en lo más lejano del océano occidental, temidas por las gentes, ya que volvían de piedra a todo el que las miraba.
Dos de las gorgonas, Esteno y Euríale, eran inmortales, mientras que Medusa era mortal. El héroe Perseo, joven galante pero insensato, se ofreció a matarla y volver con su cabeza, lo que hizo con la ayuda de Hermes y Atenea. De la sangre de Medusa surgió Pegaso, el caballo alado engendrado por Poseidón.

Esfinge
Esfinge, en la mitología griega, monstruo con cabeza y pechos de mujer, cuerpo de león y alas de ave. Acuclillada en una roca, abordaba a todos los que iban a entrar a la ciudad de Tebas planteándoles el siguiente enigma: “¿Qué es lo que tiene cuatro pies por la mañana, dos a mediodía y tres por la noche?”. Si los interpelados no resolvían el enigma, ella los mataba. Cuando el héroe Edipo lo resolvió respondiendo: “El hombre, que gatea al poco de nacer, camina sobre dos piernas cuando es adulto y anda con la ayuda de un bastón cuando llega a la vejez”, Esfinge se suicidó. Por haberlos librado de este monstruo terrible, los tebanos convirtieron a Edipo en su rey.
En el antiguo Egipto, las esfinges eran estatuas que representaban a divinidades, con el cuerpo de león y la cabeza de algún otro animal o humana, frecuentemente una réplica del rey. La más famosa de las esfinges egipcias es la Gran Esfinge de Gizeh, cerca de las pirámides. Data del año 2500 a.C. y mide unos 20 m de altura y aproximadamente 73 m de largo.
Grifo
Grifo, criatura legendaria, habitualmente representada en literatura y arte provista de cabeza, pico y alas de águila, cuerpo y piernas de león y, ocasionalmente, cola de serpiente. El grifo parece tener su origen en Oriente Próximo, pues se le encuentra en las pinturas y esculturas de los antiguos babilonios, asirios y persas. Los romanos lo usaban simplemente con propósitos decorativos en frisos y en patas de mesa, altares y candelabros. El motivo del grifo apareció en los primeros tiempos del cristianismo en los bestiarios (o alegorías de animales) de san Basilio y san Ambrosio. Réplicas de piedra sirven con frecuencia como gárgolas en la arquitectura gótica de la baja edad media. El grifo es también un emblema en la heráldica y se cree que representa la fuerza y la vigilancia.
Cerbero
Cerbero, en la mitología griega, perro de tres cabezas, con cola de dragón, que guardaba la entrada al Hades, el mundo subterráneo. El monstruo permitía que todos los espíritus entraran en el Hades, pero no dejaba que nadie saliera. Sólo unos pocos héroes escaparon en alguna ocasión del control de Cerbero; el poeta y músico Orfeo que encantó al animal con su lira, y el héroe griego Hércules que lo capturó con sus propias manos y lo llevó por poco tiempo del mundo subterráneo a las regiones superiores. En la mitología romana la hermosa doncella Psique y el príncipe troyano Eneas consiguieron aplacar a Cerbero con un pastel de miel y continuar, por tanto, su travesía por el transmundo. Cerbero es representado a veces con cincuenta cabezas y una melena de serpientes.

Pegaso
Pegaso, en la mitología griega, caballo alado, hijo de Poseidón, dios del mar, y de la gorgona Medusa. Pegaso nació del cuello de Medusa después de ser vencida y muerta por el héroe Perseo. Poco después de su nacimiento, el mágico corcel golpeó con una coz el suelo del monte Helicón y en el acto comenzó a fluir un manantial, después consagrado a las Musas y que, según se cree, es la fuente de la inspiración poética. Todos intentaron en vano capturar y amansar al caballo, y conseguirlo se convirtió en la obsesión de Belerofonte, príncipe de Corinto. Siguiendo el consejo de un adivino, Belerofonte pasó una noche en el templo de la diosa Atenea. Mientras dormía, se le apareció la diosa con una brida de oro y le dijo que ésta le permitiría capturar a Pegaso. Cuando despertó, encontró la brida de oro junto a él, y con ella pudo capturar y amansar fácilmente al caballo alado. A partir de ese momento, Pegaso se convirtió en una gran ayuda para el héroe y lo acompañó en sus aventuras contra las amazonas y la Quimera. Belerofonte, sin embargo, fue víctima de su propio orgullo. Cuando logró volar hasta la cima del monte Olimpo para reunirse con los dioses, el prudente caballo lo derribó y dejó que Belerofonte vagara sin rumbo, desconsolado, rechazado por los inmortales. Pegaso encontró refugio en los establos olímpicos y Zeus le encargó que le llevara el trueno y el rayo, los símbolos de su poder.

Centauros
Centauros, en la mitología griega, raza de monstruos que, según se creía, habitaban las regiones montañosas de Tesalia y Arcadia. Se los representaba habitualmente con forma humana de la cabeza a la cintura, y con el bajo vientre y las piernas de caballo. Los centauros se caracterizaban por su ferocidad y violencia; su representación en los frisos y metopas del Partenón de Atenas evocan esa imagen de feroces combatientes. Se los conocía también por su estado de embriaguez y por su lascivia, y aparecían retratados a menudo como seguidores de Dioniso, el dios del vino. Se los expulsó de Tesalia cuando, en un estado frenético de embriaguez, intentaron raptar a la novia del rey de los lapitas en su propia fiesta de boda. Una excepción a estas criaturas desenfrenadas fue el centauro Quirón, quien se destacó por su bondad y sabiduría. Educó a varios héroes griegos, entre ellos Aquiles y Jasón.

Minotauro
Minotauro, en la mitología griega, monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Era hijo de Pasífae, reina de Creta, y de un toro blanco como la nieve que el dios Poseidón había enviado al marido de Pasífae, el rey Minos. Cuando Minos se negó a sacrificar el animal, Poseidón hizo que Pasífae se enamorara de él. Después de dar a luz al Minotauro, Minos ordenó al arquitecto e inventor Dédalo que construyera un laberinto tan intrincado que fuera imposible salir de él sin ayuda. Allí fue encerrado el Minotauro y lo alimentaban con jóvenes víctimas humanas que Minos exigía como tributo de Atenas. El héroe griego Teseo se mostró dispuesto a acabar con esos sacrificios inútiles y se ofreció a sí mismo como una de las víctimas. Cuando Teseo llegó a Creta, la hija de Minos, Ariadna, se enamoró de él. Ella lo ayudó a salir dándole un ovillo de hilo que él sujetó a la puerta del laberinto y fue soltando a través de su recorrido. Cuando se encontró con el Minotauro dormido, golpeó al monstruo hasta matarlo, salvando también a los demás jóvenes y doncellas condenados al sacrificio haciendo que siguieran el recorrido del hilo hasta la entrada.

Kraken
Descubra la historia del kraken, personaje legendario de la mitología noruega, presente en numerosas historias marinas.
Kraken
El kraken, o craken, es un monstruo marino del folclore noruego (véase Noruega), parecido a un calamar gigante. Su primera mención escrita aparece en la Historia de Noruega, de Ludvig Holberg (1752), pero el monstruo era ya conocido por los pescadores noruegos del siglo XVI. Estos notificaron que durante un día caluroso, varias millas mar adentro, los sondeos que hacían sobre la profundidad subieron misteriosamente de 15-20 brazas a solo 5, y que capturaron una cantidad anormalmente grande de peces. Según ellos, esto se debió a que un kraken estaba saliendo a la superficie, por lo que remaron hasta una distancia segura y vigilaron si aparecía. Tenía tres mil metros de largo, con brazos como mástiles, y era tan fuerte que podía echar a pique un barco de guerra. Cuando se sumergió, originó un remolino tan fuerte que arrastró varios barcos bajo el agua.
Algunos informes aseguran que solo han sido vistos dos kraken, y que sus cuerpos no serían encontrados hasta el día del fin del mundo. Otros hablan de la celebración de una misa por el obispo de Nidros a lomos de un kraken que permaneció inmóvil hasta que finalizó la celebración. También se han consignado avistamientos de estos monstruos varados en los arrecifes de Alstadhang (1680) y en Rothesay, en la isla de Bute (Escocia, 1775).
Los científicos piensan que el kraken legendario no era más que un calamar gigante y que la extraña variación de profundidad que detectaron los pescadores noruegos pudo deberse a que centenares de calamares pequeños crearon un fondo falso, confundiéndoles en su sondeo.
Fuente: Encarta

Titán
Titán, en la mitología griega, los doce hijos de Urano y Gea, el Cielo y la Tierra, y algunos de sus propios hijos. A menudo llamados los “dioses mayores”, fueron durante mucho tiempo los supremos gobernadores del universo y poseían una estatura descomunal y una fuerza considerable. Cronos, el más importante de los titanes, gobernó el universo hasta que su hijo Zeus lo destronó y asumió el poder. Otros titanes y titánidas importantes eran Océano, el río que corre alrededor de la tierra; Tetis, su mujer; Mnemosine, la diosa de la memoria; Temis, la diosa de la justicia divina; Hiperión, el padre del sol, la luna y la aurora; Jápeto, el padre de Prometeo, quien creó a los seres mortales; y Atlas, que cargaba el mundo sobre sus hombros. De todos los titanes, sólo Prometeo y Océano se aliaron con Zeus contra Cronos. En consecuencia, ellos recibieron honores y se condenó a los demás a morar en el Tártaro. Sin embargo, Zeus acabó reconciliándose con los titanes, y Cronos fue rey durante la edad de oro.


Arpías
Arpías, en la mitología griega, monstruos alados con cabeza y pecho de mujer, y cuerpo y garras de aves de presa; en la creencia popular, eran agentes de la venganza divina.
Las arpías (su nombre sugiere la idea de arrebatar, agarrar) aparecen primero como hermosas divinidades, pero después comenzaron a representarse como viejas semejantes a brujas con los pechos caídos. Se las confunde a menudo con las tres sirenas, y a través de esta asociación se las vincula con las hijas del Dios marino Forcis: las tres gorgonas y las tres grayas. Las arpías, identificadas por algunas fuentes como Aelo (borrasca), Celeno (oscura, en alusión a las nubes de tormenta) y Ocípete (que vuela rápido), eran hijas de Taumante, hijo a su vez del titán Ponto y de la madre tierra. Se decía que vivían en las islas Estrofiades, o Islas del Regreso, en el mar Jónico, o bajo tierra en la isla de Creta; en vuelo, se las asociaba con la velocidad y el poder de los vientos tormentosos.
En el relato mitológico, las arpías son bien conocidas por un episodio de la historia de Jasón y los Argonautas. En viaje hacia el este de Tracia, los Argonautas encontraron a Fineo, por cuya agudeza profética lo cegaron los dioses y lo persiguieron dos arpías, quienes le impedían comer quitándole la comida o defecando sobre su mesa. Antes de informar a Jasón en su búsqueda del vellocino de oro, Fineo pide ser librado de las arpías. Realizan esta tarea Zetes y Calais, hijos alados de Bóreas, el viento norte, quienes las persiguen a través del mar, aunque no las matan.


Hespérides
Hespérides, en la mitología griega, hijas del titán Atlas o de Hesper, la estrella vespertina. Ayudadas por un dragón, las hespérides custodiaban un árbol, con ramas y hojas de oro, que daban también manzanas de oro. El día de su boda, Hera había recibido este árbol de Gaya, la madre tierra. Uno de los doce trabajos que se le impusieron al héroe Hércules fue obtener las manzanas de oro de las hespérides.


Neptuno
Neptuno, en la mitología romana, dios del mar, hijo del dios Saturno y hermano de Júpiter, rey de los dioses, y de Plutón, dios de los muertos. Originariamente dios de fuentes y corrientes de agua, llegó a ser identificado con el dios griego del mar, Poseidón. Su festival se celebraba el 23 de julio.

Nereo
Nereo, en la mitología griega, dios del mar, hijo del dios marino Ponto y de Gea, la madre tierra, llamado el viejo hombre del mar. Se casó con Doris, hija del titán Océano, con quien tuvo cincuenta hijas hermosas, las ninfas del mar, llamadas nereidas. Nereo vivía en el fondo del mar.



Sirenas
Sirenas, en la mitología griega, ninfas del mar, con cuerpo de ave y cabeza de mujer, hijas del dios marino Forcis. Las sirenas tenían una voz de tal dulzura que los marinos que oían sus canciones eran atraídos hacia las rocas sobre las que las ninfas cantaban. El héroe griego Odiseo fue capaz de seguir adelante al pasar frente a su isla porque, siguiendo el consejo de la hechicera Circe, tapó los oídos de sus compañeros con cera y él mismo se hizo atar al mástil de la nave para oír las canciones sin peligro. En otra leyenda, los Argonautas escaparon de las sirenas porque Orfeo, que estaba a bordo de la nave Argo, cantó tan dulcemente que consiguió anular el efecto de la canción de las ninfas. Según leyendas posteriores, las sirenas, avergonzadas por la huida de Odiseo o por la victoria de Orfeo, se arrojaron al mar y perecieron.




Las sirenas
Las sirenas eran, en la mitología griega, unas ninfas del mar que atraían a los marinos con sus cantos. Odiseo venció la tentación atándose al mástil de su barco, como aparece en este cuadro de Leon Belly conservado en el Museo de l'Hotel Sanderin, en Saint Omer, en Francia.
Giraudon/Art Resource, NY



Tritón (mitología)
Tritón (mitología), en la mitología griega, trompetista de los abismos marinos, hijo de Poseidón, dios del mar, y de su mujer Anfitrite. Vivía con sus padres en un palacio de oro en las profundidades del mar, pero a veces iba hacia la costa de Libia, donde en una ocasión prestó ayuda a los Argonautas en su búsqueda del vellocino de oro. De forma humana hasta la cintura, pero con la cola de un pez, Tritón soplaba estrepitosamente con su gran concha marina para suscitar grandes tormentas, y soplaba con suavidad para calmar las olas. En leyendas posteriores, se llama tritones a los acompañantes de las deidades marinas y tienen una apariencia semejante.



Dédalo
Dédalo, en la mitología griega, el arquitecto e inventor que diseñó para el rey Minos de Creta el laberinto en el que fue aprisionado el Minotauro, un monstruo comedor de hombres que era mitad hombre y mitad toro. El laberinto fue tan hábilmente diseñado que nadie podía escapar de ese espacio intrincado o del Minotauro. Dédalo reveló el secreto del laberinto sólo a Ariadna, hija de Minos, y ella ayudó a su amante, el héroe ateniense Teseo, a matar al monstruo y escapar. Encolerizado por la fuga, Minos encarceló a Dédalo y a su hijo Ícaro en el laberinto. Aunque los prisioneros no podían encontrar la salida, Dédalo fabricó alas de cera para que ambos pudieran salir volando del laberinto. Ícaro, sin embargo, voló demasiado cerca del sol; sus alas se derritieron y cayó al mar. Dédalo voló hasta Sicilia, donde fue recibido por el rey Cócalo. Minos persiguió después a Dédalo pero las hijas de Cócalo lo mataron.

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