El asombroso ciclo vital de las aves


El ciclo vital de las aves está estrechamente relacionado con las estaciones. En las zonas árticas y templadas de los dos hemisferios, norte y sur, existen cuatro estaciones anuales: primavera, verano, otoño e invierno. Pero en muchas regiones tropicales y subtropicales, sólo existen dos: la lluviosa y la seca (o, incluso, dos de cada por año). La llegada de las lluvias afecta a las aves de diversas formas. Aparece la vegetación nueva que algunos utilizan para construir sus nidos y se incrementan las poblaciones de insectos. Se forman lagos temporales y charcas que rebosan de plantas y animales que les sirven de alimento. Sin embargo, para algunas especies, la estación seca es más favorable para anidar y alimentar a sus crías. Algunas aves acuáticas tropicales construyen sus nidos en las islas arenosas que sólo emergen cuando desciende el nivel del agua de los grandes ríos, como el Amazonas.
9.1
Apareamiento y nidificación
Nido de tejedor republicano
El tejedor depende del instinto y sus habilidades para hacer su nido de hierba entretejida. El túnel de entrada impide a las serpientes alcanzar la cámara superior. Este diseño es característico de la especie.

Suelen ser pocas aves las que permanecen con la misma pareja a lo largo del año y de un año al siguiente. Incluso, aunque una pareja pueda unirse varios años, la relación entre los miembros o la unión de pareja debe renovarse o reforzarse al comienzo de cada época de reproducción. Esto se lleva a cabo con exhibiciones visuales, auditivas o de ambos tipos. Algunas exhibiciones visuales de cortejo son complicadas y, como ocurre en las garzas, se utilizan plumas especializadas. En otras especies, como los patos, la unión de pareja se establece siguiendo una serie de movimientos muy estereotipada. Si uno de los dos miembros no responde con la demostración correcta, la secuencia se rompe. Entre las exhibiciones auditivas está el ‘canto a dúo’ que llevan a cabo las especies de varias familias de aves, como la familia Pícidos y la familia a la que pertenecen los chochines, entre las que se encuentra el pájaro carpintero. Las llamadas de machos y hembras se alternan en una sucesión tan exacta, que podría parecer que la fuente del sonido es una única ave. En algunas especies no existe una verdadera relación de pareja. Los machos se exhiben entre ellos compitiendo por el derecho a emparejarse con tantas hembras como sea posible. Esta reunión de machos se produce en las aves del paraíso, en los pavos reales salvajes, en algunos correlimos, en algunos lagópodos y en una familia de pájaros tropicales de pequeño tamaño llamados manaquines.
Las aves ponen sus huevos en sitios tan variados como el suelo desnudo o nidos muy elaborados. Los de los pájaros tejedores de África y Asia se consideran entre los objetos más intrincados que se conocen en el reino Animal. Los nidos se construyen con una gran variedad de materiales fáciles de conseguir: hierba, ramitas, cortezas, líquenes, fibras vegetales, hojas, pelos de mamíferos, telas de arañas, lodo, algas marinas, conchas marinas, guijarros e, incluso, saliva de los propios pájaros. También pueden usar objetos como trocitos de papel, plástico y cuerdas. Muchas aves despluman la parte de su abdomen que se alinea con el nido, de modo que el trozo de piel expuesta (llamada parche de la nidada) ayuda a calentar los huevos. El número de huevos por nido varía según las especies, entre uno y una docena o más. En la mayoría de las especies los progenitores se turnan para incubar los huevos o lo hace sólo la hembra. Sin embargo, en algunas especies los papeles que desempeñan los dos sexos se invierten y tanto la incubación de los huevos como la alimentación de las crías corre a cargo de los machos. En estas aves, también al contrario de lo normal, la hembra suele ser más grande y su plumaje tiene unos colores más intensos que el del macho.
9.2
Vida de familia y supervivencia
Polluelo saliendo del huevo
El faisán que emerge en esta secuencia sigue el modelo de casi todos los polluelos. Con ayuda de su dentículo, una pequeña proyección del extremo del pico que pierde poco después, el polluelo abre una grieta en la circunferencia del huevo. La parte más lenta del proceso viene después: el polluelo introduce las patas en la grieta y empuja para abrirla. Al cabo de un minuto la cabeza, y poco después el cuerpo, quedan libres de la cáscara que los protegían.

Cuando salen del huevo, las crías de las aves se clasifican en dos categorías generales: altricial o nidícola y precoz o nidífuga. Las crías altriciales rompen el cascarón ciegas y desnudas o cubiertas con un plumaje velloso y poco denso. No pueden sostenerse y dependen por completo de sus progenitores. Las crías precoces salen del huevo con los ojos abiertos, están cubiertas con un plumón denso y, en pocos días, pueden caminar, moverse y encontrar parte de su propio alimento. También existen condiciones intermedias.
Todas las aves canoras y sus parientes próximos tienen crías altriciales, al igual que otras aves, como el pájaro carpintero, el martín pescador, los vencejos y los pelícanos. Entre las crías más precoces, están las de los pavos, los faisanes, las codornices, las aves de corral, los ánsares, los patos y los cisnes. Entre las formas intermedias están las crías de las aves de presa y las del orden de los Procelariformes. Éstas rompen el cascarón relativamente indefensas, pero están cubiertas por un plumón denso. Las crías de las gaviotas y de las golondrinas de mar salen del huevo con plumón y los ojos abiertos y pueden moverse en uno o dos días aunque, durante varias semanas, dependen de sus progenitores para alimentarse.
Polluelos
Una montaña de comida —resultado de hasta 1.000 salidas diarias de los progenitores— ayuda a los polluelos de muchas aves arborícolas a convertirse en animales autosuficientes en tres semanas. En la imagen se ven los polluelos del herrerillo común a los 3 y 13 días de edad, cuando están ya listos para volar.

En la mayoría de las aves, la familia se desintegra tan pronto como las crías son capaces de alimentarse por sí mismas y, entonces, siguen su propio camino. En algunas especies de gran tamaño, como los cisnes o las grullas, las familias pueden emigrar y permanecer juntas durante todo el invierno. Estudios recientes indican que en varias especies de diferentes órdenes las crías pueden permanecer con sus progenitores de uno a tres años, ayudándolos a alimentar y cuidar a las crías de los años sucesivos antes de marcharse a buscar pareja.
En una población estable los nacimientos y las muertes deben estar equilibrados. La mortalidad es siempre más alta entre las crías, de manera que los adultos deben originar un número mayor de descendientes del que sería necesario para reemplazarlos. Se cree que la mayor parte de las pérdidas de las crías de las aves migradoras se deben a los riesgos del viaje. Las aves sedentarias de tierras tropicales encuentran, en comparación, más depredadores que los de la zona templada y pierden, de esta manera, una alta proporción de huevos y crías. Estas especies suelen estar preparadas para anidar tantas veces como sean necesarias hasta que sobreviva una nidada. Como en los mamíferos, la expectativa de vida en las aves se correlaciona con el tamaño. Las aves canoras de pequeño tamaño pueden vivir, hasta doce años o más. También las aves marinas pequeñas, como las golondrinas de mar, tienden a tener una vida prolongada y su actividad reproductora puede durar más de veinte años. Sin embargo, la longevidad en las aves salvajes casi nunca se equipara a la de los cautivos, protegidos contra las enfermedades y la depredación. En los zoológicos, entre las aves de vida más larga se encuentran los loros y las grandes aves acuáticas y rapaces.

martes, 21 de diciembre de 2010

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