La voz


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Muchos años atrás escuchó La Voz emerger del vientre de la mujer como un horroroso oráculo vaticinando acontecimientos, pero también concediendo favores a quién lo pedía.

De pequeña su abuela la llevó con una mujer postrada en un camastro; cuando ella dormía, emergía una entidad, una voz que erizaba los pelos, causaba escalofríos y miedo.

Su abuela la llevaba de acompañante, la buscaba para saber cosas del destino o solicitarle un favor; pero La Voz siempre pedía algo a cambio, la gente lo sabía y si se estaba dispuesto La Voz cumpliría con lo pactado

Eso fue muchos años atrás, tantos que no recordaba, se había borrado de su memoria por los años y por la razón. Ahora era una parisiense, esperaba una nieta, la voz ya no existía.

 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Textos bizarros tomo uno


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Colección de 26 historias que van más allá de este mundo, seres fantásticos, monstruos que habitan en lo profundo de la imaginación. La magia y lo cotidiano, lo ordinario y lo extraordinario en textos que te llevarán por un largo recorrido por la tierra habitada por nuestros miedos y culpas.

Textos “bizarros”, tomo 1, un libro que en su interior guarda una serie de cuentos raros, extravagantes: Hombres, mujeres, animales, cosas y acontecimientos mezclados en historias que nos muestran la cara del mundo que odiaríamos conocer.

Las criaturas, los monstruos que conoceremos en Textos “bizarros” son las mismas que cohabitan en las profundidades de tus pesadillas, las cosas innombrables que no nos atrevemos a mencionar por temor a ser vistos como dementes.

Textos “bizarros” te sumergen en un mundo donde se puede ir del terror más profundo a la más grotesca pesadilla; seres, monstruosos, fantásticos y ordinarios convertidos en aterradoras bestias; cosas transformadas en la peor pesadilla, chupando tu aliento y tu alma.

Textos “bizarros” puede ser hilarante si tu concepto del mundo lo cocinas desde la plenitud de un cerebro intoxicado con los pensamientos preclaros de una locura genial; Textos “bizarros” te atrapa y tu conoces del mundo, las cosas que la gente cuerda oculta con el velo de la hipocresía.

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Cinco historias reales


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Extraña niña que vaga por las noches en una casona como alma en pena, cuenta la trágica historia de sus hermanos y la suya propia, el temor a su padre a quien culpa del maltrato a su madre y de su caída. Presencia el escape de una de sus hermanas, ella lo intenta, más es imposible.

Pequeño hombre que ha dedicado su vida al extraordinario propósito de aprender a levitarse, no como los santos o curas que espontáneamente se elevan por los aires, pretende controlar su vuelo como los propios ángeles.

El mundo de los políticos y el encumbramiento de un individuo que ha salvado la vida del hijo de un hombre muy poderoso, como agradecimiento recibe los favores del político, siempre guardando la distancia y obedeciendo servilmente. Muy pronto tendrá la oportunidad esperada y sabrá hundir el puñal de la traición en el momento preciso.

Un extranjero ha llegado a tierras de la provincia mexicana, “alto como ninguno en el pueblo” provoca expectación y asombro entre hombres y mujeres. Lo llaman el “Gringo” por su rubio aspecto, pronto logra hacer prosperar la tierra y hacerse querer de los habitantes vecinos. Llega la noticia de que el “Gringo” no es gringo, es un criminal de guerra nazi.

Una bella jovencita que sueña con el príncipe azul, lo espera ansiosamente, más este nunca llega, y en una noche que ha bebido se entrega sin amor destrozando sus ilusiones. Al poco tiempo de casada abandona al marido y los hombres la buscan para probar suerte; su madre la reprende y le pide que cobre por sus favores, ella nunca lo escucha y los años pasan muy pronto.

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Cuentos de terror


 

¿Alguna vez has tenido miedo? ¿Alguna vez has sentido el terror carcomer tú alma? ¿Alguna vez has temido que la noche llegue con sus fantasmas y sus demonios? Si el miedo no vive en tu corazón te invito a leer “Cuentos de terror”.

La sevicia, el horror y la locura en terribles personajes que te guiarán por el sendero de la demencia.


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Ha regresado al lugar  de donde hace años se marchó, nunca debió hacerlo, ahora no podrá escapar. Espeluznante relato de una casa maldita por sus habitantes, donde las sombras fantasmales vagan temerosas.

 

Teme regresar a la escuela, teme a sus compañeros, ahora llegó la hora de la venganza.

 

Atrévete a leer la historia de "La Máquina", un asombroso artífice inspirado por el demonio que cumple los deseos de los hombres.

El despertar de una bruja que ha dormido por centuria.

El Berraco, un espantoso animal enviado por el demonio para llevar las almas al infierno. 

El fatídico canto del tecolote que al cantar muere el indio. El chaneque, extraordinaria y evasiva criatura que acecha en las soledades del monte.

 

El caballo del diablo, un horrendo equino que carga las almas perdidas, el cazador de almas, entidad diabólica que nos acecha en la oscuridad.

 

La llorona, el dolor de su llanto aterra a quien la escucha. 

 

El jinete sin cabeza, aliado del demonio.

La mujer tarántula que purga su castigo en abominable forma.

 

La mujer serpiente, terrible y diabólica . Disfrútalos en la noche de luna llena, mientras  sombras amenazantes te acechan en la oscuridad murmurando maldiciones.



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El libro es muy bueno, digamos que excelente por el manejo de los personajes; compra libros a autores independiente, los ayudas y pones tu granito de arena contra el monopolio literario.

domingo, 6 de diciembre de 2020

La eternidad


 Extraordinarias narraciones que nos dejan con la boca abierta, seres de la noche, seres sin más razón que los primordiales impulsos que los mueven a los actos más extraños.

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Un extraño objeto irrumpe en la tranquilidad de una pequeña y marginada localidad, encontrándose con una sorpresa que va más allá de su entendimiento. Una extraña criatura que despierta el ancestral miedo a lo desconocido. Deliberando llegan a la conclusión que lo mejor para la comunidad es borrar toda traza del singular accidente y deshacerse de la criatura. El instinto de sobrevivencia comunal se impone y han sentenciado a la criatura a morir de cruel manera.

Una noche de parranda, de jóvenes en busca de aventura, tratando de encontrar su lugar en el mundo, adentrándose en sórdidos lugares donde la muerte acecha a cada paso.

El tejado de los augurios. Una vieja mujer inválida, vive en una vieja casona de cuatro paredes. La cuida una nieta siempre en busca de libertad, un viejo sin más esperanza que el nuevo amanecer, una loca que cuenta incansablemente sus dedos. La anciana mira en el tejado el futuro, las señales que la humedad va trazando al paso del tiempo.

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La sinrazón. Un muchacho solitario y ateo que se enfrenta a la sociedad con sus extrañas ideas que causan repulsión a quien lo escucha.


El libro es excelente, se ha descargado miles de veces. Compras libros a autores independientes para contribuir con la creatividad y frenar el monopolio.

Las razones del caído


 
Las razones del caído. Serie de intensas narraciones de gran viveza que nos llevan por los más dispares caminos. El mismo Satanás quejándose del hombre ante el Señor; La trampa, relato de dos grandes amigo, padeciendo las más crueles de las pasiones; El encargo, ¡por fin se ha decidido!, lo que lleva en sus manos es un encargo muy preciado; La señal, toda la vida ha esperado el gran acontecimiento, único en la historia moderna y decisorio en el destino humano; El castigo, un hombre, un labriego ha recibido un extraño don; El dedo de Dios, Dios ha señalado al pueblo, lo ha maldecido y la gente lo sabe; El verraco, el cerdo del demonio vendrá por la noche al pueblo, ha muerto alguien perverso y se llevará su alma; el ingeniero sube a las montañas, llega a su destino, pero al amanecer lo impensable.

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LAS RAZONES DEL CAÍDO: Satanás ha llegado al cielo, se encuentra con el mismo Miguel, pero el va en busca de la Luz, en busca del Señor, hablar con Él y decirle lo infeliz que es a causa del hombre.

LA TRAMPA: Dos amigos en eterna jurga, lloran, ríen, sufren y se enamoran, pero la envidia corroe a uno de ellos y ha decidido terminar de una vez con su sufrimiento.

EL ENCARGO: No se decide, lo ha pensado una y otra vez, lleva el bulto oculto entre sus ropas; lo piensa y por fin está dispuesto a enfrentar su destino.

LA SEÑAL: Un sacerdote con un extraño don, se siente elegido para encabezar las huestes celestes para combatir el mal; solo espera la señal, se ha hecho viejo y la señal no llega, está a punto de perder la fe.

EL CASTIGO: Un humilde campesino ve caer una estrella, parte en su búsqueda y encuentra el meteorito; se contamina de radiación y ocurre extraña transformación, se siente poderoso y va en busca de venganza.

EL DEDO DE DIOS: En un pueblo, un gran dedo los señala en las alturas, el dedo de Dios que los estigmatiza por su mal comportamiento y hará caer el peor de los castigos sobre ellos.

EL VERRACO: Una enorme bestia, un cerdo depredador, un demonio que sale del averno para llevarse consigo el alma de los pecadores, de los malvados que, con su sola presencia en la vida, afrentan a Dios.

LA CUESTA DE LA SOLEDAD: Un ingeniero sube una cuesta empinada, una serie de acontecimientos lo llevan a vivir una aventura sobrenatural. DESCARGA EL LIBRO

Estirpe de montaña. La novela



Ver la novela completa.

Un joven, un hombre, un viejo. Estirpe de montaña nos muestra el recorrido a través del tiempo y de sucesos extraordinarios que lo van marcando y transformando en el sucesor de los Armenta, una mítica familia por cuya sangre corre la misma savia de la montaña, convirtiéndolos en criaturas poderosas y temidas por os hombres y por las bestias de las montañas.

Guadalupe Armenta es arrebatado del lado de su abuelo por una madre desnaturalizada que lo condena a padecer su misma suerte y sufrimientos.

La madre es asesinada y el muchacho ingresa al ejército y prueba el amargoso sabor de la venganza.

Patrullando  la montaña en misión de exploración y reconocimiento, los soldados al mando del comandante Malacara, son atacados por una partida de guerrilleros. Los soldados son masacrados y Guadalupe parte en busca del sueño americano, donde crea un pequeño imperio de narcomenudeo.

Corazón de María, su pareja lo traiciona, la policía de antinarcótico lo detiene y desmiembra su organización. Es encarcelado y al cumplir su condena regresa al lugar del que una vez partiera prometiendo triunfar.

Es contactado para un trabajo, sube a la sierra, por los caminos que lo llevan al lugar donde viviera con su abuelo, aquel hombre enorme al que las mismas bestias le temían.

En el camino se da cuenta que su abuelo corre peligro, hombres peligrosos, enviados por el gobierno lo buscan para tenderle una celada y asesinarlo.

Emprende una incansable carrera por la vida de su abuelo, se enfrenta con los asesinos en bestial lucha, son viejos y crueles enemigos.

Guadalupe Armenta, a punto de morir, es salvado por el abuelo, Facundo Armenta, quien en titánica lucha vence a sus enemigos.

Guadalupe Armenta se recupera de sus heridas y se da cuenta que tienen hijas; pasa algunos meses con ellos, pero vuelve a partir, prometiendo regresar.

Guadalupe Armenta es líder de una partida de hombres y mujeres que agobiados por la injusticia  se han rebelado contra el gobierno. El enemigo es el hijos de del comandante Malacara, quien los persigue sin dar cuartel.

Leonidas Malacara recibe ayuda de un viejo enemigo, un feroz y poderoso enemigo que ha jurado vengarse.

En la lucha final Guadalupe Armenta es herido mortalmente, transportado por criaturas del monte es llevado de regreso, junto a su abuelo, es muy viejo, han pasado muchos años.

La historia de un largo recorrido que a pesar de los vericuetos parece conducir al origen. Un niño, Lupe Armenta,  habita las solitarias montañas bajo la protección de su abuelo, cohabita con el jaguar, pero también   mágicas especies  se apostan juguetonas  ante su presencia.

La madre lo lleva lejos del abuelo, en la tierra baja conoce el maltrato, el hambre y la miseria, él espera con ansia la llegada del abuelo, el abuelo grande y fuerte que nunca llega a rescatarlo  de la vida miserable a la que ha sido condenado por su  madre.

Su madre es asesinada, ayudado por el comandante Zacarías Malacara se enlista  en el ejército, venga la muerte de su madre y conoce por primera vez el agrio sabor   de la sangre. El comandante Zacarías Malacara es un miliciano obsesionado por la perfección militar, en su locura  cree en el soldado superior  y ve en Lupe Armenta al súper soldado que ha de ser la base para conformar la nueva generación de soldados.

En una operación militar Lupe Armenta, en medio del fuego cruzado, Luper Armenta se lanza en una carrera suicida logrando derribar a sus enemigos. Su acto le gana enemigos poderosos que lo perseguirán toda la vida.

Durante un recorrido el comandante Zacarías Malcara y sus hombres son emboscados, todos mueren, Luper Armenta escapa. Parte a los Estados Unidos donde se inicia en el narcomenudeo logrando establecer un pequeño emporio criminal. Es traicionado por Corazón de María, destruida su organización criminal es encarcelado. Cumple su condena y  regresa  derrotado sin haber cumplido las promesas de triunfo que se  hizo cuando partió.

Es contratado para subir a la montaña por un cargamento de droga, en el recorrido cuesta arriba,  empieza a recordar, a su abuelo, pregunta por él sin obtener respuesta. El destino lo pone frente a sus ojos, a lo lejos ve la enorme figura del abuelo, pero tiene que cumplir con el encargo. Se hace la promesa de regresar.

Más adelante se da cuenta que piensan matar a su abuelo, se han contratado asesinos implacables, los mismos asesinos que años atrás mataron a todo un regimiento. Decide luchar por su abuelo. En lucha a muerte triunfa y durante un tiempo se queda  con su abuelo pero vuelve a partir en busca de aventura.

Muchos años más tarde, Guadalupe Armenta, en un lejano lugar guía una partida de alzados, perseguidos por el gobierno se movían  a salto de mata en los elevados cerros. El ejército los acusa de matar soldados. Conoce a su perseguidor, el Capitán Leónidas Malacara, hijo del comandate Zacarías Malacara. Huyen como siempre, pero esta vez es diferente, percibe la presencia  de terribles enemigos, vuelve a luchar y es herido mortalmente. En un viaje alucinante  es llevado a las montañas de su niñez  donde los espera su abuelo Facundo.

 


lunes, 3 de agosto de 2020

La maldición de la cueva





Para llegar a la cueva, mucha gente, sobre todo los viejos daban cuentas de caminos que marcaban  su ubicación; con estas mismas instrucciones advertían del peligro de acercarse a ella; contaban historias de osados aventureros que se lanzaron en su búsqueda y de los que nunca jamás se volvió a saber nada.

Solo uno regresó y… como si nunca hubiera regresado; era hijo de Eliseó, un bracero que iba y venía del norte; averiguó y averiguó, preguntando por todos lados y subió a los cerros por los caminos prohibidos que llevan a la cueva. Cuando regresó era un muerto en vida, caminaba sin poder ver por dónde, el cabello blanco a pesar de sus 25 años, mudo, arrugado y gruñendo como animal. Terminó sus días acurrucado en el piso, echado como animal, temblando como si el mismo diablo le metiera ese   miedo que no lo dejaba en la carne y en los huesos.

En  la cueva maldita, de la que nadie sabía su paradero a pesar de que todos daban indicios de ella, se encontraba perdida en los cerros, entre la intrincada vegetación, en algún lugar maldito, oculta por hordas de demonios. En esa cueva, un grupo de alzados que andaban a salto de mata, la descubrieron por accidente; un refugio natural donde podían guarecerse de la ley, de  la lluvia, el sol y las fieras del monte.
Pronto se volvieron famosos, cometían fechorías, cada vez más atrevidas y desaparecían sin que nadie pudiera encontrarlos. Asaltaban, secuestraban y asesinaban con impunidad, atesorando un increíble botín. Cada día se volvían más osados, se volvieron noticia nacional, cuando secuestraron a la senadora, hija de uno de los hombres más ricos de México. Dicen que cobraron un rescate incalculable, se les pagó cada peso que pidieron, su peso en oro de la mujer, miles de centenarios que cargaron en carretas tiradas por mulas, aun así, nunca más se supo de la pobre mujer.
El padre de la senadora, hombre poderoso y dado a las ciencias ocultas, tramó una terrible  venganza, un castigo en esta vida y en la otra.

Se rodeo de hombres peligrosos, seres perversos, sin alma ni entrañas; todos ellos al mando de un poderoso brujo, un indígena, descendiente directo de la malinche; un personaje capaz de invocar a los viejos dioses aztecas y lidiar con las oscuras fuerzas de la iglesia.
Saturnino era un chamán de edad indefinida, odiado y temido por todos, aseguraba que, en la primavera, cumpliría 205 años y que había muerto tres veces y que aún le quedaban seis vidas. Había jurado lealtad al padre de la senadora, castigaría a los culpables, pagarían una eternidad por el crimen cometido.

La gavilla de criminales fue acorralada, huyeron rumbo al refugio de la cueva, sin saber que eran perseguidos por un verdadero demonio. Melquiades el cabecilla, un asesino despiadado sin alma ni arrepentimiento, maldecía   cuando llegaron a la cueva, se ufanaba  con orgullo malsano de la confianza que le producía el refugio y exclamó: “De  aquí ni Dios nos saca”,  se carcajeó festejando su seguridad. Seguramente no sabía que Dios los había abandonado  hace tiempo y que el diablo ya  iba por ellos.
Pasada la medianoche, Melquiades se ponía nervioso, en la oscuridad escuchaba  murmullos y gruñidos de bestias hambrientas; los oía rasgar la tierra y  husmear la entrada. La gavilla de criminales pasó la noche en vela, cuidándose de las bestias que merodeaban y que por alguna razón les paraban los pelos de punta.
Enclavados en los profundo del monte, en una cueva oculta y secreta, no temían de sus enemigos, pero si eran temerosos de bestias sobrenaturales, de naguales  que pudieran roer sus espíritus.

Cuando amaneció, envalentonados por la claridad, salieron de la cueva. Estaban rodeados, las armas apuntaban  y ellos levantaron las manos en señal de rendición.  Melquiades era arrogante y enfrentó a los hombres con el cinismo que caracteriza a los delincuentes que se saben perdidos.
Uno a uno los hombres de Melquiades fueron hechos prisioneros y colgados en ganchos carniceros como si de peces se trataran. Fueron condenados al sufrimiento eterno, a padecer la tortura de ser comidos por las hormigas arrieras una y otra vez, como en el primer día, cada amanecer se renovaban las carnes y el dolor; mientras la cueva estuviera sellada, cada día sería de tortura infernal.
Saturnino maldijo la cueva y sus alrededores, sus caminos, sus arroyos, sus árboles y hasta sus animales que se convirtieron en bestias vigilantes. De la tierra hizo nacer  seres de castigo, pequeños pero poderosos, capaces de infundir dolor y terror inenarrable; ellos vigilarían los caminos, por los siglos de los siglos.



viernes, 5 de junio de 2020

La leyenda del hombre de maíz




Mi abuela le dio vida, invocando a las oscuras fuerzas de sus antepasados,  dioses poderosos y terribles, seres innombrables, poseedores  de grandes poderes, ocultos en las profundidades de la memoria del tiempo y la noche, en los lugares donde los humanos no sabrán llegar jamás.
Pero mi abuela lo sabía, conocía el horrible  secreto  que los podía  arrancar de su cárcel de centurias, conocía las consecuencias de hacerlo, de traer el horror vivo a la tierra.
La dominaba el odio y el deseo de venganza, se había anidado en ella  desde el día que mataron a mi abuelo, cuando lo emboscaron enemigos arteros y cobardes sin darle ninguna oportunidad de defenderse.
Mi abuela  nació con un don, dicen que a los seis años sabía curar  el mal de ojo y el espanto, que a media noche y en encrucijadas platicaba con la oscuridad; que durante la tormenta los rayos la respetaban y las fieras del monte se rendían como tiernas mascotas.
Lo pensó por largo tiempo y al año de la muerte de mi abuelo, amasó lodo y maíz, lágrimas, sangre, venganza y sudor. De ese nixtamal de vida, molió  por días la masa; una suave, cálida y oscura  masa con la que iba amasando una forma humana.
En la cuarta semana, la escultura  de maíz era enorme y robusto, se miraba tendida como un hombre mal hecho, de rostro atemorizante, frente y mentón prominente, brazos  largos y gruesos  como troncos de tamarindo.
Los ojos, dos peñascos de arroyo, la nariz,  una deforme mazorca, la boca, una hendidura anodina que no daba al rostro ninguna animosidad.
La noche de la tormenta llena de rayos y centellas como no se tenía memoria en la región, fue una noche feroz, los rayos derribaron gran cantidad de árboles milenarios y mataron tanto ganado que por la mañana humeaba la barbacoa en cientos de lugares. El gordo ganado yacía tendido, la fulminante centella los atravesó de lado a lado, entrando por la boca y cocinándolos tan perfectos que la carne se desprendía suave de los huesos.
Mi abuela invocaba el terror, lo llamaba en medio de la noche sacudida en sus cimientos por las terribles fuerzas liberadas. Un rayo sacudió el jacal de la abuela, centelleó desde el cielo el relámpago, el más poderoso y destructor. Cuando el espanto y la destrucción se disipó, ya no existía el jacal, sólo mi abuela estaba de pie, junto al hombre de maíz.
Las dos piedras de arrollo brillaron al rojo vivo, la boca  se torció perversa y aquel rostro sin pasiones se llenó de diabólico coraje. El hombre de maíz se incorporó, grande, inmenso, dio sus primeros pasos y se perdió en el monte.
Mi abuela empezó a reír, una risa escandalosa y sin cordura. Un viento furioso, una sombra la arrebato de la tierra y se perdió para siempre.
El hombre de maíz vagaba de noche y de día, sembrando el terror, destripando sin piedad animales y hombres. Haciendas, ganado, familias fueron destruidas, nada quedaba, más que el miedo y el terror.
Cuando el último de los hombres que participaron en la emboscada del abuelo fue castigado; el hombre de maíz no paró, siguió hasta que no hubo ser vivo en cientos de kilómetros, entonces se tendió confundiéndose en la tierra como un montículo; llovió, y, llovió y el agua se encargó de borrar  todo rastro del hombre de maíz.


Evolucion





Fui uno de los primeros, empecé con un fuerte dolor de cabeza y mucha fiebre, ningún analgésico lograba calmar mis malestares, una semana entera ardiendo y con la cabeza inflamada de dolor.
Siempre había sido un chico sano, nunca me había enfermado ni de gripa; mi madre me presumía con sus amistades comentando que jamás había sufrido enfermedad alguna:  ¡el es increíble, muy sano, de niño no enfermó nunca!

Pero ahora estaba tirado en cama, revolcándome del dolor, estudiaba en otra ciudad y mi madre no sabría  que por fin, su hijo que nunca se enfermaba, había pescado un gran resfrío.
En la enfermería de la universidad, me recetaron  analgésicos y antipiréticos para bajar la fiebre y calmar el dolor; me recomendaron tomar mucho líquido, descansar y me enviaron a casa. Así que en mi cuarto estaba solo, rumiando y quejándome del dolor; asustado y pensando en ir a urgencia hospitalaria si el dolor y la fiebre persistía al día siguiente.
¿Pero cómo me había enfermado? ¿de dónde venía mi dolencia? Todo empezó con la excursión que realizamos al volcán. Una excursión no autorizada por la escuela ni por ninguna autoridad, el paso   estaba prohibido por la actividad  volcánica que presentaba, nos colamos por las veredas y llegamos a la cima.

Éramos una docena de amigos deseosos de aventura, tomaríamos muestras y  fotos que colgaríamos en las redes sociales para mostrar al mundo nuestra osadía.  Todo iba bien; un compañero se desvió conmigo, entramos en terrenos peligrosos; allí recogimos un objeto, una especie de cántaro pequeño, podía sostenerlo con facilidad  con una sola mano. Lo que nos maravilló fue el material y lo elaborado  de su tallado; de cristal verde, transparente, podíamos ver en el interior como se removía la mezcla como  humo espeso y luminoso; lo sacudí  dos tres veces y miramos arrobados los destellos  producidos.

Estábamos a un paso de la fama, sería un gran descubrimiento que nos haría famosos en la universidad. Cargué despreocupado  nuestro hallazgo y procedimos a regresar en busca de los demás muchachos. Fue cuando  el volcán  exhaló una gran  fumarola de gases calientes, la sorpresa y el espanto me hizo rodar y caer en el suelo terroso de piedras volcánicas.
Mi caída acabó con los sueños de fama, la ánfora con el  golpe explotó en mis manos, se rompió dejando escapar  el denso gas que me recordó  la clases que más odiaba. Realmente parecía el plasma del que hablaban los profesores de física y química, el cuarto estado de la materia. Fueron segundos de apreciación científica. El plasma o gas o lo que  fuera esa sustancia fue directo a mi rostro y lo inhalé y se pegó a mi rostro causándome escozor y ceguera.
Cuando regresamos con los muchachos, habíamos decidido guardar el secreto, a mi me ardía la cara y los ojos, ya  me empezaba a doler la cabeza.

Ahora tengo una semana enfermo, intoxicado por una sustancia desconocida; esperando que mi organismo sea capaz de  limpiarse por cuenta propia.

Al amanecer lo había decidido, iría a urgencias, contaría toda la aventura para que los médicos hagan los análisis que quieran con tal de curarme de la fiebre y el dolor de cabeza.
A las once  abrí los ojos, dormí como un lirón, un sueño tranquilo, libre de fiebre y neuralgia, me sentía excelente, mejor que  Estaba sano gracias a Dios y elevé  mil  plegarias de agradecimiento a pesar de no ser muy religioso.

Por la tarde ocurrió algo extraño, empecé a escuchar  ruidos, voces, visiones  zumbidos que creí venían de mi cabeza. Era un infierno, peor que el dolor de cabeza; ahora escuchaba al mundo entero murmurar dentro de mí. Corrí, me alejé de la gente, me encerré en mi habitación pensando que estaba enloqueciendo o que realmente podía escuchar lo que la gente pensaba.
Aterrado puse seguro a la puerta, pero las voces e imágenes no se iban, los zumbidos persistían, eran interminables pantallazos que se sucedían a una velocidad inimaginable.  El nuevo amanecer me encontró sentado en la cama, no dormí, no pensé, solo intentaba ver  lo que pasaba dentro de mí. Nunca tuve buena memoria, era más bien de mente  creativa poco dado a la memorización de datos. Pero por ahora, por increíble que parezca, podía acceder a una amplia información de datos que aparecían de la nada en mi cerebro. Asombrado me dije por la mañana: ¡Tengo a Google y Wikipedia metido en la cabeza! Pero no era que pudiera leer como en una computadora, la información era parte de mi memoria y estaba  ahí con solo desearlo y podía  acceder y usar diferente información al mismo tiempo.

Al paso de los días afinaba  mi control  y dominio sobre las habilidades obtenidas. Evolucionaba, mutaba con gran rapidez, ingresaba en las redes,  y violaba la seguridad, obteniendo información privilegiada por la que muchos países y grandes empresas matarían o  pagarían mucho dinero.
Tomar el control de cajeros  era juego de niños, hackear  portales gubernamentales no me divertían en absoluto. Tenía la información del mundo en mis manos.

Los gobiernos y los grandes emporios empezaron a notar mi presencia, sus sofisticados algoritmos no dejaron de percibir  la violación de sus sistemas de seguridad y empezaron una cacería  sin precedentes.

Mis amigos que subieron al volcán, también sufrieron cambios, yo fui el primero y mi amigo de aventura siguió mis pasos con menos fortuna. Enloquecido recitaba en varios idiomas, que a fe de sus padres desconocía; durante horas  se le escuchaba parlotear libros enteros, enciclopedias, discursos castristas, fórmulas matemáticas, química y física, hasta desfallecer.
Los médicos asombrados  fueron incapaces de diagnosticar  el padecimiento; así mi amigo Ángel, expandía sus capacidades  sin la directriz de su conciencia.
Al paso de las semanas y meses, la enfermedad  se replicó en los compañeros que escalamos  el volcán, una decena de jóvenes con una inexplicable enfermedad. Todos ellos fueron aislados; el gobierno estaba preocupado, se daba cuenta de las habilidades desarrolladas y los consideró una grave amenaza a la seguridad  nacional.

Pero el agente contaminante se comportaba como un  virus selectivo que solo contaminaba a los jóvenes. Quienes presentaban síntomas eran aislados inmediatamente  en instalaciones de alta seguridad. Sus familiares no los volvían a ver.

Estábamos evolucionando,  eso no lo querían, no podían permitir ciudadanos  con semejantes poderes. la evolución ya había escogido el camino, saltando del carbono, las células  y la naturaleza orgánica  a las ondas electromagnéticas, a la energía pulsante  de la que está echo el mismo Universo. Ahora evolucionábamos a saltos, del bit digital, al bit cuántico; pronto seriamos seres de viva energía; dioses para ellos que se empeñaban en destruir  nuestro crecimiento.
Ellos, los hombres que gobiernan, no lo sabían, no podrían detenernos, el mundo ya era nuestro y ellos no tenían cavidad , eran gusanos arrastrándose en el fango.

viernes, 29 de mayo de 2020

Asombroso caso de combustión espontanea humana.




Yo lo conocí, era un hombre  muy maduro, casi viejo, o envejecido  por una enfermedad  que lo obligaba a usar bastón. El hombre era solitario, amargado, salía muy poco y quienes lo trataban por la despensa y el mandado, lo consideraban hosco y grosero.

Combustión espontanea humanaVivía en una casona de la colonia Cuauhtémoc; la última casa de una calle larga y solitaria. En esos días  usaba mi tiempo libre haciendo reparaciones de fugas  de agua, destapando caños, soldando o instalando tuberías. El oficio de plomero, como otros que me ayudaron a mantener mi carrera de ingeniería lo aprendí de mi tío, que era un mil usos y gastaba los pesos ganados bebiendo en la cantina.
El hombre de la casona me contactó, tenía un grave problemas de fuga de agua que le inundaba el piso. Lo visité durante una semana, reparando fugas y  cambiando la vieja tubería.


El anciano tenía nombre, se llamaba Manuel y era solitario y maniaco, me di cuenta que temía al fuego y ni de chiste se acercaba cuando encendía el soplete. Lo vi en más de una ocasión, el terror se pintaba en su cara cuando el fuego calentaba las tuberías y él salía huyendo de la estancia.

Al quinto día  me introduje a la habitación,  le había pedido con antelación que abriera la puerta, en ese lugar  cerrado, debía estar el mayor problema de las fugas. A regañadientes lo hizo, me abrió la puerta, pero él no entró. Era una habitación bastante húmeda,  en las paredes se veía el efecto que la humedad causa a través de largo tiempo. Retiré un viejo mueble que al moverlo casi se deshace de lo podrido.

Cayeron papel, carpetas y sobres. La curiosidad me ganó y empecé a curiosear y leer increíbles historias de las que no podía creer. El hermano, el tío, la tía  y el padre habían muerto calcinados, sentados en la mecedoras o acostados en la cama. En una de las  fotos pegadas al legajo, donde narraba el caso de su padre, se apreciaba la cama, en ella se  veía delimitado por feroz calcinación, la figura de un cuerpo o los restos donde  nomás quedaron cenizas de lo que a decir del relato, eran del cuerpo del anciano.

Seguí leyendo ávido de morbo. Por la tarde, frente a la mujer que llevaba la merienda del anciano, hombre decrepito  imposibilitado para caminar, comenzó a quejarse de oleadas de calor que subían del estómago, por la cavidad toráxica, hasta llegar a la cabeza. No era la primera vez que se quejaba del intenso calor, pero a decir de la mujer que lo atendía, era cosa que pronto se le pasaba.
Sin embargo, en esa ocasión, ocurrió algo increíble. La mujer relata que el pobre viejo cuando más se quejaba, empezó a humear del vientre, antes de incinerarse con tal intensidad que el calor consumió su cuerpo en cosa de minutos. El asombroso fenómeno amenazaba con causar un incendio de proporciones devastadoras, pero el fuego parecía respetar todo el mobiliario, consumiendo el cuerpo como si de una yesca se tratara.  La viva grasa del cuerpo parecía alimentar la hornaza y aquella vela humana se consumía por completo.

Aterrado desvié la mirada, ahí estaba la cama, calcinada, las mismas sábanas, el mismo colchón quemado.

Cada legajo de papel, contaba  historias terroríficas de personas que ardían de manera espontánea, desapareciendo en minutos, dejando como único rastro de su paso por la vida, montículos de cenizas. El tío ardió en una mecedora de madera quedando casi intacta, solo carbonizados los pasamanos y las sentaderas; la tía en el comedor, comiendo filetes y papas fritas. Las historias se repetían, documentadas por el terror y la paranoia.

Toda la tarde estuve en la habitación, al terminar  la faena del día, miré al hombre con asombro, había cambiado ante mis ojos, ya no era el viejo gruñón y medio loco, era la victima de una terrible maldición.

Investigué sobre el tema, en Google, había suficiente información; hasta en Wikipedia  tenían una página sobre “Combustiónespontanea”, y los terroríficos casos  de la Combustión espontanea humana”, personas marcadas por una maldición  o un organismo con una genética capaz de generar el suficiente calor para hacer arder el cuerpo hasta desaparecerlo; una falla de la programación  del diseño humano; que al ejecutarse se destruye  sin dejar prueba alguna  de tan atroz suceso.
El último día de trabajo, por la tarde, el hombre, sentado en un sofá, me llamó para pagarme y decirme de un extraño y excelente humor que estaba satisfecho con mi trabajo. Le di las gracias y me dispuse a retirarme.

Escuché un quejido y mi fino olfato percibió extraño olor.  Volví, me di la vuelta y vi al anciano retorcerse y un humo  negro salir de su vientre. El humo negro se convirtió en un fuego que parecía alimentado por un agresivo acelerante, ese fuego como pólvora corrió por todo el cuerpo comiendo la carne y los huesos, tan rápido  que fue imposible hacer nada.

Me quedé impávido, mirando al viejo consumirse hasta los huesos, pronto no quedó  nada; solo cenizas y un cómodo sillón humeando.



martes, 26 de mayo de 2020

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