Mosca de las piedras


La asombrosa Mosca de las piedras
Mosca de las piedras
Mosca de las piedras
Las moscas de las piedras, pertenecientes al orden de los Plecópteros, son insectos que pasan la fase de ninfa en el fondo de arroyos y ríos, y constituyen la principal fuente de alimento de truchas y otros peces. El adulto, como el que se observa en la imagen, vive en tierra firme.

Mosca de las piedras, también conocida como perla o mosca de agua, nombre común de cada uno de los insectos que componen el orden Plecópteros. Las moscas de las piedras presentan tamaños muy diferentes, que van desde unos pocos milímetros hasta los 6 cm de longitud.
Su ciclo vital incluye dos fases: la de ninfa, que pasan en el agua, y la de adulto, que pasan en tierra firme. Las ninfas, llamadas comúnmente gusarapas, prefieren las aguas corrientes. Respiran por traqueobranquias o branquias traqueales (evaginaciones tegumentarias mediante las que realizan el intercambio gaseoso) que pueden localizarse en la cabeza, el tórax o el abdomen; algunas especies carecen de branquias. Tienen antenas largas, ojos compuestos y dos largos cercos. Viven debajo de las piedras de arroyos y ríos, alimentándose de algas, plantas y pequeños animales (véase Comunidades de agua dulce). La presencia de estas ninfas en los ríos es indicadora de aguas limpias y bien oxigenadas.
Tras sufrir varias mudas (entre 10 y 30 según la especie), las ninfas abandonan el agua y experimentan la muda que da lugar a los adultos. Éstos viven en las plantas y piedras cercanas a los cursos de agua; tienen largas antenas y ojos compuestos, tres pares de patas y dos pares de alas, que pliegan horizontalmente sobre el cuerpo cuando están en reposo. Generalmente presentan dos largos cercos plurisegmentados al final del abdomen. Tras el apareamiento, la hembra deposita los huevos en la superficie del agua. El ciclo vital de estos insectos es muy largo y en algunas especies puede durar varios años.
Clasificación científica: las moscas de las piedras constituyen el orden Plecópteros (Plecoptera), formado por unas 1.700 especies, perteneciente a la clase Insectos (Insecta).

miércoles, 5 de octubre de 2011

Jeroglíficos


Los asombrosos 
Jeroglíficos
Jeroglíficos decorativos
Los antiguos egipcios utilizaban su lengua escrita para los textos religiosos, pero, por su naturaleza pictórica, los jeroglíficos también fueron un popular elemento decorativo en las estatuas, como la de la imagen.

Jeroglíficos, caracteres de cualquier sistema de escritura en el que los signos son figuras, esto es, representan objetos reconocibles. El término jeroglífico suele asociarse con la escritura en la que se representó la lengua del antiguo Egipto; los griegos aplicaron el término (que significaba 'talla sagrada') a los caracteres decorativos esculpidos en los monumentos. Después se ha empleado para los sistemas de escritura con figuras de los hititas, cretenses y mayas, aunque esos sistemas no estén relacionados con el egipcio, ya que el único elemento que tienen en común es su condición de figurativo.
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IDEOGRAMAS Y FONOGRAMAS
Las inscripciones jeroglíficas egipcias contienen dos clases de símbolos: los ideogramas y los fonogramas. Los ideogramas representan, bien el objeto concreto que se graba, bien algo muy relacionado con él; por ejemplo, la figura de un sol puede significar 'sol' o 'día'; los fonogramas o símbolos fonéticos (véase Fonética) se emplean únicamente por su valor fonético y no tienen otra relación con la palabra que representa. El principio en el que se asienta un jeroglífico consiste en que la figura de un objeto sirve para representar no sólo el objeto, sino también una palabra que contenga su nombre, aunque signifique otra cosa; así se consigue escribir nombres propios, ideas abstractas y elementos gramaticales que por sí mismos no tendrían representación gráfica. Los fonogramas debieron representar una consonante, o una combinación de dos o tres, en un orden determinado, mientras que las vocales no se representaban. Un signo podía servir de ideograma de una palabra y de fonograma de otra. Muchas palabras se escribieron gracias a una combinación de signos fonéticos e ideográficos; la figura del suelo de una casa significa 'casa', pero el mismo signo seguido de un complemento fonético y la figura de unas piernas que andan, se usaba para escribir un verbo homófono que significaba 'salir'. Los ideogramas escritos al final de una palabra indicaban la categoría a la que pertenece la palabra, y se les ha llamado determinativos porque así se fijaba su significado (que no siempre se aclaraba dentro del contexto). La representación de un rollo de papiro, usada con valor determinativo, indica que se trata de un significado abstracto.
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DISPOSICIÓN DE LAS INSCRIPCIONES JEROGLÍFICAS
Las inscripciones podían realizarse vertical y horizontalmente y, por lo general, se escribía de derecha a izquierda. La dirección se fijaba por un signo aislado que se colocaba al comienzo. Las inscripciones se componían de nombres, verbos, preposiciones y las demás partes de la oración que seguían el orden de las reglas gramaticales. Las palabras que se escribían con signos aislados se agrupaban y se evitaban los espacios en blanco. Las que se referían al rey y a los dioses se desplazaban y se colocaban aparte. Los dos nombres que habitualmente designaban al rey se inscribían dentro de unas cartelas o anillos reales, que eran representaciones estilizadas de lazadas de cuerda doble cuyos extremos se anudaban en la parte de abajo.
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DESARROLLO DE LAS FORMAS CURSIVAS
Los egipcios utilizaron la escritura jeroglífica desde que establecieron el sistema, en torno al 3000 a.C., hasta la época del Imperio romano; las últimas inscripciones están fechadas en el año 394. El número de signos, así como su forma, permaneció prácticamente constante hasta el periodo grecorromano (332 a.C.), cuando aumentó mucho el número de signos utilizados. Junto a ello, incluso en los tiempos del Imperio Antiguo, habían creado otra forma de escritura, la hierática, más rápida, que, dado el volumen de los escritos, sustituía las formas jeroglíficas y se hacía con una especie de lápices de punta roma que se mojaban en un tinte; se escribía sobre papiro. Los griegos la llamaron hierática (en griego, 'sacerdotal') porque en el siglo VII a.C. estuvo limitada a los textos sagrados. Cuando se empleó para otros textos y bajo una forma más ligada se la llamó demótica (en griego, 'popular'). No obstante, la grafía jeroglífica, a pesar de ser más elaborada que la demótica o la hierática, se siguió grabando en las inscripciones de los monumentos con fines ornamentales y testimoniales. Fue su carácter figurativo y ornamental lo que impulsó a los egipcios a considerarla como parte de la decoración de sus obras arquitectónicas. Véase Arte y arquitectura de Egipto.
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DESCUBRIMIENTO DEL SIGNIFICADO DE LOS JEROGLÍFICOS
Los romanos habían creído que los jeroglíficos tenían carácter simbólico y alegórico, pero no fonético; esta teoría se transmitió durante el renacimiento. Se empezó a sospechar otra cosa en 1799, cuando un soldado de las tropas de Napoleón durante la campaña de Egipto descubrió la piedra de Rosetta, parte de un pilar que contenía un edicto en honor de la coronación de Tolomeo V (197 a.C.) escrito en dos idiomas, griego y egipcio, éste bajo dos formas de escritura: la jeroglífica y la demótica. El diplomático sueco Johan David Åkerblad apenas consiguió identificar algunos signos fonéticos (véase Fonética) pertenecientes a la versión en cursiva, pero ya supuso un progreso; después el médico británico, también egiptólogo, Thomas Young consiguió identificar unos cuantos nombres propios. Pero el contenido no se descifró hasta que el egiptólogo francés Champollion culminó su trabajo, iniciado en 1821, y descubrió que los dos tipos de escritura egipcia eran representaciones fonéticas. En un primer momento Champollion descifró los nombres de varios reyes escritos en caracteres jeroglíficos, basándose en los mismos nombres escritos en caracteres demóticos y lo confirmó con los nombres enmarcados en las cartelas de la piedra de Rosetta y de otros monumentos tolemaicos. Después de descifrar el nombre de los gobernadores grecorromanos, proporcionó el valor fonético correspondiente a cada signo, cuando lo combinó con su equivalencia en copto, última etapa de la lengua del antiguo Egipto que él conocía. Esto le permitió descifrar los nombres más antiguos. En 1822 concluyó la traducción del texto.

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