Parásitos


Los asombrosos 
Parásitos
Virus del SIDA
El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que puede provocar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), ataca principalmente a los linfocitos T-4, elementos vitales del sistema inmunológico humano. Como consecuencia de este ataque, la capacidad del organismo para defenderse de virus, bacterias, hongos, protozoos y de otro tipo de infecciones oportunistas, se ve gravemente debilitada. Pneumocystis carinii, agente inductor de la neumonía, es la principal causa de muerte entre las personas infectadas por el VIH; pero también se incrementa la incidencia de ciertos tipos de cánceres, como el linfoma de las células B y el sarcoma de Kaposi. Las complicaciones neurológicas y una drástica pérdida de peso o debilitamiento son características de la fase terminal del SIDA. El VIH puede transmitirse por vía sexual, por el contacto con sangre, con tejidos o con agujas contaminadas, o traspasarse de madre a hijo a través de la placenta o de la leche materna. Los síntomas característicos del SIDA pueden no aparecer hasta los diez años o más de la infección.

Parásito, cualquier organismo que vive sobre o dentro de otro organismo vivo, del que obtiene parte o todos sus nutrientes, sin dar ninguna compensación a cambio al hospedador. En muchos casos, los parásitos dañan o causan enfermedades al organismo hospedante. Ciertos parásitos como los piojos, que habitan sobre la superficie del que los hospeda, se denominan ectoparásitos. Los que viven en el interior, como por ejemplo los nematodos parásitos, se conocen como endoparásitos. Los parásitos permanentes pasan la mayor parte de su ciclo vital dentro o sobre el organismo al que parasitan. Los parásitos temporales viven durante un breve periodo en el huésped, y son organismos de vida libre durante el resto de su ciclo vital. Los parásitos que no pueden sobrevivir sin el huésped, se llaman parásitos obligados. Los parásitos facultativos son aquellos que pueden alimentarse tanto de seres vivos como de materia muerta. Los parásitos heteroicos, como las duelas del hígado, necesitan alojarse en animales diferentes en cada fase de su ciclo vital. Los parásitos autoicos, como las lombrices intestinales, pasan los estadios parásitos de su ciclo vital en un único huésped. La ciencia que estudia a los parásitos se denomina parasitología.
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PARÁSITOS DE LOS HUMANOS
Ciclo vital de la duela humana de la sangre
Las duelas del género Schistosoma parasitan a dos hospedantes. La larva abandona el huevo en un río o una charca y penetra en un tipo específico de caracol de agua en cuyo interior se transforma en una larva llamada cercaria. Cuando la cercaria abandona el caracol, perfora la piel del hospedante humano mientras se encuentra en aguas infestadas. El gusano adulto madura en la sangre del hospedante y se asienta en las venas abdominales. Los huevos, que deposita en la túnica del intestino y en la vejiga, vuelven al agua con la orina y las heces, y el ciclo comienza de nuevo. La esquistosomiasis afecta a más de 200 millones de personas en todo el mundo; la enfermedad se caracteriza por abscesos y hemorragias provocadas por la infestación.

Los parásitos de los humanos incluyen virus, riquetsias, bacterias, hongos, protozoos, gusanos y trematodos. Los virus y las riquetsias no se consideran, la mayoría de las veces, organismos vivos, pero utilizan métodos parecidos a los utilizados por los parásitos para transmitirse entre sus huéspedes, y obtienen de ellos todos sus nutrientes. En la especie humana, las bacterias y los hongos son los parásitos que originan la mayoría de las enfermedades infecciosas comunes. Los protozoos producen también ciertas enfermedades. La enfermedad del sueño de los humanos, por ejemplo, es causada por un organismo unicelular llamado Trypanosoma; otro organismo similar causa la malaria. La esquistosomiasis es una enfermedad debilitante producida por un parásito del hígado (véase Duela). Otros parásitos de humanos son varios tipos de gusanos (véase Gusano plano; Gusano cilíndrico; Enfermedades Tropicales).
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PLANTAS PARÁSITAS
Muérdago
En Europa y Estados Unidos crecen varias plantas perennes conocidas como muérdagos. Infestan pinos, abetos, manzanos y enebros. Algunas especies carecen de hojas y se alimentan exclusivamente de la planta parasitada.

Todas las plantas parásitas se alimentan de otras plantas. Pueden ser parásitas parciales si consiguen algunos de sus nutrientes de los huéspedes o bien, parásitas absolutas, si son completamente dependientes del huésped para conseguir su alimento. Las plantas que son parásitas parciales tienen hojas verdes y son capaces de sintetizar hidratos de carbono, proteínas y grasas mediante el proceso de la fotosíntesis, sin embargo, obtienen toda el agua, el nitrógeno, y las sales minerales que necesitan del huésped.
Ejemplos característicos de tales parásitos son: la castilleja, que parasita las raíces, y el muérdago, que parasita las ramas. El muérdago es un representante típico de un grupo de plantas parásitas que se caracterizan porque nunca producen sus propias raíces. Las aves transportan las semillas de estas plantas de un árbol a otro y éstas desarrollan unos apéndices penetrantes, llamados haustorios, que perforan la superficie del huésped y llegan hasta su sistema de conductos de fluidos. Los parásitos absolutos tienen hojas vestigiales sin clorofila y nunca poseen raíces funcionales. En la cuscuta, las semillas germinan en la tierra y forman una pequeña raíz que sujeta la planta al suelo. Sin embargo, no obtienen su alimento a través de ella, sino que lo hacen mediante un vástago largo, fino y flexible, que se desarrolla hasta entrar en contacto con la planta verde por la que trepan.
El extremo de parasitismo absoluto lo representan ciertas plantas tropicales de la familia de las Raflesiáceas (Rafflesiaceae), las cuales no tienen ni vástagos ni hojas. Crecen sólo sobre determinadas especies de plantas verdes. La semilla, al germinar, envía directamente sus haustorios dentro del huésped; los otros órganos del parásito son unas flores desprovistas de pétalos, compuestas por cinco sépalos enormes y carnosos, que despiden un olor a carne putrefacta. Los insectos, atraídos por este olor distintivo, transportan el polen del parásito de una flor a otra.

martes, 20 de septiembre de 2011

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