El asombroso Confucianismo


Confucio
El confucionismo es una enseñanza que incorpora muchos elementos de la filosofía, de la religión y de las costumbres sociales. Una colección de 12 volúmenes de libros, llamados Analectas, contiene las enseñanzas del gran maestro chino clásico. Las máximas de Confucio, que varían en longitud de una frase a un párrafo, describen, además del respeto por los mayores y la tradición, las normas éticas y morales que cada persona debería seguir.

Confucianismo o Confucionismo, principal sistema de pensamiento en China; se desarrolló a partir de las enseñanzas de Confucio y sus discípulos, y tenía que ver con los principios de la práctica del bien, la sabiduría empírica y las propias relaciones sociales. El confucianismo ha influido en la actitud china ante la existencia, fijando los modelos de vida y pautas de valor social, y proporcionando la base de las teorías políticas e instituciones chinas. Desde China se extendió a Corea, Japón y Vietnam y en las últimas décadas ha despertado interés entre los eruditos de Occidente.
Aunque el confucianismo llegó a ser la ideología oficial del Estado chino, nunca ha existido como una religión establecida con una iglesia y un clero. Los eruditos chinos alabaron a Confucio como gran maestro y sabio, pero nunca lo adoraron como a un dios. Confucio tampoco se proclamó a sí mismo una divinidad. A diferencia de las iglesias cristianas, los templos erigidos en honor a Confucio no eran lugares en los que grupos organizados se reunían para alabarle, sino edificios públicos diseñados para ceremonias anuales, en particular el cumpleaños del filósofo. Varios intentos para divinizar a Confucio y ganar prosélitos al confucianismo fracasaron debido a la naturaleza secular de su filosofía.
Los principios del confucianismo están recogidos en los nueve libros antiguos chinos transmitidos por el maestro y sus seguidores, que vivieron en una época de gran inquietud filosófica. Estos escritos pueden dividirse en dos grupos: los Cinco Clásicos y los Cuatro Libros.
Los Wujing o Wu king (Cinco Clásicos), que se crearon antes de la época de Confucio, son el I Ching o Yijing (Libro de las mutaciones o cambios), Shu Ching o Shujing (Libro de la historia), Shih Ching o Shijing (Libro de la poesía o de las odas), Li Chi o Liji (Libro de los ritos) y Ch’un Ch’iu o Chunqiu (Anales de primavera y otoño). El I Ching es un manual de adivinación probablemente recopilado antes del siglo XI a.C.; su aspecto filosófico complementario, contenido en una serie de apéndices, pudo haber sido compuesto más tarde por Confucio y sus discípulos. El Shu Ching es una colección de documentos históricos antiguos, y el Shih Ching, una antología de poemas antiguos. El Li Chi trata de los principios de conducta, incluidos los de las ceremonias públicas y privadas; fue destruido en el siglo III a.C., pero resulta presumible que gran parte de su material fuera preservado en una recopilación posterior, el Documento de los ritos. El Ch’un Ch’iu, la única obra recopilada, según se dice, por el propio Confucio, es una crónica de eventos históricos acaecidos en la China feudal desde el siglo VIII a.C. hasta la muerte de Confucio, a principios del siglo V a.C.
Los Sishu (Cuatro Libros), compilaciones de los dichos de Confucio y Mencio y de los comentarios de seguidores sobre sus enseñanzas, son el Lunyu (Analectas), un conjunto de máximas de Confucio que forman la base de su moral y filosofía política; Ta Hsüeh (El gran saber); Chung Yung (La doctrina del método), que contiene algunas de las declaraciones filosóficas de Confucio sistematizadas con comentarios y exposiciones de sus discípulos, y el Mengzi (Libro de Meng), que contiene las enseñanzas de Mencio, uno de los principales seguidores de Confucio.
La clave de la ética confuciana es jen, traducido de diversos modos como ‘intuición humana’, ‘amor’, ‘bondad’ y ‘humanidad’. Jen es una virtud suprema que representa las mejores cualidades humanas. En las relaciones humanas, aquellas que se construyen entre una persona y otra, jen se manifiesta en chung, o la fidelidad a uno mismo y a los demás, y shu, o altruismo, mejor expresado en la regla de oro del confucianismo: “No hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a ti mismo”. Otros valores virtuosos importantes en el confucianismo son la honradez, la decencia, la integridad y la devoción filial. Quien posea todas estas virtudes será un chün-tzu (caballero perfecto). En el plano político, Confucio defendía un gobierno paternalista en el que el soberano fuera benévolo y honorable y los súbditos respetuosos y obedientes. El estadista debe cultivar la perfección moral para dar buen ejemplo a la gente. En educación Confucio apoyó la teoría, notable para el periodo feudal en que vivió, resumido en el principio: “en educación, no hay diferencia de clases”.
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ESCUELAS CONFUCIANAS DE PENSAMIENTO
Después de la muerte de Confucio surgieron dos escuelas importantes de pensamiento: una representada por Mencio, la otra por Xun-zi. Mencio continuó las enseñanzas éticas de Confucio acentuando la bondad innata de la naturaleza humana. Creía, no obstante, que la bondad original del ser humano puede envilecerse por el propio esfuerzo destructivo o inmersa en un ambiente perverso. El problema de la cultura moral consiste, por esta razón, en preservar o al menos en restaurar la bondad que es un derecho de nacimiento de cada uno. En el orden político, Mencio es considerado a veces como uno de los primeros defensores de la democracia, pues anticipó la idea de la supremacía del pueblo sobre el Estado.
En oposición a Mencio, Xun-zi afirmaba que las personas nacen con una naturaleza perversa pero susceptible de regenerarse gracias a la educación moral. Creía que los deseos han de estar guiados y moderados por las reglas de la corrección y que el carácter debería ser instruido mediante un cumplimiento metódico de los ritos y por la práctica de la música. Este código ejerce una influencia poderosa sobre el carácter al dirigir de una forma correcta las emociones y proporcionar armonía interna. Xun-zi fue el principal exponente del ritualismo en el confucianismo.
Después de un breve periodo de decadencia en el siglo III a.C., el confucianismo resurgió durante la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.). Las obras confucianas, copias de las que habían sido destruidas en el periodo precedente, fueron restauradas, canonizadas y enseñadas por eruditos en las academias nacionales. Estas obras constituyeron también las bases de los posteriores exámenes para desempeñar puestos civiles y políticos; los candidatos a puestos gubernamentales de responsabilidad eran nombrados en función de su conocimiento de la literatura clásica. Como consecuencia, el confucianismo adquirió un dominio firme sobre la vida intelectual y política china.
El éxito del confucianismo Han se debe en buena medida a Tung Chung-shu, quien fue el primero en recomendar un sistema de educación construido sobre las enseñanzas de Confucio. Tung Chung-shu creía en una estrecha correspondencia entre los seres humanos y la naturaleza; así, las acciones de la persona, en especial las del soberano, son a menudo causantes de fenómenos inusuales en la naturaleza. Debido a la autoridad del soberano, recae sobre él la responsabilidad de fenómenos como el fuego, una inundación, un terremoto o un eclipse. Como estos malos presagios pueden caer sobre la tierra como una advertencia a la humanidad de que no todo se halla en equilibrio en este mundo, el temor al castigo divino resulta útil como freno a los abusos de poder de la monarquía absoluta.
En el caos político que sucedió a la caída de la dinastía Han, el confucianismo fue superado por las filosofías rivales del taoísmo y el budismo, y el pensamiento sufrió un contratiempo. Sin embargo, los clásicos confucianos siguieron siendo la fuente principal de conocimiento para los sabios y con la restauración de la paz y la prosperidad en los tiempos de la dinastía Tang (618-907) se estimuló la difusión del confucianismo. El monopolio de los conocimientos de los eruditos confucianos les aseguró otra vez elevados puestos burocráticos. El confucianismo volvió a ser la enseñanza ortodoxa estatal.
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NEOCONFUCIANISMO
Las actividades intelectuales durante la dinastía Song (960-1279) dieron origen a un nuevo sistema de pensamiento confuciano basado en una mezcla de elementos budistas y taoístas; la nueva escuela de confucianismo fue conocida como neoconfucianismo. Los eruditos que desarrollaron este sistema intelectual conocían bien las otras dos filosofías. Ante todo profesores de ética dedicaron asimismo su interés a las teorías sobre el cosmos y el origen del ser humano.
El neoconfucianismo se ramificó en dos escuelas. El exponente más famoso de una de esas escuelas fue Zhu Xi, un eminente pensador sólo superado en prestigio por Confucio y Mencio, que estableció una nueva base filosófica para las enseñanzas del confucianismo estructurando la opinión erudita en un sistema coherente. Según el sistema neoconfuciano que representaba Zhu Xi, todos los objetos en la naturaleza están compuestos de dos fuerzas inherentes: li, un principio inmaterial universal o ley, y ch’i, la sustancia de la que están hechas todas las cosas materiales. Mientras ch’i puede cambiar y disolverse, li, la ley subyacente y nutrida de miríadas de cosas, permanece constante e indestructible. Zhu Xi identifica el li en la humanidad con la naturaleza humana, que es en esencia la misma para todo el mundo. El fenómeno de las diferencias particulares puede atribuirse a la variedad de proporción y densidad del ch’i hallado entre los individuos. Así, aquellos que reciben un ch’i que es turbio encontrarán su naturaleza original oscurecida y deberán limpiar su naturaleza para restaurar su pureza. La pureza puede alcanzarse ampliando el conocimiento propio del li en cada objeto concreto. Cuando, después de mucho esfuerzo, el li universal o ley natural inherente en todo objeto animado e inanimado, se adquiere la condición de sabio.
Opuesta a la escuela del li (ley) está la escuela de neoconfucianismo hsin (mente). El máximo exponente de la escuela hsin fue Wang Yang-ming, quien enseñó la unidad de conocimiento y de práctica. Su afirmación principal fue que “aparte de la mente, ni ley ni objeto” existen. En la mente, afirmaba, se encuentran personificadas todas las leyes de la naturaleza, y nada existe sin la mente. El esfuerzo supremo debería ser desarrollar “el conocimiento intuitivo” de la mente, no a través del estudio o la investigación de la ley natural, sino mediante el razonamiento intenso y la meditación en calma.
Durante la dinastía Qing (1644-1912) hubo una fuerte reacción a ambas escuelas de pensamiento neoconfucianas, li y hsin. Los eruditos Qing defendían una vuelta al primer y acaso más auténtico confucianismo del periodo de la dinastía Han, cuando todavía no resultó adulterado por las ideas taoístas y budistas. Desarrollaron una crítica textual de los clásicos confucianos basada en la metodología científica, utilizando la filología, la historia y la arqueología para reforzar su erudición. Además, eruditos como Tai Chen introdujeron un punto de vista empirista en el conjunto de la filosofía confuciana.
A finales del siglo XIX, la reacción contra la metafísica tomó un sentido distinto. En vez de limitarse a los estudios textuales, los eruditos tuvieron un interés activo en política y formularon programas de reforma basados en la doctrina confuciana. K’ang Yu-wei, un líder del movimiento reformista confuciano, acaudilló un intento de exaltar la filosofía como una religión nacional. Debido quizá a las amenazas extranjeras a China y a la demanda urgente de medidas políticas drásticas, los movimientos reformistas fracasaron; en la confusión intelectual que siguió a la Revolución China de 1911, el confucianismo fue tachado de decadente y reaccionario. Con el colapso de la monarquía y de la estructura familiar tradicional, de la que se derivaba mucha de su fuerza y apoyo, el confucianismo perdió su influencia en la nación. En el pasado, a menudo había conseguido hacer frente a las adversidades y emerger con renovado vigor, pero durante este periodo de cataclismo social inaudito, perdió su habilidad anterior para adaptarse a las circunstancias cambiantes.
En opinión de algunos especialistas, Confucio será venerado en el futuro como el gran maestro de China; los textos clásicos confucianos serán estudiados y las virtudes del confucianismo, personificadas para innumerables generaciones en las máximas familiares y en la práctica del sentido común de la población china, permanecerán como la piedra angular de la ética. Sin embargo, es dudoso que el confucianismo vuelva a jugar el papel crucial en la vida política e instituciones chinas que desempeñó en los siglos pasados. La victoria del comunismo chino de 1949 subrayó el incierto futuro del confucianismo. Muchas tradiciones inspiradas en las enseñanzas de Confucio fueron marginadas o proscritas. El sistema familiar, por ejemplo, otrora muy reverenciado como una institución central confuciana, perdió su importancia. Se publicaron muy pocos libros clásicos confucianos y a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970 se organizó una campaña oficial contra el confucianismo.


sábado, 5 de febrero de 2011

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