Comunidades
marinas
Costa oceánica y charca de marea
La vida marina es abundante a lo largo
de las costas y en las charcas de marea, donde el sol llega hasta el suelo y
las mareas oscilantes provocan la circulación continua de los recursos.
Comunidades marinas, plantas, animales y
otras formas de vida adaptadas a vivir en los océanos. Las comunidades marinas
incluyen desde los organismos marinos que habitan en la línea de pleamar a lo
largo de la costa (véase Comunidades de la zona intermareal) hasta
aquellos que viven en las profundidades del océano. Estos organismos se dividen
en tres grupos principales: el bentos, formado por algas como la laminaria y
animales como las ofiuras, que viven en los fondos oceánicos; el necton,
animales que nadan, como los peces y las ballenas, capaces de desplazarse con
independencia de las corrientes de agua; y el plancton, formado por diversos
organismos diminutos o microscópicos que se mueven con las corrientes.
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VARIEDAD DE HÁBITATS
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Zonas de vida oceánica
La zona nerítica, el mar abierto sobre
la plataforma continental, es el área más productiva. En la zona epipelágica o
superficial del océano, se concentran el fitoplancton (vegetal) y el
zooplancton (animal). Entre la zona epipelágica y los 1.000 m de profundidad
está la zona mesopelágica (de penumbra). Los peces, invertebrados y mamíferos
marinos de la zona epipelágica se alimentan en ella. Las zonas batipelágicas y
abisales son áreas gélidas y sin luz, habitadas por peces e invertebrados muy
modificados. En las comunidades animales muy especializadas que rodean las
aberturas hidrotermales, las bacterias autótrofas asumen el papel de las
plantas fotosintéticas, y son la base de la cadena alimentaria.
Las comunidades marinas están
adaptadas a vivir en los distintos hábitats presentes en los océanos. El
estrato de agua poco profundo (hasta los 200 m de profundidad) y bien
iluminado que se encuentra encima de la plataforma continental recibe el nombre
de zona nerítica. La zona de mar abierto que se sitúa más allá de la plataforma
continental es la zona pelágica. Mas abajo (a partir de los 2.000 m) se
halla la zona abisal, de aguas frías y oscuras.
Sobre el lecho que se
extiende en la zona nerítica sobreviven moluscos, gusanos poliquetos, algas,
esponjas y otros organismos del bentos. En la zona nerítica también viven
representantes del necton, como peces y crustáceos. En la zona pelágica viven
organismos planctónicos, además de medusas, calamares, peces, ballenas y otros
animales nadadores. En esta área tienen lugar la mayor parte de las capturas
comerciales. Los fondos oceánicos también se encuentran poblados por animales
bentónicos que se alimentan de sedimentos y los filtran, como los picnogónidos
o arañas de mar, los crinoideos pedunculados (lirios de mar), y otros como
ciertos gusanos, moluscos bivalvos, caracoles y anémonas. La fauna abisal
comprende también el zooplancton y el necton.
El plancton constituye la forma
de vida y la fuente de alimento dominantes del océano. El fitoplancton, que
lleva a cabo la fotosíntesis cerca de la superficie del agua, suministra el
alimento para el zooplancton e, indirectamente, para los peces que se alimentan
de éste. Las formas de vida de las profundidades dependen para su subsistencia
de la lluvia de materia orgánica que les llega de las partes más altas.
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FACTORES AMBIENTALES
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Las comunidades marinas no son
igual de abundantes en todas las zonas. A causa de la escasa comunicación
existente entre el agua superficial y la profunda, y de la falta de aportación
estacional de nutrientes, la mayor parte del océano es un desierto acuático, en
especial los mares tropicales. Los zonas más productivas son las regiones
costeras, las zonas de afloramiento (véase más abajo) y los océanos Glaciar
Ártico y Antártico.
El intenso frío que tan
hostil hace a la Antártida influye en la gran riqueza de sus aguas. El agua
fría, que se vuelve más densa al aumentar la salinidad como consecuencia de la
formación del hielo, se hunde y se desplaza hacia el norte desde la plataforma
continental, como hace el agua superficial. Las aguas desplazadas hacia el
norte son sustituidas por una masa profunda de agua procedente del norte que
fluye entre las capas del fondo y la superficie. Esta agua, rica en nutrientes,
asciende a la superficie en un flujo que estimula el crecimiento de
fitoplancton en forma de diatomeas y dinoflagelados. El fitoplancton es
consumido por el zooplancton y otros animales, lo que incluye a la enorme población
de animales similares a las quisquillas, llamados krill, que a su vez sirven de
alimento a muchas especies de peces y ballenas.
Estas ricas aguas se alejan
de la costa y pasan a formar parte de la corriente Circumpolar Antártica, la
corriente oceánica más fuerte del planeta, en parte bifurcada por el extremo
sur de América, dando lugar a la corriente de Humboldt, en la costa de Perú.
Cuando el agua de la superficie es arrastrada por los vientos, el agua de las
profundidades, rica en nutrientes, la reemplaza. Es una importante zona de
afloración que sustenta gran cantidad de vida. Los copépodos y camarones
sustituyen al krill del océano Glacial Antártico. Alimentándose de estos
crustáceos hay enormes bancos de pequeños peces, que reemplazan a las ballenas en
la cúspide de la pirámide trófica.
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GRIETAS HIDROTERMALES
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A finales de la década
de 1970 los científicos que estudiaban el fondo oscuro del océano Pacífico
descubrieron ecosistemas en los que la fuente de energía no provenía de la
radiación solar, sino de la síntesis química llevada a cabo por bacterias. Uno
de estos oasis oceánicos es la falla de las Galápagos; otro está en la dorsal
del Pacífico Este a una latitud de 21° Norte. Estos ecosistemas están asociados
con los sistemas oceánicos de dorsales y fallas, donde las delgadas placas de
la corteza terrestre se expanden creando aberturas. El agua salada se filtra
por ellas, saturándose de minerales y sulfuro de hidrógeno y alcanzando altas
temperaturas. A continuación es expulsada por las grietas en forma de negros
géiseres y se enfría rápidamente hasta los 23 °C. En este medio cálido y
fértil crecen en las rocas colonias de bacterias que emplean el sulfuro de
hidrógeno como fuente de energía. De las bacterias se alimentan una serie de
animales filtradores, algunos desconocidos hasta hace poco, entre los que se
encuentran una especie de almeja gigante y otra de gusano tubular de más de
3,7 m de longitud. La productividad ecológica de estos oasis es cuatro
veces superior a la de la superficie del océano. Los científicos también han
encontrado fisuras semejantes en los flancos de la dorsal Atlántica, y
consideran que pueden existir en todos los sistemas de fallas oceánicas (véase
Océanos y oceanografía).
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