La asombrosa nereida Tetis



Júpiter y Tetis
Júpiter era el dios más poderoso del panteón romano y presentaba las mismas características que Zeus de la mitología griega. En 1811, el pintor neoclásico francés Jean Auguste Dominique Ingres realizó este óleo en el que la ninfa Tetis, antigua amante suya, acude a él para pedirle que interceda por su hijo Aquiles.

Tetis (nereida), en la mitología griega, hija de las divinidades marinas Nereo y Doris, y la más famosa de las nereidas. La pretendieron Zeus, el dios supremo, y también Poseidón, dios del mar, quienes le comunicaron la profecía de que daría a luz un hijo que sería más poderoso que su padre. Fue entregada a Peleo, gobernador de los mirmidones, quien era considerado el más digno entre los mortales. De esta unión, Tetis concibió al héroe Aquiles.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Los asombrosos Terremotos



Los terremotos se producen cuando la corteza de la Tierra se desplaza repentinamente a lo largo de una falla. La roca sometida a una gran presión se rompe y libera energía en forma de ondas sísmicas. La mayoría de los terremotos son de tan baja magnitud que los seres humanos no los detectan. Algunos seísmos producen vibraciones similares a las creadas por el paso de un camión pesado. Las vibraciones generadas por los terremotos de gran magnitud son catastróficamente destructivas, y arrasan ciudades enteras en cuestión de segundos.
Historia del estudio de los terremotos
El origen de los terremotos ha sido una preocupación constante entre las personas que viven en zonas de riesgo desde tiempos remotos. Algunos de los antiguos filósofos griegos atribuían los seísmos a vientos subterráneos; otros a fuegos existentes en las profundidades de la Tierra. Alrededor del año 130, el sabio chino Chang Heng expuso una teoría según la cual las ondas deberían recorrer la Tierra desde el foco (hipocentro) del terremoto. Construyó una complicada vasija de bronce en cuyo borde dispuso ocho dragones con bolas en equilibrio sobre la boca; este primitivo sismógrafo debería registrar el paso de una onda sísmica que haría caer una o más de las bolas.
El sismólogo ruso príncipe Boris Golitzyn inventó el sismógrafo moderno a principios del siglo XX. Este instrumento, que empleaba un péndulo magnético suspendido entre los polos de un electroimán, fue el primer paso en la era moderna de investigación sísmica.
Tipos y localizaciones de los terremotos
Los científicos distinguen tres grandes tipos de terremotos: tectónicos, volcánicos y los provocados por actividades humanas. El primer grupo es el más devastador, y además presenta especiales dificultades para los científicos a la hora de intentar desarrollar métodos de predicción.
De acuerdo con la teoría de la tectónica de placas, el origen de los seísmos tectónicos está en las presiones generadas por los movimientos de las 17 placas que forman la corteza de la Tierra. La mayoría de los seísmos tectónicos se registran en los bordes de estas placas, en áreas donde existe una zona de subducción o una falla de transformación.
Los seísmos que se originan en una zona de subducción representan casi la mitad de los movimientos sísmicos a escala mundial y tres cuartas partes de la energía sísmica de la Tierra. Estos seísmos se localizan alrededor del Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona estrecha con una longitud de unos 38.600 km, que coincide con los márgenes del Océano Pacífico. La ruptura de la corteza, en este tipo de seísmo, tiene su foco en zonas muy profundas bajo la superficie de la Tierra, pudiendo alcanzar los 645 km de profundidad.
Los terremotos de origen tectónico fuera del Cinturón de Fuego se localizan a lo largo de zonas de contacto entre placas en numerosos puntos de la Tierra. En las dorsales centro-oceánicas se producen numerosos movimientos de intensidad moderada que ocurren a profundidades relativamente escasas. Los seres humanos rara vez perciben estos seísmos. Estos terremotos representan sólo un 5% de la energía sísmica de la Tierra, pero los instrumentos de precisión de la red mundial de estaciones sismológicas los registran a diario.
Otra zona de riesgo para los seísmos de origen tectónico es una franja que se extiende desde el Mar Mediterráneo y el Mar Caspio hasta la cordillera del Himalaya, terminando en el Golfo de Bengala. En este área se libera un 15% de la energía sísmica de la Tierra, masas de tierra continentales sobre las placas eurasiática, africana e indo-australiana entran en colisión y originan por convergencia altas cadenas de montañas jóvenes. Los seísmos resultantes, con focos situados a profundidades escasas o intermedias, han devastado zonas de Portugal, Argelia, Marruecos, Italia, Grecia, Irán, India, Ex-República Yugoslava de Macedonia, Turquía, así como otros países situados total o parcialmente en la Península de los Balcanes.
Otro tipo de seísmo de origen tectónico incluye aquellos terremotos poco frecuentes pero de gran intensidad que se producen en zonas muy alejadas de otras áreas de actividad tectónica. Los mejores ejemplos de la llamada sismicidad intraplacas son tres temblores masivos que sacudieron la región central de los Estados Unidos en las proximidades de New Madrid, en el estado de Missouri, en los años 1811 y 1812. Estos temblores tuvieron la magnitud suficiente como para hacerse sentir a una distancia de 1.600 km, y los movimientos que ocasionaron desviaron el Mississippi. Los geólogos creen que los terremotos de Nuevo Madrid son un síntoma de fuerzas que están desgarrando la corteza de la Tierra, en este caso actuando sobre fallas antiguas, fuerzas como las que crearon el Rift Valley en África.
Los terremotos de origen volcánico pocas veces alcanzan grandes magnitudes. Su interés radica principalmente en que anuncian erupciones volcánicas inminentes, como ocurrió durante las semanas previas a la erupción del Mount St. Helens en el noroeste de los Estados Unidos en 1980. Tales seísmos tienen su origen en la ascensión de magma que rellena las cámaras bajo el volcán. Al hincharse las laderas y la cumbre del volcán, una sucesión de pequeños terremotos anuncia la ruptura de las rocas sometidas a una gran presión. En la isla de Hawai, los sismógrafos registran hasta 1.000 pequeños temblores al día antes de producirse una erupción.
Los seres humanos pueden causar o incrementar la aparición de terremotos mediante ciertas actividades como añadir una mayor carga de agua a un embalse, realizar pruebas nucleares subterráneas, o el enterramiento de desechos líquidos en pozos profundos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, la ciudad de Denver, en el estado de Colorado, empezó a experimentar terremotos por primera vez en su historia en 1962. Los temblores coincidieron con el enterramiento de desechos líquidos en pozos profundos en un arsenal al este de la ciudad. Después de que las autoridades abandonaran esta práctica, los terremotos continuaron durante cierto tiempo para luego dejar de producirse.
Efectos de los terremotos
Los terremotos tienen distintos efectos de riesgo para los habitantes de las zonas sísmicamente activas. Pueden causar una gran pérdida de vidas humanas al destruir estructuras como edificios, puentes y presas. Asimismo los seísmos pueden provocar devastadores deslizamientos de tierras. Los grandes incendios causados por la ruptura de conductos de gas y energía eléctrica han llegado a dañar o destruir muchas ciudades modernas.
Otro efecto destructor de un terremoto es la generación de las incorrectamente denominadas "olas de marea". El origen de este tipo de ola está en los temblores submarinos, no en las mareas, por lo que su denominación correcta es la de ola sísmica, denominada con el término japonés de tsunami. Estos muros de agua que pueden viajar hasta 950 km por hora han asolado ciudades enteras a lo largo de los litorales. Un hecho de estas características ocurrió en Sanriku, Japón, con una población de 20.000 habitantes, que quedó devastada en 1896.
La desintegración de los suelos es otra catástrofe sísmica. Al quedar sometidos a las ondas de choque de un seísmo, los suelos empleados como material de relleno pueden perder casi toda su capacidad de resistencia y comportarse como arenas movedizas. Algunos edificios se han visto, literalmente, tragados por estos materiales.
Después de un gran terremoto, pueden registrarse una serie de sacudidas posteriores, algunas de las cuales son lo suficientemente importantes como para causar daños adicionales. Estos temblores se denominan réplicas.
Escala de Richter
Los sismólogos han ideado diversas escalas de medición para describir los terremotos de forma cuantitativa. Una de ellas es la escala de Richter, que debe su nombre al sismólogo estadounidense Charles Francis Richter y mide la energía liberada en el foco o hipocentro de un seísmo. La magnitud sísmica es una medida de la cantidad de energía liberada en el movimiento sísmico, indicada por la amplitud (intensidad) de las vibraciones cuando llegan al sismógrafo o instrumento de registro. Es una escala logarítmica que va del 1 al 9; cada escalón o paso ascendente en la escala de Richter representa una intensidad o amplitud que es 10 veces mayor que la del inmediato inferior de modo que un seísmo de magnitud 7 es 10 veces más potente que un seísmo de magnitud 6, 100 veces más potente que un seísmo de magnitud 5, 1.000 veces más potente que un seísmo de magnitud 4, y así sucesivamente. Unos 800 seísmos de magnitudes 5 y 6 se producen cada año en todo el mundo, frente a unos 50.000 seísmos de magnitudes 3 a 4, y apenas 1 terremoto de magnitud 8 a 9. Usando esta escala, los sismólogos clasifican los temblores de insignificante (menos de 4), ligero (4 a 4,9), dañino (5 a 5,9), destructivo (6 a 6,9), muy destructivo (7 a 7,9) y desastroso (8 a 8,9).
Teóricamente, la escala de Richter es una escala abierta, sin embargo hasta 1979 un terremoto de magnitud 8,5 se consideraba el más fuerte posible. No obstante, desde entonces las mejoras en las técnicas de medición sísmica han permitido a los sismólogos perfeccionar la escala, y actualmente consideran que 9,5 es el límite práctico.
Terremotos devastadores
Los registros históricos sobre terremotos antes de mediados del siglo XVIII suelen ser incompletos y poco fiables. Sin embargo, existen datos razonablemente fidedignos con respecto a los siguientes seísmos en épocas históricas: un seísmo en aguas próximas a la costa de Grecia en el año 425 a.C. creó la isla de Eubea, otro destruyó la ciudad de Éfeso en Asia Menor en el año 17, un tercero arrasó una gran parte de Pompeya en el año 63, y diferentes terremotos destruyeron parcialmente Roma en el 476 y Constantinopla (actualmente llamada Estambul) en el 557 y posteriormente en el 936. Durante la Edad Media y en siglos posteriores, varios seísmos asolaron Inglaterra en 1318, Nápoles en 1456, y Lisboa en 1531.
El terremoto que se produjo en 1556 en Shaanxi en China causó la muerte a unas 800.000 personas y ha sido uno de los mayores desastres naturales de la Historia. En 1693, un terremoto en Sicilia dejó alrededor de 60.000 víctimas mortales; y a principios del siglo XVIII la ciudad japonesa de Edo (en cuyo emplazamiento se levanta hoy Tokio) quedó destruida, con la pérdida de unas 200.000 vidas. En 1755 la ciudad de Lisboa fue devastada por un terremoto en el que murieron unas 60.000 personas, un desastre que aparece relatado en la novela Candide del escritor francés Voltaire. Un seísmo sacudió Quito, hoy día la capital de Ecuador, en 1797, y más de 40.000 personas perdieron la vida.
En América del Norte, la serie de terremotos que asoló el sureste de Missouri en 1811 y 1812 fue probablemente la más fuerte de las registradas en los Estados Unidos en tiempos históricos. El terremoto más famoso de los Estados Unidos es el que sacudió la zona de San Francisco en 1906, que produjo enormes daños y causó la muerte de unas 700 personas.
Entre los seísmos más recientes se encuentra el registrado el 17 de enero de 1995 en Kōbe, Japón, donde causó serios daños materiales y mató a más de 4.000 personas, dejando a otras 275.000 sin hogar. El terremoto alcanzó una magnitud de 7,2 en la escala de Richter y duró 20 segundos. El 28 de mayo de 1995, un terremoto de magnitud 7,5 en la escala Richter asoló Neftegorsk, Rusia, una ciudad petrolífera en la isla de Sajalín en el extremo oriental del país. El seísmo causó grandes daños materiales con la destrucción de bloques de viviendas, y murieron más de 2.000 personas. En Yunnan, en China, cerca de Lijiang, un temblor de magnitud 7,0 ocurrió el 3 de febrero de 1996, con un saldo de más de 300 víctimas, y más de 3.800 personas gravemente heridas, pérdidas a las que hay que sumar la destrucción total o parcial de unos 830.000 hogares.
Medidas ante los terremotos
Los países situados en zonas de riesgo sísmico, como Japón, han hecho hincapié en la investigación e implementación de técnicas punteras de construcción con el fin de resistir los seísmos y, en general, en medidas tales como la adopción de códigos o reglamentos de construcción que regulen la ubicación y el proyecto de las edificaciones en áreas de alto riesgo. Las comunidades han creado y puesto en práctica estrategias minuciosamente preparadas para el caso de emergencias. Sin embargo, hasta Tokio, a pesar de tener una de las poblaciones mejor preparadas del mundo, es vulnerable ante una catástrofe natural de estas características y puede sufrir serios daños y grandes pérdidas de vidas humanas. Los problemas de Tokio incluyen un suelo blando en algunos lugares, que puede desintegrarse con facilidad, gran número de edificios antiguos y frágiles que aún se mantienen en la ciudad, estrechas calles que quedan intransitables después de sufrir los daños causados por un terremoto, y refinerías altamente inflamables en las zonas industriales.
Predicción de los terremotos
Los intentos de predecir dónde y cuándo se producirá un terremoto han tenido cierto éxito en los últimos años. China, Japón, Rusia, y los Estados Unidos son los países que más activamente han apoyado estas investigaciones. En 1975, los chinos predijeron el seísmo de magnitud 7,3 en Haicheng, y pudieron evacuar a 90.000 residentes sólo dos días antes de que el terremoto destruyera el 90% de los edificios de la ciudad. Uno de los indicios que facilitó la predicción fue una cadena de temblores de baja magnitud, conocidos como preámbulos o sacudidas anteriores, que habían comenzado unos cinco años antes en la zona.
Otros indicios potenciales que se estudian son la inclinación o abombamiento de la superficie de la tierra y los cambios en su campo magnético, en los niveles de agua de los pozos, la cantidad de radón (un gas radiactivo) disuelto en el agua subterránea, la velocidad de las ondas sísmicas que atraviesan el área provenientes de temblores cercanos y hasta en el comportamiento de los animales. Un nuevo método en estudio conlleva la medición del aumento de la presión en la corteza de la Tierra. La mayoría de las predicciones no dejan de ser estimaciones aproximadas, pero en la medida en que se efectúen progresos en la sismología y la tectónica de placas, la exactitud de las predicciones mejorará, lo que se traducirá en una alerta previa más precisa y menos víctimas mortales.

La asombrosa Trepanación



Cráneo perforado
Los incas realizaron una perforación en este cráneo en un intento de obligar a salir a un espíritu malévolo, procedimiento que en la actualidad se conoce con el nombre de trepanación. Es la forma más antigua de intervención médica que se conoce y fue considerada una forma de curación de lesiones craneales, enajenación mental e incluso cefaleas.


Trepanación, escisión mediante cirugía de un fragmento de hueso del cráneo en forma de disco, como vía de acceso al interior de la cavidad craneal, o para resolver situaciones en las que aparece un aumento de la presión intracraneal. La circunstancia más habitual que requiere la realización de una trepanación es la aparición de una hemorragia en el espacio situado entre el cerebro y el cráneo. Si no se procede a la evacuación de estos cúmulos de sangre, se puede producir una lesión cerebral irreversible por compresión, e incluso la muerte.
El trépano es el instrumento que se emplea para cortar el hueso craneal. Consiste en una sierra circular con un mecanismo que evita la penetración a las estructuras subyacentes. Habitualmente el fragmento óseo escindido se repone al finalizar la intervención, aunque en algunas circunstancias puede ser reemplazado por otros materiales, como metales o cementos especiales. La trepanación es la intervención quirúrgica más antigua de la que se tiene referencia. Se han encontrado cráneos fósiles que demuestran que la trepanación ya se realizaba en el neolítico. En la antigüedad, las trepanaciones se llevaban a cabo en circunstancias como fracturas de cráneo, ataques convulsivos o demencia. En el antiguo Egipto y en Sumer, los discos de hueso procedentes de las trepanaciones se tallaban y se utilizaban como amuletos religiosos.


martes, 8 de marzo de 2011

La asombrosa Transmigración del alma


Transmigración
Transmigración, tránsito del alma a un nuevo cuerpo o nueva forma de ser. Transmigración y reencarnación, o renacimiento de un alma en un nuevo cuerpo (en particular en un nuevo cuerpo humano), son hasta cierto punto sinónimos. Metamorfosis y resurrección no son sinónimos de transmigración. Metamorfosis es la transformación de un ser vivo en otra forma o substancia de vida (como una persona en un árbol); resurrección, sobre todo en la doctrina cristiana, es la vuelta del cuerpo a la vida después de la muerte.
Los antiguos egipcios creían en la transmigración de las almas; a su muerte eran embalsamados para proteger el cuerpo a fin de que pudiera acompañar al mundo siguiente al ka, una fuerza alentadora que era la réplica del cuerpo. Entre los antiguos griegos la transmigración era una doctrina asociada de forma estrecha a los discípulos del filósofo y matemático Pitágoras. Según las doctrinas pitagóricas el alma sobrevive a la muerte física, siendo inmortal y quedando confinada en el cuerpo. Tras una serie de renacimientos en otros cuerpos, y siguiendo a cada renacimiento un periodo de purificación en el averno, el alma queda libre para siempre del ciclo de las reencarnaciones.
Platón afirmaba que el alma es eterna, preexistente, y por completo espiritual. Una vez que ha entrado en el cuerpo tiende a hacerse impura por su asociación con las pasiones humanas; sin embargo conserva un mínimo conocimiento de las existencias anteriores. La liberación del cuerpo se produce en exclusiva cuando el alma ha pasado por una serie de transmigraciones. Si el alma ha tenido buen carácter en sus diversas existencias puede regresar a un estado de ser puro. Pero si su carácter ha continuado deteriorándose en sus transmigraciones acaba en Tártaro, el lugar de eterna condenación.
La idea de transmigración nunca fue adoptada por el judaísmo ni por el cristianismo ortodoxo. Entre los judíos sólo la adoptaron los cabalistas místicos como parte de su sistema filosófico. Los gnósticos y los maniqueos también creyeron en la transmigración, pero los cristianos primitivos que adoptaron la filosofía gnóstica y el maniqueísmo fueron declarados herejes por la Iglesia.
En la filosofía y el pensamiento religioso oriental, la creencia en la transmigración parece no haber formado parte de las antiguas creencias religiosas de los conquistadores arios de la India; aparece por primera vez en forma doctrinal en la recopilación religiosa y filosófica india de los Upanisad, aunque desde entonces samsara (el término sánscrito para transmigración) ha sido uno de los principales dogmas de las tres principales religiones orientales: hinduismo, budismo, y jainismo. Según el hinduismo popular moderno, el estado en el que renace el alma está predeterminado por las buenas o malas acciones (karma) cometidas en anteriores encarnaciones; las almas de los que hacen el mal, por ejemplo, renacen en estados inferiores (como animales, insectos, y espíritu de los árboles). Por último, la liberación de samsara y karma se consigue después de la expiación de las malas obras y el reconocimiento de que el alma individual (atmán) y el alma universal (Brahman) son idénticas. El budismo rechaza de forma taxativa la existencia del atmán. Sin embargo, su conceptualización de la cadena causa-efecto de los renacimientos es en la práctica indistinguible de la doctrina hindú de la transmigración.
Desde tiempos antiguos, las sociedades menos estructuradas que las que abrazaron las principales religiones orientales u occidentales han creído también en diversas formas de transmigración. Suponían que el cuerpo está habitado por una sola alma o esencia vital, que se creía que se separaba del cuerpo con la muerte (y también en el sueño), saliendo por la boca o por la nariz. Separada del cuerpo tras la muerte física, el alma busca un nuevo cuerpo donde vivir, y si fuera necesario entrará en el cuerpo de un animal o de alguna otra forma de vida inferior. Entre estas culturas se creía que la reencarnación se lograba por la transmigración del alma de una persona muerta al cuerpo de un niño de la misma familia, y la posterior animación del niño. Los parecidos familiares se establecerían gracias a este proceso.

Tycho Brahe y la astronomía



Las aportaciones del astrónomo danés del siglo XVI, Tycho Brahe, fueron fundamentales para el desarrollo de las leyes del movimiento de los planetas. Crombie, en esta gran obra sobre la historia de la ciencia, describe algunas de las observaciones en las que se basó el eminente astrónomo para formular sus teorías sobre los movimientos celestes.
Fragmento de Historia de la Ciencia: De San Agustín a Galileo/2.
De A. C. Crombie.
El sistema copernicano apelaba primero a tres clases de intereses. Las Tablas Alfonsinas habían causado insatisfacción porque eran antiguas y no correspondían ya a las posiciones observadas de las estrellas y planetas, y porque diferían de Ptolomeo en la precesión de los equinoccios y añadían otras esferas más allá de su novena, desviaciones ofensivas para humanistas que creían que la perfección del conocimiento se había de encontrar en las obras clásicas. Todos los astrónomos prácticos, cualesquiera que fueran sus opiniones sobre la hipótesis de la rotación de la Tierra, se cambiaron a las Tablas Prusianas del siglo xvi, calculadas según el sistema de Copérnico, aunque, de hecho, eran escasamente más exactas. Algunos humanistas consideraron a Copérnico como el restaurador de la pureza clásica de Ptolomeo. Otro grupo de autores, como el físico Benedetti, Bruno y Pedro de La Ramée o, como era llamado, Petrus Ramus (1515-1572), vieron en el sistema de Copérnico un palo con el que golpear a Aristóteles. Finalmente, científicos como Tycho Brahe, Guillermo Gilbert (1540-1603), Kepler y Galileo vieron toda la significación del De Revolutionibus e intentaron unificar las observaciones, las descripciones geométricas y la teoría física. Fue a causa de la ausencia de esa unidad por lo que hasta el final del siglo xvi, mientras todos utilizaban las Tablas Prusianas, nadie hizo progresar la teoría astronómica. La contribución de Tycho Brahe fue el darse cuenta de que ese progreso exigía observaciones cuidadosas y el hacer esas observaciones.
La obra principal de Tycho fue realizada en Uraniborg, el observatorio construido para él en Dinamarca por el rey. Su primera tarea fue mejorar los instrumentos entonces usados. Aumentó mucho su tamaño, construyendo un cuadrante con un radio de 19 pies y un globo celeste de cinco pies de diámetro, y perfeccionó los métodos de mirar y de graduación. También determinó los errores de sus instrumentos, dio los límites de precisión de sus observaciones y tuvo en cuenta el efecto de la refracción atmosférica sobre las posiciones aparentes de los cuerpos celestes. Antes de Tycho Brahe se acostumbraba a hacer las observaciones de una manera hasta cierto punto fortuita, por eso no había habido una reforma radical de los datos antiguos. Tycho hizo observaciones regulares y sistemáticas de errores conocidos, que revelaron problemas ocultos hasta entonces en las imprecisiones anteriores.
Su primer problema surgió cuando apareció una nueva estrella en la constelación Casiopea, el 11 de noviembre de 1572, y permaneció hasta principios de 1574. La opinión científica recibió un fuerte golpe con ello. Tycho intentó determinar su paralaje y demostró que era tan pequeño que la estrella debía estar más allá de los planetas y ser adyacente a la Vía Láctea. Aunque él mismo nunca la aceptó completamente, había sido demostrada definitivamente la mudabilidad de la sustancia celeste. También, aunque los cometas habían sido observados regularmente desde los días de Regiomontano, Tycho fue capaz de demostrar, con sus instrumentos más perfectos, que el cometa de 1577 estaba más allá del Sol y que su órbita debía haber pasado a través de las esferas celestes sólidas, si ellas existían. También se apartó del ideal platónico y sugirió que las órbitas de los cometas no eran circulares, sino ovaladas. Además, la teoría aristotélica sostenía que los cometas eran manifestaciones en el aire. Es significativo que, aunque hubiera sido posible con instrumentos disponibles en la Antigüedad demostrar que los cometas penetraban en el mundo inmutable más allá de la Luna, esas observaciones no se realizarán de hecho hasta el siglo xvi. En 1557, Jean Pena, matemático real en París, había defendido con razonamiento óptico que algunos cometas estaban más allá de la Luna y había rechazado, por tanto, las esferas de fuego y de los planetas. Afirmó que el aire se extendía hasta las estrellas fijas. Tycho fue más allá y abandonó las dos teorías aristotélicas de los cometas y de las esferas sólidas. Al mismo tiempo, el descubrimiento de tierra esparcida por todo el globo llevó a los filósofos de la naturaleza, como Cardano, a abandonar la teoría de esferas concéntricas de tierra y agua, basada en la doctrina aristotélica del lugar natural y del movimiento. Defendieron que el mar y la tierra formaban una única esfera.
Mientras Tycho suministraba las observaciones sobre las cuales basar una descripción geométrica precisa de los movimientos celestes, se vio obligado por dificultades, tanto físicas como bíblicas, a rechazar la rotación de la Tierra. No creía que Copérnico hubiese respondido a las objeciones físicas aristotélicas. Además, antes de que el invento del telescopio hubiera revelado el hecho de que las estrellas fijas, contrariamente a los planetas, aparecen como meros puntos luminosos, y no como discos, se creía habitualmente que brillaban por la luz reflejada, y su brillo era tomado como una medida de su magnitud. Tycho dedujo, por tanto, de la ausencia de paralaje estelar anual observable, que el sistema copernicano podía implicar la conclusión de que las estrellas tenían diámetros de dimensiones increíbles. Elaboró un sistema propio (1588), en el que la Luna, el Sol y las estrellas fijas giraban alrededor de la Tierra estática, mientras que los cinco planetas giraban alrededor del Sol. Esto era geométricamente equivalente al sistema de Copérnico, pero evitó lo que creía defectos físicos del último e incluyó las ventajas de sus observaciones. Continuó como una alternativa del de Copérnico (o Ptolomeo) durante la primera mitad del siglo xvii; y cuando Tycho legó sus observaciones a Kepler, que había venido a trabajar con él, le pidió que lo utilizase en la interpretación de sus datos.
Fuente: Crombie, A. C. Historia de la Ciencia: De San Agustín a Galileo/2. Versión de José Bernia. Madrid: Alianza Editorial, 1979.


El asombroso Triángulo de las Bermudas



Triángulo de las Bermudas, espacio también conocido como el Triángulo del Diablo y el Limbo de los Perdidos, área geográfica de 3.900.000 kilómetros cuadrados entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Melbourne (Florida) (situado de 55°O a 85°O y de 30°N a 40°N), en la que se han producido numerosas desapariciones inexplicables de barcos y aviones.
El misterio se remonta a mediados del siglo XIX, y desde entonces un total de más de cincuenta barcos y veinte aviones han desaparecido en el triángulo. Uno de los casos más famosos fue la desaparición del vuelo 19. Cinco bombarderos estadounidenses tipo Torpedo abandonaron Fort Lauderdale el 5 de diciembre de 1945, en un vuelo de entrenamiento rutinario y con buenas condiciones meteorológicas. Ninguno volvió. Incluso el hidroavión que se envió a buscarlos desapareció. Otras historias de la región hablan de barcos encontrados abandonados con comida aún caliente en las mesas y aviones que desaparecen sin siquiera haber lanzado una llamada de socorro. La ausencia de restos se alega a menudo como prueba del misterioso poder del triángulo.
Hay explicaciones de todo tipo, incluyendo rayos mortales que proceden de la Atlántida y secuestros de un ovni (Objeto Volante No Identificado). Los análisis menos fantasiosos apuntan a que las fuertes corrientes y la profundidad de las aguas podrían explicar la ausencia de restos, subrayando que varias de las desapariciones atribuidas al triángulo de las Bermudas en realidad ocurrieron a 600 kilómetros de distancia. Además, naves civiles y militares atraviesan la región todos los días sin contratiempos. En cuanto se perfeccionen las técnicas de inmersión en aguas profundas es probable que se recuperen la mayoría de los barcos perdidos, aunque también es probable que el misterio del triángulo de las Bermudas permanezca durante mucho tiempo aún en la imaginación.

lunes, 7 de marzo de 2011

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