La asombrosa Mitología



Las sirenas
Un mito es una narración que cuenta de una manera simbólica una circunstancia importante de la cultura e historia de un pueblo. En este cuadro Las sirenas de Leon Belly —conservado en el Museo de l'Hotel Sanderin, en Saint Omer (Francia)—, se ve a Odiseo (Ulises) atado al mástil de su barco para no ser atraído por el canto de las sirenas. De esta manera se expresaba el temor que se sentía a los peligros de la navegación en tiempos remotísimos y, a la vez, se exaltaba el ingenio del ser humano a conocer y afrontar lo desconocido.

Mitología, estudio e interpretación del mito y cuerpo de los mitos de una cultura particular. El mito es un fenómeno cultural complejo que puede ser encarado desde varios puntos de vista. En general, es una narración que describe y retrata en lenguaje simbólico el origen de los elementos y supuestos básicos de una cultura. La narración mítica cuenta, por ejemplo, cómo comenzó el mundo, cómo fueron creados seres humanos y animales, y cómo se originaron ciertas costumbres, ritos o formas de las actividades humanas. Casi todas las culturas poseen o poseyeron alguna vez mitos y vivieron en relación con ellos.
Los mitos difieren de los cuentos de hadas en que se refieren a un tiempo diferente del tiempo ordinario (véase Cuentos tradicionales). La secuencia del mito es extraordinaria, desarrollada en un tiempo anterior al nacimiento del mundo convencional. Como los mitos se refieren a un tiempo y un lugar extraordinarios, y a dioses y procesos sobrenaturales, han sido considerados usualmente como aspectos de la religión. Sin embargo, como su naturaleza es totalizadora, el mito puede iluminar muchos aspectos de la vida individual y cultural.
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SIGNIFICADO E INTERPRETACIÓN
Desde los inicios de la cultura occidental, el mito ha planteado un problema de significado e interpretación, que ha generado controversias sobre el valor e importancia de la Mitología.
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Mito, Historia y Razón
En la herencia griega recibida por occidente, el Mito o mythos siempre ha estado en conflicto con la Razón o Logos, que significaba el modo analítico y racional de llegar a una visión verdadera de la Realidad. Los filósofos griegos Jenófanes, Platón y Aristóteles, por ejemplo, exaltaron la Razón e hicieron críticas cáusticas del mito como una supuesta manera de conocer la Realidad.
En la tradición judeocristiana, la noción de Historia se opone a la de Mito. Esta oposición no es tan clara en tanto que el concepto de Dios de los hebreos y cristianos, aunque existen fuera del tiempo y el espacio ordinarios, se revela a la Humanidad dentro de la historia y la sociedad humanas. Por ejemplo, Dios se revela a Moisés en el Egipto de los faraones.
Las distinciones entre Razón y Mito y entre Mito e Historia, aunque fundamentales, nunca han sido absolutas. Para Aristóteles, algunos de los primeros mitos griegos sobre la creación, el logos y el mythos coincidían. Platón usaba los mitos como alegoría y también como emblemas literarios en el desarrollo de un argumento. Mythos, logos e Historia coinciden en el prólogo al Evangelio de San Juan, en el Nuevo Testamento; allí, Jesucristo es retratado como el logos, que llegó desde la eternidad al tiempo histórico. Los primeros teólogos cristianos, intentando comprender la Revelación cristiana, discutían sobre los papeles del Mito y de la Historia en la narración bíblica.
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Tradiciones míticas occidentales
El debate sobre si Mito, Razón o Historia expresan mejor el significado de la realidad de los dioses, los hombres y la naturaleza ha continuado en la cultura occidental como un legado de sus tradiciones más antiguas. Entre este legado figuran los mitos griegos. Adoptados y asimilados por los romanos (véase Mitología romana), proporcionaron inspiración literaria, filosófica y artística incluso a periodos recientes como el renacimiento y la época romántica. Las tribus germanas proporcionaron otro cuerpo de tradición. Después de que estas tribus llegaron a ser parte de la Cristiandad, elementos de sus Mitologías persistieron como sustrato folclórico de varias culturas europeas.
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Interés moderno en la Mitología
La Ilustración y el romanticismo estimularon el interés por el Mito, a través de teorías sobre su origen y la aparición de nuevas disciplinas académicas. Aunque la ilustración acentuaba la racionalidad de los seres humanos, dirigía su atención a todas las expresiones humanas, incluidas la religión y la mitología. Los estudiosos ilustrados intentaron dar un sentido a los relatos míticos aparentemente irracionales y fantásticos. Sus explicaciones incluían teorías históricas evolucionistas —la cultura humana avanzaría desde un primitivo estado de ignorancia e irracionalidad hacia la cultura moderna de la racionalidad— viendo a los mitos como productos de las primeras épocas de ignorancia e irracionalidad. Los mitos eran también analizados como resultado del evemerismo, es decir, la divinización de las virtudes heroicas de un ser humano. Sin embargo, se desarrollaron disciplinas sistemáticas dedicadas al estudio de la Mitología. En nuevos campos, tales como la antropología social y cultural y la historia de las religiones, los estudiosos se vieron obligados a enfrentarse con mitos de los más antiguos periodos históricos fuera de la tradición occidental, y comenzaron a relacionar el estudio del mito con una comprensión más amplia de la cultura y la historia.
El romanticismo se volcó en los mitos indoeuropeos más antiguos como fuentes intelectuales y culturales. Los estudiosos románticos tendieron a ver en el mito una forma irreductible de la expresión humana; para ellos el mito, como un modo de pensamiento y percepción, poseía un prestigio igual o a veces mayor que el dominio racional de la realidad.
El mito siempre ha formado parte de los estudios clásicos y teológicos en Occidente, pero desde el neoclasicismo, el interés por el mito, renacido con nueva intensidad, pudo ser observado en casi todas las disciplinas universitarias más recientes —Antropología, Historia, Psicología, Historia de las religiones, Ciencia política y Lingüística estructural. De estas disciplinas han surgido muchas teorías que se han difundido ampliamente.
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CLASES DE MITOS
Los mitos pueden clasificarse según el tema dominante que revelan.
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Mitos cosmogónicos
Habitualmente el mito más importante en una cultura, el que llega a ser el modelo ejemplar de todos los demás mitos, es el mito cosmogónico. Cuenta cómo fue el origen del mundo. En algunos relatos, como el primer capítulo del Génesis bíblico, la creación del mundo procede de la nada (creatio ex nihilo). Los mitos egipcios, australianos, griegos y mayas también hablan de la creación a partir de la nada. En la mayoría de estos mitos, las deidades son todopoderosas. La divinidad puede permanecer en el primer plano y convertirse en el centro de la vida religiosa, como con los judíos, o puede retirarse y llegar a ser una divinidad distante o periférica, como en los mitos de los aborígenes australianos, griegos y mayas.
Otros mitos cosmogónicos describen la creación como una eclosión de los mundos inferiores. Entre los navajo y los hopis, por ejemplo, la creación es el resultado de un ascenso progresivo desde los mundos inferiores, y la eclosión desde estos últimos es el avance final hacia el mundo de la humanidad. Un mito polinesio sitúa las diversas capas de tal avance en una cáscara de coco. Formalmente semejantes a éstos son los mitos del mundo surgido de un huevo, conocidos en África, China, India, el Pacífico Sur, Grecia y Japón. En estos mitos, la creación se encuentra simbolizada por la ruptura sucesiva del huevo fecundo. El huevo es el elemento potencial de toda vida y a veces, como en el mito del pueblo dogon del oeste africano, es definido como la placenta del mundo.
Otra clase de mito cosmogónico es el mito de los padres del mundo. En la historia babilónica de la creación, Enuma elish, los padres del mundo, Apsu y Tiamat, procrean hijos que posteriormente se opondrán y derrotarán a sus padres, surgiendo el mundo del cuerpo inmolado de Tiamat. En los egipcios, zuñi y polinesios, los padres engendran hijos pero permanecen unidos en un estrecho abrazo; los hijos viven en la oscuridad y, en su deseo de luz, empujan a sus padres, apartándolos y formando un espacio para que las divinidades creen un mundo humano.
En los mitos difundidos entre los pueblos altaicosiberianos, en Rumania y en India, la creación se produce a través de la acción de un pescador de tierra, un animal (tortuga o ave) que se sumerge en las aguas primordiales para subir una pequeña porción de tierra, de la que después esparcirá por el mundo.
Un tema de varios mitos cosmogónicos es el sacrificio. En el mito babilónico, el cuerpo sacrificado de Tiamat es la tierra, y en el mito hindú que se narra en el Rig-veda, el mundo entero es el resultado de un sacrificio a los dioses.
Relacionados con los mitos cosmogónicos, pero en el otro extremo, están los mitos que describen el fin del mundo (mitos escatológicos) o la entrada de la muerte en el mundo. Los mitos del fin del mundo son habitualmente producto de tradiciones urbanas. Suponen la creación del mundo por un ser divino moral, quien finalmente lo destruye. Llegado ese momento, los seres humanos son juzgados y preparados para una existencia paradisíaca o una de tormentos eternos. Estos mitos están presentes entre judíos, cristianos, musulmanes y seguidores de Zoroastro.
En las versiones germánicas de la Mitología indoeuropea se describe ampliamente una conflagración universal y una batalla final de los dioses. En la Mitología azteca los dioses crean y destruyen varios mundos antes de la creación del mundo humano.
Los mitos acerca del origen de la muerte describen cómo la muerte entró en el mundo. En ellos, la muerte no estaba presente en el mundo durante un largo periodo de tiempo, pero surge por un accidente o porque alguien simplemente olvida el mensaje de los dioses con respecto a la vida humana. En el Génesis, la muerte aparece cuando los seres humanos sobrepasan los propios límites de su conocimiento.
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Mitos de los héroes culturales
Otros mitos describen las acciones y el carácter de los seres que son responsables del descubrimiento de un artefacto cultural o proceso tecnológico particular. Éstos son los mitos del héroe cultural. En la Mitología griega Prometeo, que robó el fuego a los dioses, es un prototipo de esta figura. En la cultura de los dogones, el herrero que roba semillas para la comunidad humana del granero de los dioses es semejante a Prometeo. En Ceram, Indonesia, Hainuwele es también una figura de esa clase: de los orificios de su cuerpo, ella abastece a la comunidad con abundancia de bienes imprescindibles y superfluos.
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Mitos de nacimiento y renacimiento
Habitualmente relacionados con los ritos de iniciación, los mitos de nacimiento y renacimiento enseñan cómo puede renovarse la vida, modificar el tiempo y transformar a los humanos en nuevos seres.
En los mitos sobre la llegada de una sociedad ideal (mitos milenaristas) o de un salvador (mitos mesiánicos), los temas escatológicos se combinan con los temas del renacimiento y la renovación. mitos milenaristas y mesiánicos se encuentran en culturas tribales de África, Sudamérica y Melanesia, así como en el judaísmo, el cristianismo y el islam. Las Mitologías que acompañan los cargo cults (literalmente cultos del carguero) tienen invariablemente elementos milenaristas y mesiánicos. Se trata de movimientos religiosos, registrados en culturas tecnológicamente pobres, tales como las de Melanesia a finales del siglo XIX, basados en la esperanza de que llegue un envío o cargamento de los dioses. Según esta creencia milenarista, surgida entre los nativos en su contacto con los navegantes occidentales, llegará un día un navío cargado con toda clase de bienes deseables, procedentes de una sociedad opulenta.
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Mitos de fundación
Desde la aparición de los centros urbanos, alrededor del siglo IV y III a.C., algunos mitos de creación han narrado la fundación de ciudades. Éstas se desarrollaron fuera de los centros ceremoniales, que se consideraban extraordinarias manifestaciones del poder sagrado. Esta manifestación permitía la expresión del poder en un lugar específico, lo que acentuaba el valor de la vida humana sedentaria. El mito de Gilgamesh en Babilonia y el de Rómulo y Remo en Roma son mitos de fundación.
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ESTUDIOS SOBRE EL MITO
La Mitología ha atraído a investigadores de muchos campos del saber. Algunos han estudiado los mitos con la ayuda de materiales de la Historia, la Arqueología, la Antropología y otras disciplinas. Otros han encontrado en los mitos materiales útiles para sus respectivas especialidades, como en el caso de la Lingüística y Psicología, por ejemplo.
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Mito y lenguaje
Como el mito es una narración, muchos intentos de comprensión se han centrado en su estructura lingüística. Hay quien busca el significado del mito en la historia y estructura del lenguaje mismo.
El más famoso defensor del mito como ejemplo del desarrollo histórico del lenguaje es Friedrich Max Müller, un estudioso alemán que cumplió la mayor parte de su vida académica en Inglaterra, y cuyos trabajos más importantes tratan de la religión y los mitos de la India. Müller creía que en los textos védicos de la antigua India, los dioses y sus acciones no representan seres o hechos reales, sino que son productos de una confusión del lenguaje humano, de un intento, a través de imágenes sensuales y visuales, de dar expresión a los fenómenos naturales (como el trueno o el mar).
Más reciente es la construcción del modelo lingüístico estructural, a partir de las obras del lingüista suizo Ferdinand de Saussure, del rusoamericano Roman Jakobson y del folclorista americano Stith Thompson. Los lingüistas de esta corriente interpretan el significado total del lenguaje como un sistema lógico interno. Examinan en particular la relación entre dos niveles de lenguaje: por un lado, las palabras y el contenido que realmente transmiten, por otro, la estructura sistemática subyacente: gramática, sintaxis y otras normas de la lengua.
El estudioso más importante del mito desde esta perspectiva fue el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss. Para él, el Mito representaba un caso especial de uso lingüístico, un tercer nivel más allá de la narración superficial y de la estructura subyacente. En el Mito, descubrió ciertos grupos de relaciones que, aunque expresados en el contenido narrativo y dramático, obedecen el orden sistemático de la estructura del lenguaje. Afirmaba que la misma forma lógica está presente en todos los lenguajes y culturas, en obras científicas tanto como en mitos tribales. Véase Semántica.
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Mito y conocimiento
Las teorías que afirman que el mito constituye una forma y una vía de conocimiento son tan antiguas como la interpretación misma del mito. Los filósofos clásicos griegos señalaron la imbricación de los modos mítico y racional, lo que puede también observarse en la insistencia de Orígenes, un padre de la Iglesia del siglo III, en que la revelación cristiana de Dios en Cristo puede comprenderse mejor en términos míticos.
En las formulaciones de la relación entre mito y conocimiento, se presentan dos tendencias fundamentales. En la primera, el mito es examinado como un asunto intelectual y lógico. En la segunda, el mito es estudiado en su significado imaginativo e intuitivo, sea como un modo de percepción diferente de las formas racionales y lógicas de conocimiento, o como uno que precede al conocimiento racional en la evolución intelectual humana.
Una de las figuras fundamentales de la antropología británica, sir Edward Burnett Tylor, pensaba que el mito en las culturas arcaicas estaba basado en una ilusión psicológica y en una inferencia lógica errada, a partir de una confusión de la realidad subjetiva y objetiva, de lo real y lo ideal. Tylor creía que el mito, aunque ilógico, tenía valor moral.
El lingüista francés Maurice Leenhardt explicaba el mito como una expresión de la experiencia vivida de la comunidad. Leenhardt, que pasó gran parte de su vida entre los melanesios, observó que éstos respondían pasivamente a las realidades no humanas de su entorno. No buscaban dominar el medio ambiente conceptual o tecnológicamente, sino que intentaban adaptarse y conciliarse con sus poderes y fuerzas. Acuñó el término cosmográfico para esta actitud y asoció los mitos de los melanesios a su experiencia cosmográfica del mundo.
Marett se refería a su teoría como preanimismo, para distinguirla de la de Tylor, quien había llamado a la suya animismo. Marett situó el significado del mito en una fase intelectual anterior al surgimiento de la conciencia racional. El filósofo francés Lucien Lévy-Bruhl desarrolló posteriormente la noción de mentalidad prelógica como una explicación del mito. Lévy-Bruhl sostenía que la gente de las culturas arcaicas experimenta el mundo sin la ventaja de las categorías lógicas, que ellos alcanzan su conocimiento del mundo a través de la participación mística en la realidad, y que este conocimiento se expresa en mitos.
El investigador escocés del siglo XIX, Andrew Lang, y el antropólogo alemán Wilhelm Schmidt advirtieron en la literatura etnográfica la presencia frecuente de un dios superior, una divinidad que creaba el mundo y después se distanciaba de él. Observaban en los mitos una distinción entre este tipo de divinidad y las otras divinidades y espíritus. Argumentaban que este concepto de un creador provenía de la contemplación metafísica e intelectual y no de una evolución del pensamiento de lo prelógico a lo racional. En su formulación, los mitos abarcan algo lo racional-lógico y lo intuitivo al mismo tiempo.
El rumano Mircea Eliade, historiador de las religiones, ofreció una visión comprensiva y definitiva del mito como algo lógico-racional e intuitivo-imaginativo al mismo tiempo. En la interpretación de Eliade, el mito revela una ontología primitiva, una explicación de la naturaleza del ser. El mito, por medio de símbolos, expresa un conocimiento que es completo y coherente; aunque los mitos puedan trivializarse y vulgarizarse a través de los siglos, la gente puede usarlos para volver al principio del tiempo y redescubrir y volver a experimentar su propia naturaleza. Para el filósofo francés Paul Ricoeur, el mito, expresado en símbolos, es necesario para una seria valoración de los orígenes, procesos y abismos del pensamiento humano.
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Mito y sociedad
La comprensión filosófica y especulativa del mito, plantea la cuestión del vínculo entre mito y sociedad, como la del filósofo italiano Giambattista Vico, en su Scienza nuova (La nueva ciencia, 1725), Vico expuso una teoría de cuatro etapas para el desarrollo del mito y la religión en Grecia. La primera etapa expresaba la divinización de la naturaleza: el trueno y los cielos se convierten en Zeus, y el mar se convierte en Poseidón. En la segunda etapa, aparecen los dioses relacionados con la domesticación y la dominación de la naturaleza: Hefesto, dios del fuego, Deméter, diosa del grano. En la tercera etapa, los dioses encarnan las instituciones y grupos civiles: Hera, por ejemplo, es la institución del matrimonio. La cuarta etapa se expresa en la total humanización de los dioses, tal como se encuentra en Homero.
El sociólogo francés Emile Durkheim, al examinar la relación del mito con la sociedad, recurre a datos de las culturas aborígenes australianas. Durkheim rechaza la noción de que el mito surge de manifestaciones extraordinarias de la naturaleza. Para él, la naturaleza era un modelo de regularidad y, por tanto, es predecible y representa el ciclo de lo ordinario. Concluía que los mitos surgen como respuesta humana a la existencia social. Expresan la manera como la sociedad representa a la humanidad y al mundo, y constituyen a la vez un sistema moral, una cosmología, así como una historia. Los mitos y los ritos derivados de ellos sostienen y renuevan estas y otras creencias morales, evitando que sean olvidadas, y fortaleciendo a las personas en su naturaleza social.
El antropólogo británico nacido en Polonia Bronislaw Malinowski elaboró aún más esta concepción sociológica del mito. Para Malinowski, el mito cumple en las sociedades arcaicas y tribales una función indispensable: expresa, incrementa y codifica la creencia, salvaguarda y refuerza la moralidad, y contiene reglas prácticas para la guía de los individuos en estas culturas.
La aceptación del significado sociológico del mito es universal entre los antropólogos. Esta aceptación no implica, sin embargo, que se considere al mito como una función de la sociedad humana. En realidad, mito y sociedad coexisten; el orden sociopolítico puede entenderse como un reflejo inexacto del orden social o cósmico que se encuentra en los mitos, y éstos dan legitimidad al orden de la sociedad.
El antropólogo británico sir James Frazer, en The Golden Bough (La rama dorada, 1890), sugirió primero la relación del mito con el ritual. Su teoría sirvió para explicar el significado del mito en las sociedades letradas. El holandés Henri Frankfort, el estadounidense Theodor Gaster y el danés Thorkild Jacobsen aplicaron los hallazgos antropológicos para comprender la religión y la sociedad de las culturas del antiguo Oriente Próximo, donde se desarrollaron algunas de las más arcaicas sociedades agrícolas de la historia humana. Jacobsen señaló que la imaginativa percepción mítica de las plantas era la base práctica y filosófica para la domesticación de la vida vegetal, y que la agricultura misma formaba parte de una percepción tanto del orden cósmico como de la estructura de la sociedad.
Gaster sostenía que ciertos mitos y ritos tenían como función específica la reposición de la vida y la vitalidad. En las sociedades agrícolas, tales mitos y ritos estaban tan generalizados en su relación con el orden cósmico y social que otorgan un significado religioso y mítico a la cultura en su conjunto.
El lingüista francés Georges Dumézil, llevó a cabo extensas investigaciones sobre el mito indoeuropeo en las culturas india, griega, romana, alemana y escandinava, entre otras, y dedujo una estructura cosmosociológica común a cada una de esas variantes míticas. Encontró en todas las formas del mito indoeuropeo una estructura tripartita, con un sacerdote o soberano en la cúspide de la jerarquía, guerreros en el medio, y granjeros, pastores y artesanos en la base. Estas clases estaban relacionadas con divinidades cósmicas, y en la forma narrativa de la épica aparecen dramatizadas las interrelaciones, antagonismos y conflictos entre estas tres clases. Dumézil no afirma que todas las sociedades indoeuropeas posean esta estructura social empíricamente, sino que esta estructura actúa como un lenguaje arquetípico para la enunciación de significados ideales dentro de las culturas indoeuropeas.
El filósofo alemán Ernst Cassirer elaboró las nociones acerca de los aspectos lógico-intelectuales e intuituivo-imaginativos del mito en su estudio de los significados del mito y del grupo social. Apoyó además a quienes dicen que el mito surge de las emociones. Insistió, sin embargo, en que el mito no es idéntico a la emoción de la que surge, sino que es expresión -objetivación- de la emoción. En esta expresión u objetivación, la identidad y valores básicos del grupo reciben un significado absoluto. Cassirer creía que el mito y los modos míticos de pensamiento forman un profundo sustrato en las culturas científicas y tecnológicas de Occidente.
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Mito y psicología
La psicología encontró en el mito material para delinear la estructura, el orden y los mecanismos tanto de la vida psíquica de los individuos como del inconsciente colectivo de la sociedad. Sigmund Freud utilizó temas de las estructuras mitológicas más antiguas para ejemplificar los conflictos y mecanismos de la vida psíquica inconsciente (por ejemplo, en sus complejos de Edipo y de Electra). Carl Jung, en sus interpretaciones psicológicas del vasto cuerpo de mitos recogidos de diferentes culturas de todo el mundo, consideró evidente la existencia de un inconsciente colectivo que todos comparten. Desarrolló la teoría de los arquetipos —modelos de influencia decisiva, y a la vez emociones e ideas —que se expresan en conducta e imágenes. Tanto Jung como Freud consideraron los sueños como expresiones de la estructura y mecanismos de la vida del inconsciente. El sueño, señalaban, se asemeja en muchos de sus detalles a la narración del mito en culturas en las que éste aún expresa la totalidad de la vida.
Géza Róheim, un antropólogo húngaro, aplicó la teoría freudiana a la interpretación de mitos y religiones arcaicas y, más en general, a la explicación del desarrollo de la cultura humana. El estudio más extenso de los mitos desde la perspectiva de la psicología, sin embargo, corresponde al investigador estadounidense Joseph Campbell. En Las máscaras de Dios (4 vols., 1959-1967), combinó hallazgos de la psicología profunda (sobre todo jungiana), teorías de difusión histórica, y análisis lingüísticos —desde la perspectiva de los mecanismos que se encuentran en las formas míticas de expresión—, para formular una teoría general del origen, desarrollo y unidad de todas las culturas humanas.

viernes, 18 de marzo de 2011

La asombrosa tribu Omagua



Omagua, tribu amerindia de la familia lingüística tupí-guaraní, que habita en el noreste de Perú y en el oeste de Brasil. Originalmente se instalaron entre las desembocaduras de los ríos Jurvá y Napo, en las islas que se forman sobre el Amazonas; más tarde se extendieron hacia el Napo y el Ucayali. Su economía se basa en la agricultura, la caza y la pesca. Durante el siglo XVI, en tiempos de la conquista española, se atribuía a los omaguas la posesión de enormes riquezas en un lugar mítico y legendario conocido como El Dorado. En la década de 1540 se llevaron a cabo varias expediciones por las selvas del Guaviare y afluentes del Amazonas en busca de la mítica región. El navegante español Francisco de Orellana se enfrentó a los omaguas en 1542 con el fin de conseguir alimentos para su expedición. En el siglo XVII, los misioneros jesuitas fundaron 40 pueblos de omaguas conversos a lo largo del río Amazonas, que prosperaron a pesar de los frecuentes ataques de los traficantes portugueses de esclavos.
El geógrafo francés Charles Marie de La Condamine cruzó el territorio omagua en 1743 y arribó a la misión de San Joaquín. Poco después cesó la identificación del territorio omagua con El Dorado. Tras la expulsión de los jesuitas de las colonias españolas en 1767, desaparecieron las fundaciones misioneras y los omaguas que habitaban en Brasil recuperaron su antiguo estilo de vida. A comienzos del siglo XX los omaguas habían quedado absorbidos por la población mestiza brasileña, mientras que por esas mismas fechas los de Perú prácticamente habían desaparecido aunque hoy todavía quedan grupos de población en la zona del río Ucayali.


jueves, 17 de marzo de 2011

El asombroso Óxido nítrico



Óxido nítrico, gas reactivo que desempeña un papel esencial en muchos procesos biológicos. En el cuerpo humano actúa como una molécula señal (neurotransmisor). Tiene una función importante en la regulación de las paredes del músculo liso de los vasos sanguíneos y es liberado por algunas células nerviosas. También es excretado por las células inmunes activadas como una molécula que destruye los microbios u otras células.
El óxido nítrico se origina en el organismo por, al menos, dos tipos de síntesis. Se sintetiza a partir del aminoácido L-arginina, obteniéndose como subproducto la citrulina. Esta ruta es una modificación del ciclo de la urea, en el que la citrulina se convierte de nuevo en L-arginina. El óxido nítrico es un gas inestable; casi tan pronto como se sintetiza se combina con otra molécula, lo que significa que es difícil de detectar. Los experimentos realizados no pretenden medir de forma directa la cantidad en que aparece, sino que muestran cómo inhibiendo su formación se suprime un determinado efecto fisiológico y que añadiendo las moléculas que lo originan se produce dicho efecto.
Antes del descubrimiento del óxido nítrico, todas las moléculas que se sabía que actuaban como señal eran complejas e interaccionaban con la célula diana a través de un receptor específico. Sin embargo, el óxido nítrico es un gas radical simple y, por tanto, forma enlaces covalentes con facilidad. Podría ocurrir que este gas fuera el primero de una nueva familia de señales intercelulares gaseosas por descubrir; de hecho, también se ha sugerido que el monóxido de carbono podría actuar como un neurotransmisor.
El óxido nítrico es soluble en el agua y en los lípidos (grasas), por lo que se difunde rápidamente en y entre las células. Esto significa que las células que lo sintetizan encuentran dificultad para almacenarlo en su interior y tiende a ser liberado de inmediato.
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EL PAPEL DEL ÓXIDO NÍTRICO EN LOS VASOS SANGUÍNEOS
En la década de 1980 se descubrió la primera función del óxido nítrico en el organismo; se identificó un factor producido por el endotelio de los vasos sanguíneos (las células que revisten su interior), que provocaba la relajación del músculo liso de sus paredes. También ayudaba a evitar que las plaquetas y los leucocitos se unieran entre sí o a las paredes de los vasos. En un primer momento, la sustancia que producía tal efecto fue llamada factor relajante derivado del endotelio (FRDE), pero este nombre se suprimió cuando se conoció su estructura. El óxido nítrico es uno de los factores más importantes que controlan la presión arterial. Si el endotelio no libera suficiente cantidad, los vasos sanguíneos se contraen, lo que incrementa la resistencia en la circulación periférica y como resultado, se eleva la presión arterial. Se ha comprobado que los pacientes que sufren hipertensión sistémica (presión arterial alta), hipertensión pulmonar (presión arterial alta en los pulmones) o alteraciones en la arteria coronaria, presentan alteraciones en el mecanismo de formación de este gas. El organismo lo suele sintetizar en pequeñas cantidades que son liberadas, de forma continua, a pequeños pulsos por difusión desde el endotelio hasta el músculo liso. Cuando se elimina el endotelio del interior de los vasos sanguíneos o se añaden sustancias químicas que inhiben la síntesis de óxido nítrico, el músculo liso se contrae provocando que los tejidos no alcancen la cantidad suficiente de oxígeno y de otros nutrientes. El tabaco (véase Fumar), la diabetes y la hipercolesterolemia (niveles altos de colesterol en sangre) dañan el endotelio de los vasos e inducen una enfermedad cardiovascular, como la angina de pecho, que consiste en un dolor localizado en la región del corazón que se origina cuando el flujo de sangre en el músculo cardiaco es insuficiente. Se trata con unos fármacos que el organismo convierte en óxido nítrico y éste ejerce su efecto relajante sobre los vasos que irrigan el corazón y mitiga los síntomas. Desde 1867 se ha usado el trinitrato de glicerol para el tratamiento de esta enfermedad, pero sólo ahora se ha descubierto su mecanismo de acción.
En la actualidad, es posible tratar la hipertensión pulmonar por inhalación de óxido nítrico. Aunque el tratamiento está en fase experimental, parece efectivo; este gas relaja los capilares pulmonares y, tan pronto como alcanza la sangre, se combina con la hemoglobina y no provoca ningún efecto secundario sobre el resto del cuerpo.
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EL ÓXIDO NÍTRICO COMO NEUROTRANSMISOR
Se ha demostrado que el óxido nítrico actúa como un neurotransmisor. Está presente en el cerebro y en el sistema nervioso vegetativo o periférico, siendo el responsable de la transmisión de los impulsos nerviosos implicados en el aprendizaje y la formación de la memoria. También controla el intestino, por ejemplo en los movimientos peristálticos, y la erección del pene.
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EL ÓXIDO NÍTRICO LIBERADO POR LAS CÉLULAS INMUNES
Los macrófagos son las células del sistema inmunológico que fagocitan (engullen) y destruyen microbios, como las bacterias y células alteradas, por ejemplo las tumorales; cuando se activan, liberan grandes cantidades de óxido nítrico con un efecto tóxico sobre sus receptores. Las cantidades excesivas de este gas son citotóxicas (destruyen a las células) y, en algunos casos, una repuesta inmune fuera de control puede ser más perjudicial que beneficiosa para el organismo: por ejemplo, en el shock séptico una de las causas del cuadro es la cantidad masiva de óxido nítrico que se produce. Cuando se conozca mejor el proceso de síntesis de esta molécula, se podrán desarrollar fármacos que inhiban su formación por el sistema inmunológico sin alterar la realizada por el endotelio.
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OTRAS FUNCIONES
Además de las funciones que el óxido nítrico desempeña en el cuerpo humano, este gas es un contaminante atmosférico. Se produce en la combustión que se realiza en el motor de los automóviles y se libera junto con otros gases de escape. Es uno de los principales responsables de la formación de la lluvia ácida. Se cree que apareció muy pronto en la Tierra, puesto que se ha encontrado en formas de vida tan primitivas como los mohos plasmodiales del fango, Physarum polycephalum. También se ha detectado en el cerebro de los insectos (por ejemplo, en la mantis religiosa), en el estómago de las estrellas de mar y en el sistema inmunológico de algunos cangrejos, como los del género Limulus. En estos animales, el óxido nítrico desempeña un papel similar al que realiza en el cuerpo humano. Este dato y el mantenimiento de sus funciones casi inalteradas sugieren que esta molécula ha logrado un alto grado de éxito evolutivo.


El asombroso Ornithomimus



Ornithomimus (del griego ‘que imita a los pájaros’), miembro de un grupo de dinosaurios carnívoros delgados, rápidos y de tamaño mediano que vivieron en Norteamérica y el Tíbet a finales del cretácico (hace entre 97 y 65 millones de años). Pertenece a la familia de los Ornitomímidos, encuadrada en el suborden de los Terópodos y tenía un parecido superficial con el avestruz y el emú actuales. Los ornitomímidos o dinosaurios avestruz, como a veces se les conoce, difieren sustancialmente de los dos principales grupos de terópodos: carnosaurios (grandes y pesados, de cuello corto, como Tyrannosaurus rex) y coelurosaurios (dinosaurios característicamente pequeños y estilizados, de cuello largo, como Coelophysis). Por su tamaño, los ornitomímidos están entre estos dos grupos, aunque las extremidades anteriores y posteriores son proporcionalmente más largas y gráciles. Ornithomimus medía unos 4 m de longitud. Tenía la cabeza pequeña y mandíbulas sin dientes, aunque probablemente el cerebro era mayor que el de otros dinosaurios en relación con el tamaño del animal. Por la forma de los huesos fósiles reconstruidos y por las huellas fósiles atribuidas a los ornitomímidos, los paleontólogos creen que estos dinosaurios eran muy rápidos; la cola rígida medía la mitad que el cuerpo y probablemente servía para equilibrar la cabeza y el cuello durante la carrera.
Clasificación científica: género Ornithomimus perteneciente a la familia de los Ornitomímidos, dentro del suborden de los Terópodos, orden de los Saurisquios.


La Peste negra



Peste negra, epidemia de peste que devastó Europa a mediados del siglo XIV. Se conocían varias formas de peste en el mundo civilizado desde tiempos antiguos. Los historiadores griegos y romanos describieron brotes repentinos y mortales de una enfermedad epidémica en Constantinopla, en el siglo VI d.C. donde más de la mitad de la población pudo morir por esta razón. El brote denominado en la actualidad peste negra alcanzó Europa desde China en 1348 y se expandió a gran velocidad por la mayoría de los países. Sus resultados fueron desastrosos.
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FORMA DE TRANSMISIÓN
El bacilo de la peste afecta a ciertos roedores y a sus parásitos, en especial a la rata negra y a su pulga, Xenopsylla cheopis. Una rata enferma, portadora del bacilo, puede infectar a la pulga que se alimenta de su sangre que, en determinadas condiciones transmite la enfermedad a los seres humanos. Los historiadores modernos piensan que ésta fue la causa más común de expansión de la enfermedad.
Hay tres variantes de la enfermedad, dependiendo de su gravedad. La más extendida es la peste bubónica, que afecta a los ganglios linfáticos y provoca la inflamación (forúnculos, bubones) de aquellos situados en la garganta, en las axilas y, especialmente, en las ingles. Este tipo fue muy habitual en la baja edad media europea y a principios de la edad moderna. La mortalidad de los afectados era superior al 75%: la mayoría moría en la primera semana tras la aparición de la enfermedad. Aparecía en los meses de verano y solía alcanzar un pico en septiembre. En Londres y otras grandes ciudades europeas estos meses eran considerados insalubres y, quien podía permitírselo, se ausentaba de la ciudad. En la peste septicémica la infección se localiza en la sangre. Pero más devastadora era la peste neumónica, una de las enfermedades más infecciosas y mortales conocidas por el ser humano. Era frecuente en los meses fríos del invierno, afectaba a los pulmones y se trasmitía con facilidad, ya que se podía expandir a través de la tos y los estornudos. Era fatal en un 95% de los casos y sus víctimas morían unos tres o cuatro días después de la aparición del brote. En las tres variantes de la enfermedad se producen hemorragias internas que originan grandes hematomas en la piel, de ahí el nombre de peste negra.
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HISTORIA
Se cree que la peste negra de mediados del siglo XIV se inició en las estepas de Asia central y se extendió a China e India. Los cronistas contemporáneos pensaban que una serie de desastres naturales, como los terremotos, habían roto el equilibrio ecológico. Es posible que los portadores de la enfermedad fueran los mercaderes que viajaban desde las regiones afectadas empleando las habituales rutas de comercio desde Oriente Próximo y el Mediterráneo. Alcanzó Constantinopla en 1347, y París y la costa sur de Inglaterra en el verano de 1348. Más tarde se expandió al resto de Europa. El hecho de que continuara en los meses de invierno así como en el verano sugiere que las formas neumónica y bubónica coexistieron, debido a que la primera aparecía en condiciones de hacinamiento, por ejemplo, cuando la gente se agrupaba para calentarse. La velocidad con la que la enfermedad se extendió en una sociedad rural en su mayoría y con baja densidad de población según las pautas modernas, el corto intervalo entre la aparición de la infección y la muerte y la alta incidencia de mortalidad apuntan hacia un tipo muy virulento de enfermedad. La epidemia cruzaba las fronteras con facilidad, no sólo entre diferentes países sino también entre animales y seres humanos. Los observadores notaban la muerte de los animales domésticos, de los animales de granja e incluso de los pájaros, afectados por la peste humana en brotes posteriores.
No hay duda de la violencia y del impacto dramático de la peste entre 1348 y 1350. Muchos observadores contemporáneos, incluso con formación y bien documentados, quedaron impresionados ante la devastación humana causada por la enfermedad; fueron testigos de que, en muchos lugares, casi todos los habitantes sucumbieron, y sólo sobrevivieron unos pocos. Boccaccio, en la introducción a la Primera Jornada del Decamerón, calcula que murieron 100.000 personas, entre marzo y julio de 1348, en su Florencia natal, cifra que quizá representara la totalidad de la población de la ciudad. En aquel entonces se pensaba que la mortalidad alcanzaba incluso un 90%, pero dichos cálculos se han visto reducidos por las investigaciones modernas; pese a ello, las cifras aceptadas hoy por los historiadores siguen siendo elevadas. Se calcula que a finales de 1350 había muerto un tercio, o más, de toda la población europea y está demostrado que en las áreas más afectadas de Europa, más de la mitad de la población pereció. Allí donde se dispone de datos fiables, como en las ciudades italianas, resulta evidente que las tasas de mortalidad fueron con frecuencia diez veces más altas de lo habitual, con cientos de habitantes que morían a diario en las grandes urbes. En otras áreas de Europa el impacto fue mucho menor aunque los brotes tardíos de la enfermedad fueron más dañinos. Por ejemplo, se piensa que en los territorios que ocupan los actuales Países Bajos la peste negra pasó de largo, pero tuvieron que sufrirla más tarde.
Los coetáneos quedaron desconcertados por la enfermedad a medida que aumentaba su impacto. Pero hasta comienzos del siglo XX no se entendió en su integridad ni se dispuso de un tratamiento efectivo. Se especuló mucho sobre la causa del brote. Algunos creían que se debía a la corrupción del aire, con un invisible pero mortal miasma procedente del suelo, y apuntaban que los recientes terremotos habían liberado vapores insalubres desde las grandes profundidades. Pero las pestilencias eran comunes en la vida medieval y las viviendas insalubres, los mataderos de los carniceros y las zanjas —que siempre preocupaban a las autoridades— eran ya muy impopulares. Los cuerpos en descomposición de las víctimas, así como sus pertenencias y vestimentas, eran especialmente temidos. En un temprano episodio de guerra bacteriológica, un ejército de apestados intentó capturar la fortaleza enemiga catapultando los cadáveres dentro de la ciudad para infectar a los sitiados. En las áreas urbanas pudientes, los magistrados desarrollaron formas de enfrentarse con la enfermedad, a pesar de la falta de conocimiento sobre sus verdaderas causas. Al igual que las normas para mejorar la higiene y el saneamiento, se ordenaron restricciones al movimiento de la gente y de las mercancías, el aislamiento de los infectados, o su retirada a hospitales periféricos (‘casas de apestados’), enterramientos improvisados de las víctimas en cementerios extramuros sobrecargados y la quema de sus vestimentas. Como se creía que el aire infectado era nocivo, se utilizaban remedios populares como ramilletes de aromas dulces y la quema de especias e inciensos en los interiores. En brotes posteriores, tras la introducción de las hierbas procedentes del Nuevo Mundo, se pensó que el consumo de tabaco era efectivo.
En toda Europa, la Iglesia y los moralistas en general creyeron que la peste negra era un castigo de Dios por los pecados cometidos por la humanidad, y reclamaron una regeneración moral de la sociedad. Fueron condenados los excesos en la comida y la bebida, el comportamiento sexual inmoral, los atuendos insinuantes y, con motivo de la peste, las congregaciones se inclinaron hacia la espiritualidad más exacerbada. En muchos sitios el ánimo de penitencia fue llevado al extremo. El movimiento flagelante creció en popularidad: los hombres, con los torsos desnudos, se fustigaban con látigos en señal evidente de humildad frente al juicio divino. Debido a que el movimiento ganó adeptos y a que funcionaba al margen de la iglesia establecida, fue desautorizado por el Papado. La respuesta a esta corriente de algunos coetáneos, enfrentados a esta enfermedad impredecible e indiscriminada, donde los virtuosos no eran más inmunes a la muerte repentina que los impíos, fue vivir la vida, o lo que quedaba de ella, al límite. Así se refleja en el Decamerón de Boccaccio, una serie de historias contadas por supervivientes exiliados de la peste en Florencia, cuyos brillantes e impúdicos contenidos son un antídoto al miedo a la muerte inminente. Para aquellos que buscaban una explicación fácil de la expansión de la enfermedad, los culpables eran los habituales proscritos de la sociedad. En muchas zonas, los mendigos y pobres fueron acusados de contaminar al pueblo llano. En aquellas partes de Europa donde los judíos eran tolerados la violencia popular se volvió contra ellos. En diversas zonas del Sacro Imperio Romano Germánico y algunas ciudades suizas hubo masacres de judíos, acusados de envenenar los pozos, crimen que muchos confesaron bajo tortura.
Las consecuencias sociales y económicas de la peste negra han sido muy debatidas por los historiadores. Es probable que justo antes del brote y tras un largo periodo de crecimiento la población medieval de Europa hubiera alcanzado su punto más alto, y una dramática caída en casi todas las regiones tuviera un impacto inmediato. Los excedentes agrícolas desaparecieron, algunas poblaciones disminuyeron hasta desaparecer y varias ciudades perdieron su importancia, mientras que la mayor parte de las tierras marginales permanecieron sin cultivar. En las décadas siguientes (hubo más brotes devastadores en 1361 y en años posteriores, a intervalos irregulares, entre los siglos XV y XVI) los salarios se elevaron y los propietarios de la tierra disminuyeron, señal de la dificultad de encontrar arrendatarios y trabajadores cuando la población se redujo. Para quienes sobrevivieron a esta desastrosa crisis de mortalidad, los salarios fueron más altos y los precios de las alimentos bajaron, en el siglo posterior a la peste negra, como nunca antes de 1348. Los supervivientes se beneficiaron durante un tiempo de las muertes masivas.
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CESE DE LA EPIDEMIA
La peste permaneció endémica cuando no epidémica en Europa durante los siguientes tres siglos y desapareció de forma gradual tras 1670, fecha del último brote en Inglaterra. La mayoría de las naciones occidentales se libraron en adelante de las grandes epidemias, aunque Marsella fue la excepción en 1720. Permaneció, sin embargo, en el Próximo Oriente y Asia, y fue preciso tomar precauciones para frenar su expansión. La frontera entre los Imperios Austro-Húngaro y otomano permaneció como un cordón sanitario, equipado de forma activa cuando aparecía un brote de la enfermedad en el Lejano Oriente. La causa del declive en la incidencia de la peste sigue siendo desconocida. ¿tal vez se debió a que la rata negra fue reemplazada por la parda y ésta resultó peor transmisora de la pulga? ¿Mejoraron las condiciones de vivienda y las condiciones de vida? ¿Se hicieron los seres humanos, tras siglos de infección, inmunes a ella? Los avances médicos, tan importantes en la eliminación de otras enfermedades fatales en el mundo moderno, parecen haber jugado un papel insignificante en el caso de la peste.

miércoles, 16 de marzo de 2011

El asombroso Perro de agua




Perro de agua
Los perros de agua o perros acuáticos son anfibios, pertenecientes al grupo de las salamandras, que pasan la mayor parte de su vida en los fondos de lagos y ríos. Los adultos tienen tanto branquias como pulmones. El tamaño de las branquias depende de la cantidad de oxígeno presente en el agua -en las aguas estancadas con poco oxígeno las branquias son muy grandes, mientras que en los arroyos bien oxigenados, las branquias son mucho más pequeñas.




Perro de agua, nombre común de una salamandra acuática, así llamada por su hábitat fangoso y por la creencia, no demostrada, de que ladra como un perro. Este anfibio vive en ríos y lagos del este de Estados Unidos. Tiene tres pares de branquias externas plumosas por medio de las cuales respira bajo el agua, y dos pulmones que no utiliza. Alcanza unos 43 cm de longitud. Tiene la cabeza rectangular y aplanada, el cuerpo es de color castaño oscuro moteado y tiene la cola aplastada lateralmente. El animal, de movimientos perezosos, pasa la mayor parte del día en el fango, arrastrándose de un lado a otro con ayuda de sus cuatro débiles patas. Se alimenta de gusanos acuáticos, larvas de insectos, huevos de peces y crustáceos de caparazón delgado. La hembra pone entre 60 y 70 huevos en aguas poco profundas a finales de la primavera. Los recién nacidos, que se asemejan mucho a sus progenitores, miden alrededor de 1,8 cm de longitud.
Clasificación científica: El perro de agua pertenece a la familia Proteidos. Su nombre científico es Necturus maculosus.

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