El asombroso pelo de los mamiferos


Pelo humano
Todos los mamíferos tienen pelo, una fina formación externa de la epidermis, con forma de filamento. Cada pelo está compuesto por una escleroproteína llamada queratina, y carece tanto de vasos sanguíneos como de nervios. Tanto el color como la forma del folículo piloso pueden servir para determinar caracteres hereditarios raciales y étnicos.

Crecimiento del pelo
Un pelo crece desde su raíz. La corteza está formada por fibras alargadas de células muertas queratinizadas que rodean a la médula semihueca. Una estructura viva llamada bulbo (que se observa como una masa blanca en el extremo final de un pelo arrancado) rodea y alimenta a la raíz, que está situada en un hueco de la epidermis llamado folículo. El pelo crece con más rapidez cuando es corto.


Pelo, formación epidérmica fina y filiforme, típica de los mamíferos, que forma la cubierta característica de estos animales. Sólo los mamíferos tienen pelos verdaderos, y todos los animales pertenecientes a este grupo tienen pelos. Aunque hay algunos mamíferos que en apariencia carecen de pelos, como los rinocerontes, elefantes y armadillos, sin embargo tienen pelos alrededor del hocico, en el extremo de la cola o debajo de cada escama respectivamente. Las ballenas y manatís tienen pelos sólo en estado embrionario. Cuando los pelos son finos y están muy próximos, la cubierta se denomina pelaje; si son gruesos, rizados y enmarañados la cubierta se llama lana. Los pelos gruesos y rígidos se llaman cerdas; cuando son afilados como los de los erizos y puercoespines reciben el nombre de espinas (o, también, púas).
Los pelos están compuestos por una escleroproteína córnea denominada queratina y no contienen ni vasos sanguíneos ni nervios. Suelen contener pigmentos (excepto en los albinos) y a veces también contienen burbujas de aire intersticial que dan al pelo un color plateado. La estructura del pelo consiste en células epiteliales modificadas dispuestas en capas alrededor de una médula central (o núcleo) y cubiertas de escamas delgadas y planas. La raíz de cada pelo se encuentra en una invaginación de la epidermis llamada folículo piloso. El pelo crece desde la base del folículo y se nutre a partir de los vasos sanguíneos presentes en una papila situada dentro del folículo, que se prolonga un poco en la raíz del pelo. Un músculo pequeño, el arrector pili o erector del pelo, se une a cada folículo piloso. El músculo se contrae bajo el control del sistema nervioso simpático, haciendo que el pelo se erice. La mayoría de los mamíferos poseen pelos táctiles que crecen, en muchos casos, en la parte superior del labio y en las cejas, con las raíces situadas sobre tejido eréctil muy inervado.
El desarrollo del pelo en el ser humano se inicia en el embrión y ya en el sexto mes el feto aparece cubierto de un pelo muy fino (lanugo). En los primeros meses de vida el lanugo se cae y es reemplazado por pelo grueso en la cabeza (cabello) y cejas, y fino y velloso en el resto del cuerpo. En la pubertad aparece, en ambos sexos, pelo grueso en axilas y pubis, y en los hombres empieza a crecer en la parte superior del labio y la barbilla dando origen a la barba. La velocidad de su crecimiento varía con la edad de la persona y con la longitud. Cuando es corto, crece unos 2 cm por mes, pero la tasa de crecimiento se reduce a la mitad cuando es largo. El crecimiento mayor se da en mujeres cuya edad oscila entre 16 y 24 años de edad.
La forma del pelo es una de las características hereditarias más importantes y exactas. El pelo casi negro de los papúes, melanesios y africanos crece a partir de un folículo curvo que continúa en una espiral con sección transversal plana. El pelo de los chinos, japoneses y de los indígenas americanos es lacio, grueso, largo y casi siempre negro. Crece de un folículo recto, con sección transversal circular, y tiene una médula fácilmente distinguible. El pelo de los ainus, europeos, indios y semitas es ondulado. Crece desde un folículo recto pero con cierta tendencia a enrollarse; la sección transversal es oval y el color varía mucho de unos individuos a otros, desde el rubio claro hasta el negro.
Los trastornos en la estructura del pelo o del folículo piloso originan un crecimiento anómalo o una caída precoz o anormal del cabello. El cabello seco o apagado se debe al efecto de distintos productos químicos. El uso demasiado frecuente de permanentes, champús o lociones, sobre todo las que contienen alcohol o álcalis, pueden provocarlo. La causa de la calvicie severa no se conoce, pero en muchos casos ha sido atribuida a un tumor en la corteza adrenal o a trastornos de la hipófisis, el tiroides o el ovario. La aparición precoz de canas se asocia con estados de ansiedad, emociones intensas, enfermedades carenciales y causas hereditarias. La alopecia o calvicie se debe sobre todo a causas hereditarias. Ciertas formas de calvicie pueden, sin embargo, deberse a otras causas: la alopecia precoz, en la que el cabello de una persona joven se cae sin que antes encanezca, puede estar causada por una seborrea; la alopecia areata, en la que se cae de forma irregular, se cree que se debe a inflamación, trastornos nerviosos o infecciones locales, sobre todo en estados de estrés psicológico. La caída difusa del cabello, un fenómeno normal, puede alcanzar proporciones anormales después de fiebres superiores a 39,4 °C durante enfermedades que provocan un debilitamiento del organismo o tras una intervención quirúrgica.
En realidad, ningún regenerador capilar previene la pérdida de cabello o facilita su crecimiento. Sin embargo, se ha investigado un fármaco llamado minoxidil, que parece tener cierto éxito en las pruebas realizadas en hombres con calvicie hereditaria, que habían sufrido pérdidas de cabello diez años atrás.
Las infecciones del folículo piloso también son origen de muchas enfermedades. La tiña favus, provocada por el hongo Achorion schoenleinii, se caracteriza por la formación de pequeñas costras alrededor de la boca de los folículos que, a menudo, se asemejan a un panal. Otro tipo de tiña es provocada por un hongo del género Trichophyton. Estas enfermedades se tratan con éxito mediante depilación (extraer el pelo de los folículos afectados), limpieza con jabones o aceites que arrancan las costras y aplicación de fungicidas.
Las zonas con pelos, en especial la cabeza y el pubis, están expuestas a infecciones molestas de insectos pequeños y ácaros como piojos y ladillas.


martes, 11 de enero de 2011

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