LAS MÁS ANTIGUAS MAQUINAS TRAGAMONEDAS




Hace 1.900 años funcionaba con una dracma

MAQUINA DE VAPOR. Con la esfera que gira por la fuerza del vapor, Herán de Alejandría se adelantó al inglés James Watt en 1,700 años.



MAQUINA TRAGAMONEDAS.  Las monedas introducidas en una
urna accionaban un balancín, que a su vez levantaba un tapón. De este modo salía un pequeño chorro de agua durante unos segundos. El recipiente fue diseñado para distribuir en los templos el agua de las abluciones.



LA máquina tragamonedas, casi un símbolo de nuestro tiempo, ya fue diseñada por el griego Herón de Alejandría que vivió en esta ciudad en el siglo primero  de nuestra era.
Su finalidad era distribuir en los templos el agua de las abluciones. El agua llenaba una urna que tenía un pequeño conducto de salida en la parte inferior. El extremo superior de este conducto, que se hallaba en el interior de la urna, se cerraba con un tapón.
Este tapón estaba sujeto al extremo de una barrita horizontal que podía moverse como un balancín. La moneda introducida por la ranura superior caía sobre el otro extremo del balancín. Durante unos segundos el balancín basculaba y, levantando el tapón, dejaba salir el agua por e! conducto hasta caer en una copa. Tan pronto como la moneda (una pieza de cinco dracmas) caía al fondo del ánfora, el balancín volvía a su posición normal, cerrando con el tapón el extremo
del conducto y, consiguientemente, la salida del agua.

Hoy en día se utiliza un sistema análogo en las más sencillas máquinas accionadas por monedas, tales como las máquinas automáticas de café.

Herón de Alejandría, verdadero cerebro de la antigüedad, mostró su talento creador en los más variados campos del  saber: en la música, la filosofía, la guerra, la ingeniería y las finanzas. Fue autor de libros importantes sobre geometría, con un talento igualmente apto para la especulación y para la práctica. Halló el modo de calcular la distancia de Roma a Alejandría observando un eclipse e ideó muchas máquinas útiles. Diseñó una prensa de viga para obtener aceite de las aceitunas y una prensa de rosca para extraer el jugo de las uvas.

Máquina de hacer tomillos

Herón de Alejandría construyó también una máquina aterrajadora para hacer tornillos de madera y una máquina para hacer tuercas de madera para atornillarlos. De tal modo se anticipaba a los tiempos que aún
transcurrirían mil seiscientos años antes de que el atornillador  se generalizara y mil setecientos para e! moderno destornillador o desarmador.

Su aportación al campo militar consistió en una potente ballesta, llamada gastrophetes, en cuyo arco introdujo dos cuernos de animales y una cuerda de trenzas de tendones.
Su contribución a la música fue la construcción de dos órganos semiautomáticos. Uno funcionaba mediante una bomba neumática, accionada por una turbina o por un molino de viento. Otro, bombeando agua en un tanque de aire.
El más avanzado de sus inventos fue la eolípila, un genuino motor de vapor. Constaba de una esfera hueca provista de varios tubitos de escape acodados; al llenarla de agua y someterla al calor, el vapor de agua que escapaba por los tubos le imprimía un movimiento de rotación. El mundo tuvo que esperar hasta finales del siglo XVIII para que  James Watt encontrara aplicación práctica a aquella energía.

Control remoto

Pero lo más espectacular de sus ideas fue  la de abrir y cerrar las inmensas puertas de madera de los templos por control remoto.
Cuando e! sacerdote encendía el fuego del altar se abría por sí solo el portalón del santuario ante e! estupor de! público. El secreto estaba en que, al arder e! fuego, se calentaba' e! aire de una cámara oculta en el altar.
El aire expansionado descendía por un conducto hasta un recipiente lleno de agua situado debajo de la cámara. El agua del recipiente era impelida a lo largo de una conducción hasta un cubo sujeto con cuerdas a un mecanismo giratorio, conectado con la base de las puertas del templo. El cubo, al llenarse, descendía por el peso del agua y ponía en movimiento el mecanismo
que abría las puertas. Como e! sacerdote se hallaba lejos de las mismas, los asistentes pensaban que las puertas se abrían por voluntad de los dioses. Cuando el  fuego se apagaba, el aire se enfriaba y se contraía, y
la operación se efectuaba al revés: se absorbía el agua del cubo, caía un contrapeso y las puertas se cerraban de nuevo, sin intervención humana aparente. No se sabe cuántos de los inventos de Herón se utilizaron realmente; pero las noticias sobre los mismos, contenidas en sus libros, nos lo revelan como gran ingenio creador, gloria de la civilización griega, muy por encima de los condicionamientos de su tiempo.

domingo, 10 de abril de 2011

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