Nacido en Siberia y campesino en su juventud, el monje Grigori Yefimovich Rasputín se ganó el favor de la familia imperial rusa y obtuvo un gran poder a comienzos del siglo XX ya que, al parecer, curó al hijo hemofílico del zar Nicolás II y de la emperatriz Alejandra Fiódorovna. Su conducta escandalosa y su nociva influencia sobre el gobierno provocaron la irritación del pueblo ruso ante el mandato del zar e hizo aumentar el descontento que culminó con la Revolución de 1917. Rasputín fue asesinado por un grupo de aristócratas en 1916.
Grígori Yefímovich Rasputín
Grígori Yefímovich Rasputín (1872-1916), místico y cortesano ruso, cuya profunda influencia sobre la familia imperial constituyó un escándalo en la Rusia prerrevolucionaria. Nació en Pokróvskoie (Siberia). No recibió ninguna formación y fue campesino hasta 1901, año en el que abandonó a su familia para dedicarse a predicar sus enseñanzas. No tardó en adquirir popularidad tanto por sus supuestos poderes curativos como por su conducta licenciosa. Realizó una visita a San Petersburgo (capital del país por aquel entonces) en 1905 y fue presentado en la corte, donde causó un gran impresión a la emperatriz Alejandra Fiódorovna. Rasputín pasó a ser el personaje con más ascendiente dentro del séquito de la zarina porque hizo creer que podía aliviar el sufrimiento de su hijo, Alexis Nikoláievich (heredero del trono de Rusia) que padecía hemofilia. A partir de 1911 Rasputín designó a muchos altos funcionarios del gobierno, la mayoría de los cuales fueron poco competentes. Una vez comenzada la I Guerra Mundial, cuando el zar Nicolás II se dirigió al frente de batalla para asumir el mando del ejército, Rasputín pasó a controlar el gobierno. Sus famosas orgías escandalizaron a la opinión pública rusa y circularon rumores de que conspiraba en favor de Alemania. Se le conocía por el sobrenombre del Monje Loco y su comportamiento comenzó a suscitar odios. Finalmente fue asesinado por un grupo de aristócratas que le habían invitado a una fiesta en la noche del 29 al 30 de diciembre de 1916. Se le considera uno de los responsables del descontento que terminó por provocar el estallido de la Revolución Rusa un año después y la consiguiente caída de la monarquía.
Tras varios intentos previos de acabar con él, Rasputín murió 24 días antes de haber cumplido los 48 años de edad. El príncipe Yusúpov escribió posteriormente un relato en donde contaba punto por punto los sucesos ocurridos en la última noche de Rasputín. Pues, al parecer el monje ruso primero fue envenenado con una cantidad de veneno como para matar varios elefantes, pero al ver que los panecillos envenados no surtían efecto, acuchillado y tiroteado, posteriormente, cuando lo creían muerto, envolvieron su «cadáver» en una alfombra y lo tiraron al río Neva. Pero luego, en la autopsia, se descubrió que murió ahogado. Durante su asesinato le cercenaron su pene (de colosales dimensiones, 28.5 cms.) y sus testículos, que se conservan actualmente en el Museo Erótico de San Petersburgo.
Investigaciones recientes ofrecen la versión de que para el asesinato de Rasputín, se contó con la participación de los servicios secretos británicos, en donde un agente que residía por entonces en Petrogrado, llamado Oswald Rayner, bajo el mandato de otro agente, llamado John Scale, participó directamente en el asesinato de este personaje.
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