La moneda mundial ha girado en torno al oro por casi 3,000 años, cuando Creso, rey de Lidia, acuñó la las primeras piezas del precioso metal. Es todavía la medida de la riqueza por excelencia. No obstante todos los países tienen oro en su subsuelo y existen más de 10,000 millones de toneladas en el agua del océano.
Pero es muy difícil recoger este inmenso tesoro natural. En la mayoría de los lugares el oro forma filones; en el mar 10 miligramos de oro por tonelada de agua es una concentración elevada. Para ello supondría filtrar 1,000 toneladas de agua para obtener 10 gramos de oro.
Puede ser rentable una mina con proporciones de hasta una parte de oro extraído por 300,000 partes de roca.
Aseguran los geólogos que ya se han descubierto todos los yacimientos auríferos verdaderamente importantes. Sin embargo la demanda de oro aumenta.
La búsqueda implacable del noble metal empezó en la edad de piedra, cuando el hombre observó las brillantes pepitas en los guijarros de los ríos. Al romper la piedra obtenía un material pesado y dúctil que se podía moldear a martillazos en formas atractivas: estos fueron los primeros ornamentos de oro del mundo.
Los hombres de piedra, no suponían que su labor, ya tenía el sello de la eternidad, ya que el oro es muy resistente al deterioro del tiempo. Conserva el lustre al contacto con el aire ya que no se oxida, igualmente en el agua y la mayoría de los corrosivos no lo afecta; puede ser fundido una y otra vez sin perder ninguna de sus cualidades. Una sola onza, unos
Pepitas de oro: el sueño de los buscadores
El oro suele encontrarse en vetas de roca o suelto en pepitas de oro, el sueño de los buscadores. Las vetas son profundas fisuras, doce hace dos o diez millones de años se alojó cuarzo aurífero. El oro suelto también se encontraba inicialmente sujeto a las rocas, pero se desprendió por erosión, adquiriendo forma de pepitas al ser arrastrada por los ríos.
La mayor pepita de oro puro encontrada hasta ahora medía 60 centímetros de longitud por 30 de anchura y pesaba 70 kilos. Fue descubierta en 1869 por John Deason y Richard Oates, de Coarnulles, Gran Bretaña, cerca de Moliagul en Victoria, Australia. La inmensa pepita que tenía 99,66 por ciento de oro puro, fue llamada “la extranjera bienvenida”. Deason y oates la vendieron po 9,532 libras esterlinas.
La mayor pepita de oro bruto de la historia fue la llamda Holtermann de 285 kilogramos descubierta en 1872 en una mina de Hill End, en Nueva gales del Sur de Australia, supuso más de 84 kilogramos de oro.
La fiebre de oro californiano fue provocada en 1848 por un hombre llamado james Marshall, que introdujo su sombrero en un riachuelo cerca de Sacramentos, y lo sacó lleno de pepitas de oro.
Riqueza repentina
En 1896 fue el Yukón la meta de los aventureros buscadores de oro, al descubrirse oro entre los guijarros del rio Klondike. El lugar se llamaba Bonanza. Nombre que es hoy para los anglosajones sinónimo de riquezas repentina.
Pero a millares de kilómetros de distancia, ya había ocurrido entonces algo insólito: se había descubierto el yacimiento aurífero más grande del mundo y se vendía por sólo diez libras.
En la cuenca del Witwatersand, África del Sur, George Harrison, un buscador de oro encontró indicios del noble metal en 1886. Pero se hallaba tan necesitado que vendió sus derechos por diez libras. Perdió así la oportunidad de hacerse millonario, pues el territorio del Rand iba a convertirse en el principal proveedor de ro en el mundo.
Cuarenta y seis años después del descubrimiento de Harrison, Emmanuel Jacobson y Allan Roberts comenzaron a realizar sondeos en su granja de Asdenk en el estado libre de Orange. Llegaron hasta los 1,240 metros de profundidad, pero el dinero se les acabó y tuvieron que abandonar la operación.
En 1950 otros buscadores prosiguieron la búsqueda y tan solo
Del Gran libro de lo asombroso e inaudito.
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