Hígado
El hígado, además de ser el órgano de mayor tamaño en todos los vertebrados, es uno de los más importantes. Entre el gran número de funciones que desempeña está la síntesis de proteínas, de factores inmunitarios y de la coagulación y de sustancias transportadoras de oxígeno y grasas. Su principal función en la digestión es la secreción de bilis, que es esencial para la emulsión y absorción de grasas. También elimina el exceso de glucosa de la circulación y la almacena hasta que es necesaria. Convierte el exceso de aminoácidos en formas útiles y filtra los fármacos y venenos presentes en la sangre, neutralizándolos y excretándolos por la bilis. El hígado presenta dos lóbulos principales localizados justo por debajo del diafragma en el lado derecho del cuerpo. Puede perder el 75% de su tejido, a consecuencia de una enfermedad o cirugía, sin interrumpir su función.
Cirrosis, enfermedad crónica del hígado que cursa con destrucción irreversible de las células hepáticas. La cirrosis es la fase final de muchas enfermedades que afectan al hígado. Se caracteriza por áreas de fibrosis (cicatriz) y muerte de los hepatocitos (células hepáticas). Sus consecuencias principales son el fracaso de la función hepática y el aumento de la presión sanguínea en la vena porta (que transporta la sangre desde el estómago y tubo digestivo al hígado). En Europa occidental, el alcohol y la hepatitis B son la causa principal de la cirrosis. En el Reino Unido, dos tercios de los casos son debidos al alcohol; en países donde el consumo de alcohol es menor (por ejemplo en los países islámicos), la incidencia de cirrosis disminuye de forma paralela. Pacientes cuyo consumo de alcohol no alcanza el grado de alcoholismo pueden padecer lesiones hepáticas producidas por el alcohol. Un 30% de los casos de cirrosis son de causa desconocida (podrían deberse a otras hepatitis virales como la hepatitis C). El cáncer primitivo hepático puede ser una complicación de la cirrosis hepática.
2 | SÍNTOMAS |
Algunos pacientes con cirrosis hepática no padecen ningún síntoma (cirrosis latente). Los síntomas de la cirrosis activa son el dolor abdominal, dolor en el costado derecho, diarrea, falta de apetito, ascitis (acumulación de líquido en la cavidad peritoneal), ictericia, fatiga, pérdida de masa muscular y pérdida de peso. La ascitis se produce por el aumento de presión en la vena porta, y por la falta de albúmina en el plasma (la albúmina es una proteína producida por el hígado). Debido a la pérdida de masa muscular y a la ascitis, los pacientes con cirrosis tienen un aspecto característico, con extremidades delgadas pero gran perímetro abdominal. La ictericia se debe al aumento de los niveles de bilirrubina en la sangre por la alteración de su depuración hepática. Se pueden producir trastornos mentales debidos al paso de toxinas al cerebro, toxinas que en condiciones normales son depuradas a su paso por el hígado. Estas toxinas son responsables de síntomas como la confusión, irritabilidad, actitudes infantiles e incluso coma. Estos síntomas son fluctuantes. La hipertensión en la vena porta puede producir un sangrado gastroesofágico (por la existencia de varices), una de las complicaciones más graves y con mayor mortalidad.
3 | TRATAMIENTO |
A pesar de que la curación completa no es posible, las células sanas que subsisten pueden mantener cierto grado de función hepática. Se debe eliminar el alcohol de la dieta. Puesto que las lesiones hepáticas tienen carácter irreversible, el tratamiento debe ir dirigido a los síntomas; con frecuencia es necesario el ingreso en un hospital.
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