En los años 20 se quiso volver a la fuerza del viento
UN ROTOR EN MANHATTAN. El Baden-Baden, barco de rotores de Anton Flettner, capeó duros temporales en su travesía transatlántica de Hamburgo a Nueva York. Propulsado por dos torres amarillas giratorias, el barco causó sensación en Estados Unidos;
EN 1925 el mundo de la navegación marina se conmovió profundamente ante la aparición de unos barcos que se movían mediante extraños y gigantescos cilindros verticales. Los alemanes, sus inventores, pensaron haber revolucionado el transporte marítimo.
La inusitada idea del barco de rotores se debe al ingeniero alemán Anton Flettner, que se inspiró en ciertos experimentos llevados a cabo en 1922 en la Universidad de Gottingen. Flettner descubrió que la presión del aire sobre un cilindro giratorio era mucho mayor que la ejercida sobre un cilindro estático y decidió aplicar este principio a la navegación.
Los barcos tenían dos cilindros rotores, accionados por sendos motores instalados en sus bases. Cuando giraban a una velocidad cuatro veces mayor que la del viento, la presión sobre ellos era 15 veces mayor que la ejercida sobre una vela que presentara la misma superficie.
La idea vino del deporte
Antes de que nadie aplicara este principio a los barcos, los jugadores de pelota conocían este fenómeno y lo aprovechaban en su propio beneficio. Los jugadores de críquet lanzan la pelota con un movimiento de rotación, para que al contacto con el aire describa una trayectoria falsa. Los jugadores de tenis engañan al adversario con el giro de la pelota y muchos otros deportistas se valen del mismo ardid. Se decía que el barco de rotores era más rápido que los veleros, de mantenimiento más barato y de manejo más sencillo. Salía airoso de las tempestades sin otro medio que sus pequeños motores de gasolina. Un barco de vela ordinario necesitaba arriar todo su trapo y detenerse durante un huracán, mientras el barco de rotores proseguía su navegación. En travesías transatlánticas los barcos de rotores alcanzaban velocidades de 17 nudos. Eran embarcaciones pequeñas de unas 600 toneladas, cuyos dos cilindros de 20 metros de altura y tres de diámetro, parecían enormes chimeneas.
Sin problemas de mantenimiento
Los entusiastas de los barcos de rotores auguraban, para el nuevo invento, un porvenir fulgurante e inmediato. Según ellos el procedimiento se extendería a toda la navegación marítima, debido a sus ventajas sobre los barcos de vela: la economía y la sencillez.
En cuanto a mantenimiento, el barco de Flettner era un 80 por ciento más económico que el de vela. Mientras se requerían varias docenas de marineros para atender a las velas, un solo hombre podía controlar los
rotores. Además, el barco de rotores maniobraba con mayor facilidad y rapidez.
rotores. Además, el barco de rotores maniobraba con mayor facilidad y rapidez.
Pero la técnica adelanta en ocasiones de modo imprevisible y antes de 20 años estos barcos revolucionarios se desguazaron para chatarra. En todos ellos se producían problemas mecánicos por la incesante vibración de sus rotores, y no resultaban de entera garantía por su dependencia del viento.
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