Una mosca giraba en torno de unas flores cuyos pétalos mostraban un llamativo interior rojo. Descendió a investigar y, con ello cometió el postrer error de su vida. Los pétalos se unieron bruscamente y entrelazando sus bordes en forma de peine, formaron una trampa mortal. Lentamente la trampa se fue cerrando y la planta comenzó a devorar a su víctima.
Los atrapamoscas originarios de Carolina en Estados Unidos, es una de las muchas pantas carnívoras que se sustentan de nitratos y otras sales de las proteínas animales. Sus hojas se articulan en el centro y extienden sus hilos invisibles. Cuando un insecto toca uno de ellos, la trampa salta y comienzan a actuar los jugos digestivos.
El proceso suele durar alrededor de diez días. Después, la atrapamoscas abre de nuevo sus hojas y expulsa la las partes no digeribles, tales como las alas y las escamas. En seguida se halla preparada para recibir su próxima víctima.
No muy diferente de las atrapamoscas es la planta cántaro, que vive en Australia y al este de América del Norte. Posee unos pequeños receptáculos en forma de cántaro que cuelgan de sus hojas. L insecto se dirige hacía ella atraído por el olor y al moverse por la resbaladiza boca del receptáculo pierde pie y cae sobre un líquido acidulado. Unas duras cerdas impiden a la víctima trepar hacía afuera y pronto sucumbe al baño de los jugos digestivos.
Cazadores consumados.
Quizá la más admirable de las plantas cazadoras de animales sea la utricularia, que se encuentra generalmente en las regiones tropicales. Vive en los charcos y riachuelos de escasa corriente. Carece de raíces y se mueve a meced del viento y del agua. Es una planta larga y delgada con hojas multipartidas, cada una de ellas con 12 pequeñas vejigas. En estas queda apresada la víctima después de ser absorbida desde adentro, a través de una puerta que se abre desde fuera pero no desde el interior.
No todas las plantas cazadoras utilizan trampas mecánicas. Algunas lo fijan como el papel atrapamoscas. La bella drosera de Australia y África del Sur es una planta de olores dulces, cuyas flores son la muerte para las incautas criaturas. Su centro que recuerda un acerico de alfileres contienen un fuerte pegamento que se adhiere al insecto que en el se posa. Inmediatamente los alfileres de brillante cabeza se inclinan sobre la víctima y la drosera comienza su comida.
De modo semejante aguarda su presa la frondosa sanícula, que se extiende en el suelo de regiones húmedas y musgosas, generalmente en el hemisferio norte. Cuando una polilla o abeja se posa sobre ella para comer, la planta exuda una secreción pegajosa que atrapa al insecto. Luego emite un fermento digestivo que domina a la presa y curva finalmente los bordes de las hoja para estrechar a la víctima en abrazo mortal.
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