Esta ilustración muestra distintas plantas medicinales tibetanas. Muchas especies vegetales contienen, en sus órganos, principios activos que presentan propiedades farmacológicas.
Plantas medicinales, todas aquellas plantas que contienen, en alguno de sus órganos, principios activos, los cuales, administrados en dosis suficientes, producen efectos curativos en las enfermedades de los hombres y de los animales en general. Se calcula en unas 260.000 las especies de plantas que se conocen en la actualidad, de las que el 10% se pueden considerar medicinales, es decir, se encuentran recogidas en los tratados médicos de fitoterapia, modernos y de épocas pasadas, por presentar algún uso. Evidentemente, sobre todo en las regiones ecuatoriales, la proporción de especies medicinales puede variar sensiblemente de este porcentaje, ya que ni siquiera se conoce la totalidad de la flora.
HISTORIA |
La fitoterapia tiene sus orígenes en los albores de la humanidad, desde que aparecen registros o referencias fiables. Al principio se utilizaba a través de rituales mágicos. El uso, desde tiempos antiguos, de las plantas para curar se pone de manifiesto por la existencia de herbarios desde la época de los sumerios, los asirios, los babilonios o los fenicios. El Papiro de Ebers (1700 a.C.), con más de 20 m de longitud, encontrado en las ruinas de Luxor, ya recoge, por ejemplo, el uso medicinal de 700 plantas, como el ajo o la adormidera. En China y el resto de Asia el uso de plantas para tratar enfermedades se remonta a más de 10.000 años. Sin embargo, fueron griegos y romanos los primeros en sistematizar en Occidente, a través de sus escritos, el estudio de las plantas medicinales. Así, Dioscórides, en su obra De Materia Medica, describe más de 600 plantas de uso medicinal.
PRINCIPIOS ACTIVOS |
La vincapervinca de Madagascar, especie endémica de la isla, contiene diversos alcaloides, dos de los cuales se utilizan para elaborar un medicamento utilizado en el tratamiento de la leucemia y de la enfermedad de Hodgkin.
El estudio de los componentes de las plantas medicinales se centra en las sustancias que ejercen una acción farmacológica sobre el ser humano o los seres vivos en general. Los principios activos de las plantas pueden ser sustancias simples (como alcaloides) o bien mezclas complejas (resinas, aceites esenciales, etc.). Los compuestos más comunes son los azúcares y heterósidos (azúcar más un compuesto sin azúcar), que pueden ser glucósidos, galactósidos, etc. El primer heterósido que se descubrió fue la salicina (extraído de Salix alba). Otros componentes activos de las plantas son alcaloides, lípidos, gomas, mucílagos, principios amargos, taninos, aceites esenciales, resinas, bálsamos, oleorresinas, ácidos orgánicos, enzimas y vitaminas.
RECOLECCIÓN Y FORMAS DE PREPARACIÓN |
La recolección debe realizarse cuando los principios activos de la planta están maduros. Por lo general, se debe proceder al secado de los vegetales lo más rápido posible, de forma que no fermenten los azúcares que contienen, aunque hay que tener en cuenta que las hierbas secas poco a poco van perdiendo sus propiedades. Las flores deben cogerse recién abiertas y secarse con papel limpio; las hojas deben recolectarse antes y durante la floración y extenderse sobre un papel o rejilla; las plantas enteras deben ser despojadas de las hojas marchitas y los restos de tierra; las semillas y frutos no suelen necesitar ningún tratamiento; y las cortezas y raíces se deben tomar de ejemplares jóvenes.
Las preparaciones más frecuentes, que se pueden llevar a cabo en casa, son:
Infusión: calentar agua y añadir la parte de la planta necesaria en el primer hervor. Seguidamente se aparta del fuego, se tapa y se deja reposar unos minutos. La infusión una vez hecha no debe hervir. Se suele preparar con las partes jóvenes de la planta, como hojas, flores y semillas.
Decocción: proceso por el cual la planta se hierve en agua durante un periodo de tiempo determinado. Se usa este procedimiento con las partes más duras, como corteza, hojas coriáceas, raíces y tallos.
Reducción: si la cocción se lleva a cabo durante más de 20 minutos, se produce la reducción. Se emplea para principios activos que resisten el calor y de los que se necesita, por su escasa proporción, una mayor concentración.
Maceración: consiste en dejar reposar las plantas en agua fría durante algunas horas. Sirve para extraer principios activos inestables frente al calor pero solubles en agua.
Tintura o vinos medicinales: es la maceración hecha en alcohol y normalmente lleva una parte de la planta por cinco de alcohol. Se usa si los principios activos no se disuelven bien en agua o son de sabor desagradable, empleándose generalmente planta seca. Son muy conocidos los vinos de quina o el aguardiente de endrino (pacharán).
Jarabes: son disoluciones de azúcar en agua a las que después se les añade la planta.
Zumo: directamente se trituran las plantas frescas y luego se tamiza el líquido.
Aceites medicinales: al igual que el alcohol, el aceite es otro de los disolventes más usados. De hecho hay ciertas plantas que transfieren mejor sus principios activos al aceite. Son los más utilizados para uso externo (friegas, masajes o untes).
Cataplasmas o compresas: se hacen hirviendo la planta o sometiéndola a la acción del agua. Las plantas hervidas se envuelven en paños delgados que se sitúan sobre la zona a tratar.
Vahos: se preparan con hierbas aromáticas, las cuales se hierven en agua. El vapor que se desprende del recipiente una vez retirado éste del fuego, es el que debe ser inhalado.
PROPIEDADES MEDICINALES |
La savia de algunas especies de Aloe tiene aplicaciones medicinales. Del jugo se extrae un polvo laxante; a veces se usa un extracto de Aloe vera para calmar quemaduras y heridas por congelación.
Los principios activos de las plantas, a los que hay que atribuir sus efectos curativos, pueden utilizarse en el tratamiento de gran número de enfermedades o dolencias. A continuación se dan algunos ejemplos de las propiedades medicinales de las plantas, así como de algunas de las especies vegetales que presentan estas propiedades:
Pectorales y antitusivas: fárfara (Tussilago farfara), amapola (Papaver rhoeas) y malva.
Tónicas y digestivas: la salvia, el orégano, el poleo, la hierba luisa, la genciana, la angélica o el ajenjo.
Laxantes: el acebo, el algarrobo, la cuscuta o el polipodio.
Diuréticas: el apio, el perejil, el limonero o el equiseto Equisetum telmateia.
Abortivas: corona del rey, sabina, tejo o azafrán.
Hipnóticas: majuelo, tilo, valeriana, lúpulo o naranjo.
Antireumáticas: rododendro, estramonio, espliego o judía.
Vermífugas: ontina, tomillo, nogal o tanaceto.
Vulnerarias: hipérico, vulneraria o aliso.
Pectorales y antitusivas: fárfara (Tussilago farfara), amapola (Papaver rhoeas) y malva.
Tónicas y digestivas: la salvia, el orégano, el poleo, la hierba luisa, la genciana, la angélica o el ajenjo.
Laxantes: el acebo, el algarrobo, la cuscuta o el polipodio.
Diuréticas: el apio, el perejil, el limonero o el equiseto Equisetum telmateia.
Abortivas: corona del rey, sabina, tejo o azafrán.
Hipnóticas: majuelo, tilo, valeriana, lúpulo o naranjo.
Antireumáticas: rododendro, estramonio, espliego o judía.
Vermífugas: ontina, tomillo, nogal o tanaceto.
Vulnerarias: hipérico, vulneraria o aliso.
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