Rana arborícola de ojos rojos
Es una de las muchas especies de ranas arborícolas de las pluvisilvas que tienen almohadillas adherentes en los dedos. Esta modificación les permite adherirse al envés de las hojas y trepar por los troncos de los árboles y otras superficies con cierta facilidad. Tras aparearse, la hembra pone sus huevos en el envés de una hoja que cuelga sobre el agua. Al eclosionar éstos, los renacuajos caen al agua y comienzan a nadar.
El tamaño de los anfibios varía desde el de la salamandra gigante japonesa, que puede superar los 1,5 metros de longitud, hasta el de las ranas diminutas, como la rana dorada, que mide solo 1 cm. Casi todas las especies que pertenecen al grupo de las salamandras mide entre 5 y 20 cm de longitud y la gran mayoría de ranas y sapos miden entre 2 y 8 cm. Las cecilias tienen un tamaño más variable –casi todas las especies miden entre 10 y 50 cm, pero algunas alcanzan 1,5 metros.
Rana leopardo buceando
Esta rana, también llamada rana de las praderas, presenta pies palmeados, adaptados a un hábitat acuático. Tiene capacidad para moverse a gran velocidad tanto en tierra como bajo el agua. Usa sus fuertes patas para nadar, así como para saltar en tierra.
La mayoría de los anfibios comienzan su vida como larva, forma juvenil que no se parece al animal adulto. Las ranas y los sapos tienen extremidades posteriores más largas y fuertes que las anteriores, que utilizan para saltar, su modo de locomoción en el medio terrestre. Los zoólogos creen que las ranas y los sapos adultos no tienen colas porque supondrían un obstáculo para el salto. Por el contrario, la mayoría de las salamandras y tritones tienen cuatro extremidades cortas y una cola fuerte y larga, que utilizan para mantener el equilibrio en el medio terrestre y para impulsarse en el agua cuando nadan. Las cecilias no tienen extremidades y se entierran en el suelo o excavan pequeñas galerías, abriéndose paso con la cabeza.
3.1 | Anatomía interna |
Anfibio: anatomía interna
La anatomía interna de los anfibios es la típica de todos los vertebrados superiores. El corazón, aunque es más evolucionado que el de los peces, presenta dos aurículas y un solo ventrículo y en los urodelos el tabique que separa las dos aurículas ni siquiera está completo. Los cuerpos grasos son reservas de sustancias nutritivas, a las que el animal recurre durante los periodos de letargo.
La anatomía interna de los anfibios es similar a la de los otros vertebrados. Los adultos tienen pulmones para respirar, aunque algunos poseen branquias, e incluso algunas especies que viven en el agua tienen branquias y pulmones; otras obtienen todo el oxígeno que necesitan para sobrevivir a través de la piel. El corazón, que está formado por tres cámaras, un ventrículo musculoso y dos aurículas, bombea la sangre a través de un sistema circulatorio complejo que lleva el oxígeno y los nutrientes a las células y retira los productos de desecho. El sistema digestivo está formado por una boca, un esófago, un estómago y un intestino que se abre en una cámara que recibe el nombre de cloaca. Los restos procedentes de la digestión son procesados en los riñones y liberados en la cloaca; posteriormente son eliminados al exterior a través de un orificio presente en la cloaca. Por ese mismo orificio expulsan también los óvulos y los espermatozoides. Poseen pequeños dientes en la mandíbula superior o en las dos, aunque en algunas especies no existen.
Los anfibios son animales ectotérmicos o poiquilotermos (véase Poiquilotermia), es decir no son capaces de generar calor corporal y su temperatura es variable: depende de la del medio en el que viven. Por esa razón, cuando hace frío se vuelven inactivos y algunos entran en una especie de estado de letargo similar a la hibernación.
3.2 | Piel |
Salamandra roja
Aunque muchos anfibios presentan colores apagados, la salamandra o tritón rojo de la fotografía posee colores brillantes que la hacen destacar en el medio en el que habita. Esta especie vive cerca de arroyos en el centro y este de Norteamérica.
Los anfibios tienen una piel suave y húmeda, sin pelos ni escamas, a excepción de las cecilias que poseen pequeñas escamas dérmicas inmersas en la piel. La piel proporciona a los anfibios un colorido protector, un medio para absorber agua y oxígeno del ambiente, y una defensa frente a las condiciones áridas y los predadores hambrientos. Los anfibios poseen una amplia gama de colores. Algunos tienen una coloración brillante y llamativa, mientras que otros poseen un colorido apagado que pasa desapercibido en su hábitat. El color de la piel de los anfibios es producido por unas células pigmentarias, llamadas cromatóforos, situadas en la dermis o capa interna de la piel. Muchos anfibios pueden variar el color de su piel al concentrar o dispersar el pigmento en los cromatóforos, como sucede en algunas ranas arborícolas. Este comportamiento también les ayuda a ajustar la temperatura de su cuerpo ya que los colores claros reflejan el calor más que los colores oscuros y también puede servir como mecanismo de camuflaje, que les ayuda a escapar de los depredadores.
Rana de las flechas
La rana de las flechas tiene poderosas toxinas en la piel que producen parálisis e incluso la muerte en los depredadores que las ingieren. Ciertos pueblos de América del Sur usan el veneno para la caza y lo adquieren frotando la punta de las flechas en la piel de este animal. Su manipulación descuidada puede tener efectos graves si la mucosidad del animal entra en contacto con heridas, arañazos o con las membranas mucosas.
Los anfibios utilizan su piel permeable para obtener oxígeno y agua del medio. La parte interior de la piel presenta abundantes vasos sanguíneos, que realizan el intercambio respiratorio de oxígeno y dióxido de carbono. Aunque la mayoría de los anfibios adultos tienen pulmones para respirar, la piel constituye un importante aporte suplementario de oxígeno. Algunas especies de salamandras no tienen branquias ni pulmones y obtienen todo el oxígeno que necesitan a través de la piel. El agua también puede penetrar a través de la piel, y muchos anfibios no beben agua porque absorben la que necesitan por la piel.
La piel de los anfibios contiene también glándulas que segregan un moco sobre la superficie de la misma que impide que esta se seque y, al mismo tiempo, facilita que se produzca el intercambio gaseoso. Muchas especies poseen en la piel glándulas que producen sustancias irritantes o venenosas, que utilizan para defenderse de sus depredadores. Un ejemplo es el sapo punta de flecha de Sudamérica, que segrega un veneno muy potente.
3.3 | Oído, vista y vocalización |
Coquí
El nombre onomatopéyico coquí se utiliza en Puerto Rico para denominar a más de 16 especies de una pequeña rana del género Eleutherodactylus. Cuando los machos cantan durante la noche, con el 'co' marcan su territorio y con el 'quí' invitan a las hembras a la actividad reproductora. El coquí se ha convertido en símbolo de Puerto Rico, y su croar da un carácter especial a las noches de la isla.
Los anfibios dependen de sus sentidos para encontrar comida y evitar a sus depredadores. No tienen oído externo pero poseen un oído interno desarrollado, especialmente las ranas, que tienen una cavidad media que transmite las vibraciones desde la membrana timpánica al oído interno. Las ranas y los sapos también utilizan su sentido del oído para comunicarse unas con otras. Además, tanto las ranas macho como las hembra, utilizan las cuerdas vocales presentes en la laringe para producir sonidos, cuya principal función es atraer a la pareja para reproducirse; también realizan sonidos en las disputas territoriales. Las salamandras, las cecilias y algunas ranas carecen de tímpano. Estos anfibios no pueden oír sonidos de alta frecuencia, aunque son capaces de detectar las vibraciones que se transmiten a través del agua. Ni las salamandras ni las cecilias tienen una verdadera laringe, pero cuando se sienten amenazadas algunas salamandras pueden producir ciertos sonidos.
Sapo verde
El macho del sapo verde, especie muy común en Europa, reclama una compañera en cuanto encuentra agua, incluso cualquier charca temporal. Los machos alternan sus reclamos, se turnan, y su llamada se escucha a más de un kilómetro, ya que poseen una cavidad torácica tres veces más grande que su cabeza. La hembra puede poner los huevos en agua salobre, algo bastante extraño porque normalmente los huevos de las ranas y de los sapos no sobreviven a la mínima presencia de salinidad.
La visión es también importante en algunos anfibios. Las ranas tienen ojos saltones a ambos lados de la cabeza, que les permiten ver el peligro y buscar a sus presas. Las cecilias, que viven bajo tierra, son los únicos anfibios ciegos; tienen ojos pero generalmente están cubiertos por piel y, en ocasiones, por hueso. Para obtener información del medio, las cecilias se sirven de dos tentáculos sensoriales que poseen en la cabeza.
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