Las patas cortas y fuertes de esta rana son adecuadas para cavar. Se entierra en la arena del desierto del sur de Australia para eludir el calor y queda sumida en un estado similar a la hibernación. Otras lo hacen para esconderse o tender emboscadas. Muchas tienen el hocico afilado o dedos espatulados, que les ayudan a cavar.
Gran parte del comportamiento que presentan los anfibios está condicionado por la necesidad de mantener su piel húmeda y de intentar conseguir una temperatura corporal relativamente estable, ni demasiado fría ni demasiado caliente. Algunas especies toman el sol para aumentar su temperatura. En climas muy cálidos, los anfibios son más activos por la noche que durante el día para evitar el calor excesivo y la pérdida de agua. Durante las horas de luz, estos anfibios se esconden en lugares húmedos, en refugios bajo las rocas o los troncos, o en túneles o grietas bajo el suelo. En las regiones frías, los anfibios permanecen aletargados o inactivos durante los meses más fríos.
Casi todos los anfibios adultos son carnívoros y se alimentan de una gran variedad de presas móviles, como insectos, arañas, crustáceos, babosas, gusanos, pequeños reptiles y, en ocasiones, también de pequeños anfibios. Las cecilias se aproximan lentamente a sus presas y las agarran con sus afilados dientes. Las salamandras y tritones que se alimentan en el agua, succionan a sus presas dentro de sus bocas. En el medio terrestre algunas salamandras sacan sus lenguas pegajosas para capturar a presas pequeñas. Las ranas están perfectamente adaptadas a esta manera de atrapar a sus presas, gracias a su lengua proyectante, que está unida al borde anterior de la boca y tiene su extremo posterior libre y pegajoso.
Su piel suave y carente de estructuras protectoras y la falta de uñas con las que defenderse hacen de los anfibios unos animales muy vulnerables, que son perseguidos por un gran número de predadores, entre los que se incluyen numerosos mamíferos pequeños, aves, lagartijas, serpientes, tortugas e, incluso, otros anfibios. Cuando se enfrentan a un depredador, muchos anfibios se hacen los muertos. Otros confían en las sustancias venenosas de su piel, que les proporcionan un sabor desagradable o resultan tóxicas a los depredadores. Estos anfibios suelen presentar un colorido brillante y llamativo para avisar a los depredadores de que son venenosos. Los tritones y salamandras mueven sus colas de un lado a otro para esquivar a sus enemigos. Muchas especies pueden romper una parte de su cola si ha sido agarrada por un depredador. La cola en movimiento distrae al animal y así la salamandra puede escapar; luego forma una nueva cola. Las ranas y los sapos a menudo responden a las amenazas de otros animales hinchando sus cuerpos, aparentando ser más grandes de lo que realmente son.
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