Escena del Fausto de Marlowe
Marne Maitland (como Mefistófeles, a la izquierda) y Peter Coke (como Fausto, a la derecha) actúan en una representación de La trágica historia del doctor Fausto, de Christopher Marlowe. Fausto es el héroe de la leyenda de un estudiante alemán que vende su alma al diablo a cambio de conocimiento y poder. En la versión de Marlowe, Fausto avanza de la búsqueda del poder divino a la penitencia y el arrepentimiento para salvarse del infierno. En la versión de Goethe (Parte I, 1808; Parte II, 1833), el héroe es perdonado por Dios, quien reconoce sus nobles intenciones.
Fausto, personaje semilegendario que hizo un pacto con el diablo para alcanzar la sabiduría.
Si bien el Fausto literario se identificó en un principio erróneamente con Johann Fust, su verdadero inspirador fue al parecer un tal Johann Faust, que nació en Württemberg alrededor de 1480. Fue un universitario que se ganó la vida con la enseñanza, los conjuros y la buenaventura. A medida que viajaba de ciudad en ciudad, su fama aumentaba y se extendía, y las misteriosas circunstancias de su muerte (tras jactarse de haber vendido su alma al diablo) confirmaron su notoriedad. Martín Lutero atribuyó a Faust poderes diabólicos y para muchos no fue más que un charlatán y un embaucador. Otros sostienen que gozó del mecenazgo del arzobispo de Colonia a partir de 1532, y que murió siendo un hombre respetado. En cualquier caso, durante el siglo XVI se convirtió en protagonista de cuentos populares y aventuras maravillosas publicadas en Frankfurt por el librero Johann Spiesz bajo el título de Historia de Fausten (más conocido como el Fausto de Spiesz, 1587). De este modo, el pacto de Fausto con el diablo entró para siempre en la mitología popular. En la versión de Spiesz, Fausto compra juventud, sabiduría y poderes mágicos a cambio de su alma inmortal, y el demonio se compromete a servirle durante veinticuatro años.
La versión que Marlowe hace del mito de Fausto (La trágica historia del doctor Fausto hacia 1588) sigue fielmente el mito de Spiesz. En ella, Fausto pasa de orgulloso buscador del poder divino a penitente desesperado, y su arrepentimiento llega demasiado tarde para librarse del infierno. Fue sin embargo el dramaturgo y crítico alemán, Gotthold Lessing, quien exploró por primera vez la posibilidad de redimir a Fausto, en lugar de condenarlo. En el semanario Briefe, die neueste Literatur betreffend (Cartas sobre la literatura más reciente), editado por su amigo C.F. Nicolai, publica una escena de su fragmentaria obra dramática para ilustrar cómo Fausto podría salvarse si Dios reconociera su sincero afán de arrepentimiento. Esta idea sirvió de base al Fausto de Goethe (parte I, 1808; parte II, 1832), una obra de enorme repercusión que nos describe a Fausto como un filósofo racionalista dispuesto a arriesgarlo todo, incluso su alma, por ampliar el conocimiento humano, y que obtiene el perdón de Dios por la nobleza de sus intenciones.
Al margen de estas obras, el mito de Fausto ha sido objeto de numerosas versiones populares en teatro de guiñol, óperas y oberturas (de compositores como Gounod, Boito, Busoni, Spohr, Richard Wagner y Berlioz), novelas, obras de teatro y poemas (de Klinger, Chamisso, Grabbe, Lenau, Heine, Valéry y Thomas Mann), e incluso un film de animación (Fausto, de Svankmajer, 1994).
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