El asombroso Encéfalo
Encéfalo humano
El encéfalo humano tiene tres
componentes estructurales principales: los grandes hemisferios cerebrales
(parte integrante del cerebro) con forma de bóveda (arriba), el cerebelo, más
pequeño y con cierta forma esférica (más abajo a la derecha), y el tronco
cerebral (centro). En el tronco cerebral, destaca el puente de Varolio (el
ensanchamiento central) y la médula oblongada o bulbo raquídeo (justo debajo
del anterior). Los hemisferios cerebrales son responsables de la inteligencia y
del razonamiento. El cerebelo ayuda a mantener el equilibrio y la postura. El
bulbo raquídeo está implicado en el mantenimiento de las funciones
involuntarias, tales como la respiración. El tálamo, situado entre el tronco
cerebral y los hemisferios cerebrales, actúa como centro de retransmisión de
los impulsos eléctricos que viajan hacia y desde la corteza cerebral.
Encéfalo, parte del sistema nervioso
central de los vertebrados contenida dentro del cráneo. Es el centro de control
del movimiento, del sueño, del hambre, de la sed y de casi todas las
actividades vitales necesarias para la supervivencia. Todas las emociones
humanas, como el amor, el odio, el miedo, la ira, la alegría y la tristeza,
están controladas por el encéfalo. También se encarga de recibir e interpretar
las innumerables señales que le llegan desde el organismo y el exterior.
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ANATOMÍA DEL
ENCÉFALO
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Partes del encéfalo
El encéfalo en la especie humana
pesa aproximadamente 1,3 kg y es una masa de tejido gris-rosáceo que se estima
está compuesta por unos 100.000 millones de células nerviosas o neuronas,
conectadas unas con otras y responsables del control de todas las funciones mentales.
Además de las neuronas, el encéfalo contiene células de la glía o neuroglia
(células de soporte), vasos sanguíneos y órganos secretores (véase Neurofisiología).
El encéfalo está protegido por el
cráneo y además cubierto por tres membranas denominadas meninges. La más
externa, la duramadre, es dura, fibrosa y brillante y está adherida a los
huesos del cráneo, por lo que no aparece espacio epidural, como ocurre en la
médula; emite prolongaciones que mantienen en su lugar a las distintas partes
del encéfalo y contiene los senos venosos, donde se recoge la sangre venosa del
cerebro. La intermedia, la aracnoides, cubre el encéfalo laxamente y no se
introduce en las circunvoluciones cerebrales. En la membrana interior, la
piamadre, hay gran cantidad de pequeños vasos sanguíneos y linfáticos y está
unida íntimamente a la superficie encefálica.
El encéfalo está bañado por el líquido
cefalorraquídeo que circula de manera continua por el espacio subaracnoideo
(entre la aracnoides y la piamadre) y que ocupa además las cuatro cavidades
encefálicas, los ventrículos. Los ventrículos laterales son dos espacios bien
definidos que se encuentran en cada uno de los dos hemisferios cerebrales y que
conectan con un tercer ventrículo situado entre ambos hemisferios a través de
pequeños orificios ovales, los agujeros interventriculares (de Monro). El
tercer ventrículo desemboca en el cuarto ventrículo, que se localiza entre el
tronco encefálico y el cerebelo, a través de un canal fino llamado acueducto de
Silvio. Desde el cuarto ventrículo, el líquido cefalorraquídeo pasa al espacio
subaracnoideo por tres orificios del techo del cuarto ventrículo. A partir de
aquí circula por el espacio subaracnoideo que rodea la superficie del encéfalo
y la médula espinal y por el conducto central de esta. El líquido
cefalorraquídeo sirve para proteger la parte interna del cerebro de cambios
bruscos de presión y para transportar sustancias químicas. Este líquido se
forma en los ventrículos laterales, en unas redes de capilares que constituyen
los plexos coroideos.
En el encéfalo se diferencian
cuatro partes distintas pero conectadas: el cerebro o telencéfalo, constituido
por dos grandes hemisferios casi simétricos; el diencéfalo cuyas estructuras
principales son el tálamo y el hipotálamo localizados en la línea media sobre
el tronco cerebral y debajo del cerebelo; el cerebelo, formado por dos
hemisferios más pequeños que se localizan en la parte posterior del cerebro; y
el tronco o tallo cerebral, una estructura central que gradualmente se convierte
en la médula espinal y que abandona el cráneo a través de una abertura llamada
agujero magno. El término tronco cerebral se refiere, en general, a todas las
estructuras que hay entre el cerebro y la médula espinal, esto es, el
mesencéfalo o cerebro medio, el puente de Varolio o protuberancia y el bulbo
raquídeo o médula oblongada (medulla oblongata).
El encéfalo y la médula espinal
forman el sistema nervioso central que se comunica con el resto del organismo a
través del sistema nervioso periférico. Este último consta de doce pares de
nervios craneales que se extienden desde el cerebro y el tronco cerebral; un
grupo de nervios que parten de la médula espinal y que se ramifican por todo el
organismo; y el sistema nervioso autónomo, el cual regula las funciones vitales
inconscientes, como la actividad de las glándulas, del músculo cardiaco y del
músculo liso (músculo involuntario de la piel, vasos sanguíneos y otros órganos
internos).
2.1
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Cerebro
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El cerebro o telencéfalo se origina
durante el desarrollo a partir del prosencéfalo o cerebro anterior. El cerebro
está formado principalmente por los hemisferios cerebrales (corteza cerebral y
ganglios basales). Los hemisferios cerebrales ocupan la mayor parte del cerebro
humano y suponen cerca del 85% del peso del encéfalo. Su gran superficie y su
complejo desarrollo justifican el nivel superior de inteligencia de los seres
humanos si se compara con el de otros animales. Una fisura longitudinal los
divide en hemisferio derecho y hemisferio izquierdo, que son simétricos, como
una imagen vista en un espejo. El cuerpo calloso es un conglomerado de fibras
nerviosas blancas que conectan estos dos hemisferios y transfieren información
de uno a otro.
La corteza cerebral presenta una capa
superficial denominada sustancia gris, de unos 2 o 3 mm de espesor,
formada por capas de células amielínicas (sin vaina de mielina que las recubra)
que envuelven una sustancia interior de fibras mielínicas (con vaina blanca)
denominada sustancia blanca. Las fibras mielínicas unen la corteza cerebral con
otras partes del cerebro: la parte anterior del cerebro con la posterior, las
diferentes zonas de la misma cara de la corteza cerebral y un lado del cerebro
con el otro.
Los hemisferios cerebrales están divididos
por una serie de cisuras en cinco lóbulos. Cuatro de los lóbulos se denominan
como los huesos del cráneo que los cubren: frontal, parietal, temporal y
occipital. El quinto lóbulo, la ínsula, no es visible desde el exterior y está
localizado en el fondo de la cisura de Silvio. Los lóbulos frontal y parietal
están situados delante y detrás, respectivamente, de la cisura de Rolando; la
cisura parieto-occipital separa el lóbulo parietal del occipital; y el lóbulo
temporal se encuentra por debajo de la cisura de Silvio.
2.2
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Diencéfalo
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El diencéfalo se localiza entre el
tronco encefálico y el cerebro y comprende el tálamo y el hipotálamo.
2.2.1
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Tálamo
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Esta parte del diencéfalo consiste en
dos masas esféricas de tejido gris, situadas dentro de la zona media del
cerebro, entre los dos hemisferios cerebrales. El tálamo es la principal
estación de relevo de las señales sensoriales que se dirigen a la corteza
cerebral. Todas las entradas sensoriales al cerebro, excepto las olfativas, se
asocian con núcleos individuales (grupos de células nerviosas) del tálamo.
2.2.2
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Hipotálamo
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El hipotálamo está situado debajo del
tálamo en la línea media en la base del cerebro. Está formado por distintas áreas
y núcleos. El hipotálamo regula o está relacionado de forma directa con el
control de muchas de las actividades vitales del organismo y dirige otras
necesarias para sobrevivir: comer, beber, regulación de la temperatura, dormir,
comportamiento afectivo y actividad sexual. También controla funciones
viscerales a través del sistema nervioso autónomo, interactúa junto con la
hipófisis y actúa en coordinación con la formación reticular.
2.3
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Cerebelo
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El cerebelo (metencéfalo) se encuentra en la
parte posterior del cráneo, por debajo de los hemisferios cerebrales. Al igual
que la corteza cerebral, está compuesto de sustancia gris con células
amielínicas en la parte exterior y de sustancia blanca con células mielínicas
en el interior. Consta de dos hemisferios (hemisferios cerebelosos), con
numerosas circunvoluciones, conectados por fibras blancas que constituyen el
vermis. Tres bandas de fibras denominadas pedúnculos cerebelosos conectan el
cerebelo con el tronco cerebral. El cerebelo se une con el mesencéfalo por los
pedúnculos superiores, con el puente de Varolio o protuberancia anular por los
pedúnculos medios y con el bulbo raquídeo por los pedúnculos inferiores.
El cerebelo resulta esencial para
coordinar los movimientos del cuerpo. Es un centro reflejo que actúa en la
coordinación y el mantenimiento del equilibrio. El tono del músculo voluntario,
como el relacionado con la postura y con el equilibrio, también es controlado
por esta parte del encéfalo. Así, toda actividad motora, desde jugar al fútbol
hasta tocar el violín, depende del cerebelo.
2.4
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Tronco cerebral
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El tronco cerebral está dividido en
varios componentes, que se describen a continuación.
2.4.1
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Cerebro medio o
mesencéfalo
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Estructura del tronco cerebral
El tronco cerebral, del que se
muestra aquí un corte transversal coloreado, es la parte más inferior del
cerebro. Sirve de camino para las señales que viajan entre el cerebro y la
médula espinal y es también la sede de funciones vitales y básicas como la
respiración, la presión sanguínea o el ritmo cardiaco, y de actos reflejos como
el movimiento ocular y el vómito. El tronco cerebral tiene tres partes
principales: el bulbo raquídeo o médula oblongada, el puente de Varolio o
protuberancia anular y el cerebro medio o mesencéfalo. Un canal recorre en el
plano longitudinal estas estructuras transportando fluido cerebroespinal.
También distribuida por toda su longitud, hay una red de células, conocidas
como formación reticular, que gobierna los estados de alerta.
El mesencéfalo se compone de tres
partes. La primera consiste en los pedúnculos cerebrales, sistemas de fibras
que conducen los impulsos hacia y desde la corteza cerebral. La segunda la
forman los tubérculos cuadrigéminos, cuatro cuerpos a los que llega información
visual (dos engrosamientos superiores) y auditiva (dos engrosamientos
inferiores). La tercera parte es el canal central, denominado acueducto de
Silvio, alrededor del cual se localiza la materia gris. La sustancia negra
también aparece en el mesencéfalo, aunque no es exclusiva de él. Contiene
células que secretan dopamina y se cree que está implicada en la experiencia
del dolor y quizá, en estados de dependencia. Los núcleos de los pares de
nervios craneales tercero y cuarto (III y IV) también se sitúan en el
mesencéfalo.
2.4.2
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Protuberancia
anular o puente de Varolio
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Situado entre la médula espinal y el
mesencéfalo, esta protuberancia está localizada por delante del cerebelo. Consiste
en fibras nerviosas blancas transversales y longitudinales entrelazadas, que
forman una red compleja unida al cerebelo por los pedúnculos cerebelosos
medios. Este sistema intrincado de fibras conecta el bulbo raquídeo con los
hemisferios cerebrales. En la protuberancia se localizan los núcleos para el
quinto, sexto, séptimo y octavo (V, VI, VII y VIII) pares de nervios craneales.
2.4.3
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Bulbo raquídeo (Medulla
oblongata)
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Situado entre la médula espinal y la protuberancia,
el bulbo raquídeo (mielencéfalo) constituye en realidad una extensión, en forma
de pirámide, de la médula espinal. El origen de la formación reticular,
importante red de células nerviosas, es parte primordial de esta estructura. El
núcleo del noveno, décimo, undécimo y duodécimo (IX, X, XI y XII) pares de
nervios craneales se encuentra también en el bulbo raquídeo. Los impulsos entre
la médula espinal y el cerebro se conducen a través del bulbo raquídeo por vías
principales de fibras nerviosas tanto ascendentes como descendentes. También se
localizan los centros de control de las funciones cardiacas, vasoconstrictoras
y respiratorias, así como otras actividades reflejas, incluido el vómito. Las
lesiones de estas estructuras ocasionan la muerte inmediata.
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LA FORMACIÓN
RETICULAR
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El tronco encefálico contiene también
la formación reticular: un grupo de áreas de sustancia gris entremezcladas con
cordones de sustancia blanca que discurren a lo largo del bulbo raquídeo, la protuberancia
y el mesencéfalo y que también alcanzan la médula espinal y el diencéfalo. La
formación reticular desempeña funciones motoras y sensoriales; entre otras,
controla la respiración, la función cardiovascular, la digestión y mantiene los
patrones del sueño y la conciencia y el despertar.
4
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SISTEMA LÍMBICO
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Formado por partes del tálamo,
hipotálamo, hipocampo, amígdala, cuerpo calloso, septum y mesencéfalo,
constituye una unidad funcional del encéfalo. Estas estructuras están
integradas en un mismo sistema que da como resultado el control de las
múltiples facetas del comportamiento, incluyendo las emociones, en situaciones
de crisis, la memoria y los recuerdos.
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NERVIOS CRANEALES
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Nervios craneales
Mientras que la mayoría de los
nervios mayores emergen de la espina dorsal, los 12 pares de nervios craneales
se proyectan directamente desde el encéfalo. Todos estos pares de nervios
transmiten información motora o sensorial (o ambas); sin embargo, el décimo
par, el nervio vago, se relaciona con funciones viscerales como el ritmo
cardiaco, la vasoconstricción y la contracción de los músculos lisos que se
encuentran en las paredes de la tráquea, del estómago y del intestino.
Hay doce pares de nervios
craneales, simétricos entre sí, que salen de la base del encéfalo. Se
distribuyen a lo largo de las diferentes estructuras de la cabeza y cuello y se
numeran, de adelante hacia atrás, en el mismo orden en el que se originan.
Todos contienen fibras sensitivas y motoras, excepto los pares I, II y VIII,
que son solo sensitivos. Las fibras motoras controlan movimientos musculares y
las sensitivas recogen información del exterior o del interior del organismo.
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VASCULARIZACIÓN
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El oxígeno y la glucosa llegan a
las células nerviosas por dos pares de arterias craneales. Justo debajo del
cuello, cada una de las dos arterias carótidas comunes se divide en una rama
externa, la carótida externa que lleva sangre a la parte externa craneal, y una
rama interna, la carótida interna, que lleva sangre al polo anterior del
encéfalo. Las dos arterias vertebrales, que se unen junto con las dos carótidas
internas en la base del encéfalo formando una estructura llamada polígono de
Willis, irrigan la parte posterior. Este es un dispositivo que sirve como
compensación si se obstruyen algunas de las arterias. El 25% del gasto cardiaco
llega a los tejidos cerebrales a partir de una enorme red de arterias
cerebrales y cerebelosas.
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FUNCIONES DE LA
CORTEZA CEREBRAL
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Funciones de los hemisferios cerebrales izquierdo y
derecho
Aunque los hemisferios cerebrales
tienen una estructura simétrica, con los dos lóbulos que emergen desde el
tronco cerebral y con zonas sensoriales y motoras en ambos, ciertas funciones
intelectuales son desempeñadas por un único hemisferio. El hemisferio dominante
de una persona se suele ocupar del lenguaje y de las operaciones lógicas,
mientras que el otro hemisferio controla las emociones y las capacidades
artísticas y espaciales. En casi todas las personas diestras y en muchas
personas zurdas, el hemisferio dominante es el izquierdo.
Fisiólogos y neurólogos han cartografiado
áreas de la corteza cerebral para localizar y definir las regiones responsables
de los movimientos motores, procesos sensoriales, la memoria y otras funciones
cognitivas.
La corteza se subdivide en distintas
áreas funcionales que, en realidad, están interconectadas entre sí. Por
ejemplo, el área somatomotora, localizada justo delante de la cisura central,
es responsable de todos los movimientos voluntarios de los músculos del cuerpo.
Las células nerviosas que controlan el movimiento de los dedos del pie están en
la parte superior de la cisura, mientras que los movimientos faciales se
controlan desde la parte inferior del girus angularis.
Funciones de la corteza cerebral
Muchas funciones motoras y
sensoriales han sido asociadas a zonas específicas de la corteza cerebral,
algunas de las cuales se indican aquí. En general, estas áreas aparecen en
ambos hemisferios cerebrales y están al servicio del lado opuesto del cuerpo.
Las áreas de asociación no están bien definidas y se localizan sobre todo en la
parte frontal de la corteza. Están involucradas en funciones del pensamiento y
emocionales y relacionan los estímulos recibidos desde los diferentes sentidos.
Las áreas del lenguaje son una excepción: tanto el área de Wernicke, que está
relacionada con la comprensión del lenguaje hablado, como el área de Broca, que
gobierna la producción del habla, han sido localizadas de forma precisa en la
corteza.
Justo detrás de la cisura central
está el área somatosensorial que recibe impulsos desde la superficie cutánea,
así como de las estructuras que se encuentran debajo de la piel. Sensaciones
como el tacto y el gusto también se procesan aquí. Una vez más las células
nerviosas que reciben la sensibilidad de los dedos del pie están en la parte
alta de esta región, mientras las provenientes de la cara están en la base. La
zona de la corteza relacionada con la audición, el área auditiva, se encuentra
en la parte superior del lóbulo temporal; el área relacionada con la vista, la
corteza visual, se localiza en la parte posterior o lóbulo occipital, y el área
olfativa se localiza en la parte anterior, en la parte interna del lóbulo
temporal. Una sola zona controla el lenguaje, el área de Broca, situada justo
debajo del área motora; es la responsable de los movimientos musculares de la
región faríngea y de la boca implicados en el habla. El entendimiento del
lenguaje, hablado y escrito, es delegado a regiones situadas entre el área
auditiva y el área visual.
Una parte importante de la corteza
cerebral, el área frontal, interviene en el conocimiento, la inteligencia y la
memoria. Por ejemplo, después de un estímulo sensorial como la visualización de
un nuevo objeto, este es archivado y almacenado por la memoria durante un corto
periodo, o a veces de forma más permanente en determinadas células nerviosas
del cerebro. Cuando el objeto se ve de nuevo, la memoria se activa y el objeto
es reconocido. El que un anciano pueda recordar hechos de la infancia es un
ejemplo de la extraordinaria capacidad de almacenamiento del cerebro. Los
neurólogos estudian hoy el mecanismo celular por el cual las células nerviosas
almacenan la memoria. Una teoría para explicarlo se basa en los cambios que
ocurren en el ácido ribonucleico (ARN) de las células de la corteza, que
codifican señales en forma de material proteico. Otra teoría es que los
neuropéptidos (sustancias proteicas que actúan como mensajeros, de igual forma
que las hormonas) del cerebro se activan cuando un suceso se almacena en forma
de memoria. Una tercera teoría supone que neurotransmisores (sustancias
químicas que actúan en la transmisión de impulsos nerviosos entre dos o más
neuronas) se modifican cuando se almacenan impulsos.
Los dos hemisferios cerebrales suelen
funcionar en conjunto, pero cada hemisferio está muy especializado. Una
característica notable es que el entorno que rodea a una persona se representa
de forma especular en la corteza. Una sensación en el lado derecho del cuerpo,
por ejemplo, se percibe en el área somatosensorial izquierda. De forma similar,
el movimiento del brazo derecho determina la activación de neuronas de la
corteza motora izquierda. En casi todos los individuos el hemisferio izquierdo
es dominante; esto explica que la mayoría de la gente sea diestra (véase Ambidextro).
Si parte del lóbulo temporal izquierdo se lesiona, la comprensión del habla se
deteriora. Si la parte derecha del lóbulo temporal se daña, los objetos no
pueden reconocerse. En general, la lesión de un lado del cerebro causa la
pérdida de todas las funciones sensitivas y motoras del lado opuesto del
cuerpo.
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QUÍMICA Y
FISIOLOGÍA
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Los procesos metabólicos encefálicos
dependen de un suministro continuo de glucosa y oxígeno a cargo de la sangre
arterial. Las células nerviosas requieren grandes cantidades de estas
sustancias para su continua actividad fisiológica, día y noche. Muchas
sustancias que circulan en la sangre no llegan al encéfalo porque pequeños
elementos actúan como filtro molecular e iónico; se cree que las uniones entre
las células de los capilares cerebrales son las responsables de este descenso
de permeabilidad. Este sistema de filtración recibe el nombre de barrera
hematoencefálica. Muchos componentes biológicos de alto peso molecular, como
las hormonas de la corteza adrenal o los aminoácidos, no pasan a través de esta
barrera; las pequeñas moléculas tampoco atraviesan la barrera debido a su
polaridad (carga iónica). De esta manera, la composición química del encéfalo
se mantiene en equilibrio y bien protegida de los cambios químicos relacionados
con la alimentación.
Las células nerviosas o de glía de las
distintas partes del encéfalo se clasifican no solo por su forma (piramidal o
en estrella), sino también por su estructura química. Cada una de las neuronas
contiene un neurotransmisor diferente que interviene en la interrelación de
unas células con otras. Por ejemplo, la serotonina se encuentra en muchas
células nerviosas del tronco cerebral; en conjunto, estas neuronas constituyen
la vía serotoninérgica. La noradrenalina se encuentra en otras células
nerviosas y el conjunto de ellas constituye la vía noradrenérgica. De forma
similar, las células nerviosas que contienen acetilcolina constituyen la vía
colinérgica. Investigaciones recientes constatan que la temperatura corporal,
la dieta y quizá el sueño dependan de forma significativa del equilibrio entre
estas vías.
Ciertas enfermedades psiquiátricas pueden
estar causadas por alteraciones en la producción y en la actividad celular de
los neurotransmisores del sistema límbico. La acción fundamental de un
tranquilizante o de otra droga que actúe sobre el cerebro es restaurar el
equilibrio entre los distintos neurotransmisores o la alteración de un
determinado sistema neurotransmisor. Los aminoácidos y otras sustancias
hormonales encontradas en las células nerviosas, por ejemplo neuropéptidos,
desempeñan también un papel importante en la regulación de la actividad de las
células nerviosas y en la transmisión de sus impulsos.
Miles de neurólogos se dedican al
estudio de estos sistemas químicos. Comprender el funcionamiento del cerebro,
desde su fisiología básica a su papel en el aprendizaje y en las emociones,
proporciona unos conocimientos cada vez mayores de la química cerebral en
condiciones tanto normales como anormales.
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ENFERMEDADES
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Electroencefalograma (EEG) de un ataque epiléptico
El dibujo de un
electroencefalograma (EEG) de un individuo normal, a la izquierda, muestra una
pequeña amplitud de los trazos dados por cada uno de los electrodos colocados
en la cabeza. En el dibujo de un EEG de un individuo que sufre convulsiones
epilépticas, a la derecha, los trazos presentan gran amplitud y un diseño
errático que dura varios minutos.
Lesiones físicas o desequilibrios
químicos complejos pueden producir diferentes tipos de alteraciones y lesiones
encefálicas graves.
9.1
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Lesiones
encefálicas
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Después de un golpe en la cabeza,
una persona puede quedar aturdida o conmocionada o permanecer inconsciente por
un momento. Esta lesión recibe el nombre de contusión y no suele provocar un
daño permanente. Si el golpe es más fuerte y se produce una hemorragia o un
edema, puede dar lugar a un fuerte dolor de cabeza, vértigos, parálisis,
convulsiones o una ceguera temporal, según el área afectada. En el encéfalo,
una infección bacteriana (véase Encefalitis) o en las membranas externas
(véase Meningitis), tumefacción (véase Edema), o un crecimiento
anormal del tejido cerebral sano (véase Tumor) pueden ocasionar un
incremento de la presión intracraneal originando un problema muy serio. Aunque
hay excepciones, un tumor localizado cerca de la superficie puede normalmente
extirparse mediante cirugía, mientras que uno situado a más profundidad, solo
es posible tratarlo por radiación o crioterapia.
Una lesión que afecte al hipotálamo
puede ocasionar síntomas muy diversos: pérdida de apetito (anorexia) con gran
pérdida de peso; incremento del apetito que conduce a la obesidad; sed muy
intensa con pérdida excesiva de líquido por la orina (véase Diabetes
insípida); fallo en el control de la temperatura corporal que produce tanto una
bajada de la temperatura (véase Hipotermia) como una subida de la misma
(véase Fiebre) y un estado de mayor sensibilidad, así como explosiones
incontroladas de ira. Si el mecanismo hipotálamo-hipófisis sufre una lesión (véase
Sistema endocrino), otras funciones vitales del organismo pueden resultar
alteradas; entre los efectos posibles se incluyen alteraciones de la función
sexual normal y de las actividades metabólicas y cardiovasculares.
9.2
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Lesiones del tronco
cerebral
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Una lesión en el cerebro medio o
mesencéfalo, la protuberancia anular o el bulbo raquídeo tiene peor pronóstico.
La extensión y el lugar del daño suelen determinar las posibilidades de una
recuperación.
9.3
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Apoplejía
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Una apoplejía se produce cuando un
tronco arterial principal del encéfalo se obstruye. Esta obstrucción puede
estar causada por un coágulo de sangre (trombo), la constricción de un vaso
sanguíneo o una ruptura del vaso acompañada de hemorragia. Una expansión de la
pared del vaso sanguíneo, llamada aneurisma, puede ceder y reventar durante un
incidente, por ejemplo, de presión sanguínea alta. Cuando se interrumpe el
suministro de sangre a una pequeña parte del encéfalo (isquemia), las células
de esa zona mueren (necrosis o infarto) y la función del área se pierde. La
parálisis de un lado del cuerpo (hemiplejia), acompañada de una pérdida
sensorial, ocurre en la parte opuesta al hemisferio cerebral afectado por la
apoplejía. Un cirujano puede, a veces, extraer un coágulo de sangre de una
arteria ocluida o hacer un bypass con un vaso sanguíneo artificial. Un
anticoagulante consigue, a veces, disolver el coágulo y un vasodilatador
facilitará su paso por el vaso sanguíneo. La fisioterapia ayuda con frecuencia
a pacientes apopléjicos a recobrar muchas de las funciones perdidas.
9.4
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Otras enfermedades
importantes
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Existen otras enfermedades que pueden
aparecer como consecuencia de una lesión local, de alguna sustancia química u
otros productos tóxicos como el alcohol o el plomo, de una infección bacteriana
o de un defecto anatómico congénito. La enfermedad de Parkinson aparece en los
adultos, es una enfermedad degenerativa y se caracteriza por lesiones en áreas
cerebrales que coordinan los movimientos. En estas zonas disminuye el número de
células nerviosas y, por tanto, la cantidad de neurotransmisores (dopamina) que
producen. Debido a ello aparecen temblores, rigidez muscular y escasez de
movimientos. La parálisis cerebral suele tener un origen congénito y es el
resultado de la falta de desarrollo o la degeneración de las vías motoras; los
miembros se vuelven rígidos y los movimientos son espasmódicos y poco
coordinados.
La epilepsia puede originarse por un
daño directo en el cerebro durante el nacimiento o por un fallo metabólico del
mismo. Cuando se produce una convulsión o una crisis tipo gran mal, la
persona pierde la consciencia mientras sufre rigidez y espasmos musculares.
Otras veces se sufren crisis menos graves, como la llamada pequeño mal u otras
crisis parciales. Estos ataques pueden registrarse en un electroencefalograma o
EEG, mediante la colocación de electrodos sobre la piel; estos registran un
patrón eléctrico específico que refleja la actividad eléctrica de las células
nerviosas cerebrales.
10
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EVOLUCIÓN
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La mayor parte de las formas de
vida primitiva carecen de cerebro, pero la ameba más simple tiene un sistema
sensorial primitivo que le permite evitar estímulos dañinos. El desarrollo del
encéfalo en los primates, grupo más evolucionado, en el que se incluyen los
seres humanos, ha sufrido un gran proceso de evolución. Sin embargo, todos los
vertebrados (animales con columna vertebral), incluidos peces, reptiles y aves,
tienen un encéfalo formado por las mismas tres subdivisiones básicas
encontradas en el encéfalo humano: cerebro anterior o prosencéfalo, medio o
mesencéfalo y posterior o romboencéfalo.
En los vertebrados más primitivos el
encéfalo es alargado y estrecho, con un tracto olfatorio muy desarrollado. En
los pájaros, los lóbulos olfatorios son más pequeños, pero los lóbulos ópticos
son muy grandes y están muy desarrollados. A medida que se asciende en la
escala evolutiva, los hemisferios cerebrales aumentan su tamaño, se cubren los
tractos olfatorios y se repliegan en recovecos y fisuras. Ciertas estructuras
encefálicas de los animales más primitivos como el cerebelo (que interviene en
el equilibrio) y el bulbo raquídeo (que controla la respiración y la presión
sanguínea) tienen funciones casi idénticas a las que desempeñan en el ser
humano.
El tamaño del cerebro no determina el
grado de inteligencia; un deficiente psíquico puede tener un cerebro de mayor
tamaño que el de un genio. Se cree que el grado de inteligencia está
determinado por el número y tipo de neuronas en funcionamiento y el modo en que
están conectadas unas con otras.
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