OBSERVEMOS DE CERCA UN ANFIBIO
Tomaremos como ejemplo una rana, que todos conocemos bien.
Ojo: está protegido por dos párpados: por una parte el párpado superior que es corto e inmóvil, y por otra el párpado inferior, transparente y que llega a recubrir toda la córnea.
Orificios nasales: se sitúan sobre una prominencia de la cabeza, lo cual permite que el animal respire aire cuando está casi totalmente cubierto por el agua.
Tímpano: la membrana timpánica está a flor de piel. Es decir, no hay oído externo. Boca: habitualmente está provista de dientecillos de crecimiento continuo (sin raíces) sólo en la mandíbula superior y en el arco del paladar.
Lengua: la de los anuros es muy móvil. Se sujeta a la parte anterior de la boca y puede proyectarse fuera con gran rapidez para capturar pequeñas presas.
Saco vocal: sólo lo presentan los machos de algunas especies de anuros. Se infla durante el «canto» y sirve de caja de resonancia para los sonido producidos por la laringe (por esto el croar de las ranas suena tan fuerte).
Corazón: está parcialmente dividido en dos regiones: la derecha es venosa y la izquierda arterial. La aurícula derecha, a la cual llega la sangre venosa, está separada de la aurícula izquierda, que recibe la sangre arterial. En cambio, el ventrículo es único. Debido a esto en él se mezclan parcialmente la sangre ven osa y la arte rial.
Pulmones: son muy pequeños. En los anfibios, la respiración cutánea es mucho más importante que la pulmonar. En los renacuajos siempre faltan los pulmones, y también en los adultos de ciertas especies.
Orificio rectal: en él desembocan los aparatos digestivo y urogenital.
Esqueleto: la columna vertebral está formada por un número reducido de vértebras torácicas: de 5 a 8. Continúa hacia la pelvis por el urostilo, un hueso formado por la fusión de ciertas vértebras. Las costillas son muy cortas y no alcanzan el esternón (véase croquis arriba). Las extremidades anteriores terminan en cuatro dedos. Las posteriores están replegadas en forma de Z, es decir, en una posición particularmente adaptada al salto, y terminan en cinco dedos.
UNA PIEL DE MÚLTIPLES USOS
La superficie de la piel de los anfibios sólo está protegida por una fin capa de células muertas, que se renuevan continuamente en forma de láminas (en esto consiste la muda).
Es rica en glándulas secretoras de mucus, que la mantienen elástica y húmeda. En los anfibios la piel constituye un órgano «multiuso». Ningún anfibio bebe por la boca, sino que absorbe a través de la piel el agua que necesita. Por otra parte, el oxígeno del aire se disuelve en la delgada capa de mucus que recubre al animal yes directamente absorbido por la sangre que circula por los vasos de la piel.
Es lo que se llama respiración cutánea, y en la rana constituye del 70 al 80 % de la respiración total. Para algunos anfibios, como los sapos, la piel es un excelente instrumento de defensa: en ella se encuentran glándulas que segregan un veneno capaz de desanimara la mayoría de los depredadores.
DESCANSO INVERNAL O ESTIVAL. Los anfibios, como los reptiles y los peces, son animales de temperatura variable, dependiente de la del medio en el que se encuentren. Ya que no pueden mantener constante la temperatura del cuerpo, la actividad de los anfibios sigue un ritmo estacional. En general, la actividad se reduce en invierno: entonces llevan una vida ralentizada, medio dormido en lugares relativamente templados y tranquilos (pero siempre cerca del agua). Hemos hablado de «vida ralentizada» porque no se trata de un verdadero letargo como el de ciertos mamíferos, por ejemplo las marmotas, que duermen durante todo el invierno. En los anfibios, un ligero aumento de la temperatura basta para devolverles a una vida totalmente activa.
A la inversa, algunas de las especies que viven en zonas con inviernos suaves y veranos tórridos y secos, permanecen en reposo durante el verano. En este caso se habla de estivación (reposo estival) y no de hibernación (reposo invernal).
EXTENDIDOS EN TODOS LOS MEDIOS
Con la excepción de los desiertos y de las regiones polares, donde n puede vivir ningún animal de sangre fría, los anfibios se pueden encontrar por todas partes. Además de las numerosas especies que viven en los estanques, hay anfibios que pueblan en gran número la vegetación y el suelo de los bosques tropicales; otros viven en las montañas a considerable al- tura y otros más, como las cecilias, pasan gran parte de su vida enterradas en el suelo.
Por último, ciertos anfibios se han adaptado a la vida en las cuevas, En este medio, donde la oscuridad es constante, algunos se han vuelto totalmente ciegos, habiéndose atrofiado su órgano de la vista. La tabla de la página siguiente muestra algunos de los anfibios más conocidos.
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