MASADA: ULTIMO BASTION DE LOS JUDIOS
Los celotes se suicidaron en masa para no entregarse a Roma
MASADA DESDE EL AIRE. En lo alto de una imponente roca, la fortaleza de Herodes, dominaba el llano de Judea, al sur de Jerusalén, cerca del Mar Muerto.
DISCURRÍA el año 73 de nuestra era. La Legión Décima de Roma se disponía a lanzarse sobre la fortaleza de Masadá, desmantelada ya sobre la
fiera meseta de roca, cuando los judíos celotes, encerrados en sus' muros, tomaron una suprema decisión.
fiera meseta de roca, cuando los judíos celotes, encerrados en sus' muros, tomaron una suprema decisión.
En lugar de rendirse y someterse a las represalias y esclavitud de Roma, eligieron la muerte.
El sacrificio de los celotes, caracterizados por la vehemencia y rigidez de su integrismo religioso, quedó relatado por el historiador judío Flavio Josefo. Según Josefo, su jefe Eleazar ben Ya'ir pronunció .un heroico discurso: «Nos aguarda la esclavitud y el tormento si el enemigo nos toma con vida, ya que fuimos los primeros en oponernos a su yugo y los últimos en acatarlo.
Considerad que nos asiste la fortuna, pues nos es dado elegir nuestra muerte. Muramos libres, gloriosamente rodeados por nuestras esposas e hijos... Pasaremos a la posteridad por haber arrebatado el premio de las manos del enemigo, dejándole como único triunfo los cadáveres de quienes eligieron ser sus propios verdugos ... »
Considerad que nos asiste la fortuna, pues nos es dado elegir nuestra muerte. Muramos libres, gloriosamente rodeados por nuestras esposas e hijos... Pasaremos a la posteridad por haber arrebatado el premio de las manos del enemigo, dejándole como único triunfo los cadáveres de quienes eligieron ser sus propios verdugos ... »
Ben Ya'ir ordenó que se quemara toda la fortaleza (excepto las copiosas reservas de alimentos, pues los celotes deseaban demostrar que actuaban por orgullo y convicciones, no por desesperación).
Después, los casados sacrificaron a sus familias. Los supervivientes eligieron por suerte a diez hombres que matarían al resto de la guarnición. Estos diez volvieron a echar suertes sobre quien de ellos eliminaría a los demás. Por fin, el último se suicidó.
Cuando los romanos escalaron las murallas, no hallaron sino cadáveres.
Josefo escribió: «Cuando los romanos contemplaron las hileras de cadáveres no prorrumpieron en gritos de alegría sino que admiraron con respeto la noble resolución y el modo en que la habían realizado, sin vacilaciones y con desprecio absoluto por la muerte.»
De 967 judíos, sólo siete (dos mujeres y cinco niños) sobrevivieron para narrarlo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario