Plantas trepadoras
Clemátide trepadora
La clemátide trepadora, una ornamental muy utilizada, se sujeta a los soportes con unos zarcillos formados a partir de los peciolos foliares. La reacción de arrollamiento es una respuesta al contacto.
Plantas trepadoras, plantas que ascienden por diversos métodos sobre soportes verticales. Las plantas trepadoras pueden dividirse en tres tipos básicos: las que se enganchan, las enredaderas y las que trepan por medio de zarcillos y otros dispositivos. Las primeras, como el rosal silvestre, sobresalen por encima de la vegetación circundante por medio de ganchos, espinas o barbas. Las enredaderas, como la correhuela, arrollan el tallo en torno a un soporte; el arrollamiento es una pauta de crecimiento que responde a la luz (véase Tropismo). En las plantas que trepan por medio de zarcillos, el arrollamiento de éstos en torno al soporte es una respuesta al contacto.
Los zarcillos son muy variables y pueden formarse a partir de distintas partes de la planta: el tallo, como en la parra; la raíz, como en ciertas orquídeas; los foliolos, como ocurre en el guisante; el peciolo foliar, como en la clemátide; y hasta el ápice de las hojas, como en algunos lirios. A veces los zarcillos forman en el extremo unas almohadillas pegajosas, como se observa en la parra virgen. Los zarcillos jóvenes describen amplios movimientos de barrido determinados por cambios de la presión intracelular. Cuando tocan un soporte, empiezan a arrollarse a su alrededor como resultado del crecimiento desigual a uno y otro lado del zarcillo. Una vez firmemente asido a su soporte, el zarcillo se arrolla sobre sí mismo para acercar la planta al soporte. Dentro del zarcillo arrollado se forma un fuerte tejido de sostén; en algunas especies, un solo zarcillo soporta una carga de 0,5 kilogramos.
Unas pocas especies trepan valiéndose de otros métodos. La hiedra, por ejemplo, emite finas raíces aéreas que penetran en el soporte y sujetan así los tallos.
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