Vesícula biliar


Vesícula biliar
Vesícula biliar
Localizada bajo el hígado y sujeta a éste, la vesícula biliar sirve como reservorio de bilis. La bilis, producida por el hígado, pasa a la vesícula biliar a través de un pequeño tubo llamado conducto cístico. Las paredes musculares de la vesícula biliar absorben el exceso de agua y, cuando es estimulada, se contrae y manda la bilis concentrada a través del conducto biliar hasta el intestino delgado, donde ayuda a la digestión.

Vesícula biliar, órgano muscular que almacena la bilis, presente en la mayoría de los vertebrados. En el ser humano es un saco membranoso con forma de pera situado bajo la superficie del lóbulo derecho del hígado, justo detrás de las costillas inferiores. Tiene una longitud de 7,5 cm y un diámetro de 2,5 cm en su parte más ancha. Su capacidad varía de 30 a 45 milímetros. El cuerpo y el cuello de la vesícula se extienden hacia atrás, arriba, y a la izquierda. El extremo ancho (fondo) se dirige hacia abajo y adelante, y se extiende en algunas ocasiones fuera del borde del hígado. En cuanto a su estructura la vesícula está formada por una cubierta peritoneal externa (túnica serosa), una capa media de tejido fibroso y músculo liso (túnica muscular), y una membrana mucosa interna (túnica mucosa).
La función de la vesícula es almacenar la bilis segregada por el hígado y que alcanza la vesícula a través de los conductos hepático y cístico, hasta ser requerida por el proceso de la digestión. Cuando funciona con normalidad, la vesícula vacía su contenido a través del conducto biliar (colédoco) en el duodeno para facilitar la digestión, favorece los movimientos intestinales y la absorción, evita la putrefacción, y emulsiona las grasas. Véase Aparato digestivo; Intestino.
El trastorno más frecuente de la vesícula biliar es la presencia de cálculos, cuya forma y tamaño varia desde un guisante o chícharo hasta una pera. Están formados por sales biliares y son más frecuentes en diabéticos, en personas de raza negra, así como en mujeres, sobre todo obesas y aquellas que hayan tenido múltiples gestaciones. Su incidencia aumenta con la edad. Las razones principales para la formación de los cálculos son la existencia de cantidades excesivas de calcio y colesterol en la bilis y la retención de bilis en la vesícula durante un periodo prolongado. El tratamiento habitual es la extirpación quirúrgica. Dos sales biliares naturales, el ácido quenodeoxicólico y el ursodeoxicólico, disuelven los cálculos en algunos pacientes cuando son administradas por vía oral. El tratamiento con ultrasonidos para romper los cálculos también puede eliminar, en algunos casos, la necesidad de la cirugía.
Otro trastorno frecuente de la vesícula es la colecistitis, o inflamación biliar, considerada como el resultado de la presencia de una bilis muy concentrada. La colecistitis crónica se agrava en algunas ocasiones por una infección bacteriana, produciendo una perforación y peritonitis. Menos frecuente es la aparición de tumores malignos asociados con los cálculos. Estos suponen alrededor del 3% de todos los tipos de cáncer en el ser humano.

lunes, 10 de octubre de 2011

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