Las horribles Gorgonas



Gorgonas, en la mitología griega, las hijas monstruosas de Forcis, dios del mar, y de Ceto, su esposa. Eran criaturas terroríficas, parecidas a dragones, cubiertas de escamas doradas y con serpientes en lugar de cabellos. Tenían alas fuertes, rostros redondos y horribles, dientes como colmillos y siempre llevaban la lengua fuera. Vivían en lo más lejano del océano occidental, temidas por las gentes, ya que volvían de piedra a todo el que las miraba.
Dos de las gorgonas, Esteno y Euríale, eran inmortales, mientras que Medusa era mortal. El héroe Perseo, joven galante pero insensato, se ofreció a matarla y volver con su cabeza, lo que hizo con la ayuda de Hermes y Atenea. De la sangre de Medusa surgió Pegaso, el caballo alado engendrado por Poseidón.

jueves, 24 de marzo de 2011

El increíble Hércules



Lucha de Hércules con la hidra de Lerna
Este cuadro, obra del pintor español Francisco de Zurbarán, forma parte de una serie de 10 lienzos que representan diversas escenas de la vida de Hércules, entre ellas algunos de sus trabajos. Lucha de Hércules con la hidra de Lerna (1634, 136 × 167 cm, Museo del Prado, Madrid) describe la lucha del héroe mitológico contra la hidra de nueve cabezas que habitaba la laguna de Lerna, cerca de Argos. A su lado, sosteniendo una antorcha, se encuentra su sobrino Iolao.

Hércules (mitología), en la mitología griega, héroe conocido por su fuerza y valor así como por sus muchas y legendarias hazañas. Hércules es el nombre romano del héroe griego Heracles. Era hijo del dios Zeus y de Alcmena, mujer del general tebano Anfitrión. Hera, la celosa esposa de Zeus, decidida a matar al hijo de su infiel marido, poco después del nacimiento de Hércules envió dos grandes serpientes para que acabaran con él. El niño era aún muy pequeño pero estranguló a las serpientes. Ya de joven, mató a un león con sus propias manos. Como trofeo de esta aventura, se puso la piel de su víctima como una capa y su cabeza como un yelmo. El héroe conquistó posteriormente a una tribu que exigía a Tebas el pago de un tributo. Como recompensa, se le concedió la mano de la princesa tebana Megara, con quien tuvo tres hijos. Hera, aún implacable en su odio hacia Hércules, le hizo pasar un acceso de locura durante el cual mató a su mujer y a sus hijos. Horrorizado y con remordimientos por este acto, Hércules se habría suicidado, pero el oráculo de Delfos le comunicó que podría purgar su delito convirtiéndose en sirviente de su primo Euristeo, rey de Micenas. Euristeo, compelido por Hera, le impuso el desafío de afrontar doce difíciles pruebas, los doce trabajos de Hércules.
2
LOS DOCE TRABAJOS
La primera prueba fue matar al león de Nemea, un animal al que no podía herirle arma alguna. Hércules primero aturdió al león con su garrote y después lo estranguló. En su segunda prueba mató a la Hidra, que vivía en un pantano en Lerna. Este monstruo tenía nueve cabezas. Una cabeza era inmortal y, cuando le cortaban cualquiera de las otras, crecían dos en su lugar. Hércules quemó cada cuello mortal con una antorcha para impedir que crecieran las dos cabezas y sepultó la cabeza inmortal bajo una roca. Después mojó sus flechas en la sangre de la Hidra para envenenarlas. La siguiente prueba de Hércules fue capturar viva a una cierva con cuernos de oro y pezuñas de bronce que estaba consagrada a Ártemis, diosa de la caza, y la cuarta prueba consistió en cazar a un gran jabalí cuya guarida estaba en el monte Erimanto. A continuación, Hércules tuvo que limpiar en un día la suciedad acumulada durante treinta años por miles de rebaños en los establos de Augias. Desvió el cauce de dos ríos, haciendo que corrieran por los establos. En su siguiente trabajo apartó una enorme bandada de aves de picos, garras y alas de bronce que vivían junto al lago Estínfalo y atacaban a las gentes del lugar, y devastaban sus campos y cosechas. Para cumplir su séptimo trabajo, Hércules entregó a Euristeo un toro furioso que Poseidón, dios del mar, había enviado para aterrorizar a Creta. Para recuperar las yeguas de Diomedes, rey de Tracia, que se alimentaban de carne humana, Hércules capturó al rey, se lo ofreció como alimento a las yeguas y después las condujo hacia Micenas. Hipólita, reina de las amazonas, deseaba ayudar a Hércules en su noveno trabajo. Cuando Hipólita estaba a punto de dar a Hércules su cinturón, que Euristeo quería para su hija, Hera dijo a las amazonas que Hércules intentaba raptar a la reina y estas lo atacaron. Entonces el héroe mató a Hipólita, creyendo que era responsable del consiguiente ataque, y escapó llevándose el cinturón. En su camino a la isla de Eritia para capturar los bueyes de Gerión, el monstruo de tres cabezas, Hércules erigió dos grandes columnas (los peñones de Gibraltar y de Ceuta, que bordean ahora el estrecho de Gibraltar, y que se representan en el escudo de la ciudad de Cádiz) como monumentos conmemorativos de su hazaña. Después de que Hércules se llevara los bueyes, fue a buscar las manzanas de oro de las hespérides pero como no sabía dónde estaban esas manzanas, pidió ayuda a Atlas, padre de las hespérides. Atlas accedió a ayudarlo si Hércules, sostenía el mundo sobre sus hombros, mientras él conseguía las manzanas. El último y más difícil trabajo de Hércules fue capturar a Cerbero, el perro de los infiernos. Hades, dios de los muertos, dio permiso a Hércules para llevarse al animal siempre que no usara armas. Hércules capturó a Cerbero, lo llevó a Micenas y lo devolvió al Hades.
3
MUERTE DEL HÉROE
Después Hércules se casó con Deyanira, a la que obtuvo de Anteo, hijo de Poseidón, dios del mar. Cuando el centauro Neso atacó a Deyanira, Hércules lo hirió con una flecha de las que había envenenado con la sangre de Hidra. El centauro moribundo dijo a Deyanira que tomara un poco de su sangre que, según él, era un poderoso filtro de amor, pero era un veneno. Creyendo que Hércules se había enamorado de la princesa Yole, Deyanira le envió una túnica mojada con la sangre. Cuando se la puso, el dolor causado por el veneno fue tan grande que se mató arrojándose a una pira funeraria. Después de su muerte, los dioses lo llevaron al Olimpo y lo casaron con Hebe, diosa de la juventud.
Los griegos veneraron a Hércules como un dios y como un héroe mortal. Se le solía representar como un hombre fuerte y musculoso, vestido con una piel de león y armado de un garrote. La estatua más famosa del mítico héroe está en el Museo Nacional de Nápoles.

ado� � : > PO% ' pan>
Durante los 12 primeros años, las actividades de la Inquisición romana fueron modestas hasta cierto punto, reducidas a Italia casi por completo. Cuando Carafa se convirtió en el papa Pablo IV en 1555 emprendió una persecución activa de sospechosos, incluidos obispos y cardenales (como el prelado inglés Reginald Pole). Encargó a la Congregación que elaborara una lista de libros que atentaban contra la fe o la moral, y aprobó y publicó el primer Índice de Libros Prohibidos en 1559. Aunque papas posteriores atemperaron el celo de la Inquisición romana, comenzaron a considerarla como el instrumento consuetudinario del Gobierno papal para regular el orden en la Iglesia y la ortodoxia doctrinal; por ejemplo, procesó y condenó a Galileo en 1633. En 1965 el papa Pablo VI, respondiendo a numerosas quejas, reorganizó el Santo Oficio y le puso el nuevo nombre de Congregación para la Doctrina de la Fe.
5
INQUISICIÓN ESPAÑOLA
Diferente también de la Inquisición medieval, la Inquisición española se fundó con aprobación papal en 1478, a propuesta del rey Fernando V y la reina Isabel I. Esta Inquisición se iba a ocupar del problema de los llamados marranos, los judíos que por coerción o por presión social se habían convertido al cristianismo; después de 1502 centró su atención en los conversos del mismo tipo del islam, y en la década de 1520 a los sospechosos de apoyar las tesis del protestantismo. A los pocos años de la fundación de la Inquisición, el papado renunció en la práctica a su supervisión en favor de los soberanos españoles. De esta forma la Inquisición española se convirtió en un instrumento en manos del Estado más que de la Iglesia, aunque los eclesiásticos, y de forma destacada los dominicos, actuaran siempre como sus funcionarios.
La Inquisición española estuvo dirigida por el Consejo de la Suprema Inquisición, pero sus procedimientos fueron similares a los de su réplica medieval. Con el tiempo se convirtió en un tema popular, en especial en las zonas protestantes, por su crueldad y oscurantismo, aunque sus métodos fueran parecidos a los de instituciones similares en otros países católicos romanos y protestantes de Europa. Sin embargo, su superior organización y la consistencia del apoyo que recibía de los monarcas españoles, descollando Felipe II, hicieron que tuviera un mayor impacto en la religión, la política o la cultura que las instituciones paralelas de otros países. Esta eficacia y el apoyo político permitieron a Tomás de Torquemada, el primero y más notable gran inquisidor, ejecutar por miles a supuestos herejes.
El gran inquisidor y su tribunal tenían jurisdicción sobre los tribunales locales de virreinatos como México y Perú, donde estuvieron más ocupados con la hechicería que con la herejía. El emperador Carlos V introdujo la Inquisición en los Países Bajos en 1522, pero no consiguió acabar con el protestantismo. Se estableció en Sicilia en 1517, aunque no lo pudo hacer en Nápoles y Milán. Los historiadores han señalado que muchos territorios protestantes tenían instituciones tan represivas como la Inquisición española, por ejemplo el consistorio de Ginebra en tiempos del reformador francés Juan Calvino. La Inquisición quedó al fin suprimida en España en 1843, tras un primer intento, fallido, de los liberales en las Cortes de Cádiz, en 1812.


miércoles, 23 de marzo de 2011

El asombroso Imperio mongol



Imperio mongol a finales del siglo XIII
El Imperio mongol abarcaba la mayor parte de Asia durante el reinado de Gengis Kan (a principios del siglo XIII). Con su nieto Kublai Kan, el Imperio alcanzó su máxima extensión a finales del siglo XIII. Kublai Kan fundó la dinastía Yuan, que permaneció en el poder hasta 1368. Tras su muerte, el Imperio quedó fragmentado.

Imperio mongol, territorio regido por los kanes mongoles en los siglos XIII y XIV; abarcaba casi toda Asia occidental y oriental y fue uno de los mayores imperios de la historia.
La tierra natal de los mongoles, situada en la parte oriental de la estepa asiática, lindaba con las montañas Da Hinggan Ling al este, con las montañas Altái y Tian Shan al oeste, con el río Shilka y las cadenas montañosas junto al lago Baikal al norte y con la Gran Muralla china al sur. Hoy en día esta región comprende aproximadamente la región autónoma china de Mongolia Interior, la república de Mongolia y la franja meridional de la región rusa de Siberia. Formada en su mayor parte por fértiles praderas y boscosas montañas en el norte, con el desierto de Gobi en la zona central y extensos prados al sur, toda la región se sitúa a unos 1.000 m sobre el nivel del mar. Es un territorio muy árido, salvo en las zonas más septentrionales.
En este entorno, las tribus de lengua mongola desarrollaron una economía pastoril basada en el ganado lanar y en los caballos, que eran sustituidos por camellos en las zonas mas áridas. Algunos productos como los cereales, los tejidos, el té y los metales se obtenían mediante el comercio con la civilización agrícola adyacente de China. El pastoreo y la caza eran su principal ocupación. Su modo de vida era nómada y su organización social tribal. La guerra tribal era endémica y los individuos valerosos alcanzaban fácilmente posiciones de liderazgo. La jerarquía político-militar de la tribu estaba basada en lazos personales de mutua protección y lealtad que debían respetar desde el jefe supremo a los jefes subordinados y los guerreros.
2
FUNDACIÓN DEL IMPERIO POR GENGIS KAN
El primer desarrollo del Imperio mongol tuvo lugar en el siglo XIII. Durante una reunión de tribus en 1206, el poderoso conquistador Timuyin, entonces señor de casi toda Mongolia, fue proclamado dirigente universal con el título de Gengis Kan o Gran Kan. La ciudad de Karakoram (Karakorum) fue designada como capital. El ejército de Gengis, a pesar de no ser especialmente numeroso para su época, se distinguía por su magnífica caballería y sus expertos arqueros, la disciplina y el control de sus aristocráticos líderes y las peculiares tácticas y estrategias militares del kan. El vecino Imperio de China del norte y los estados de Asia central, militarmente débiles y fragmentados, se rindieron inevitablemente, como lo hizo la deteriorada sociedad turco-árabe de Oriente Próximo a las hordas mongoles que recorrían Asia. Todo lo cual constituyó una de las causas por las que el Imperio de Gengis pudo lograr un grado de centralización y un poder sin precedentes entre los primeros dominios de tribus de habla mongol. Gengis encabezaba el Imperio en virtud de un derecho divino que él mismo se había adjudicado, reconociéndolo como única autoridad superior a la suya, el Gran Yasa, un código imperial que él mismo redactó y que se convirtió en base permanente del gobierno mongol. El vasto Imperio de Gengis se extendía desde el mar de la China hasta el río Dniéper y desde el golfo Pérsico hasta el océano Glacial Ártico.
Tras la muerte de Gengis en 1227, su Imperio, de acuerdo con la costumbre tribal, fue dividido entre los hijos de su primera mujer y sus herederos. El kanato de Asia oriental era regido directamente por su tercer hijo, Ogoday, quien sucedió a Gengis como gran kan. El kanato estaba formado por lo que en la actualidad es la república de Mongolia, Dongbei Pingyuan (Manchuria), Corea, gran parte de China, el Tíbet y franjas septentrionales de Indochina.
Aunque a Ogoday le sucedieron su hijo y su nieto, el gran líder que heredó el kanato fue su sobrino, Mangu Kan. Junto a su hermano Kublai, Mangu Kan logró conquistar casi toda China.
3
IMPERIO DE KUBLAI KAN
En 1279, Kublai Kan, nieto de Gengis, derrotó a la dinastía Song del sur, logrando dominar lo que quedaba de China. Kublai trasladó la capital a Pekín, dándole el nombre de Janbalik (también llamada Khanbalik, ‘Ciudad del kan’, o Cambaluc). Allí gobernó como emperador de la dinastía Yuan y como gran kan de los mongoles. En lugar de tratar de amalgamar la sedentaria sociedad agrícola en unidades tribales, siguió con éxito el sistema burocrático utilizado por las dinastías chinas desde los Tang. Sin embargo, los mongoles preservaron cuidadosamente su identidad cultural y las prerrogativas de la clase dirigente; el talento chino era sistemáticamente excluido de los cargos de autoridad y se seguían códigos sociales y legales discriminatorios. Sus esfuerzos por extender el dominio mongol a Japón y Java fracasaron.
Los emperadores mongoles posteriores a Kublai sucumbieron ante la decadente vida de la corte china y comenzaron a sentirse interesados en los preceptos del lamaísmo. Cuando tuvieron lugar la inundación provocada por el río Huang He y la gran hambruna en China del norte a mediados del siglo XIV, el líder mongol no supo encontrar una solución a esos desastres. En 1368, mientras que el Imperio asiático de los mongoles se desgarraba por las luchas internas, los grandes kanes de China eran sustituidos por los Ming, una dinastía nativa.
4
IMPERIO DE YAGATAY
Tras la división del Imperio mongol a la muerte de Gengis (1227), el kanato de Turkestán fue gobernado por Yagatay, su segundo hijo, y posteriormente por su sucesor. Este kanato se extendía desde lo que hoy en día es la región autónoma china de Xinjiang hacia el oeste, al sur del lago Baljash, hasta la zona suroriental del mar de Aral, y lindaba al sur con el Tíbet y la región de Cachemira. Los territorios occidentales estaban habitados mayoritariamente por musulmanes sedentarios, pero el resto de los pobladores eran mongoles nómadas. Al ser una zona de comunicaciones estratégica dentro del Imperio asiático mongol, se convirtió en foco de rivalidades políticas entre los descendientes de Gengis, y mantenerla bajo control requirió la constante atención del gran kan Kublai.
En el siglo XIV, la autoridad de los kanes de Turkestán sobre sus súbditos musulmanes disminuyó bruscamente. Después de 1370 la parte occidental del kanato pasó a formar parte del Imperio de Tamerlán, un líder mongol que al parecer no era descendiente de Gengis aunque se empeñara en proclamarlo. El dominio del kan quedó así limitado a la región oriental del kanato original.
5
IMPERIO DE HULAGU Y SUS DESCENDIENTES
Antes de 1231 los ejércitos mongoles ya habían invadido Persia, Mesopotamia, Armenia y Georgia. En 1258 fue tomada la ciudad de Bagdad, sede del califato Abasí. El kanato persa fue establecido por Hulagu Kan, nieto de Gengis y hermano de Mangu y Kublai. Hulagu gobernó los territorios que hoy forman Irán, el este de Irak, el oeste de Afganistán y Turkmenistán. Los kanes de Persia aceptaron la fe islámica. Durante el reinado de Gazan Mahmud, que comenzó en 1295, la casa gobernante se independizó del gran kan. Se aprobaron nuevos sistemas impositivos; las fuerzas armadas fueron reformadas y se reorganizaron las comunicaciones. Se estimuló la cultura persa, aunque introduciendo nuevos elementos mongoles en los campos del arte y de la arquitectura. Junto con el idioma mongol se utilizaban el turco, el persa (farsi) y el árabe. Sin embargo, la administración de los últimos kanes fue pobre y cuando murió el kan Abu Sa'id sin un heredero varón en 1395, el kanato se dividió en pequeños estados regidos en su mayor parte por persas.
6
IMPERIO DE LA HORDA DE ORO
Mientras que Ogoday y sus sucesores completaban la conquista de Asia oriental, los mongoles a las órdenes de Batu Kan, nieto de Gengis Kan, se dirigían al oeste hacia Europa. En 1237 saquearon la mayoría de las ciudades de la región de Vladímir-Suzdal’ y tres años después hicieron lo propio con Kíev; siguiendo hacia el oeste entraron en Polonia, Bohemia, Hungría y en el valle del Danubio. Batu Kan creó la Horda de Oro. Antes de 1241 sus ejércitos habían alcanzado la costa del mar Adriático, preparados para la invasión de Europa occidental. Desunida y mal adiestrada para resistir a la Horda de Oro, Europa se salvó sólo por la muerte del gran kan Ogoday en 1241. Después Batu Kan se retiró con sus fuerzas al sur de Rusia con el fin de participar en la elección de un sucesor.
La Horda de Oro dominó hasta finales del siglo XV lo que hoy es el sur de Rusia. Los mongoles impusieron un sistema burocrático y formas de recaudación de impuestos que mostraban la influencia de los métodos chinos adoptados por sus hermanos de Asia oriental. A finales del siglo XIV, los rusos parecían estar preparados para derrotar a la Horda de Oro. La victoria del gran príncipe de Moscú Dmitri Donskói sobre los mongoles en 1380, obtenida a orillas del río Don, marcó el fin del poder mongol, a pesar de que durante un tiempo la balanza se inclinó a favor de los mongoles por la intervención del conquistador Tamerlán. Sin embargo, en 1395 éste inició la conquista de la Horda de Oro, que a su muerte quedó dividida en cuatro kanatos independientes: Astracán, Kazán, Crimea y Siberia, eliminando así un gran obstáculo para el ascenso del principado moscovita. En 1480, al negarse a seguir pagando tributos a la Horda, Iván III el Grande, gran príncipe de Vladímir y de Moscú, terminó con la dominación mongol en el sur de Rusia.
7
VALORACIÓN DEL PODER MONGOL
Caballería mongola
La caballería mongola fue una de las más impresionantes fuerzas militares que han existido a lo largo de la historia. Gracias a ella, Gengis Kan, Kublai Kan y Tamerlán, extendieron las fronteras del Imperio mongol por toda Asia occidental y oriental.

El Imperio mongol hizo mucho por unir Asia oriental y Asia occidental. Se creó un sistema de correo a caballo que recorría las praderas y los desiertos de Asia central, comunicando la capital del gran kan en China con los remotos rincones del Imperio. Las rutas comerciales de Asia central se hicieron más seguras que nunca, por lo que aumentó notablemente el tráfico de comerciantes y misioneros, y China empezó a ser conocida en Occidente a través de los relatos de uno de estos viajeros, el comerciante veneciano del siglo XIII Marco Polo. Aunque las comunicaciones ayudaron a los mongoles a mantener su extenso y variado Imperio, el linaje común también desempeñó un papel importante. El gran kan siempre era elegido por una junta de nobles de todo el Imperio y, en general, los cuatro kanatos compartían los botines de cada uno.
No obstante, las buenas comunicaciones y los lazos de parentesco fueron insuficientes a la hora de contrarrestar las fuerzas centrífugas que sacudían al Imperio. Pronto aparecieron diferencias religiosas; los dirigentes mongoles de Asia occidental tendían a aceptar el islam, al tiempo que los de China se convirtieron al budismo o al lamaísmo. En el ejercicio del poder, los mongoles de China siguieron las enseñanzas sociales y políticas del confucianismo, insistiendo en la universalidad de la autoridad de los gobernantes; los de Asia occidental se vieron absorbidos por las convulsiones políticas y las guerras en Europa oriental y en Oriente Próximo. China, Rusia y Persia disponían de su propio idioma, su propia cultura y su propio sistema de gobierno y cada una trataba de influir sobre sus jefes supremos mongoles. Tal vez lo más significativo fue que cada una de estas regiones era sede de una civilización agrícola sedentaria. En cada una de ellas la imposición del dominio mongol parece haber llevado a un restablecimiento de los regímenes burocráticos locales, más preocupados por los problemas internos y, por ello, menos vulnerables a la dominación mongol.

Las siete maravillas del mundo segunda parte



Las siete maravillas del mundo, obras arquitectónicas y artísticas que fueron consideradas por los historiadores de la Roma clásica como las muestras más extraordinarias de la antigüedad.

Pirámides de Egipto
Las conocidas pirámides de Gizeh, cerca de El Cairo (Egipto), son las más antiguas y las únicas conservadas de las Siete Maravillas del mundo. La gran pirámide de Keops alcanza una altura de 130 m, y, junto con las de Kefrén y Micerinos, constituye uno de los conjuntos más representativos de la arquitectura del antiguo Egipto.

Las pirámides de Gizeh, en Egipto, construidas durante la IV dinastía (c. 2680 a.C.-c. 2544 a.C.), constituyen el conjunto más antiguo de las siete maravillas y el único que ha sobrevivido hasta nuestros días.

Jardines colgantes de Babilonia
Este grabado del artista holandés del siglo XVI Maarten van Heemskerck muestra los jardines colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo. En realidad los jardines no eran colgantes, sino que ocupaban las terrazas y la azotea del palacio real de Nabucodonosor II. Su construcción se llevó a cabo hacia el año 600 a.C., probablemente para consolar a la esposa persa del rey, que sentía nostalgia de los paisajes de su tierra natal.

Los jardines colgantes de Babilonia, probablemente construidos por el rey Nabucodonosor II hacia el 600 a.C., consistían en una serie de terrazas ajardinadas que formaban una especie de montaña artificial.

Estatua criselenfantina de Zeus
El escultor griego Fidias talló esta estatua de Zeus de 12 m de altura hacia el año 435 a.C. para el templo de Zeus en Olimpia. El cuerpo estaba esculpido en marfil y las vestimentas y sus joyas eran de oro, de ahí que se conozca con el adjetivo de criselefantina.

La estatua criselefantina de Zeus (mediados del siglo V a.C.) fue una figura de 12 m de altura tallada por el escultor griego Fidias para ocupar la cella del templo de Zeus en Olimpia.

Templo de Diana
El templo de Diana o Artemisa en Éfeso se construyó en el año 356 a.C. y fue destruido por los godos en el 262 d.C. La ilustración es una recreación de Maarten van Heemskerck, excesivamente influida por la imagen romanizada que se tenía en el siglo XVI de la antigüedad clásica.

El templo de Artemisa en Éfeso (Grecia, 356 a.C.) combinaba su imponente tamaño con una profusa ornamentación helenística y fue destruido por los bárbaros en el año 262 d.C.

Mausoleo de Halicarnaso
El mausoleo de Halicarnaso, recreado aquí en un grabado de Maarten van Heemskerck, se construyó hacia el año 353 a.C. El edificio era un enorme monumento funerario para los restos del rey Mausolo de Caria, en Asia Menor.

El mausoleo de Halicarnaso (c. 353 a.C.) era una tumba monumental, esculpida por los mejores artistas de la época para el rey Mausolo de Caria (Asia Menor), de la que tan sólo se conservan algunos fragmentos.

Coloso de Rodas
El Coloso de Rodas se construyó hacia el año 280 a.C. para vigilar la entrada al puerto de Rodas. En este grabado de Maarten van Heemskerck se aprecia su gran altura, que sobrepasaba los 30 metros.

El Coloso de Rodas fue una estatua de bronce de 30 m de altura que representaba a Helios, dios griego del Sol, erigida entre el 303 a.C. y el 280 a.C. como puerta de entrada a la bahía de Rodas y destruida parcialmente en el 225 a.C.

Faro de Alejandría
El faro de Alejandría se alzaba en una isla de la bahía de Alejandría y alcanzaba una altura de 134 metros. La ilustración es un grabado de Maarten van Heemskerck.

El faro de Alejandría (c. 280 a.C.), situado en una isla de la bahía de Alejandría (Egipto), se convirtió en el faro más célebre de la antigüedad gracias a su impresionante altura de 134 m, pero fue destruido en el siglo XIV.

lunes, 21 de marzo de 2011

La asombrosa selección sexual



En este fragmento de El origen de las especies, Darwin define el concepto de selección sexual como una fuerza evolutiva en la que determinados caracteres externos confieren a los individuos una ventaja para atraer a los de sexo opuesto, aunque no representen una ventaja para su supervivencia, y tendrán, por tanto, más posibilidades de pasar a las siguientes generaciones. Las plumas brillantemente coloreadas de algunas aves, las cornamentas de los ciervos o las colas de las aves del paraíso son algunos ejemplos.
Fragmento de El origen de las especies.
De Charles Darwin.
Capítulo IV.
La selección natural; o la supervivencia de los más aptos.
De la misma manera que a menudo aparecen peculiaridades en el estado de domesticidad en un sexo y se transmiten hereditariamente unidas a dicho sexo, no hay duda de que así también sucederá en la Naturaleza. Así, se ha hecho posible para los dos sexos el que sean modificados mediante la selección natural en relación a los diferentes hábitos de vida, como a veces ocurre; o que un solo sexo se modifique con relación al otro, como sucede corrientemente. Esto me induce a decir algo acerca de lo que he llamado la Selección Sexual. Esta forma de selección depende, no de una lucha por la existencia en relación con otros seres orgánicos o con las condiciones externas, sino de una lucha entre los individuos de un sexo, generalmente los machos, por la posesión del otro sexo. El resultado no es la muerte para el competidor que no ha tenido éxito, sino la escasa descendencia o la falta de ésta. Por consiguiente, la selección sexual es menos rigurosa que la selección natural. Generalmente, los machos más vigorosos, aquellos que son más aptos para el lugar que ocupan en la naturaleza, dejarán el mayor número de descendientes. Pero en muchos casos, la victoria no depende tanto del vigor general como del tener armas especiales, limitadas a los machos. Un ciervo sin cuernos o un gallo sin espuelas tendrían pocas probabilidades de dejar numerosa descendencia. La selección sexual, al permitir siempre que críe el vencedor, podría seguramente conferir valor indomable, longitud a la espuela y fuerza al ala para golpear, casi de la misma manera en que lo hace el brutal reñidor mediante la cuidadosa selección de sus mejores gallos de pelea. Cuán bajo desciende en la escala de la naturaleza la ley de la batalla, no lo sé; se ha descrito a los caimanes machos peleando, resoplando y dando rápidas vueltas en derredor, como indios en una danza guerrera, por la posesión de las hembras; se ha observado a salmones machos peleando todo el día; los machos de los escarabajos llamados ciervos voladores a veces sufren heridas infligidas por las enormes mandíbulas de otros congéneres machos; a menudo el inimitable observador M. Fabre ha visto a los machos de ciertos insectos himenópteros peleando por una determinada hembra, la cual se está quieta, como un mero espectador indiferente de la pelea, y luego se retira en compañía del vencedor. Quizá la guerra es más encarnizada entre los machos de animales polígamos, y estos parecen con la mayor frecuencia estar provistos de armas especiales. Los machos de los animales carnívoros están ya bien armados; aunque a ellos y a otros, les puede ser dado un medio de defensa mediante la selección sexual, como la melena del león, y la mandíbula de gancho del salmón macho; porque, para la victoria, el escudo puede ser tan importante como la espada o la lanza.
Entre las aves, la contienda es a menudo de carácter más pacífico. Todos los que han prestado atención a este asunto, creen que hay gran rivalidad entre los machos de muchas especies para atraer mediante el canto a las hembras. El mirlo de roca de la Guayana, las aves del paraíso y algunas otras se reúnen; y sucesivamente van los machos desplegando con el mayor cuidado sus hermosas plumas, exhibiéndolas de la mejor manera posible; asimismo realizan curiosas figuras delante de las hembras, las cuales, después de haber estado haciendo de espectadoras, acogen finalmente como compañero al más atractivo. Los que han estudiado atentamente las aves encerradas saben perfectamente que éstas tienen preferencias y antipatías individuales; así, Sir R. Heron nos ha descrito como un pavo real variegado resultaba singularmente atractivo para todas las hembras de su especie. No puedo entrar aquí en los necesarios pormenores, pero si el hombre puede en breve tiempo conferir belleza y elegancia a sus pequeñas gallinas de Bantam, conforme a su tipo de belleza, no veo por qué hemos de dudar de que las hembras de las aves no han de producir un marcado efecto seleccionando, a lo largo de miles de generaciones, a los más melodiosos y hermosos de entre sus machos, conforme también a su tipo de belleza. Algunas conocidas leyes, con respecto al plumaje de las aves de los dos sexos, en comparación con el plumaje de las crías, puede explicarse en parte por la acción de la selección sexual sobre variaciones que se producen en diferentes edades y que se transmiten solamente a los machos o a los dos sexos en edades correspondientes; pero no dispongo aquí de espacio para profundizar en esta cuestión.
Así ocurre, creo yo, que cuando los machos y las hembras de cualquier especie animal tienen los mismos hábitos generales de vida, pero difieren en estructura, color o adorno, tales diferencias han sido principalmente ocasionadas por la selección sexual: es decir, por individuos machos que, en generaciones sucesivas, tuvieron alguna ligera ventaja sobre otros machos, en sus armas, medios de defensa o encanto, y que transmitieron exclusivamente a sus descendientes masculinos. Con todo, no querría atribuir a esto todas las diferencias sexuales, porque vemos en nuestros animales domésticos peculiaridades que surgen en el sexo masculino y en él permanecen y que evidentemente no fueron aumentadas por medio de la selección realizada por el hombre. El penacho de pelo que lleva en el pecho el pavo silvestre no puede ser de utilidad alguna, y es dudoso que pueda aparecer como un adorno a los ojos de su hembra; efectivamente, si ese penacho hubiera aparecido en el estado de domesticidad, se le habría tenido por una monstruosidad.
Fuente: Darwin, Charles. El origen de las especies. Traducción de Juan Godo. Barcelona: Ediciones Zeus, 1970.

Los cuentos maravillosos



Los cuentos tradicionales y maravillosos han despertado siempre un inusitado interés en los humanistas y estudiosos, por sus características peculiares de encantamientos que hacen referencia a lejanos mitos y a una conciencia colectiva histórica de los pueblos. El escritor y recopilador español Antonio Rodríguez Almodóvar expone, en el siguiente fragmento, la función histórica y social de los cuentos maravillosos por lo que tienen de simbólicos y recordatorios, razones por las que se prestan a interpretaciones psicoanalíticas.
Fragmento de Cuentos al amor de la lumbre (I).
De Antonio Rodríguez Almodóvar.
Introducción.
La función histórica y social
La función histórica y social de estos cuentos [tradicionales] ha debido evolucionar, como no podía ser menos, desde la mágico-religiosa que sin duda tuvieron, en contacto con la primitiva realidad, es decir, con el contexto de los ritos propiciatorios o de iniciación en las distintas etapas de la humanidad, anteriores a la sociedad matrimonial y de propiedad privada hereditaria. Los elementos del cuento maravilloso, por consiguiente deben tener raíces históricas, conocidas o no por nosotros, en costumbres muy antiguas (tales como las de recluir a las princesas casaderas; la existencia de «casas para hombres», donde los adolescentes se iniciaban en las prácticas sexuales con una mujer, viviendo una suerte de matrimonio poliándrico temporal; o las prácticas sexuales endogámicas, entre miembros de una misma familia, hasta que se estableció el tabú del incesto); muchas de estas costumbres adquirieron forma ritual, sobre todo en torno a las ceremonias principales de la tribu o del clan, como eran las de la iniciación del neófito en los secretos de la comunidad, haciéndole creer que pasaba algún tiempo en el reino de la muerte, del que emergía ya adulto, y con grandes sacrificios personales; o como la ceremonia de consagración a los dioses, donde muchas veces se ofrecía alguna parte del cuerpo del niño, como un trozo de dedo meñique, que a su vez podía sustituir a la circuncisión.
Así, todos los elementos de un cuento maravilloso, supone la tendencia antropológica, pueden ser explicados como formas más o menos simbólicas de aquellas prácticas. La simbolización de tales elementos, con el paso de los siglos, fue el proceso más normal que experimentó el cuento, si bien algunos quedan como vestigios no transformados de los ritos tal cual se daban. No siempre es fácil la interpretación de estos símbolos; por ejemplo, el viaje iniciático al reino de los muertos, que se convierte en el viaje que nuestra heroína de El príncipe encantado ha de realizar, andando hasta gastar siete pares de zapatos de hierro, se interpreta como símbolo de la muerte, por la lejanía del más allá que ello implica, y en castigo a su curiosidad, que ha interrumpido el proceso de desencantamiento del príncipe. Pero el viaje es otras veces de carácter sideral, como el de Lucio en El asno de oro, de Apuleyo, como parte del rito dionisíaco de la deificación del hombre, y que en los cuentos maravillosos está representado por el viaje por los aires, sobre un águila o un caballo volador o pasando por las casas del sol, las estrellas y el aire. También puede el viaje ser un simple símbolo del viaje al otro mundo.
A menudo lo simbólico de los cuentos maravillosos provoca fuertes discusiones, en las que se suele apelar a las leyendas de la antigüedad clásica para subrayar este o aquel otro sentido, o, yendo más lejos, se piensa que estos cuentos recogen ya los símbolos del inconsciente colectivo, formado con el mismo devenir de tales historias, e incluso que claramente representan los complejos de castración, de Edipo y otros conceptos propios del psicoanálisis. (Tal es el caso del dedo cortado, como símbolo de la «envidia de pene» en las niñas.) Estas interpretaciones, que parten de una cierta identidad entre el sueño y el mito o el cuento maravilloso son vistas con recelo por la escuela soviética. Sin embargo, el mismo V. Propp ha recurrido a ellas, cuando a algún elemento no le encuentra explicación en su sistema.
Sea como fuere, parece claro que, a lo largo de cientos y de miles de años, la función del cuento maravilloso, puesto que éste ha pervivido mucho después de que desaparecieran las religiones arcaicas y la sociedad de clanes o de tribus (cuya fuente principal de vida era la caza), es guardar memoria de sus orígenes, en forma más o menos figurada; tal vez con ese recordatorio, consciente o inconsciente, quiere impedir un retorno a aquellas formas de vida, como las que podrían derivarse si se rompiera el tabú del incesto, pongamos por caso, o se tolerasen el rapto y la violación. Tal vez, en una semiología más cercana, el pueblo se da a sí mismo esas visiones fantásticas del mundo, para no perder, por contraste, la conciencia del mundo real. Las formas del cuento maravilloso pueden encubrir, en este caso, ciertos mensajes latentes sobre la sociedad estamental y clasista, sobre la formación de clanes (léase, en nuestro mundo, los grupos de presión) y sobre la libertad misma, como quiere Greimas. En este punto, lo más difícil es interpretar el sentido que tiene la forzosa utilización del objeto maravilloso por el héroe, después de haber elegido libremente la peligrosa aventura de salvar a la princesa. Se diría que es una referencia a las limitaciones humanas impuestas por los dioses, es decir, una reflexión acerca de la grandeza del hombre, en sus propios límites, el mayor de los cuales es la muerte, y la necesidad de que sea el hombre mismo el que llene de sentido el mundo.
Fuente: Rodríguez Almodóvar, Antonio. Cuentos al amor de la lumbre (I). Madrid: Ediciones Generales Anaya, 1983.

Entradas populares