En la vida terrestre también influye el ciclo solar. Cada 11 años aumentan y disminuyen las manchas solares, esas zonas oscuras que el Sol ofrece mientras arroja al espacio enormes cantidades de energía en forma de calor, luz, y ondas electromagnéticas, una parte de esta energía da contra la tierra afectando de manera importante las telecomunicaciones.
Ritmo cósmico y guerra
El soviético A. L. Chijevsky, experto en estadísticas manifestó por los años cuarenta que existía una relación entre el ritmo cósmico y las guerras y epidemias que asolaban la Tierra.
El Japonés Maki Takata descubrió otra relación entre la sangre humana y el Sol. Con anterioridad había propuesto un método por el cual los ginecólogos controlaban el ciclo menstrual de las mujeres. Para ello era necesario someter a un examen y cotejar la sangre de ambos sexos. En enero de 1938 las más diversas clínicas del mundo que habían utilizado la llamada reacción “Takata” manifestaron que los resultados usuales comenzaron a variar, tanto en los hombres como en las mujeres. Takata revisó y analizó durante 20 años los resultados obtenidos y descubrió que los cambios ocurrían cuando las manchas solares ocupaban el centro del astro rey, cuando mayor era la concentración de radiación recibida por la Tierra. La avalancha de informes delas clínicas coincidían precisamente con el repentino aumento de las manchas solares tras varios años de inactividad.
El hombre, un reloj viviente
Takata observó también un cambio súbito en la sangre, todos los días minutos antes de la salida del Sol, como si el órgano presintiera la llegada del amanecer. El hombre, declararía Takata, es un reloj de sol viviente.
En realidad el científico nipón hubiera podido decir lo mismo de animales y plantas. Cuanto hay en la vida y en el mundo parece estar relacionado con algún inmenso reloj cósmico.
Tomado del Gran Libro de lo Asombroso e Inaudito.
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