Los huracanes, poderosa energía



Huracán Elena
El 2 de septiembre de 1985,
el huracán Elena fue fotografiado
con una lente de 70 mm desde la
lanzadera espacial Discovery. 
Como el huracán está en el hemisferio
norte, el aire gira en sentido
inverso al de las agujas de un
reloj hacia el centro de baja
presión, u ojo del huracán
 .
Un huracán libera tanta energía como varias explosiones atómicas. Un solo minuto  de esta energía liberada por un huracán  bastaría para abastecer de energía eléctrica  por 50 años a los Estados Unidos.
Pero los huracanes no pueden controlarse. Vierten a la atmósfera su energía desatada y extienden en múltiples ocasiones muerte y destrucción a lo largo de zonas costeras y en ocasiones en zonas como Monterrey, donde le huracán Alex desoló la zona.
El huracán que en 1970  azotó Bangladesh  produjo una ola que causó la muerte de más de 500,000 personas. En 1900 un huracán produjo una tormenta, en Galveston Texas,  que segó la vida de 6,000 vidas. En 1954 mil pasajeros murieron ahogados  al hundirse un gran  transbordador a consecuencia de un huracán en la Bahía de Hakodate en la isla Norte de Japón.
El huracán se forma en el mar. La temperatura del agua debe ser superior a los 27 grados centígrados, por ello las elevadas latitudes, se hallan libres, normalmente de huracanes. El mar templado produce un embudo  de aire que a veces asciende  a 15.000 metros  y forma vastos cúmulos de nubes. Luego las  altas corrientes se dispersan  y arrastran al interior del embudo más aires de las capas inferiores. La rotación de la Tierra tuerce entonces  la alta chimenea y se engendra el huracán: masa de vientos tempestuosos  de unos 500 kilómetros de diámetros  que giran en torbellinos de más de 300 kilómetros por hora.
En el centro de todo huracán se halla el llamado “ojo” del huracán, una zona de suaves y templadas brisas de hasta treinta kilómetros de diámetro, que se crea, al parecer por las fuerzas centrífugas  que dispersa los vientos hacía afuera. Los lugares abatidos por un huracán, gozan de una tregua al pasar el ojo del huracán, pero luego se reanuda la tormenta.

Nueva Orleans tras el huracán Katrina
La ciudad de Nueva Orleans,
en Luisiana, quedó prácticamente
inundada tras el paso del huracán
Katrina en agosto de 2005. Como
consecuencia de ello y de los
efectos derivados, su población
tuvo que ser evacuada.

En el océano, los huracanes se recargan constantemente, pues el calor de las aguas hace ascender  el aire, cada vez más deprisa por el centro del embudo. Pero en la tierra, esta fuente de energía desaparece instantáneamente. El huracán pierde fuerzas al chocar con bosques y montañas y, ya no encuentra vapor de agua que alimente su motor. En tierra los huracanes rara vez sobreviven un día.
Huracán
Huracán, ciclón tropical migratorio, con fuertes vientos y lluvias, que se origina sobre los océanos en algunas regiones próximas al ecuador, en particular aquél que surge en las Antillas, incluso en el golfo de México. Los ciclones de tipo huracán del oeste del Pacífico se llaman tifones; en Filipinas se llaman baguios y en Australia willy-willies. 
La mayoría de los huracanes se forma en las zonas de calmas ecuatoriales, un cinturón estrecho caracterizado por vientos suaves, brisas leves y variables y chubascos frecuentes, que se sitúa entre los vientos alisios del noreste y los del sureste. En el Atlántico, las zonas de calmas se localizan en su mayor parte al norte del ecuador, por ello no se producen huracanes en el Atlántico Sur. En el Pacífico hay calmas al norte y al sur del ecuador, por lo tanto hay huracanes en el Pacífico Sur y Norte.
Los huracanes consisten en vientos muy rápidos que soplan de forma circular alrededor de un centro de baja presión llamado ojo del huracán. Este centro se desarrolla cuando el aire cálido y saturado de las zonas de calmas ecuatoriales se eleva empujado por aire frío más denso. Desde el borde de la tormenta hasta su centro, la presión atmosférica cae bruscamente mientras que la velocidad del aire aumenta. Los vientos alcanzan una fuerza máxima cerca de los puntos de baja presión (en torno a 724 mm de mercurio o 0,85 atmósferas). El diámetro del área cubierta por vientos destructivos puede superar los 250 km. Los vientos menos fuertes cubren zonas con un diámetro medio de 500 km. La fuerza de un huracán se evalúa con un índice entre 1 y 5. El más suave, con categoría 1, tiene vientos de cuando menos 120 km/h. Los vientos del más fuerte (y menos común), con categoría 5, superan los 250 km/h. En el interior del ojo del huracán, que tiene un diámetro medio de 24 km, los vientos se paran y las nubes se elevan, aunque el mar permanece muy agitado.
En general, los huracanes se desplazan en una trayectoria con forma de parábola. En el hemisferio norte suelen viajar primero hacia el noroeste y, en latitudes mayores, giran hacia el noreste. En el hemisferio sur la trayectoria usual empieza apuntando hacia el suroeste y luego hacia el sureste. Los huracanes viajan a velocidades variables; en las latitudes bajas éstas varían entre 8 y 32 km/h mientras que en las altas pueden alcanzar hasta 80 km/h. Las zonas en las que los vientos del huracán soplan en la misma dirección que la propia tormenta están sometidas a la máxima violencia destructiva.
A mediados de la década de 1950 se desarrolló un sistema coordinado de seguimiento de los huracanes que se ha perfeccionado a lo largo de los años. Radares, dispositivos de registro marinos, satélites meteorológicos y otros instrumentos suministran datos que permiten el seguimiento de los movimientos de cada tormenta casi desde su formación. La mejora de los sistemas de predicción e información ha permitido reducir al mínimo la pérdida de vidas, pero los daños materiales siguen siendo grandes, en especial en las regiones costeras. El huracán Gilbert, el mayor del siglo XX (1988) en el hemisferio norte, con vientos en ráfagas que alcanzaron los 350 km/h, devastó Jamaica y varias zonas de México. El huracán Mitch, que llegó a las costas de América Central en octubre de 1998, azotó la región durante varios días con vientos que superaron los 250 km/h. A los fuertes vientos se unieron destructivas lluvias torrenciales que ocasionaron la muerte de más de 12.000 personas además de enormes daños materiales. El huracán Katrina que alcanzó Estados Unidos en agosto de 2005, con vientos de hasta 280 km/h, afectó principalmente a los estados de Mississippi, Alabama y Luisiana, provocando, a su paso, gran número de víctimas mortales y daños materiales.
Ciclón
Ciclón, en meteorología, zona de baja presión atmosférica rodeada por un sistema de vientos que en el hemisferio norte se mueven en sentido opuesto a las agujas del reloj mientras que giran en sentido contrario en el hemisferio sur. Una zona correspondiente con vientos de sentido contrario se llama anticiclón. A los ciclones se les llama comúnmente borrascas. El término ciclón se ha utilizado con un sentido más amplio aplicándolo a las tormentas y perturbaciones que acompañan a estos sistemas de baja presión, en particular a los violentos huracanes tropicales y a los tifones, centrados en zonas de presión extraordinariamente baja.

martes, 24 de agosto de 2010

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