El mayor objeto de oro macizo existente en el mundo es probablemente el sarcófago del faraón egipcio Tutankamen, cuyo peso asciende a , kilogramos. Otras importantes obras de la antigüedad desaparecieron hace tiempo, posiblemente fundidas. Una de ellas era la vestidura de oro que pesaba una tonelada y adornaba la estatua de Atenas en la Acrópolis de Atenas.
Muchos tesoros no tan inmensos han llegado a nosotros a través de la historia. En el Golfo pérsico, en la antigua Ur, se han hallado capas de oro que datan de 2,500 años A. J. Los etruscos que habitaron en el centro de Italia hacía el año 800 A. J. , fueron quizás los mejores joyeros de todos los tiempos. Nos han legado un pequeño tazón incrustado con 137,000 glóbulos microscópicos microscópico formando una especie de flor de melocotón. Hasta 1933 los orfebres modernos no aprendieron este arte.
Actualmente la orfebrería no puede dedicarse a tan altos menesteres, en parte por el precio del oro, pero especialmente por que gran cantidad del mismo se atesora en cámaras en forma de lingotes.
Hubo un tiempo en que los alquimistas creyeron que podrían transformar los metales en oro, en especial el plomo, logrando con esto acabar con el problema de su escasez.
Hoy en día los físicos poseen el conocimiento suficiente para trasmutar el plomo o el platino en oro mediante la fisión nuclear. Sin embargo, producir el oro mediante este método costaría millones de dólares tan sólo el de una cabeza de alfiler.
Así pues el hombre debe seguir extrayendo del suelo el precioso metal, mientras no se descubra la manera de extraerlo del océano de una manera barata.
Al término de la Primera Guerra Mundial, el químico Alemán Fritz Huker, anunció que enjugaría la deuda de guerra de Alemania con oro extraído del mar del Norte. Lo intentó y fracasó; pero quizás su ideas recobren algún día actualidad..
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