Los asombrosos: El camuflaje en
la biología
Camuflaje
(biología), adopción evolutiva por parte de un organismo de un aspecto parecido
al medio que le rodea con el fin de pasar desapercibido para los posibles
depredadores. El camuflaje o cripsis engloba, por lo general, adaptaciones del
tamaño, la forma, el color, los dibujos del cuerpo y el comportamiento, y es
relativamente común en los animales, pero menos en los vegetales.
Son
ejemplos sencillos de camuflaje la forma y el color de hoja que adoptan ciertos
insectos, como el insecto hoja, y algunas mantis religiosas o la transparencia
de muchos de los organismos del plancton que flotan en la superficie de los
mares. El contrasombreado y la coloración disruptiva son dos medios de
camuflaje comunes. Se llama contrasombreado a la coloración más clara de la
cara inferior del cuerpo, con el fin de contrarrestar el efecto de sombreado
que produce la luz que incide desde arriba. Está bien desarrollado en animales
que viven en desiertos, peces y algunas orugas. Las mariposas nocturnas adultas
(véase Mariposas diurnas y nocturnas) neutralizan la sombra manteniendo
las alas planas contra la corteza de los árboles. La coloración disruptiva
altera lo que de otro modo sería un perfil nítido y se logra mediante la
coloración en forma de bandas mucho más claras u oscuras que el resto del
cuerpo. Las rayas oscuras de la cebra, por ejemplo, rompen el perfil conspicuo
de este animal en las praderas abiertas de la sabana.
Algunas
especies de animales tienen en la piel sacos pigmentarios controlados por
hormonas que les permiten cambiar rápidamente de color como respuesta a cambios
del fondo. El camaleón es el más conocido de los animales capaces de cambiar de
color, aunque este método está bien desarrollado en otros grupos, como los
peces planos. Algunos mamíferos y aves sufren cambios de color estacionales del
pelo o las plumas. En invierno, la piel de la liebre nival se vuelve blanca
para confundirse con la nieve. Aunque los animales que exhiben estas
propiedades deben tener ojos funcionales, no siempre los utilizan para comparar
su cuerpo con el fondo y adaptarlo.
Ciertos
cangrejos y crustáceos marinos mordisquean trozos de algas próximas y se los
pegan al caparazón. Esta forma de camuflaje se parece al genuino comportamiento
de ocultación que se observa, por ejemplo, en algunas arañas del género Theridion,
que sujetan una hoja al centro de la tela y se ocultan detrás. Muchos animales,
desde insectos hasta aves, cubren los huevos sin proteger con vegetación.
Hay
varias similitudes entre el camuflaje animal y el mimetismo, sobre todo porque
el efecto de los colores y motivos de camuflaje sería inútil si no fuese
acompañado de un comportamiento mimético. Pero, mientras que el mimetismo se
aprovecha de señales de comunicación y respuestas entre organismos adoptadas en
el curso de la evolución (por ejemplo, entre un depredador y una presa con
coloración de advertencia), la evolución del camuflaje no suele presentar esta
característica.
Varios
estudios sobre camuflaje animal han demostrado que ayuda eficazmente a evitar a
los depredadores. En 1955, H. B. D. Kettlewell investigó meticulosamente la
geómetra del abedul que vive en Inglaterra (Biston betularia). Esta
especie tiene dos formas genéticas, una clara con motas oscuras y otra de tono
oscuro uniforme. Antes de la Revolución Industrial, la forma clara, que se
camuflaba eficazmente contra la corteza cubierta de líquenes de los árboles,
era la dominante. Pero la contaminación que trajo consigo la actividad
industrial destruyó los líquenes y dejó expuesta la corteza oscura de los
árboles; la forma clara ya no se camuflaba bien y era presa fácil de las aves;
en cambio, la oscura se confundía fácilmente y pronto sobrepasó en número a la
línea de color claro. Ahora que la contaminación empieza a disminuir, las
poblaciones de tono claro vuelven a recuperarse.
Pero
el camuflaje no siempre salva a los animales de sus depredadores. Al estudiar
el caracol Cepaea nemoralis, los científicos observaron que la concha presentaba
variaciones de color que hacían a unos individuos de la misma especie más
conspicuos que otros. Sin embargo, a su principal depredador, el zorzal, le
resultaba más sencillo localizar caracoles como los últimos que había
capturado, incluso si eran menos conspicuos, como si tuviera una ‘imagen
mental’ de ese tipo de caracol. Esto le llevaría a pasar por alto presas más
diferenciadas. La distribución de frecuencias de un color y un motivo
determinados pueden, por tanto, afectar a la probabilidad de ser localizado,
con independencia de su eficacia como camuflaje (selección en función de la
frecuencia). La eficacia del camuflaje de muchos huevos y pollos de aves que
nidifican en pedregales (como chorlitejos y gaviotas) puede verse reducida si
junto al nido hay cáscaras rotas, que indicarían a los depredadores que el nido
está cerca. Investigaciones realizadas en 1962 demostraron que la retirada de
las cáscaras de huevos por parte de los adultos de gaviota cabecinegra mejoraba
la adaptación biológica al mejorar el camuflaje del nido.
El
camuflaje es menos común en el reino Vegetal, aunque la notable similitud entre
las dos hojas hinchadas del sedo del desierto y las piedras próximas,
probablemente se ha mantenido a lo largo de la evolución como defensa frente a
los herbívoros.
El
concepto de camuflaje podría ampliarse para cubrir el ‘camuflaje inmunológico’
de ciertos virus que, al rodearse por la membrana y los antígenos de la célula
hospedante, son difíciles de detectar por los leucocitos y los anticuerpos. El
gusano adulto de la esquistosomiasis se recubre con antígenos del hospedante
para evitar el ataque del sistema inmunológico.
La
necesidad de exhibición de cortejo y de marcar el territorio entra en conflicto
con el camuflaje. Pero esta limitación no impide que algunos animales que se
camuflan señalen el territorio con olores y emitiendo sonidos. Otros sacrifican
parte del camuflaje y se arriesgan a ser descubiertos para atraer a una pareja.
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