El maravilloso Bazo
El bazo es un órgano esponjoso,
del tamaño de un puño, localizado detrás del estómago (en la ilustración, éste
ha sido retirado), justo bajo el diafragma. El bazo, que forma parte del
sistema linfático, está compuesto por dos tipos de tejidos. La pulpa blanca
produce linfocitos, algunos de los cuales liberan anticuerpos en el torrente
sanguíneo para combatir las infecciones. La pulpa roja es predominante,
contiene macrófagos que eliminan células rotas, parásitos, pigmentos biliares,
y otras sustancias de desecho de la sangre. El hierro procedente de los
glóbulos rojos deteriorados, se almacena en el bazo para su uso posterior. A
pesar de sus variadas funciones, el bazo dañado o enfermo de un adulto, puede
extirparse sin grandes consecuencias.
Bazo, órgano de tipo glandular, aplanado
y oblongo, situado en la zona superior izquierda de la cavidad abdominal, en
contacto con el páncreas, el diafragma y el riñón izquierdo; está sujeto por
bandas fibrosas unidas al peritoneo (la membrana que reviste la cavidad
abdominal). Aunque su tamaño varía de unas personas a otras suele tener una
longitud de 13 cm, una anchura de 10 cm y un grosor de 3,8 cm así como un peso
de 200 g aproximadamente.
El bazo no se considera una glándula
endocrina debido a que en apariencia no produce secreciones, aunque en ciertas
enfermedades elabora una hormona que afecta a la producción de los glóbulos
rojos de la sangre en la médula ósea. En el feto la función principal del
órgano es la producción de hematíes (glóbulos rojos) y leucocitos (glóbulos
blancos), que suele cesar después del nacimiento, aunque se puede reanudar con
posterioridad si alguna enfermedad debilita esta función en la médula ósea. En el
adulto sólo se forman células plasmáticas y linfocitos y monocitos, dos tipos
de leucocitos. Algunas personas nacen sin bazo.
El bazo está irrigado por la arteria
esplénica, y su sangre venosa se dirige hacia el hígado. Como parte integrante
del sistema linfático y vascular ocupa una posición única que le permite
eliminar microorganismos causantes de enfermedades y destruir hematíes
anómalos, alterados o envejecidos. Extrae el hierro a partir de la hemoglobina
de los glóbulos rojos, para su posterior utilización por el organismo, así como
sustancias de desecho como los pigmentos biliares para su excreción, en forma
de bilis, por el hígado. El bazo elabora anticuerpos contra diversos tipos de
células sanguíneas y microorganismos infecciosos. En algunos mamíferos (con
excepción de los humanos) almacena los glóbulos rojos y en casos de hemorragia
los libera hacia la circulación para su concentración en la sangre. En humanos,
sirve como reserva de otras células sanguíneas y de sangre.
Muchas enfermedades afectan al bazo: en
la esplenomegalia, el bazo aumenta su tamaño hasta alcanzar en algunas
ocasiones enormes dimensiones. Este estado, que suele ser un indicador de la
existencia de una enfermedad en cualquier lugar del organismo, refleja
infecciones bacterianas, parasitarias y virales del tipo de mononucleosis
infecciosa, tuberculosis, malaria, artritis reumatoide, e histoplasmosis. La
esplenomegalia también puede ser causada por una cirrosis hepática. Cuando la
sangre no puede circular a través del bazo, se acumula en grandes volúmenes que
originan en éste una gran distensión. En el hiperesplenismo, un bazo
hiperactivo o con la función alterada, la tasa de destrucción de hematíes puede
ser tan elevada que se origine una variedad de anemias hemolíticas. Una hemorragia
producida en un bazo aumentado de tamaño puede agravar la anemia y provocar
también un déficit de hierro. Los abscesos esplénicos son infrecuentes y pueden
estar causados por diversos bacilos y por infecciones adyacentes, como una
úlcera péptica perforada. Los abscesos pequeños suelen seguir un curso benigno
sin llegar a ser detectados. Sin embargo, los abscesos grandes se abren en
ocasiones hacia la cavidad abdominal originando una peritonitis, o la infección
puede invadir la circulación sanguínea y alcanzar el hígado, donde se forman
abscesos. Los quistes esplénicos son raros, y tampoco es asiento frecuente de
carcinomas o cánceres.
La hiperactividad esplénica puede
mejorar en algunas ocasiones, a través de un tratamiento de radioterapia o
administración de corticoides (esteroides extraídos de la corteza suprarrenal).
Los abscesos se tratan con antibióticos de amplio espectro o con drenaje
quirúrgico. La extirpación quirúrgica del bazo es necesaria si se produce su
ruptura o la de la arteria esplénica. Otros órganos producen mayor número de
anticuerpos, y la médula ósea sobrepasa el volumen de producción de glóbulos
rojos del bazo; por otro lado, el hígado, la hipófisis, y las glándulas
suprarrenales destruyen más bacterias que el bazo.
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